POSTRER HOMENAJE A MYRIAM COLOMBO
Miryam Colombo se convirtió en filátropa al ver y palpar las necesidades de los niños de la Puna.
Comenzó buscando y encontrando una ignota escuelita detrás del Salar del Hombre Muerto y llevando, en su primer visita, útiles, ropa y alimentos para esos niños olvidados por la burocracia.
Siguió haciendo y mucho por aquellos niños luego de esa primer visita de octubre de 2.006
Divulgó, convencio a amigos y a grupos de 4x4 que hicieran travesías solidarias. Y las hicieron.
La escuelita comenzó a aparecer en los mapas de GPS y más gente colaboró con ellos.
Machacó y machacó y convencio a las mineras de la zona a que hicieran obras, donaran una ambulancia y ayudaran a esa gente.
Y no se detuvo allí. Hasta el día de su muerte, acaecida diez años después, siguió insistiendo con políticos y autoridades, hasta coseguir que les hicieran baños, cisternas, agua potable y, hasta la promesa de una nueva escuela que, cuando escribo esto (año 2.019) ya está funcionando.
Aquellos niños que conocimos ya no están más, se han hecho hombres y mujeres adultos. Muchos siguieron estudiando en Antofagasta, o en Belén o en Catamarca. Otros quizá trabajen en las mineras.
Miryam y Hans ya no están más en este mundo, pero dejaron obra, grande o pequeña, no se. Seguramente grande para los involucrados. Muy grande desde mi punto de vista.
Vaya en este simple relato mi orgulloso homenaje para ellos.
Gracias Miryam, gracias Hans.
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EDUARDO CINICOLA
Abril de 2.019
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