El Departamento de Antofagasta de la Sierra en la provincia de Catamarca tiene una superficie de 27.000 Km2 aproximadamente. En su totalidad está ubicado en esa gran altiplanicie compartida por Argentina Chile y Bolivia denominada Puna, es por ello que su altura media supera ampliamente los 3.000 metros sobre el nivel de los mares. Eso, unido a una escasés de agua es motivo de que los árboles brillen por su ausencia.
Allí la única manifestación verde está en las vegas o mallines que se forman alrededor de alguna vertiente de agua y están compuestas generalmente de un pasto ralo. Ninguna planta se levanta más de 20 cm del piso.
Las vegas tienen generalmente superficies muy acotadas de no más de una o dos hectáreas y son pocas. No más de 100 en ese amplísimo territorio, lo que hace no más de 400 hectáreas de verde en 2.700.000 hectáreas de motañas, desiertos y salares. Si, cuatrocientas (no cuatrocientas mil, solo 400) en dos millones setecientos mil. Realmente hay que buscarlas con lupa en las fotos satelitales. Son pequeñísimas manchitas verde que solo se distinguen con un zoom muy alto.
Es alrededor de ellas donde se reúnen los seres vivos de la Puna para supervivir, entre ellos los escasos humanos que en allí habitan.
La lejanía, la incomunicación, el olvido de que son objeto ha hecho que la gran mayoría de esos pobladores que vivían en ellas y "de" ellas, las hayan abandonado.
Hoy no debe haber más de 6 o 7 vegas habitadas en la zona del Calalaste y Antofalla.
En general son las nuevas generaciones las que se van, buscando nuevas y mejores posibilidades, dejando allí a sus mayores, desvalidos y en la soledad más absoluta.
En esa zona encontramos las vegas de Antofalla (allí se ha formado un pequeño pueblito que, estando a punto de desaparecer, está resucitando lentamente -35h-), mientras que las restantes han ido perdiendo paulatina y permanentemente sus pobladores. Así ha pasado en Vega Los Colorados, Botijuela, Las Quínoas, Orohuasi, Cadillo Grande, Agua Dulce, Cortaderas, La Brea y Potrero Grande. Solo en tres o cuatro de ellas encontramos gente (una o dos personas) de manera permanente.
Vega Las Quínoas es una de esas tres o cuatro. Allí el matrimonio formado por Antonio Alancay y Catalina Ramos se empecinan en sacarle vida a la arena.
Están en ese lugar desde siempre ya que alli vivieron sus padres, sus abuelos y sus "anteabuelos". Sin embargo, rompiendo esa tradición, sus hijos se fueron y quedaron ellos solitos remando contra toda adversidad imaginable, en la soledad más absoluta pero luchando aún, con todos sus sufridos años a cuestas.
El clima implacable de extremas temperaturas los agrede a ellos y sus plantas y animales, como empecinándose en demostrarles que allí solo hay cabida para rocas y arena.
Ibamos en octubre de 2.006 con el Colo Hartingh, Miguel Esteban y un matrimonio formado por Hans (alemán de visita en Argentina) y su esposa Myriam cuando pasamos a visitarlos y de esa visita les muestro estas fotos: