Cada vez que pasábamos por Puerta del Corral Quemado, rumbo a Antofagasta de la Sierra, me picaba la curiosidad por saber qué habría más alla, pero siempre la premura por llegar a la tierra de volcanes a alguna expedición ambiciosa y con poco tiempo, hacía que giráramos raudamente por la RP43 al norte y me quedaba con la incógnita.
Esta vez andábamos más relajados. Nuestra planeada expedición arqueológica por Antofagasta en la que nos habíamos embarcado Aldo, Lucho y yo, era a agenda abierta (excepción hecha de que debíamos volver a BsAs el lunes de la semana siguiente), eso nos dejaba igualmente unos siete días en la zona.
Fue por eso que al pasar esta enésima vez por Puerta del Corral Quemado, le propongo a Aldo desviarnos por un rato de nuestro recorrido para curiosear qué había más allá.
Ni Aldo ni Lucho habían "entrado" nunca por allí por los mismos motivos que mencionara anteriormente, así que aceptaron sin dudar la indecorosa propuesta.
Puerta del Corral Quemado es una pequeña localidad que como su nombre lo indica, se halla en la puerta del camino que conduce a otra localidad mas antigua que se llama justamente Corral Quemado.
Bueno, ya que estábamos y ya que el caminito serpenteante entre cerros era muy pintoresco, coincidimos en continuar hasta Corral Quemado.
Arribamos cerca de las dos de la tarde muertos de hambre.
El almuerzo en la Hostería Municipal nos dió oportunidad de averiguar que, desde allí en adelante, esa huella que se dirigía al norte, se bifurcaba en una que conducía al noreste a Papachacra y otra al noroeste a Culampajá.
¿A dónde??
A Culampajá. Culampajá es una antigua y abandonada mina de oro posiblemente de época prehispánica. Y debe haber mucho oro en estos cerros porque hace cosa de dos años estuvieron de una minera chilena recorriendo con dos helicópteros durante varios días, relevando todo. Nos dice la muchacha encargada del restaurante de la hostería, devenida en excelente evacuadora de dudas y curiosidad sin límite de nuestra parte.
Así nos enteramos que en Culampajá hay una pequeña localidad de casas desparramadas, una escuela y una senda que sigue hasta las bocaminas de la antigua explotación, donde hay otra escuela y unos pocos pobladores.
- Che, Aldo ¿Y si vamos hasta la Mina?
- ¿Cómo?. Lucho, ¿vos que pensás?
Lucho no lo pensó y ya estaba subido a la chata mirando a Culampajá.