Bañados del Pantano - Depresión del Pipanaco - Vale de Paccipas:
Una región desolada con mucha historia
Día 3
FOTO: Aldo LOMBARDI
A desperezarse...
MUSICA de FONDO
[volumen]........
Las dos jornadas anteriores de esta travesía por la depresión del Pipanaco o Valle de Paccipas, habíamos luchado con las matas de espinos, los arenales, los médanos y finalmente con los guadales.
Habíamos cruzado dos ríos, por suerte secos, lo que nos facilitó la tarea que quedó reducida a hallar los lugares de entrada y salida a su cauce que corría profundo, al fondo de barrancas de mas de 4 metros de altura.
Habíamos descubierto los "baldes" y su gente. Vimos y aprendimos como viven en aquel ambiente tan hostil.
Nos decepcionamos al no haber encontrado vestigios del Tucumanao, donde pensamos que "algo hallaríamos" (Aunque a decir verdad, Aldo ya sabía que allí no habría nada).
Pero nos quedaba una última esperanza / incógnita: Unos "dibujos" raros que veíamos en las fotos satelitales que tenían "pinta" de haber sido hechas por la mano del hombre.
Desarmamos nuestro segundo campamento y volvimos a meternos entre la tierra suelta, los matorrales y un bosque que según vimos, comenzaba a recuperarse.
Por suerte allí ya había una huella marcada, usada por los pobladores cuyo punto de abastecimiento es Andalgalá, al pié de la cordillera del Aconquija y a unos cuantos km al norte de donde nos hallábamos.
Justamente Andalgalá era, para nosotros, el punto final de esta primera parte de un largo viaje.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Con cierta parsimonia, vamos acomodando los bártulos.
FOTO: Diego TOGNETTI
Si, es cierto, como siempre no era muy temprano cuando acabamos de desarmar el campamento.
FOTO: Eduardo CINICOLA
El caminito por el que circulamos ni bien salimos de allí, parecía de cuentos.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Más que nada cuando lo comparábamos con el paisaje tétrico de las últimas horas del día anterior.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Por ahí algún árbol caído se interponía en la huella.
Por suerte no necesitamos correrlo ni cortarlo, simplemente rodearlo.
FOTO: Aldo LOMBARDI
Volvimos a ver algún anciano pope muerto de pié.
FOTO: Aldo LOMBARDI
Volvió a parecer el misterioso bosque seco.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Volvimos a pasar por otro "balde".
En este, el balde era movido por un pequeño borrico, que tiraba de una cadena, montado por su gigantesco dueño.
FOTO: Eduardo CINICOLA
El agua provenía del fondo de este profundo pozo cuyas paredes eran sostenidas, como no podía ser de otra manera,
por maderos del bosque, el material más abundante en la zona.
FOTO: Aldo LOMBARDI
La huella, angostita pero pareja y bien pisada, nos acercaba al WPT de las construcciones misteriosas.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Llegados al lugar, tuvimos que dejar las camionetas, para internarnos a pié por un tupido matorral/bosque.
FOTO: Aldo LOMBARDI
Para encontrarnos, al llegar a un claro en la espesura, algo que nos desalentó.
Eso no parecía construído por el cacique Tucma...
FOTO: Diego TOGNETTI
Un tanque australiano de dimensiones gigantescas, en cuyo interior, producto del abandono,
ya habían crecido árboles...
FOTO: Diego TOGNETTI
Unas construcciones derruidas.
FOTO: Aldo LOMBARDI
Una poderosa bomba con caño de seis pulgadas y polea cuádruple...
FOTO: Diego TOGNETTI
Que aparentemente extraía agua de un pozo.
FOTO: Diego TOGNETTI
Un profundo pozo...
Digamos que había sido "un gran balde" mecánico.
FOTO: Aldo LOMBARDI
Una especie de acequia ya casi devorada por el bosque...
Pero... ¿Para que todo esto?
Acá en el medio de la nada...
Nos devanábamos los sesos tratando de hallarle un por qué y un para qué a semejantes contrucciones ciclópeas.
¿Una planta de extracción y purificación de agua?
No, no podía ser. Allí no había quien la consumiese y tampoco había cañerías que hubiesen llevado el líquido a alguna ciudad cercana (Andalgalá).
Finalmente unos pedacitos de madera nos dieron la pista.
Si, unos insignificantes pedacitos de madera, de unos 30 por 8 cm. con talla de machimbrado en sus cantos.
¡ Era parquet !!
No creimos que nadie fuera a poner parquet en esas construcciones, asi que dedujimos que allí lo fabricaban.
Evidentemente, materia prima había...
Igualmente me quedó la duda del por qué de la necesidad de tal cantidad de agua como para construir un tanque australiano que almacenara más de cinco millones de litros de agua.
Otro fiasco. Como descubridores de sitios arqueológicos mediante fotos satelitales veníamos fallando, pero ya nos desquitaríamos...
Cuando decidimos volver a las camionetas nos llevamos otra sorpresa.
A pesar de ir con algún GPS de mano, no acertábamos a encontrar ni la dirección correcta, ni los huecos en aquel cerrado bosque de espinos, que nos permitiera hallarlas.
Estuvimos un buen rato hasta que nos dimos cuenta que terminábamos pasando siempre por el mismo lugar. ¿Loco no?
Finalmente Diego recurre al ardid de hacer sonar la alarma de su chata con el control remoto (por suerte tenía pilas nuevas).
Nos guiamos por el sonido y, por suerte las hallamos.
Estaban ahí, a no más de 50 o 60 metros, pero la espesura vegetal no nos permitió verlas hasta que estuvimos a tan solo 5 metros.
¡ Que papelón !!
"Expertos expedicionarios" se pierden a 50 metros de sus camionetas !!
FOTO: Diego TOGNETTI
Salimos de allí y nos hallamos en otro extraño bosque, como "parquizado".
Los árboles separados unos de otros como para que pasen los autos y ni una brizna de pasto ni malezas en el suelo.
FOTO: Eduardo CINICOLA
No se si tiene algo de lindo, pero me gusta mucho.
FOTO: Diego TOGNETTI
Ahí pude observar los efectos de los guadales en la parte trasera de la Cherokee.
Suerte que ninguna de esas púas y palitos pinchó ninguna cubierta.
Hasta ahí la suerte nos había acompañado por tres días.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Por una huella un poco mas deteriorada, le apuntamos al norte, a aquellas montañas.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Es, ni más ni menos que la cordillera del Aconquija, y esa cumbre nevada es el pico más alto,
El Nevado del Candado de 5.508 metros de altura
FOTO: Eduardo CINICOLA
Pasamos por el único poblado de la depresión del Pipanaco,
La Isla.
Desde el patio de la escuela los chicos miran extrañados el pasaje de esas camionetas desconocidas
FOTO: Eduardo CINICOLA
Ya nos queda poco.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Allá, al pié de las últimas estribaciones de la cordillera del Aconquija, está Andalgalá,
y allí también la salida de este enorme Valle de Paccipas, con bañados, dunas, guadales,
bosques muertos y misterios que nos atrapó por varios días.
FOTO: Diego TOGNETTI
Pero faltaba algo.
El "bagre" picaba y Javier preparó, en tiempo record unas riquísmas milanesas al disco.
FOTO: Diego TOGNETTI
FOTO: Diego TOGNETTI
Regadas con la espumante Pett Cola (caliente).
FOTO: Eduardo CINICOLA
En los últimos kilómetros la huella mejora notablemente,
desaparece la tierra-talco y aparece una agradable arena gruesa apisonada.
FOTO: Aldo LOMBARDI
Pasamos por debajo de las vías del abandonado ferrocarril, que acababa a pocos metros de allí,
para nuestra última visita del día.
En las cercanías de Andalgalá había, en los primeros años del siglo XX, en la sierra de Capillitas, una mina de cobre explotada por una empresa británica.
Ellos bajaban el material por un extenso cablecarril de casi 30Km que descendía desde los 3100 msnm en que se hallaban las bocaminas, hasta los 1080msnm donde se encontaba el Ingenio Muschaca donde molían el mineral, lo fundían para hacer unos lingotes prerefinados, luego,creemos nosotros, lo llevaban a la estación de Huaco, unos pocos miles de metros al sur de Andalgalá.
Allí, se hacia el fundido y refinado definitivo del cobre previo a cargarlo en los vagones que lo llevarian al puerto de Buenos Aires.
Por la década del '10 la explotación del cobre se abandonó y en 1943 las instalaciones pasaron a propiedad de Fabricaciones Militares.
Se había descubierto que en las galerías afloraba una piedra semipreciosa compuesta por sales de manganeso en forma de estalactitas y estalagmitas.
Es la rodocrosita o "Rosa del Inca" una gema que se encuentra en pocos lugares del planeta y fué nominada como "Piedra Nacional" en Argentina.
Fabricaciones Militares abandonó también el emprendimiento y las instalaciones.
(Ahora grandes empresas mineras con el método de explotación a cielo abierto, pretenden extraer nuevamente los minerales de la zona con la ferviente oposición de los pobladores).
Bueno, ya que estábamos por allí, y como corolario al cruce de la depresión del Pipanaco, queríamos ver qué quedaba de la estación de ferrocarril de Huaco y de la fundición de cobre de la empresa británica.
FOTO: Javier LEPEZ
Una buena noticia, la estación de Huaco está siendo restaurada.
FOTO: Diego TOGNETTI
La municipalidad de Andalgalá se está haciendo cargo de ello.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Los talleres aún aguardan su recuperación.
FOTO: Diego TOGNETTI
FOTO: Eduardo CINICOLA
Desde la misma estación ya comenzamos a ver algunas de las construcciones de la fundición de la Mina de Capillitas.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Un gran tanque de agua, de ladrillos revocados, con patas metálicas (el hormigón armado no existía en la época de su construcción).
FOTO: Eduardo CINICOLA
Pareciera estar en un equilibrio inestable, semejante peso de ese tanque lleno de agua sostenido
por esas delgadas "patitas" de apariencia debilucha...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Una gran "tolva" o "pira" o "no se como se llama" prolijamente construida en perfectos ladrillos "de fábrica".
FOTO: Diego TOGNETTI
Donde suponemos (no había nadie a quien preguntar ni ningún tipo de cartelería),
decía, donde suponemos, que se fundía el material que bajaba de las bocaminas luego de viajar 30Km
colgado de las vagonetas del cablecarril.
FOTO: Eduardo CINICOLA
A lo que no le encontramos explicación es a esta altísima chimenea.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Construida con preciosa factura y rematada con una "delicada" guarda.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Casi una exageración de perfección y prolijidad...
FOTO: Diego TOGNETTI
"Clavada" en el medio de la nada.
FOTO: Diego TOGNETTI
Solo un "pocito" en la base, por donde "echar la leña"...
FOTO: Diego TOGNETTI
Aquí si que se nos quemaron los papeles y no sabemos que más inventar...
Nos fuimos de allí con más preguntas que respuestas.
¿Yo les dije que la estación de Huaco y la fundición de la Mina Capillitas era lo último para ese día...?
Bueno, les mentí, porque como nos quedaba aún tiempo para seguir investigando, quisimos aprovecharlo.
Ahora daríamos un salto temporal y cualitativo en el tema minería.
Dejaríamos las ruinas de la ex gigantesca Mina Capillitas, de principios del siglo pasado, para tratar de transitar por la huella de mantenimiento del mineraloducto de otro gigantesco pero contemporáneo complejo minero de Andalgalá.
Efectivamente, lo que antes se transportaba en vagonetas de cablecarril, ahora se bombea y se transporta como una masa pastosa, cuasi líquida por cañería. Esta cañería se denomina "mineraloducto" y en el caso del gigantesco proyecto de explotación a cielo abierto de la Mina Bajo de la Alumbrera, recorre casi 400Km desde antes de Andalgalá hasta Tucumán capital, pasando por sobre las cumbres del Aconquija, en un recorrido magnífico.
Intentar lo intentamos, pero las tranqueras con candados y los guardias de la minera nos dejaron con la ñata contra el vidrio.
Finalmente y para no desperdiciar el resto del día, nos fuimos a lo alto de la cuesta de La Chilca a disfrutar su panorama.
FOTO: Javier LEPEZ
Las barreras de la minera y la falta de "autorización" hicieron que tuviésemos que pegar la vuelta
cuando intentábamos seguir la traza del camino de mantenimiento del mineraloducto.
FOTO: Aldo LOMBARDI
Acá no se lo que pasó, pero quedamos encerrados, del lado equivocado de la tranquera y dentro de terreno prohibido.
Nos dejamos de "jorobar", buscamos una salida a campo traviesa y nos fuimos de allí. Nos dimos cuenta que no nos querían
FOTO: Diego TOGNETTI
Nos vamos a la Cuesta de La Chilca
FOTO: Javier LEPEZ
Cientos de curvas en cornisa nos llevarán a su cima.
FOTO: Javier LEPEZ
Por un angosto y antiguo trazado.
FOTO: Aldo LOMBARDI
Nos vamos allí arriba a festejar por lo vivido en los tres últimos días.
Detrás de Diego y Javier, el Valle de Paccipas, depresión o Bolsón de Pipanaco que nos tuvo "entretenidos" todo ese tiempo.
Así dimos por terminada esta aventura por uno de los tantos sitios poco conocidos de nuestra Argentina.
¿Que tiene poco valor turístico?
¿Que tiene poco valor arqueológico?
Puede ser que para algunos sea así. A nosotros nos gustó mucho. Nos abrió nuevas incógnitas y muchas ganas de conocer más.
Conocer más del cacique Tucma, de la conquista española de este territorio, del "Ingenio Modelo de Pilciao" fundado por Samuel Lafone Quevedo en 1860 cuyas ruinas no pudimos visitar (queda para la próxima), de la historia de la Mina Capillitas, que justamente comienza con el padre de Lafone Quevedo, la hereda su hijo y la vende a la empresa inglesa que hace construir el cablecarril para su explotación.
Saber más de la extraña historia de aquellos algarrobales fantasmagóricos, con enormes ejemplares muertos.
Saber más de las nuevas explotaciones mineras a cielo abierto que tanto indignan a los pobladores de Andalgalá. En fin...
No podemos negar entonces que aquella es una zona con mucha historia, con mucho para aprender ya que la historia no solo se hace en las grandes ciudades.
Este extenso viaje continuaría con otra aventura.
Nos iríamos al norte, trepando por la cuesta de Capillitas hasta los mismísimos 3500m donde se hallan las bocaminas y los últimos restos de aquel centenario cablecarril, pero solo de paso rumbo a tratar de resolver otro misterio arqueológico. El de las llamadas "ravioleras" (por Federico Kirbus) del valle del Cajón.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Como "regalo" de despedida, este apacible rincón de Andalgalá, con sus lapachos en flor
y el Nevado del Candado coronando el lugar.