(y algo más) Tucumán - Agosto de 2.012 |
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Claro, el siguiente objetivo no era desdeñable.
No sabíamos de nadie que hubiese unido en camioneta, Tafí del Valle con la Escuelita de Lara
transitando por los filos de las Cumbres Calchaquíes.
Lo sometimos a votación.
Jorge "me hizo pata" y leyendo mis intenciones, abogó por continuar...
4 kilómetros más adelante (o sea, una hora después)...
Pero avanzábamos.
Mientras los muchachos armaban campamento la tarde anterior, salí caminando, en la semipenumbra, a buscar una forma de continuar...
Buscaba y buscaba pero la salida no aparecía. Finalmente me fuí a dormir sentado en la camioneta. No obstante lo visto la tarde anterior, esa mañana del segundo día, todos continuamos escudriñando el paisaje procurando la forma de continuar hacia Lara.
No hubo caso, era imposible ya que las profundas quebradas por las que deberíamos tirarnos al lecho de un encajonado arroyo, no nos permitirían regresar si el estrecho cajón del arroyo tuviese un salto o una obstrucción infranqueable.
Pretender continuar por allí ponía en riesgo el resto de los planes que teníamos pergeñados para aquellos días con amigos.
Finalmente, decidimos regresar a Tafí desandando nuestros pasos.
Ciertamente en el momento lo lamentamos mucho, nos hallábamos a escasos 12 Kms en línea recta del puesto de Yasyamayo y de la consiguiente salida a la RN40 cercana a Colalao del Valle.
Durante todo el trayecto de regreso Diego se quejaba que se venía quedando sin frenos en la TLC.
Primero solo que el pedal estaba un poco esponjoso.
Paró, revisó el nivel de líquido (un poco bajo pero no fuera de normal)..., pérdidas no había, o si había no las vió.
De allí en adelante continuó frenando con el freno de mano.
Honestamente el tema nos preocupaba ya que la bajada última era muy, muy empinada, con muchas curvas y retomes.
Por supuesto comenzamos a tejer teorías intentando determinar el origen de la falla, hasta que finalmente se me ocurre pedir por radio a Diego que baje a tocar (con cuidado) los discos de freno y las campanas...
La teoría fue acertada. El disco delantero izquierdo estaba muy caliente al rozar permanentemente con el caliper o mordaza. Intentamos desarmar, pero unos malditos conos que aseguran el centrado de la caja de cubos, nos impidió seguir adelante.
Nuestros amigos tucumanos se portaron maravillosamente.
El asunto es que a la mañana siguiente, si bien los rulemanes que nos trajeron no servían (parece que hay distintas medidas para distintos modelos), Panastas, en una obra maestra de la reconstrucción, armó todo con los rulemanes "reacondicionados" y duró...
Por eso les contaba hace un rato que fue una afortunada decisión no continuar renegando camino a Yasyamayo y otra afortunada circunstancia que no hayamos podido desarmar la masa en las alturas ya que nada hubiéramos podido hacer sin intervención de un tornero. Pero yendo a lo importante de esta expedición exploratoria, el guante está echado; se necesita un grupo de aventureros que concluya la tarea que hemos iniciado de unir Tafí del Valle con la escuelita de Lara por sobre el filo de las Cumbres Calchaquíes.
Les damos un dato más: Al día siguiente fuimos "por abajo" a Yasyamayo y nos anoticiamos que en esa fecha (agosto de 2.012) estaban concluyendo el trazado y apertura de una nueva huella que une aquel puesto/pueblo con la escuela de Lara en las alturas.
A partir de la versión 2013 de ViajerosMapas, podrán encontrar estas huellas dibujadas en los mismos.
Diego eligiendo siempre "el camino más fácil"
FOTO: Eduardo CINICOLA
Se acercaba el final...
Bajamos de las chatas a explorar.
FOTO: Eduardo CINICOLA
El filo se angostaba y se cubría de intransitables rocas.
Con profundos valles a ambos lados, que no daban lugar a seguir avanzando.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Era tarde y estábamos muy cansados para pensar.
Decidimos armar campamento y pernoctar allí, bajo las estrellas y la luna tucumana.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Esas hostiles laderas nos dieron para pensar toda la noche.
DÍA 2
Algo se debería poder hacer, alguna bajada por el este o por el oeste... alguna manera de "negociar" el áspero filo...
Pronto nos daríamos cuenta que la diosa fortuna nos había guiado por el camino de las sabias decisiones.
FOTO: Eduardo CINICOLA
El regreso no era tarea sencilla.
Ahora, sin la zanahoria que representaba la posibilidad de abrir una nueva salida a Lara, los obstáculos nos parecían cada vez más "molestos".
FOTO: Aldo GARCIA
Parecía que los coironales no terminaban nunca...
FOTO: Aldo GARCIA
Que las grietas eran más profundas e inoportunas...
FOTO: Benjamín ARAOZ
Si hasta el mismo "guía" sufrió el bochorno de clavar las guampas en una de ellas...
FOTO: Benjamín ARAOZ
Por suerte nada que no se pudiera solucionar con la "esliga viajera"
y la ayuda inestimable de Jorge con su Hilux .
Luego que ya tenía que "bombear" para lograr frenar un poco.
Supuse que se había "licuado" algún rulemán y al espaciar los pistones de los calipers hacía que el bombazo del pedal no fuese suficiente para arrimar las pastillas a los frenos o las cintas a las campanas.
Nos detuvimos y al levantar la camioneta con el Hi-lift y allí percibimos que, efectivamente, la rueda tenía excesivo "juego" y la masa estaba muy caliente.
"Sindudamente" el rulemán se había aflojado o se había hecho puré.
Luego nos daríamos cuenta que eso también fue una suerte.
FOTO: Aldo GARCIA
La bajada final no iba a ser fácil para hacerla sin frenos en una chata de más de tres toneladas.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Finalmente paramos a ver de que se trataba el problema de los frenos de la Land Cruisser.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Levantamos, revisamos, pero no pudimos desarmar.
Diego decidió bajar la cuesta en esas condiciones, tomando todos los recaudos,
frenando con la caja en primera de baja y acompañando con el freno de mano.
A la falta de frenos se agregaba ahora que la rueda delantera izquierda andaba sin rulemanes rozando disco con mordaza y totalmente desalineada.
FOTO: Eduardo CINICOLA
En esas condiciones cruzamos las vegas heladas...
FOTO: Aldo GARCIA
Y descendimos por la empinada y angosta huella de bajada.
FOTO: Benjamín ARAOZ
¿Qué será que festejan los muchachos tan contentos?
FOTO: Eduardo CINICOLA
A las seis de la tarde ya estábamos en la casa de Benjamín, que ofició también de taller mecánico.
Pablo Anastasio, ungido cirujano mayor, se encargó de la operación, con varios asistentes.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Cuando hay buena voluntad, todo se puede...
Benjamín, Aldo y Nacho hablando con sus contactos en Tucumán para conseguir los repuestos.
Miguel averiguando en Bahia Blanca los números de pieza de catálogo de los rulemanes que necesitábamos.
Pablo Durán, quién nos había acompañado el primer día, ya de regreso en S. M. de Tucumán, contactando los transportes y encargandose de llevar las piezas para que al día siguiente las tuviésemos en Tafí.
Jorge aportó su completísima caja de herramientas con la que se puede desarmar un Jumbo 747 sin problemas...
Con Benjamín salimos a rastrear un tornero que reconstruyese el dañado manguito de soporte de los rulemanes. Lo hallamos y este, en tiempo record nos tuvo la pieza lista.
Vaya si duró.
Hicimos como 3.000 Km más de travesías duras y llegaron a Buenos Aires, sin quejarse.
Desde allí pudimos divisar también el filo que nos detuvo el día anterior a solo 12 km de Yasyamayo (pero 2.000 metros más arriba en la sierra).
EDUARDO CINICOLA
Agosto de 2.012
Una nueva aventura extrema nos esperaba.
Intentaríamos llegar a los Salares de la Puna desde los Valles Calchaquíes, remontando el lecho del Río Luracatao, algo de lo que no teníamos noticia que se hubiese logrado en vehículo a motor.
Sigue acá ...
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