Ascenso a la antena de El Negrito
(y algo más)
Tucumán - Agosto de 2.012

FOTO: Eduardo CINICOLA


Ascenso a la antena de El Negrito (y algo más)...

Habíamos participado para esta serie de exploraciones que emprenderíamos en Agosto de 2012 a unos nuevos amigos tucumanos a quienes solo conocíamos cibernéticamente a través de diálogos por teclado en el Foro Patagonia4x4.
Benjamín Aráoz nos recibió amablemente en su casa en Tafí del Valle que ofició de punto de reunión de todos los participantes provenientes de los distintos puntos cardinales del país.
Pero, además ellos, los anfitriones, querían poner su cuota de participación en los preparativos de los objetivos para estos días de distención que pasaríamos juntos conociendo paisajes poco frecuentados y poco accesibles de Argentina.

Muy cerca de Tafí, existen varios cerros en los que se han instalado antenas para facilitar las comunicaciones, principalmente entre las ciudades del valle y la metrópoli, San Miguel de Tucumán, separadas estas por la cadena montañosa de las Cumbres Calchaquíes.
Llegar a estas antenas, ubicadas en los cerros más altos se ha convertido en un desafío interesante para los amantes de paisajes y travesías extremas, pero tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe. Los propietarios de los campos linderos a esos cerros han optado por prohibir el paso por sus propiedades privadas con lo cual, se acabó el juego.

Aldo García, apelando a su conocimiento de los vecinos de la zona nos había conseguido un permiso, firmando y asumiendo el la responsabilidad por lo que ocurriera, para que se nos permitiese pasar por una de las estancias que dan acceso a “el Negrito” y, de esa manera, planteó como primer “desafío”, intentar llegar a su cima, a más de 4.500 metros de altura, por una abandonada huella de mantenimiento, hasta el emplazamiento de la antena.

Ante tal desafío, los porteños no podíamos menos que duplicar la apuesta, y le agregamos el intento de seguir por los filos de las Cumbres Calchaquíes, hacia el norte, hacia la laguna Vaca Huasi, luego, un poco más, hasta la laguna de los Amaicheños y aún más, continuar por la parte más alta de los cerros en búsqueda de una inexistente conexión con la Escuela de Lara, e intentar salir por la continuación de la RP352 de Tucumán, por el tramo derruido que baja hacia la población salteña de Tolombón.

Para ello, y previo a la salida, habíamos pergeñado varias “XX” (trazas tentativas) basados en las fotografías satelitales que nos brinda Google Earth.

Tempranito partimos esa mañana de lunes rumbo al Abra del Infiernillo, cerca de la cual se encuentra el acceso a la estancia El Churqui, nuestra puerta de entrada al Negrito. Allí presentamos al encargado, los papeles de autorización de los propietarios y se nos franqueó la entrada no sin advertinos varias veces sobre las dificultades que encontraríamos en el trayecto ya que la precaria y empinada huella marcada para llevar los materiales cuando se construyó la antena, llevaba muchos años sin ningún tipo de mantenimiento y se había desmoronado en varios sectores, mientras que en otros simplemente había desaparecido.


Vamos con las fotos...

Quienes fuimos en este viaje

           
EDUARDO CINICOLA
Agosto de 2.012            



Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com


FOTO: Pablo ANASTASIO
La noche anterior, en casa de nuestro anfitrión Benjamín Aráoz, puliendo los detalles finales.
(No hagan caso a las fechas de las fotos de Panastas porque... el es así... no pone en fecha su cámara)
(Acá atrasa seis años y tres meses !!! )


FOTO: Eduardo CINICOLA
Temprano por la mañana en la Estancia nos franquearon la entrada.


FOTO: Pablo ANASTASIO
Bordeando alambrados hacemos los primeros tramos de la trepada.
A poco de andar, algunos ya andaban rezagados, como Panatas sacando esta foto


FOTO: Ignacio GARONA
Realmente la huella no recibe ningún mantenimiento desde hace años pero,
no sin ciertas dificulatades por las grietas que abre el agua en su descenso, aún se puede transitar.


FOTO: Eduardo CINICOLA
En poco tiempo ya habíamos ganado bastante altura.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El casco de la estancia quedó lejos, alla abajo, a la vera de la RP-307.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Desde allí descubrimos una huella que, ya mismo, añadimos a la lista de "pendientes"
Es la huella de mantenimiento de la línea de alta tensión que lleva energía a la mina Bajo de la Alumbrera,
cruzando las últimas estribaciones del Aconquija.


FOTO: Aldo GARCIA
Benjamín haciendo debutar a la Hilux en terrenos "escabrosos".


FOTO: Eduardo CINICOLA
Parece que las cosas se complican para Panastas.
Viene último y al llegar a un tramo muy empinado se encuentra conque quienes íbamos delante de el
destruímos el piso y no obtiene la adherencia necesaria para ascender.


FOTO: Aldo GARCIA
Escarba y escarba, pero no sube.


FOTO: Ignacio GARONA
Allá baja Diego a darle una mano.


FOTO: Aldo GARCIA
El agua labró profundas grietas sobre un terreno empinado de tierra floja.


FOTO: Aldo GARCIA
No hay manera que las ruedas logren el grip necesario para hacer ascender a la camioneta.
Se impone una ayuda con el malacate.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Vemos como el Ñuñorco Grande y el Ñuñorco Chico cierran por el sur el Valle deTafí.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Hacia el otro lado podemos ver, ya desde muy arriba, Tafí, el embalse de La Angostura y, detrás el poblado de El Mollar.
A la derecha, y muy bajito visto desde aquí, parte del Cerro Pelado,
donde estuvimos incursionando el día anterior.


FOTO: Aldo GARCIA
Continuamos ascendiendo.


FOTO: Ignacio GARONA
La huella es muy precaria, pero existe.
Parece que hace poco anduvo el Unimog de la estancia de recorrida.


FOTO: Aldo GARCIA
Mmmm... allá aparece el hielo...
¿Nos dejará subir?


FOTO: Eduardo CINICOLA
Cruzamos la vega helada antes de enfrentar el "glaciar".


FOTO: Pablo ANASTASIO
Y salimos del otro lado...


FOTO: Aldo GARCIA
Es el turno de Pablo. La salida es más difícil de lo que parecía.


FOTO: Ignacio GARONA
Pasamos dos vegas congeladas más y ya tenemos a la vista el tetón final del cerro,
En su cima alcanzamos a divisar la delgada torre de la antena de comunicaciones.
Falta poco y ya tenemos el primer difícil objetivo logrado.


FOTO: Ignacio GARONA
Desde allá arriba vemos el otro lado de la sierra,
Es la bajada hacia Anfama, al sureste y Ancayuli al noreste (solo apto para motos -por ahora-).


FOTO: Ignacio GARONA
Un pequeño refugio de chapas, protegido de los fuertes vientos de la altura por un peñón rocoso,
suponemos fue construído para los operarios que laboraron en la erección del mástil y la antena, ubicada a 4570msnm.


FOTO: Ignacio GARONA
Muy bajos han quedado los dos "Ñuñorcos" (3.320 y 2.861m de altura)
y apenas podemos distinguir el embalse de La Angostura.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Bajando hacia la altiplanicie, vemos que ya alguien anduvo en 4 ruedas por allí.
Le "apuntamos" a la Laguna Vaca Huasi.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Vemos también (a apenas 210Km) los nevados de Cachi, con sus repetabes 6.400 m de altura
Y un extraño color blanquecino sobre la Laguna Vaca Huasi, llama nuestra atención.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Con zoom al máximo, la Cumbre del Libertador San Martín, en el Nevado de Cachi, con su perfil inconfundible.
Uno de los pocos "seismiles" argentinos que no pertenecen a la Cordillera de Los Andes.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Antes de llegar a Vaca Huasi se nos interponen otras pequeñas lagunitas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Claro, el color lechoso de la laguna "Casa de la vaca" era porque sus aguas estaban congeladas...
¡¡ En pleno mediodía !!
Jorge, Aldo y Sebastián probando la resistencia del hielo.


FOTO: Benjamín ARAOZ
Miguel demostrando sus destrezas.


FOTO: Aldo GARCIA
Detrás de los muchachos que posan para la posteridad, podemos ver la cima del Negrito, de donde venimos.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Seguimos adelante por campos helados...
Nuestro siguiente destino es la Laguna de Los Amaicheños.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Hasta las vertientes que alimentan las lagunas, se mantienen congeladas pese al intenso sol.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El "camino" hacia Los Amaicheños, no es sencillo,
tapizado de grandes rocas y cruzado por profundas y angostas grietas con agua congelada...


FOTO: Aldo GARCIA
Finalmente llegamos a sus orillas.
Un segundo objetivo había sido logrado, pero...
ya eran cerca de las 5 de la tarde y debíamos decidir si regresar y llegar con luz a la dura bajada
o seguir adelante, hacia el norte y acampar a 4000 metros de altura dedicando un día más de lo previsto para esa aventura.

Claro, el siguiente objetivo no era desdeñable.
No sabíamos de nadie que hubiese unido en camioneta, Tafí del Valle con la Escuelita de Lara
transitando por los filos de las Cumbres Calchaquíes.

Lo sometimos a votación.
Jorge "me hizo pata" y leyendo mis intenciones, abogó por continuar...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Lo que nos esperaba de allí en adelante no era nada sencillo
Primero una tentadora planicie... plagada de coirones que ponían a prueba las suspensiones de las máquinas
y los riñones de sus ocupantes.
Que nos permitía avanzar a la discreta velocidad de 4Km/h

4 kilómetros más adelante (o sea, una hora después)...


FOTO: Aldo GARCIA
Como les decía, aquello no fue un lecho de rosas...


FOTO: Benjamín ARAOZ

Pero avanzábamos.
Diego eligiendo siempre "el camino más fácil"


FOTO: Eduardo CINICOLA
Se acercaba el final...
Bajamos de las chatas a explorar.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El filo se angostaba y se cubría de intransitables rocas.
Con profundos valles a ambos lados, que no daban lugar a seguir avanzando.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Era tarde y estábamos muy cansados para pensar.
Decidimos armar campamento y pernoctar allí, bajo las estrellas y la luna tucumana.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Esas hostiles laderas nos dieron para pensar toda la noche.



DÍA 2

Mientras los muchachos armaban campamento la tarde anterior, salí caminando, en la semipenumbra, a buscar una forma de continuar...
Algo se debería poder hacer, alguna bajada por el este o por el oeste... alguna manera de "negociar" el áspero filo...

Buscaba y buscaba pero la salida no aparecía. Finalmente me fuí a dormir sentado en la camioneta.


No obstante lo visto la tarde anterior, esa mañana del segundo día, todos continuamos escudriñando el paisaje procurando la forma de continuar hacia Lara.

No hubo caso, era imposible ya que las profundas quebradas por las que deberíamos tirarnos al lecho de un encajonado arroyo, no nos permitirían regresar si el estrecho cajón del arroyo tuviese un salto o una obstrucción infranqueable.

Pretender continuar por allí ponía en riesgo el resto de los planes que teníamos pergeñados para aquellos días con amigos.

Finalmente, decidimos regresar a Tafí desandando nuestros pasos.
Pronto nos daríamos cuenta que la diosa fortuna nos había guiado por el camino de las sabias decisiones.

Ciertamente en el momento lo lamentamos mucho, nos hallábamos a escasos 12 Kms en línea recta del puesto de Yasyamayo y de la consiguiente salida a la RN40 cercana a Colalao del Valle.

 


FOTO: Eduardo CINICOLA
El regreso no era tarea sencilla.
Ahora, sin la zanahoria que representaba la posibilidad de abrir una nueva salida a Lara, los obstáculos nos parecían cada vez más "molestos".


FOTO: Aldo GARCIA
Parecía que los coironales no terminaban nunca...


FOTO: Aldo GARCIA
Que las grietas eran más profundas e inoportunas...


FOTO: Benjamín ARAOZ
Si hasta el mismo "guía" sufrió el bochorno de clavar las guampas en una de ellas...


FOTO: Benjamín ARAOZ
Por suerte nada que no se pudiera solucionar con la "esliga viajera"
y la ayuda inestimable de Jorge con su Hilux .



Durante todo el trayecto de regreso Diego se quejaba que se venía quedando sin frenos en la TLC.

Primero solo que el pedal estaba un poco esponjoso.
Luego que ya tenía que "bombear" para lograr frenar un poco.

Paró, revisó el nivel de líquido (un poco bajo pero no fuera de normal)..., pérdidas no había, o si había no las vió.

De allí en adelante continuó frenando con el freno de mano.

Honestamente el tema nos preocupaba ya que la bajada última era muy, muy empinada, con muchas curvas y retomes.

Por supuesto comenzamos a tejer teorías intentando determinar el origen de la falla, hasta que finalmente se me ocurre pedir por radio a Diego que baje a tocar (con cuidado) los discos de freno y las campanas...
Supuse que se había "licuado" algún rulemán y al espaciar los pistones de los calipers hacía que el bombazo del pedal no fuese suficiente para arrimar las pastillas a los frenos o las cintas a las campanas.

La teoría fue acertada. El disco delantero izquierdo estaba muy caliente al rozar permanentemente con el caliper o mordaza.
Nos detuvimos y al levantar la camioneta con el Hi-lift y allí percibimos que, efectivamente, la rueda tenía excesivo "juego" y la masa estaba muy caliente.
"Sindudamente" el rulemán se había aflojado o se había hecho puré.

Intentamos desarmar, pero unos malditos conos que aseguran el centrado de la caja de cubos, nos impidió seguir adelante.
Luego nos daríamos cuenta que eso también fue una suerte.

 


FOTO: Aldo GARCIA
La bajada final no iba a ser fácil para hacerla sin frenos en una chata de más de tres toneladas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Finalmente paramos a ver de que se trataba el problema de los frenos de la Land Cruisser.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Levantamos, revisamos, pero no pudimos desarmar.
Diego decidió bajar la cuesta en esas condiciones, tomando todos los recaudos,
frenando con la caja en primera de baja y acompañando con el freno de mano.
A la falta de frenos se agregaba ahora que la rueda delantera izquierda andaba sin rulemanes rozando disco con mordaza y totalmente desalineada.


FOTO: Eduardo CINICOLA
En esas condiciones cruzamos las vegas heladas...


FOTO: Aldo GARCIA
Y descendimos por la empinada y angosta huella de bajada.


FOTO: Benjamín ARAOZ
¿Qué será que festejan los muchachos tan contentos?


FOTO: Eduardo CINICOLA
A las seis de la tarde ya estábamos en la casa de Benjamín, que ofició también de taller mecánico.
Pablo Anastasio, ungido cirujano mayor, se encargó de la operación, con varios asistentes.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Cuando hay buena voluntad, todo se puede...



Nuestros amigos tucumanos se portaron maravillosamente.
Benjamín, Aldo y Nacho hablando con sus contactos en Tucumán para conseguir los repuestos.
Miguel averiguando en Bahia Blanca los números de pieza de catálogo de los rulemanes que necesitábamos.
Pablo Durán, quién nos había acompañado el primer día, ya de regreso en S. M. de Tucumán, contactando los transportes y encargandose de llevar las piezas para que al día siguiente las tuviésemos en Tafí.
Jorge aportó su completísima caja de herramientas con la que se puede desarmar un Jumbo 747 sin problemas...
Con Benjamín salimos a rastrear un tornero que reconstruyese el dañado manguito de soporte de los rulemanes. Lo hallamos y este, en tiempo record nos tuvo la pieza lista.

El asunto es que a la mañana siguiente, si bien los rulemanes que nos trajeron no servían (parece que hay distintas medidas para distintos modelos), Panastas, en una obra maestra de la reconstrucción, armó todo con los rulemanes "reacondicionados" y duró...
Vaya si duró.
Hicimos como 3.000 Km más de travesías duras y llegaron a Buenos Aires, sin quejarse.

Por eso les contaba hace un rato que fue una afortunada decisión no continuar renegando camino a Yasyamayo y otra afortunada circunstancia que no hayamos podido desarmar la masa en las alturas ya que nada hubiéramos podido hacer sin intervención de un tornero.


Pero yendo a lo importante de esta expedición exploratoria, el guante está echado; se necesita un grupo de aventureros que concluya la tarea que hemos iniciado de unir Tafí del Valle con la escuelita de Lara por sobre el filo de las Cumbres Calchaquíes.

Les damos un dato más: Al día siguiente fuimos "por abajo" a Yasyamayo y nos anoticiamos que en esa fecha (agosto de 2.012) estaban concluyendo el trazado y apertura de una nueva huella que une aquel puesto/pueblo con la escuela de Lara en las alturas.
Desde allí pudimos divisar también el filo que nos detuvo el día anterior a solo 12 km de Yasyamayo (pero 2.000 metros más arriba en la sierra).

A partir de la versión 2013 de ViajerosMapas, podrán encontrar estas huellas dibujadas en los mismos.

Quienes fuimos en este viaje

           
EDUARDO CINICOLA
Agosto de 2.012            


Ese mismo día que rearmamos la TLC, partimos hacia Angastaco.
Una nueva aventura extrema nos esperaba.
Intentaríamos llegar a los Salares de la Puna desde los Valles Calchaquíes, remontando el lecho del Río Luracatao, algo de lo que no teníamos noticia que se hubiese logrado en vehículo a motor.
  Sigue acá ...



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