El Cráter del Cerro Médano
Límite Salta/Catamarca

Desde hace muchos años me interesé por las fotografías aéreas y lo que ellas nos mostraban, luego llegaron los satélites que comenzaron a fotografiar tambien la superficie del planeta, con imágenes de baja definición al principio y absolutamente fuera del alcance del bolsillo de un jóven amateur, como era yo en aque entonces (ahora sigo siendo amateur, solo que perdí la juventud).

En la década del 80, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Arg.), mediante convenio con la NASA y con una antena y equipos receptores en Mar Chiquita (MdP), "bajaba" las fotografías que tomaban los satélites estadounidenses de la serie LandSat.

Se vendían en Argentina exclusivamente en soporte papel fotográfico de 1m x 1m a un costo de U$S 600 c/u , siendo necesario adquirir unas 400 fotografías para cubrir la superficie del pais.

Con el advenimiento de Internet se acercaron un poco las imágenes satelitales a nuestra curiosidad.

Por los años 1995/96 los franceses exponían muestras gratis, en baja definición, de las fotos que comercializaban adquiridas con sus satélites SPOT.

Con esas "muestras gratis" armaba yo los mosaicos de 20 o 25 tomas para tener una visión mas o menos panorámica de la cordillera.

¿Y por qué de la cordillera?

Porque otra de mis pasiones son los volcanes y allí los descubría de a cientos.

La mayoría de ellos no figuraban el las cartas topográficas o figuraban cono "cerros".

Las imágenes me mostraban las grandes corridas de lava que, como vela negra derretida, se desprendían de aquellos cráteres demostrando su indubitable naturaleza volcánica.

Años después, la NASA a traves del proyecto MrSid, puso a disposición (gratuitamente en Internet) imágenes satelitales del mundo entero con una excelente resolución (que pocos años después cuadruplicó) y en las que se veian con fastuoso detalle aquellas manchas con forma de volcanes que había descubierto unos años antes en imágenes mucho más "groseras".

Así se mostraban hermosos conos volcánicos como el Maipo, el Diamante, el Ojos, el Tromen, el Payún y gigantescos cráteres como el del Galán, el Panizos o el del Cerro Blanco.

Entre todos ellos, descubro hace ya unos años un extraño cráter rosado de grandes dimensiones y de dudoso origen.

Comparando con la hoja topográfica de la zona, veo que está el la zona cordillerana, cercano al límite con Chile, entre las provincias de Salta y Catamarca, en las cercanías de la Mina La Casualidad y figura con el nombre de Cerro Médano de 3973msnm.

Puestas las grillas altimétricas en Ozi Explorer (un progama de visualización de cartas, mapas e imágenes satelitales georeferenciadas en 3D y navegación por GPS), compruebo que, en realidad, los labios y el cono central de aquel cráter(?) tienen la altura nada despreciable de casi 5.000 metros.

Pero ¿es realmente un cráter volcánico? ¿O es una caprichosa formación de la naturaleza?

Lava o material piroclástico en sus formas tradicionales no llega a observarse en las proximidades (a excepción de la mancha negra al Noreste, que no es agua sino lava).

Su color rosa de textura pareja y suave es llamativo. Su nombre también, ya que hace alusión a presencia de arena. Al sudeste se aprecia claramente una gran superficie plana con neta apariencia de arena.

¿Será entonces un cráter volcánico o un médano gigante de 5000 metros de altura?

¿O será un cráter volcánico tapizado posteriormente con arena?

¡Qué ganas de ir!!!



LA TRAVESÍA;

Tres veces había estado anteriormente por la zona, pero en ninguna con tiempo suficiente como para llegarme hasta allí.

En esta travesía de Diciembre de 2005, en sólo dos camionetas en las que viajábamos Gabriel Biro (El Polaco), Pierre Lous (El Holandés), Javier Pla y yo, luego de recorrer el paso de San Buenaventura, el cráter del Cerro Blanco y mina La Casualidad, iríamos, por fin, a descubrir de que se trataba aquel extraño crater rosado de cinco kilómetros de diámetro.

¿Podremos meternos dentro?

¿Podremos recorrer toda la circunvalacion del domo central?

Bueno, allí fuimos.

Dejamos Mina La Casualidad, donde habíamos pasado la noche, con rumbo sur.
 


Foto: Pièrre Lous



La precaria huella corre por la costa del Salar de Río Grande a 3700 metros sobre el nivel del mar, pero nos aleja de nuestro destino.

En un momento debemos abandonar entonces la huella, para adentrarnos hacia el oeste. Un gran filo de médano es el primer obstáculo. De unos 150 metros de altura, nos deposita en una suave planicie ascendente ¡¡de arena!! gruesa.


 


Foto: Pierre Lous



Las huellas que encontramos nos hablan de mineros que se lanzaron a explorar la zona en busca de riquezas para explotar.

Ya a nuestra derecha tenemos la pared este del crater, en forma de colina semicircular.

A campo traviesa por aquella extensa superficie arenosa y firme, seguimos ascendiendo con rumbo sudeste, en busca de una posible boca de acceso al interior del crater.
Llegamos cerca de 4300 msnm y las camionetas sufren con la pendiente y la falta de oxígeno.

- ¡¡ Allá está la entrada!!!

Vemos a los lejos como la colina circular se abre dando paso al interior del cráter.

Solo que la pendiente final se va acentuando y los vehículos se niegan a seguir trepando.

¡ Pero si apenas sube ¿Por qué les cuesta tanto a las chatas? !

La pendiente parece suave por la amplitud del entorno, pero el suelo arenoso y la escasés de oxidante para el combustible se hacen sentir.
 


Foto: Pierre Lous



Pierre y el Polaco, se bajan de la Discovery y comienzan a caminar. Solo faltan unos doscientos metros para ver que hay allí dentro. No pueden contener la ansiedad.

Javi se empecina en hace subir a su chata, y a rebencazo limpio, cual si se tratara de una mula empacada, la hace avanzar metro a metro.

Esto y el esfuerzo físico que representaba "escalar" a pié esos últimos doscientos metros, convencen al Polaco, de volver a darle rebencazo a la Discovery.

No hay caso. Son hijas del rigor.

Finalmente subieron!!

Y allí estábamos todos con la mandíbula inferior caida, mirando ese paisaje lunar.
 


Foto: Javier Pla



El Polaco había tomado la punta dejando su marca en el terreno, pero unas pocas huellas previas semi borradas nos indicaban que no habíamos sido los primeros.

La "puerta" de entrada esta a 4330msnm, recorremos en sentido antihorario ese pasadizo entre los labios y en cono central del cráter (ambos de unos 5000 metros de altura), sin embargo a medida que avanzamos hacia el norte, el piso por el que vamos transitando asciende en forma permanente.
 


Foto: Javier Pla

El CONO central del cráter.
Pero si parece que lo podemos subir y tomarnos unos mates en la cima!!


Foto: Pierre Lous
El INTERIOR del cráter.


Foto: Eduardo Cinícola



Cuando llegamos al extremo norte de aquel recorrido circular, la pendiente aumenta notablemente, las huelas se acaban y el Polaco decide detenerse a esperar allí.

Mientras nosotros, con Javi continuamos peléándole a la pendiente.

Ya giramos hacia el sudoeste y el GPS marca 4600msnm. La trepada es muy marcada y exige dos o tres intentos. Finalmente lo logramos, Seguimos transitando por el interior de aquel cráter, ahora con rumbo sur. Parece que podremos completar la vuelta y salir cerca de donde ingresamos, tal como habíamos marcado en el track tentativo que habíamos dibujado en casa antes de emprender la travesía!!.

Pero no. Repentinamente nos encontramos ante una bajada muy abrupta que estamos seguros será imposible remontar si mas adelante no hallamos la salida.

Pierre y el Polaco esperaban novedades en el extremo norte del cráter.

Le modulo por radio pidiéndoles si se animaban a desandar su camino y tratar de encontrar nuestra probable salida revisando el labio exterior del cráter en su extremo SSW, dado que estamos en duda de tirarnos a una gran olla con marcada pendiente para todos lados.

Nosotros estámos viendo la planicie al sur, fuera del cráter, pero llegar allí nos exigirá atravesar esa intimidante olla de 500 metros de profundidad.

Gabriel (Polaco) no lo duda un instante y emprende la marcha.

Esperamos unos quince o veinte minutos hasta que vemos aparecer como un insignificante y minúsculo puntito a la Discovery en la planicie.

Ellos no logran vernos a nosotros.
 


Foto: Pièrre Lous

La gran olla vista de Sur a Norte


Foto: Pièrre Lous

Otro ángulo de la gran olla vista desde el Sur.
Con Javi estábamos arriba, en donde se juntan los dos colores de arena.


Foto: Pièrre Lous

Nuestro tamaño es tan insignificante que, por más que aumentemos la imágen, no se nos puede ver.



La exclamación de Pierre al ver aquella profunda olla que debíamos atravesar y sus comentarios acerca de la impresionante caída que se divisaba desde su posición, acabaron por convencernos de abortar aquel intento.

Finalmente reculamos y nos reencontramos en las cercanías de la entrada al cráter.

Conclusión: No soy especialista en volcanes, ni siquiera geólogo, pero aquello que en la foto satelital aparenta un hermoso cráter volcánico, nos dió la impresión (in situ) de un gigantesco médano, nombre que ostenta definitivamente en la cartografía.

Pero ¡Qué pinta de volcán que tiene... !

Salir de allí fue muy interesante. Los paisajes extrañísimos.

Deseábamos salir hacia el sur por una ignota ruta 44 que figuraba en un atlas Firestone que tenía el Holandés, quien insistía en que la RUTA debía estar por allí (?).
 


Foto: Javier Pla



Nos deslizamos barranca abajo atravesando esa gran superficie de arena blanco-rosácea que divisáramos en la imágen satelital, al sudeste del Cerro Médano.

Parece interminable.
 


Foto: Javier Pla



El viento ha formado enormes olas de arena que nos exigen ir a muy poca velocidad para evitar romper los vehículos.

Nos la pasamos saludando con la cabeza, como los perritos de jugete que ostentaban los taxistas en las lunetas traseras de sus autos.
 


Foto: Pièrre Lous



Nuestra orientación en aquel desierto son los picos de dos enormes volcanes característicos de la zona; el Ojo de Antofalla de 5767 m de altura y el Onas con su cumbre bífida, producto del colapso lateral de su cráter.
 


Foto: Pièrre Lous

El combustible se acaba (hace dos días que andamos entre montañas) y debemos recurrir a los bidones.


Foto: Javier Pla



La pendiente hacia el este parece suave, pero sabemos que si la salida no está por aquel lado nos costará muchísimo remontar lo que estamos bajando.

Nos dirigimos hacia la depresión del Salar del Río Grande. Mas específicamente a su extremo sur.

Llegados abajo, la arena se ablanda mezclada con tierra y las camionetas luchan en un remolino de polvo con sus ruedas hundidas hastas la mitad en aquella traicionera superficie.

Finalmente luego de buscar mucho, andar y desandar hallamos una ténue huella apenas marcada entre las coladas de lava que desprendió el Ojos de Antofalla, que se desliza con rumbo sur.

- Esta es la ruta 44 !! Exclama Pierre, aliviado porque todos dudaban de su cartografía.
 


Foto: Javier Pla


Foto: Javier Pla


Foto: Pièrre Lous



La "ruta 44" nos hizo sudar por casi una hora para avanzar unos magros 15 Km y desaparecer en un mar de rocas eruptivas.

Chau 44. Regresemos que se nos vá el día.

El regreso nos llevó nuevamente al Salar del Río Grande.
 


Foto: Javier Pla



Allí Javi descubre las huellas de un carrito que, tirado por un atleta austríaco, recorrió casi 1.000 Km de cordillera en la soledad mas absoluta, durante 31 interminables días de viento, fatiga, salares traicioneros, falta de agua potable y falta de oxígeno.

Ya en octubre de ese mismo año, en otra expedición, habíamos descubierto las mismas huellas, 200 Km mas al sur, en las cercanías del volcán Peinado.
 


Foto: Eduardo Cinícola

Finalmente decidimos que debemos atravesar el Salar del Río Grande para acortar camino.


Foto: Eduardo Cinícola

El riesgo que ello implica se materializó en un gran susto cuando vimos como la Discovery del Polaco, lanzada a velocidad iba desapareciendo mientras sus ruedas se hundían en la repentinamente blanda, húmeda y traicionera superficie.


Foto: Pierre Lous

Una forzada y exitosa maniobra de Gabriel, exigiendo al máximo su máquina, envuelta en una nube de humo de gasoil mal quemado, devolvió a la Disco y a sus pasajeros a terreno firme.


Foto: Eduardo Cinícola


Intentamos por otro lado.

Una tortuosa huella plagada de grietas y pozos que nos limitaban a unos exasperantes 5 Km/h nos comió una hora de luz de sol.


Foto: Pierre Lous


Despues de esa torturante hora solo conseguimos arribar a una abandonada construcción minera en el medio del Salar.

Por suerte hallamos una huella para salir de alli en mucho mejores condiciones.


Foto: Javier Pla


Estaba obscureciendo cuando pasamos por mina Arita (la foto la tomamos el día anterior, mientras nos dirigíamos a Mina La Casualidad).

Serían las 9 de la noche cuando trepábamos la cuesta de lava que nos sacó del Salar de Antofalla y, justo a las 24:00 hicimos nuestra entrada triunfal a Antofagasta de la Sierra donde se realizaban los festejos del día de la Virgen (8 de Diciembre).

Costó mucho conseguir alojamiento, pero como ocurre siempre, lo conseguimos, junto con un plato de comida caliente.

     
EDUARDO CINICOLA            
Diciembre de 2.005            

  Un estudio 3D de nuestras andanzas por el cráter...


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