Antofagasta de la Sierra
Arqueológica
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Foto: Eduardo Cinicola
Los recintos alineados que viéramos en las fotos satelitales, resultaron ser las instalaciones de una vieja mina abandonada.


Foto: Eduardo Cinicola
En la cima de un cerrito, hallamos esta tumba ceremonial saqueada.


Foto: Eduardo Cinicola
En el filo de un abra, con vista a dos extensos valles, encontramos este "puesto de observación".


Foto: Eduardo Cinicola
la pequeña vivienda única del vigía tenía característicos "nichos" propios de cultura inca en sus paredes.
Lo estratégico de su ubicación, y la presencia de un antiguo camino "empedrado" que ascendía
el filo de un lado y lo descendía por el opuesto, nos hizo especular con la posibilidad
de que se tratase de uno de los varios "ramales" que debió haber tenido el mítico "Camino del Inca".


Foto: Eduardo Cinicola
esta es la posición de descanso que adaptaba el vigía en su "escueto" refugio a reparo de los helados vientos
que deben soplar los días de tormenta en aquel filo de montañas.

¿Qué pensaría aquel pobre ser en sus largos, frios y solitarios días?
Sin fósforos, sin calefacción, sin MP3, sin diario, sin TV, sin radio, sin celular,
sin luz, sin bolsa de dormir de duvé, sin camperones de abrigo, sin caldos disecados,
sin canilla de agua corriente, sin... nada de nada.
¿Qué pensaría? ¿Qué haría? ¿Cómo pasaría sus noches?


Foto: Eduardo Cinicola
Al pasar nosotros por el abra de aquel antiquísimo y abandonado camino,
dejamos nuestra ofrenda a la Pacha Mama, agregando una piedra más a la apacheta.


POR ESE DIA CONCLUIMOS NUESTRA TAREA Y NOS FUIMOS A DORMIR

LA MAÑANA SIGUIENTE NOS RECIBE CON LA SORPRESA DEL DESCUBRIMIENTO:


Foto: Eduardo Cinicola
Una pared granítica lisa como una pizarra, nos muestra bellos petroglifos de antiguas civilizaciones.


Foto:Eduardo Cinicola
La técnica empleada en la mayoría de ellos es la misma, a pesar de pertenecer a distintas épocas.
Se diferencia el estilo, los más primitivos son esquemáticos, mientras que luego evolucionan
a tallado del contorno en línea única.


Foto:Eduardo Cinicola
Los motivos son en su mayoría el ganado camélido, (llamas, guanacos, vicuñas).
Pero llaman nuestra atención, aquel yaguareté con sus manchas características, propio
de zonas selváticas, así como esas extrañas figuras antropomorfas con "antenas" en sus cabezas.
Las líneas zigzagueantes son vívoras esquematizadas, en la mayoría de las culturas americanas
propiciadoras de la lluvia y de la fertilidad.



Ese día buscaríamos la pequeña meseta con indicios de "ruinas" en su superficie.

Lo "incómodo" de su ubicación nos hizo especular que no podía tratarse de viviendas,
sería muy odioso para sus habitantes llegar a casa y darse cuenta que se olvidaron de comprar la manteca...
Más bien su ubicación aislada nos indicaba que podía tratarse de sepulturas.


Foto: Eduardo Cinicola
Bueno, acá estamos, al pié de la meseta...
Parece que subir no será sencillo, para más nos olvidamos de traer al hombre araña ;-)


Foto: Aldo Lombardi
Sin embargo, un expedicionario no se amilana frente a ningún obstáculo...
Recurriendo a todo nuestro coraje oculto, nos largamos a trepar aquellas paredes...


Foto: Eduardo Cinicola
En la cima encontramos lo que sospechábamos; tumbas.


Foto: Eduardo Cinicola
Tumbas saqueadas.


Foto: Eduardo Cinicola
Bajamos de la meseta y seguimos adelante en búsqueda de unos aleros naturales
espacio propicio para el establecimiento de humanos.
Así fué, allí encontramos más petroglifos.


Foto: Eduardo Cinicola
Más adelante en otro gran alero cruzando el río.
Allí no encontramos nada en superficie, pero si rastros de que se está haciendo un estudio sistemático
removiendo las capas de suelo en cuadrículas.


Foto: Eduardo Cinicola
Otra perspectiva del alero anterior nos da verdadera noción de sus dimensiones.


Foto: Eduardo Cinicola
Pero para entender su verdadera morfología geológica debemos observar en esta toma
ese mar de lava rosada del cual el alero es una gran "burbuja" que quedó expuesta
a causa de la erosión eólica que socavó sus cimientos.


Foto: Eduardo Cinicola
Ese "mar de lava rosada" se erosionó de una extraña manera, desapareciendo
en una gran extensión y dejando pequeñas "islas" que conforman mesetas
similares a la que escalamos anteriormente para observar el enterratorio.


Foto: Eduardo Cinicola
Exploramos cuanto alero hubiéramos visto o imaginado en las fotos satelitales.


Foto: Eduardo Cinicola
En este también había indicios de una exploración sistemática.


Foto: Eduardo Cinicola
Estos magníficos petroglifos ya los conocíamos de anteriores expediciones.
pero no queríamos dejar de visitarlos.


Foto: Eduardo Cinicola
Están tallados en una gran superficie plana de piedra toba y tienen generosas dimensiones.


Foto: Eduardo Cinicola
Una sucesión de pies grabados en la piedra indicarían la dirección de marcha.


Foto: Eduardo Cinicola
En efecto, las figuras están grabadas a ambos lados de una rastrillada que,
de tan intenso tránsito, dejó su huella en la piedra.


Foto: Eduardo Cinicola
Muchas figuras antropomorfas, con llamativos peinados.


Foto: Eduardo Cinicola
Huellas de felinos grabadas en la piedra.


Foto: Eduardo Cinicola
Grabado de huellas de ñandú o choique.


Foto: Eduardo Cinicola
Y lo mas llamativo, un mono.
El animal que uno menos espera ver dibujado por una antigua civilización en la Puna.



Nos queda la tarea mas difícil.
Tratar de ver en el terreno, rastros de aquellos numerosos cuadros de cultivo
que nos muestra la fotografía satelital, en las cercanías del pueblo
y semitapados por nuevos asentamientos contemporáneos.


Foto: Eduardo Cinicola
Esta es la mejor fotografía que pudimos lograr en la que pueden adivinarse
los desdibujados límites de los antiguos cuadros de cultivo.
A lo lejos se ve cruzar la traza de la RP43.


Foto: Eduardo Cinicola
Nos queda por último mostrarles algunas fotos de la extensa ciudadela conocida
como Pucará de la Alumbrera.
Construida en medio de un gran campo de lava despedida por el volcán Antofagasta,
para su construcción se emplearon obviamente piedras volcánicas.


Foto: Eduardo Cinicola
Hallamos recintos de todos los tamaños.


Foto: Eduardo Cinicola


Foto: Eduardo Cinicola
Tumbas saqueadas...


Foto: Eduardo Cinicola
Y hasta el centro ceremonial.


Hubo muchos sitios más que visitamos y muchos más que no pudimos visitar por falta de tiempo.
De los más de 100 que teníamos marcados habremos relevado 25 ó 30. Quedan entonces muchos más para explorar !!

Para concluir les podemos comentar que los responsables de todas estas manifestaciones del intelecto humano que hemos visto en esta vasta área de la Puna Catamarqueña, se pueden rastrear hasta 10.000 años antes del presente.

Los últimos pobladores antes de la llegada de los españoles pertenecían a las tribus diaguitas.

Específicamente, las tribus que poblaban la zona de Antofagasta de la Sierra eran los Apatamas que hablaban su propia lengua, el cacán, aunque luego adoptaron la lengua diaguita.

Recibieron, como vimos, influencia de corrientes culturales amazónicas y muy posiblemente incaica.

Fueron originariamente cazadores/recolectores, como lo muestran muchos de sus grabados en piedra y posteriormente se asentaron en las vegas convirtiéndose en agricultores y pastores.

Intercambiaban mercancías con sus pares de los valles de Fiambalá y Calchaquíes.
Bajaban primordialmente sal y lanas y subían legumbres y frutas frescas.

Puede calcularse que, a la llegada de los españoles, habitaban esta región de la Puna, no menos de 6.000 nativos. Muchos mas entonces que los actuales habitantes del Departamento de Antofagasta de la Sierra.

Por supuesto, en la red encontrarán muchísima más información sobre el tema.
Solo quisimos mostrarles lo que nosotros vimos y dedujimos en base a lo que hallamos, incentivados por la curiosidad, el gusto por conocer las cosas "de primera mano" y como un pretexto más para viajar por los paisajes que tanto nos gustan.
 

           
EDUARDO CINICOLA
Mayo de 2007            


  La primera parte del relato de esta aventura la hallarás acá...


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