Cerro Zapaleri, hito tripartito
y Laguna Vilama
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Hoja 4
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Habíamos llegado a tan solo 1,4Km del paso Zapaleri.
Eran las 4 de la tarde y nos faltaban los 45 Km de regreso hasta la costa de la Laguna Vilama
donde acamparíamos para dormir nuevamente en la camioneta.

Foto: Eduardo Cinícola
El regreso no sería fácil.
Nos esperaban nuevamente los profundos zanjones.

Foto: Carlos Lucchini
Con la rueda clavada hasta el zócalo en el zanjón helado, no quedó
otra alternativa que recurrir nuevamente al Hi-Lift y a las planchas.


Foto: Eduardo Cinicola
Me parece que no solo nos miraba, sino que se divertía a costa nuestro.


Foto: Eduardo Cinícola
Finalmente, luego de tres horas a toda marcha y a punto de caer la noche,
divisamos la ansiada Laguna Vilama.

Allí armamos campamento, dormimos las consabidas 13 incómodas horas
y con los primeros rayos del sol...


Foto: Eduardo Cinícola
Tenemos esta visión de la Vilama


Foto: Eduardo Cinícola
Su extremo Norte...


Foto: Eduardo Cinícola
Su centro, muy escaso de agua y con extendidas orillas.


Foto: Eduardo Cinicola
Sus habitantes, los flamencos rosados, con la cabeza aún escondida entre el plumaje
para protejerla del intenso frío de la noche.


Foto: Eduardo Cinícola
Más cerca del extremo norte notamos que esta parte está practicamente seca.
Es cierto que hay muy poca nieve, pero al menos los ríos que salían hacia el sur
llevaban abundante caudal de agua.


Foto: Eduardo Cinícola
Nos acercamos hasta allí, no más, no podemos caer en la trampa de sus orillas cenagosas.


Foto: Carlos Lucchini
Nos vamos de allí apuntándole al viejo Vn Salle (5.800m), al norte y en territorio argentino.


Foto: Carlos Lucchini
Una de las numerosas lagunas y lagunitas de la zona, esta es la Pululos.


Foto: Carlos Lucchini
Luego de varios kilómetros, el volcán Salle sigue dominando el paisaje.


Foto: Carlos Lucchini
Ahora es el turno de la Laguna Isla Grande.


Foto: Eduardo Cinicola
Continuamos cruzando mallines congelados, con el Salle como telón de fondo.


Foto: Eduardo Cinicola
A lo lejos divisamos casas y corrales, pero nunca habitantes.


Foto: Eduardo Cinicola


Foto: Carlos Lucchini
A excepción de estos...


Foto: Carlos Lucchini
Nuevamente lajas en el camino hacia la salida, hacia Mina Pirquitas.


Foto: Eduardo Cinícola
Ahora el amo y señor de la comarca es el gigantesco volcán Granada (5.700m).
Está como sentado en su trono desparramando displicentemente su manto de antiquísima lava.
Parece que no llegaremos nunca a su base.


Foto: Carlos Lucchini
Unas grande e intrigantes cavernas se abren en la cima de un cerro.


Foto: Carlos Lucchini
Lamentablemente no tenemos ánimo, ni tiempo ni estado físico para explorarlas...


Foto: Carlos Lucchini
Vemos extraños ranchos y corrales deshabitados, con paneles solares.


Foto: Eduardo Cinícola
Varias horas más tarde tomamos contacto con primeros signos de presencia humana moderna.


Foto: Eduardo Cinícola
Es la Mina Pirquitas, donde se trabaja contrareloj para ponerla en actividad lo antes posible.
Lamentablemente será otra contaminante mina a cielo abierto,
consumidora de ingentes cantidades de agua tan escasa en la zona.


DESDE ALLÍ Y EN ESA MISMA JORNADA DESEÁBAMOS LLEGAR A SANTA CATALINA.
TUVIMOS MUY GRATAS SORPRESAS, PERO ESA YA ES OTRA HISTORIA...

           
EDUARDO CINICOLA
Agosto de 2007            

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