Una travesía nocturna
por el lecho del Río Grande de San Juan
~
Límite Argentina/Bolivia


Foto: Flavio Yarade

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La zona de la travesía.
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Novienbre de 2.008 -

Veníamos de 4 días de montaña, trepando las laderas del volcán Zapaleri y enhebrando pasos cordilleranos no habilitados.
Tres noches de dormir sentados en las camionetas a 4.600/4.700 metros de altura con 15 grados bajo cero, enfundados en bolsas de dormir habían mellado nuestra osadía y clamamos por esas camitas que hallamos en Cusi-Cusi.

Ya descansados, comidos (algunos hasta bañados), emprendimos la mañana con la ardua tarea de conseguir algunos litros de nafta para los resecos depósitos de la Vitara de Lucho.


Sin combustible nuestra travesía terminaba allí y todavía faltaban unos 200Km de cuestas, montañas y ríos secos.

Hablando de ríos, el desafío principal para ese día consistía en bajar al Río Grande de San Juan, aquel que oficia de límite entre Argentina y Bolivia en el extremo noroeste de nuestro país, a la altura de Cabrería. Buscar una traza o huella por su anchuroso lecho y viajar por el hasta "el extremo norte, más norte" de Argentina, allá donde el Rio Grande de San Juan se junta con el Mojinete (que viene del Oeste), para marcar el fin de la República Argentina.
 


Foto: Carlos Lucchini
Amanecimos en Cusi Cusi
Calles de tierra sin veredas...


Foto: Jorge HACKANSON
Sin embargo, sus pobladores usan grandes espejos parabólicos
para aprovechar la energía solar con el fin de cocinar los alimentos.
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El asunto fue que se nos fue la mañana buscando (y por suerte consiguiendo) nafta para la Vitara y gasoil para los gliptodontes que, aparentemente también venían "comiendo" más de la cuenta (de la cuenta que habían hecho sus dueños en Buenos Aires).

Afortunadamente, como les decía, varios vecinos de Cusi-Cusi andan en viejas Ford F100 nafteras, por lo cual tienen sus propias reservas de nafta y aceptaron dos de ellos vendernos 25 litros cada uno, con los que la Vitarita se atragantó y hasta sobró para un bidoncito de reserva. Muy gauchos los vecinos de Cusi-Cusi.

Desafortunadamente ahora, agregar combustible a los 4 ballenatos gasoleros nos insumió hasta el mediodía, con lo cual nuestra jornada de travesía comenzaba con un handicap de 4 horas (árdua tarea la del guía reorganizar recorridos para que ese retraso afecte lo menos posible los objetivos presupuestos para el día ).

La primera parte consistiría en un viaje netamente turístico por paisajes muy poco conocidos del norte argentino, óptimos para una "travesía familiar".

No obstante que los caminos no requerían un manejo "especial" como pretendían los travesistas, los paisajes extraordinarios que veíamos, sedaban sus ansias de aventura.

Así pasamos por el "Valle de la Luna2", Valle de Marte para mí, por el color de la tierra y rocas que conforman ese cuadro extraterrestre.

Circulando por la RN40 hacia Paicone continúa esa paleta de colores pintada en las montañas, y más allá, el fugaz ingreso a Bolivia por el Paso de Río Mojón, nos deja con la boca abierta y casi sin memoria en las cámaras.

Cuando regresamos, a nuestro paso por Ciénega, ya son las dos de la tarde y los estómagos gruñen pidiendo comida.
Conseguimos unos fideos y arroz hechos a las apuradas y comidos más apurados todavía luego de una "picada" que improvisamos con salamines y queso de las inacabables alforjas de Jorge y Denis, y que degustamos frente a la comisaría del pueblo.

Eran casi las tres cuando seguimos camino.

Modificaríamos el recorrido para no llegar de noche a El Angosto y perdernos el espectacular paisaje de esa interminable cuesta sobre roca roja.

Pasamos por Oros y San Juan de Oros (nombres sugestivos), abandonado el primero y con muy pocos pobladores el segundo pero con muchas antiguas factorías mineras abandonadas.

En medio de los dos, la nueva RN40 discurre por una "Bella Quebrada", como indican los mapas de ViajerosMapas.
Pocas palabras y muchas fotos ameritó aquel espectáculo de paredes plegadas a ambos lados de la ruta mientras se circula, a buena velocidad por el lecho de un río esporádico, de aquellos que se inundan de bote a bote ante una lluvia... Y estaba relampagueando !!

La tarde avanzaba más rápido que lo deseado, debíamos llegar cuanto antes a El Angosto a zambullirnos en el Río Grande.
No obstante pasaríamos antes por Cabrería, para poder ver con luz los altísimos paredones de lo que yo llamo "La Talampaya de barro".

Efectivamente, las márgenes del río por el que circula la huella esporádica, consisten en paredes perfectamente verticales, de casi 100 metros de altura, pero conformadas con material de "acarreo" esto es, canto rodado mezclado en una gran argamasa de barro.
 


Foto: Jorge HACKANSON
Reunión de mandos en Cusi Cusi, para delinear pasos a seguir.


Foto: Carlos Lucchini
Procurando gasoil frente a la iglesia.


Foto: Alejandro Danzi
Primer visita "Valle de la Luna 2" o mejor "Valle de Marte".


Foto: Carlos Lucchini
Realmente pareciera que estuviésemos en otro planeta...


Foto: Miguel Medina
Un planeta de rojos y ocres


Foto: Miguel Medina
Casi sin vida...


Foto: Miguel Medina
Es casi imposible no dejarse transportar por ese paisaje a lejanos mundos...


Foto: Eduardo Cinícola
Salimos de allí y la provincia de Jujuy nos sigue regalando montañas multicolores.


Foto: Eduardo Cinícola
Cielos de azul intenso...


Foto: Eduardo Cinícola
Y mas paisajes...


Foto: Eduardo Cinícola
Más adelante nos encontramos las nacientes del Río Grande de San Juan, motivo de esta travesía
que visitaríamos más tarde, ese mismo día.


Foto: Flavio Yarade
Allí se vá, rumbo a la localidad que le dará su segundo nombre (San Juan de Oros).


Foto: Jorge HACKANSON
Colores que deslumbran.


Foto: Miguel Medina
Así llegamos a las cercanías de Paicone.


Foto: Flavio Yarade
De Paicone a Ciénega


Foto: Flavio Yarade
Y de Ciénega al impactante balcón del Paso del Río Mojón,
en el límite con Bolivia.


Foto: Jorge HACKANSON
Con imágenes y formas que dejan sin aliento


Foto: Jorge HACKANSON
Uno llega a pensar ¿de donde salió tanto rojo y rojo y rojo?


Foto: Miguel Medina
¿De dónde esos cielos saturados de azul?
¿De dónde esas nubes...?


Foto: Miguel Medina
¿De dónde esas extrañas formas?


Foto: Alejandro Danzi
¿De dónde estos dos "pescados"?


Foto: Miguel Medina
Más formas extrañas...


Foto: Miguel Medina
Y más...


Foto: Carlos Lucchini
Ejemm... y más...


Foto: Flavio Yarade
Camino de cornisa


Foto: Alejandro Danzi
"La Ballena" y "El Chinchorro"


Foto: Carlos Lucchini
Nuestro amigo Denis (posteriormente apodado "Cara de Titanio")
Intentando asustar al comisario de Ciénega.


Foto: Flavio Yarade
Flavio "gerstionó" un almuerzo (a las tres de la tarde) en Ciénega.


Foto: Flavio Yarade
Escolares "cieneguinos".


Foto: Carlos Lucchini
Continuamos camino y pasamos por el pueblo abandonado de San Juan de Oros.


Foto: Carlos Lucchini
Su iglesia permanece aún de pié.


Foto: Carlos Lucchini
A sus pies pasa el cauce seco del Río Grande de San Juan,
que en Bolivia tomará el nombre de este pueblito, San Juan de Oros.


Foto: Alejandro Danzi
La Ruta Nacional 40 nos lleva hacia el norte por el interior de una "Bella Quebrada"


Foto: Jorge Alonso
De empinadísimas paredes.


Foto: Jorge HACKANSON
De muy impactante recorrido.


Foto: Eduardo Cinicola
Flor de cactus


Foto: Carlos Lucchini
Salimos de la "Bella Quebrada" rumbo al cielo.


Foto: Carlos Lucchini
Así llegamos a las cercanías de Cabrería.
Allí nos recibe un altísimo acantilado de barro y canto rodado.


Foto: Carlos Lucchini


Foto: Carlos Lucchini
Acantilado que el río carcome en su base con sus intempestivas crecidas estivales.


Foto: Carlos Lucchini
Me atreví a bautizar el sitio como "El cañon de Talampaya de barro"


Foto: Flavio Yarade
No puedo evitar pensar que originariamente, el río pasaba por allá arriba...
y que mucho antes, otro río gigantesco, trajo todo este barro y canto rodado hasta acá.


Foto: Carlos Lucchini
Poco más adelante llegamos al minúsculo pueblito de Cabrería.
Allí se acaba el camino y, solo el cauce de ese río, sigue descendiendo en busca del Grande de San Juan
que aquí ya oficia de límite entre Argentina y Bolivia.


Foto: Flavio Yarade
Los "guías" de esta expedición.


No bajaríamos por ese cauce hasta el Grande de San Juan,
quería aprovechar las pocas horas de luz que quedaban
para mostrarle a los muchachos el camino por las cumbres y la fabulosa cuesta que desciende
hasta el pueblito de El Angosto, hoy el más septentrional de la Argentina.
Allí si nos tiraríamos al río y lo remontaríamos hasta acá,

¿Haremos a tiempo? Ya eran casi las cinco de la tarde....

  Sigue acá...                        

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EDUARDO CINICOLA
Noviembre de 2008            



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