Dto. Santa Victoria Oeste:
Conociendo comunidades aborígenes y relevando huellas

Introducción y "Día 1"

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FOTO: Viajeros4x4


Como la mayoría de las travesías en las que nos embarcamos, esta también fue una travesía de conocimiento, de aprendizaje, solo que esta vez no solo aprendimos de geografía, de cerros, de cadenas, de ríos y quebradas de este extenso país. Esta vez pudimos aprender más, mucho más, de sus habitantes, de quienes lo "hacen", que no son ni somos exclusivamente quienes vivimos en pueblos y ciudades o en el campo tecnificado de la pampa húmeda o las planicies fácilmente laborables.

Aprendimos que aún en los lugares más insólitos, en los que parecen más inaccesibles, el hombre es capaz de sembrar, cultivar y cosechar para sus sustento, con sus propias manos, sin máquinas ni más energía que la de sus músculos.

En laderas de montañas en donde es casi imposible mantenerse parado, vimos cuadros de cultivo.

Vimos que muchos no son nuevos, sino que llevan siglos allí, seguramente desde mucho antes que el hombre blanco llegue a América.

Aprendimos, mejor dicho reafirmamos el concepto aprehendido en anterior visita a la zona, que allí, una comunidad no es un pueblo (según el concepto que tenemos nosotros).

Efectivamente, los habitantes de esa vasta y abrupta región se aglutinan y organizan en "comunidades aborígenes".

Alrededor de la que fue posiblemente la casa de un patriarca quedaron algunos de sus hijos e hijas con yernos y nueras que les trajeron nietos y bisnietos con quienes compartió aquellas tierras "sus tierras" y fueron conformando esa "comunidad".

El lugar es entonces literalmente "su casa", donde para entrar debemos pedir permiso, como lo haríamos si vamos a visitar a un desconocido en su casa de campo. Debemos ser respetuosos con todos, niños, mujeres, ancianos y, fundamentalmente con el cacique o autoridad de la comunidad a quien eligen periódicamente.

Entendido esto, huelga decir que habrá que ser cuidadoso con las cámaras fotográficas, imaginando la situación al revés. -"Estamos nosotros en nuestra casa de campo, disfrutando una velada con nuestros parientes y llegan unos "gringos" desconocidos a sacarnos fotos como a monitos del zoológico y a zambullirse en la piscina cual si fueran dueños amos y señores. -

Esta grotesca situación es la que generamos si no entendemos que una "comunidad", como la llaman ellos, no es "un pueblito" como pensamos nosotros, donde podemos caminar y fotografiar a nuestras anchas.

Debemos hablar con el cacique, presentarnos, decirle quienes somos, de dónde venimos y a qué vamos allí.

Incluso si llevamos algo de colaboración; ropa, comida, medicamentos, es conveniente hacer la entrega con la anuencia o, al menos el conocimiento y complacencia del cacique, para no restarle autoridad o dejarlo parado en una situación incómoda.

Las unicas "intrusiones" extracomunitarias que suele haber son la iglesia y la escuela. En la iglesia no hay un cura permanente, (puede ser que vaya dos o tres veces al año para ciertas festividades ya que tiene que atender numerosas otras comunidades).

La maestra de la escuela, que permanece allí los meses lectivos, si bien es respetada, sigue siendo "extranjera" en la comunidad.

Los políticos "no existen", a la hora de hacer algo por ellos por lo que ya han aprendido que solo los visitan una semana antes de las elecciones para hacerles las mismas promesas incumplidas (caminos, agua, electricidad) elección tras elección. Los usan para juntar votos y luego los siguen usando para solicitar partidas de dinero al poder central, que nunca llegan a concretarse en obras que los beneficien, pero que si gastan los intendentes de los departamentos en otros menesteres.

Los caminos y huellas que hoy llegan a esas comunidades que no figuran en ningún mapa, las han construído ellos mismos con sus propias manos, a pico y pala, moviendo miles de toneladas de roca sin la ayuda de una topadora, siempre negada por las autoridades. Hasta les han prohibido el uso de dinamita, que artesanalmente colocaban para ayudarles cuando las rocas eran demasiado grandes.

Saben y nos explican como mantener una pendiente de grado parejo y superable por vehículos a motor, diagramando recorridos serpenteantes y extraordinarios por las accidentadas y verticales laderas de aquellas altísimas montañas.

Son kilómetros y kilómetros de curvas y curvas talladas en los montes para lograr el descenso a los profundos valles donde se aglutinan la capilla, la escuela y alguna que otra casita. El resto se encuentra disperso.

Construyen sus cuadros de cultivo en esas mismas accidentadas y verticales laderas. En muchos de ellos arriman el agua merced a un complejo sistema de canales, aunque hoy adaptaron a sus técnicas el uso de la manguera o caño flexible, mucho menos laborioso que el sistema de canales que debía mantener pendientes de gradiente muy estudiado, para regular la velocidad de las aguas y salvar desniveles. A algunos de ellos eso les molesta, porque afirman les ha hecho perder a la juventud la posibilidad de aprender alguna de sus habilidades.

Si embargo nos sorprendieron, nos maravillaron, nos hicieron ver que aún manejan la sabiduría y el conocimiento que los llevó a ser parte de un imperio.

Manejan de una manera muy diferente a nosostros los tiempos, aún en una conversación. A veces la lentitud en responder nos hace pensar que no nos han comprendido, y cuando estamos a punto de repetir nuestra pregunta, nos sorprenden con una meditada y medulosa respuesta que, a veces, nos hace sentir idiotas.


 

Quienes fuimos


FOTO: Viajeros4x4
Comunidad aborigen y sus cuadros de cultivo "colgados" de una ladera casi vertical.

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Hay una zona en el Noroeste argentino, al este de la Quebrada de Humahuaca, donde se alzan la Cordillera de Santa Victoria y la Cordillera de Zenta que ofician simultáneamente de límite entre las provincias de Jujuy (al oeste) y Salta (al este), así como de límite oriental de esa gran altiplanicie que compartimos con Bolivia; La Puna.

Efectivamente, las estribaciones orientales de las mencionadas cadenas, van descendiendo hacia las planicies chaqueñas (otra gran región que compartimos con Bolivia y Paraguay).

A medida que las cotas de nivel descienden hacia el este, la humedad se hace presente cada vez con más intensidad para dar origen a una selva montana, nuboselva o Selva de Yungas.

Por la quebrada de Humahuaca discurre la asfaltada RN9 que llega hasta La Quiaca.

Por la planicie pedemontana oriental, corren, tambien asfaltadas la RN34 y la RN50, que van desde SS de Jujuy a Orán e ingresan a Bolivia (RN1) por el paso fronterizo de Aguas Blancas/Bermejo.

Entre ambos corredores no hay conexión conocida, a excepción del denominado "camino del gasoducto" (entre Humahuaca y Orán), privado y de circulación restringida, construido en oportunidad de trazar el Gasoducto Norandino que lleva el fluido hasta las gigantescas minas chilenas de Chuquicamata. Es muy precario y, ultimamente, debido al deterioro producido por una nutrida caravana de vehículos 4x4, han prohibido definitivamente su uso interponiendo tranqueras encadenadas.

No obstante lo mencionado, sabíamos de la existencia de, al menos, tres localidades salteñas en el área, a las que solo se puede acceder desde Jujuy, ascendiendo por el oeste a la cordillera de Sta Victoria (de más de 5.000 metros de altura) y descendiendo luego a sus numerosos valles intermontanos.

Las tres las habíamos visitado en expediciones anteriores, en ese orden; Iruya, Santa Victoria Oeste y Nazareno.

Las tres, a su vez estaban incomunicadas entre si (al menos para tránsito vehicular).

El año pasado, de regreso de una expedición mayor, nos adentramos hasta Nazareno y, buscando nuevas huellas para ViajerosMapas descubrimos una que aparentemente podía llevarnos con rumbo norte hasta SVO (Santa Victoria Oeste), pero, a poco de pasar Poscaya, un derrumbe en la cornisa por la que discurría la huella nos mandó para atrás, ya sin tiempo para nuevos intentos.

Este año, a poco de salir, Numantay (otro expedicionario que hace solidaridad por esos apartados lugares), publicó un informe por el que nos anoticiamos que el derrumbe estaba reparado, por lo que esa vía que une Nazareno con SVO, si bien muy precaria, estaba expedita. Buscaríamos entonces otra.

Pero no solo buscaríamos esa via que conectara ambas localidades, buscaríamos tambien la manera de bajar desde allí a la selva de Yungas y buscaríamos relevar todas las posibles huellas que podrían unir los numerosos "pueblitos" que figuraban solo en las cartas topográficas del Instituto Geográfico Militar, huellas que no figuraban en ningún mapa y que posiblemente no existieran ya que aquellos pobladores se desplazan, ellos y sus mercancías, fundamentalmente en mulas, burros y caballos.

El desafío estaba planteado.

La planificación previa nos decía que si pretendíamos cubrir toda el área, necesitaríamos al menos tres semanas en el lugar. Imposible.

Bajamos nuestras pretensiones y exploraríamos solo al norte de Iturbe (puerta de entrada a Iruya), sin ingresar a Iruya ya que la huella que lleva desde allí a Orán por el lecho del río ya está explorada y, transitarla, ameritaría dedicarle unos cuantos días de los escasos que disponíamos.

Teníamos en el tintero también un inconcluso trazado "por fuera de los caminos" que uniría Llulluchayoc con Iturbe por sobre el filo de 5000 metros de altura de la Sierra de Sta Victoria, (lo abandonamos en expedición anterior por falta de tiempo). Esta vez intentaríamos de sur a norte, de Iturbe a LLulluchayoc.

Como en toda travesía, inicialmente son muchos los interesados, pero a la hora de la verdad quedan pocos "valientes"...

Esta vez fueron Denis Garione con su primo Adriel Saranz en Toyota Land Cruisser.

Pablo "Pexa" y Mauro Navatta en Ford Ranger,

y Carlos Lucchini (Conejo Negro) conmigo en Cherokee Sport 4L.

Por supuesto cargados de combustible hasta en los bolsillos (haríamos cientos de kilómetros de cuestas, lechos de ríos y fuera de camino sin puestos de reaprovisionamiento).
 


Fragmento de mapa de la zona tomado de Automovil Club Argentino


Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com


El sábado 12 de septiembre de 2.009 dormimos en una pintoresca pensión de Humahuaca y, a la mañana del domingo, comenzamos a desenrollar el carretel.

Por asfalto hasta la entrada a Iturbe, de allí al norte por una precaria huellita que pasa por las pequeñas comunidades de La Cueva, Pueblo Viejo y Casillas.

Solo en Casillas, al lado de la capilla hallamos a un poblador que nos respondió a nuestra requisitoria que en el "pueblo" vivían 12 personas, pero que se habían ido todas a Jujuy.

Era temprano y continuamos, raudos, hacia nuestro primer desafío, trepar las cumbres de 5.000 metros para intentar llegar a Llulluchayoc.

Ya habíamos visto con Conejo Negro en Google Earth que esa huella por la que circulábamos giraba más adelante hacia el Este, pasaba serpenteante por varias abras y arribaba a varios ignotos "caseríos".

Denis afirmaba que seguramente la huella conducía a Rodeo Colorado, una comunidad aborigen de la que teníamos referencias que no gustaban de las visitas...

Lamentablemente tenemos un "defecto innato"; huella que vemos, huella que queremos ver a dónde lleva... y ahí metemos las narices olvidándonos o postergando el objetivo primigenio.

Por supuesto a los diez minutos teníamos metidas las tres camionetas en esa misteriosa huella que nos llevó por un buen tiempo a alturas insospechadas, descendió a valles, atravesó varias abras y, finalmente... una bifurcación...

- ¿Y ahora, hacia dónde vamos?

- Deberíamos tomar por la derecha, pero no nos vamos a quedar con las ganas de saber a dónde conduce la huella de la izquierda !!

Por supuesto tomamos por la izquierda por esa apenas marcada huella que, por una cornisa desciende violentamente en poco desarrollo, más de 400 metros, apuntando a un profundo valle por el que discurre un río (Bacoya según el mapa del GPS).

Allá en el fondo, lejos, muy lejos, a la vera del río vemos unas pocas casas rodeadas de terrrazas de cultivo, humedecidas con las aguas del Bacoya, en un entorno de marcado color rojo.

- Eso debe ser Rodeo Colorado ! Espeto por la radio.

- No, no creo. Rodeo Colorado debe estar al fin de la huella que abandonamos. Responde Denis.

Continuamos por la violenta bajada.

El paisaje es deslumbrante, miremos para donde miremos.

Fotos, fotos y más fotos.

Seguimos bajando, pegaditos a la montaña y desprendiendo piedras hacia el precipicio con la rueda derecha.

Finalmente descubrimos que la huella, carcomida por las lluvias, va desapareciendo, para perecer definitivamente en un magro caserío, a mitad del faldeo.

En una de las casas vemos a un anciano acodado en su ventana. Allí nos acercamos a por datos.

El caserío, comunidad en realidad, resultó ser Viscarra.

Lo que vemos allá, abajo, a la vera del río y con terrazas de cultivo, es Bacoya (otra comunidad). En frente, sin camino para descender y ascender, está San Isidro (bis). A la derecha nos hace descubrir otras pocas casas, eso es Luján.

Río arriba vemos una huella tallada en la montaña que cierra el valle por el norte.

- Esa es la huella que viene desde el Abra del Cóndor hacia Bacoya. Nos explica el anciano.

- ¿Desde el abra del Cóndor? !! Pienso yo... eso pareciera estar a cientos de kilómetros de aqui.

La altura a la que nos hallamos nos permite mirar las cosas como si viésemos un mapa 3D.

Como la huella acaba aquí y el pronunciado ángulo de la falda hace imposible continuar hacia el río, 1.200 metros más abajo; debemos regresar.

Ello nos permitirá retomar la huella que pensábamos, ahora sí, nos conduciría a Rodeo Colorado.
 


FOTO: Viajeros4x4
La Cueva, primer comunidad aborigen en la huella al norte que parte de Iturbe


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Pocos kilómetros más adelante hallamos la siguiente comunidad; Pueblo Viejo.


FOTO: Viajeros4x4
Unos minutos más tarde ya tenemos a la vista "Casillas", la comunidad en cuyo "nucleo" solo habitan 12 personas.


FOTO: Viajeros4x4
Esa capilla será la que nos dará cobijo esa misma noche, al regreso de esta primer parte de esta extensa expedición.


FOTO: Viajeros4x4
La Huella pasa por ese primer Abra de 4593 metros de altura y allí nuestra primer "disgresión"
en lugar de tomar a la izquierda, por las cumbres, rumbo a Llulluchayoc...


FOTO: Viajeros4x4
Nos embelesan y distraen, como las sirenas a Ulises, estos profundos valles.
Veamos qué hay más allá...


FOTO: Viajeros4x4
Allá, en aquellas profundidades, donde ya comenzamos a ver cuadros de cultivos y algunas casitas...


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Aquellos cuadros aterrazados, ya implican un trabajo mucho más elaborado,
Aparentan ser de antigua data y estar cuidadamente mantenidos aún en la actualidad.


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En aquella lejana e inaccesible lomada mas humanos extraen su sustento de la tierra.


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Volvemos a observar la antigua comunidad, irrigada por las aguas del río Bacoya,
del cual ha tomado el nombre, río que nace mucho más al norte, en el abra de Lajas, que dias más tarde exploraremos.


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En otra ladera, otra comunidad.
Posiblemente sea San Isidro (bis).


FOTO: Viajeros4x4
Continuamos avanzando.
Los profundos precipicios nos muestran, en su lecho los, aparentemente tímidos, arroyos que los labraron.


FOTO: Viajeros4x4
Nos sorprende ver, en lugares insólitos, donde solo es posible llegar a lomo de mula por peligrosas sendas, tanta presencia humana.
Acostumbrados a nuestras expediciones por la PUNA, donde en cientos de kilómetros y, quizás en varios días de travesía,
no logramos ver gente, ni rastros de su presencia.


FOTO: Viajeros4x4
Más aborígenes en su medio ambiente natural.


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Así llegamos a la comunidad Viscarra, colgada a mitad de una empinada ladera.


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Desde allí, con detenimiento, vemos al fondo del río Bacoya como baja la senda que viene
desde el Abra del Condor y del Abra Lajas de 4722m
El cerro negro que se observa es el Cerro Abra Llana de 4.800 metros de altura.


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Un acercamiento con teleobjetivo de la senda mencionada.


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Dejamos atrás la comunidad Bacoya, dónde no pudimos llegar desde este lado
(estaba 1.000 metros más abajo sin senda practicable)
y volvemos a la huella que hacía poco habíamos abandonado.


Subimos nuevamente.

El tránsito por allí requiere de una conducción muy, muy fina.

No hay lugar para un centímetro de error. El precipicio está allí, esperando para engullirnos. Sin embargo el paisaje se empecina en distraernos, es imposible no dedicarle, aunque más no sea unos segundos entre curva y curva, a contemplarlo.

El avance fue lento porque nos deteníamos a tomar fotos de lugares y geografía nunca vista por nosotros.

Por lo abrupto de esas montañas, parecía más paisaje alpino que andino.

En realidad la Sierra de Santa Victoria creo que no pertenece a los Andes, es una formación independiente de viejísimos detritus plegados y luego tallados por los torrentes que forman las violentas lluvias estivales.

Era curva tras curva, tras curva. Decenas, cientos de curvas.

Allá, muy, muy abajo (1.500 metros de precipicio) el Bacoya que se une con el Nazareno, que viene del norte en busca del Iruya.

Pasamos un portezuelo y nos sorprende un pequeño poblado montado en una silleta, con vista a dos profundos valles.

Resultó ser la comunidad Abra de los Sauces.

Antes, una pastora indígena de indefinida edad, pretende impedirnos el paso.

No entiende que andemos por allí sin saber hacia dónde vamos.

- Pero ¿a dónde van ustedes?

- No se, a donde el camino nos lleve.

- Pero usted ha de saber a dónde va. Si no es así ¿a que vinieron acá?

- A nada en especial, a conocer, a sacar fotos...

- Pero para sacar fotos ustedes tienen que pagar !

- Cómo pagar, si le vamos a sacar a los paisajes, no a usted...

- Si, pero todo esto es nuestro, y ustedes con las fotos van a hacer mucha plata y a nosotros no nos queda nada...

El asunto es que no nos quería decir qué había más adelante y tampoco quería que siguiéramos avanzando.

Finalmente logramos que nos dijera que pasando Abra de los Sauces se encontraba efectivamente Rodeo Colorado, pero que los habitantes de la comunidad NO QUERIAN VISITAS !

Se cumplía lo que nos habían advertido, "es una comunidad mucho más cerrada que Azul Cuesta" (donde en expedición anterior y por imprudencia y desconocimiento pasamos un mal rato).

Luego de unos cabildeos y de aceptar las provisiones que les habíamos llevado, nos franqueó el paso.

Avanzábamos realmente atemorizados de que nos echaran a pedradas de SU LUGAR en el mundo.

Pasamos por el abra de donde colgaba el pequeño poblado y continuamos descendiendo abruptamente por la angosta huella poco pisada, con precipicio a la izquierda.

Vemos cierto movimiento y algunas pintadas alusivas a la presencia de un candidato a diputado provincial que, a una semana de las elecciones, había reaparecido luego de cuatro años a repetirles las mismas incumplidas promesas.

Ellos ya lo sabían y por poco no lo sacan a pedradas al insolente candidato.

El asunto es que el revuelo produjo que nuestro arribo a Rodeo Colorado pasara casi desapercibido y, sorpresa, nadie nos echó ni nos maltrató. Todo lo contrario, nuestra actitud de respeto hacia ellos hizo que fueramos casi bienvenidos.

Nos comentaron e indujeron a que visitáramos la capilla y un mirador.

El comerciante de esta comunidad que se las había arreglado para comprarse una flamante camioneta Ford, nos comentó de su idea de construir algunas habitaciones y baños para futuros potenciales visitantes.

Finalmente, tantos miedos y adversiones se dispersaron como una nube y nuestra corta estada en Rodeo Colorado fue de lo más distendida.

Un anciano del lugar nos contó de la existencia de una antigua huella que llegaba alli desde el abra de la Cruz, por otro recorrido, pero que ahora se hallaba semiabandonada. Lamentablemente eran mas de las 17Hs, un poco tarde para investigar. Debíamos regresar a cumplir el objetivo primitivo de ese día que era intentar llegar a Llulluchayoc por las crestas de Santa Victoria.

Sabíamos, por la hora que ya era impracticable, pero al menos desandaríamos las miles de curvas de esa huella para quedar más cerca del desvío que, a campo traviesa, nos debía acercar a Llulluchayoc.

La opción eran intentar dormir en Casillas, por donde habíamos pasado esa mañana y donde habíamos visto un poblador, una escuela y una capilla cerradas, y ver si podíamos lograr armar nuestras bolsas de dormir allí.

Caso contrario deberíamos regresar hasta Iturbe, donde seguramente no había pensión ni menos hotel.

Desandar ese camino nos insumiría, al menos, tres horas y media, por lo que seguramente los últimos tramos los haríamos de noche.

Así fue que, lentamente al principio y más aceleradamente luego comenzó el retorno.

En la cima de una montaña de más de 4200 mts de altura, nos despedimos con cierta congoja de una anciana ciega que cuidaba su rebaño y apedreaba con certera puntería a su perro pastor, para acallar sus ladridos y permitirle conversar con sus circunstanciales visitantes, a quienes nunca conoció.

En plena obscuridad, a las 20:30 arribamos a Casillas.

Los dos únicos circunstanciales pobladores sufrían los efectos de un festejo etílico, sin embargo tuvieron la amabilidad de abrirnos un recinto anexo a la capilla donde pudimos preparar nuestras cenas de campamento y tender las bolsas de dormir al reparo del viento.
 


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Por suerte, en los siguientes kilómetros no apareció ningún vehículo de frente...


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El precipicio estaba allí no más, pegado al espejo retrovisor.


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Del otro lado, más asentamientos humanos.


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Divisamos más y más cuadros de cultivo, acá y más allá...
Y ténues huellas de mulas que los van hilvanando.


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Más vestigios de población, en lugares insólitos, y también con pequeños corrales para animales.


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Numerosos arroyos que en época de lluvias, arrastran sus aluviones de piedra y barro,
los famosos "volcanes", aguas abajo, arrasando todo a su paso.


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Con paciencia pueden distinguirse en esta foto: antiquísmas terrazas de cultivo en la ladera al frente,
una senda de mulas que asciende en zig-zag a un más moderno cuadro de cultivo
otro cuadro moderno en la meseta del primer plano
y más vestigios poblacionales en el extremo izquierdo.


FOTO: Viajeros4x4
En aquella meseta aluvional, tallada por los ríos Bacoya y Nazareno
vemos los restos de un sitio arqueológico.
En la ladera previa, antiguas terrazas.


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Allá viene el río Nazareno, desde el Abra del Mono (su nacimiento) pasando por Poscaya, Nazareno y Azul Cuesta.


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Otra moderna comunidad aquí, y otra más allá,
Son Luján y San Isidro (bis).


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Esta no se si tendrá nombre.


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Observemos las temerarias sendas de mulas que es menester transitar
para llegar a tan privilegiado sitio.


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Colgado de un barranco...


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Nos resultaba realmente dificil de creer...
¿Cómo llegan allá arriba?


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Abajo, a la derecha, las juntas del Nazareno con el Bacoya,
que continuarán con rumbo sur en busca del Iruya, al que se unirán a la altura de Higueras.


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Allí también otra comunidad aborigen, probablemente "Molino".


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La coya que no nos quería dejar pasar.


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Una comunidad enancada en un abra entre dos valles...
Es Abra de los Sauces.


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Allá, a lo lejos, la comunidad aborigen Rodeo Colorado.
No se por qué le habrán puesto ese nombre...


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Al acercarnos podemos divisar las dos pirámides celestes que rematan las torres de su capilla,
la escuela, los sembradíos escalonados en la ladera y, más atrás, en otras laderas, más señales de laboreo.


FOTO: Viajeros4x4
Mitin político??
Detrás una antena de televisión satelital.
Tienen un grupo electrógeno que funciona esporádicamente.


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Capila de nuestra señora del Perpetuo Socorro, en Rodeo Colorado,
aún no han desembarcado los pastores evangélicos por aquellos lares.


FOTO: Viajeros4x4
Otra capilla, otra "comunidad",
Puede ser Tacupampa...


FOTO: Viajeros4x4
La capilla de la comunidad Abra de los Sauces.


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Volviendo apurados por los precipicios, a intentar ganarle al sol.


FOTO: Viajeros4x4
Raudo paso por el Abra de la Cruz (4.604msnm).


FOTO: Viajeros4x4
Nocturna de la capilla de la comunidad de Casillas, que nos serviría de albergue aquella noche.


CONCLUYÓ ASÍ LA PRIMER JORNADA DE ESTA EXPEDICIÓN
CON UN DÍA DE RETRASO DEBERÍAMOS EMPRENDER EL CRUCE A CAMPO TRAVIESA
POR LAS CRESTAS DE LA CORDILLERA DE SANTA VICTORIA HASTA LLULLUCHAYOC.
Mmmmm
...

  Sigue acá...                        

           
EDUARDO CINICOLA
Septiembre de 2009