Dto. Santa Victoria Oeste:
Conociendo comunidades aborígenes y relevando huellas

"Día 3"

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FOTO: Viajeros4x4


El amanecer en el improvisado campamento a la vera del río Bacoya, nos trajo buenas noticias.

Con luz veíamos ahora que, si bien no era fácil salir de allí, tampoco sería imposible.

Habría que trabajar un poco y juntar coraje.

La primitiva huella que iba unos cuatro metros por sobre el nivel del pedregoso río, había sido carcomida y quedaba solo un metro y medio escaso entre el barranco y la montaña, sería cuestión de comer un poco la montaña con el pico del abuelo de Mauro (la pala la habíamos olvidado) y apretar los dientes mientras la rueda izquierda iría al borde del terreno recién desmoronado.

Hice punta con la Cherokee que es la que menos trocha tiene y con ruedas chicas.

Al ver como pasé con cierta facilidad, Denis juntó coraje y metió la gigantesca Toyota Land Cruisser con rodado 33 !!

Media cubierta quedaba en el aire, pero por suerte no se desmoronó nada.

Detrás pasaron sin problema Pexa y Mauro en la Ranger. Por suerte no tuvimos que usar el pico (de muchos años y poco uso que trajo Mauro), al Conejo Negro ya le estaba saliendo urticaria de solo pensar que tenía que agarrar una herrramienta de ¡Trabajo!...

No voy a decir que fue sencillo, pero en poco más de media hora habíamos recorrido los 2500 metros (que la noche anterior nos parecieron imposibles) y que nos separaban de la nueva traza de la ruta a Nazareno, a la altura del ingreso a San Francisco.

Nos montamos a ella y tomamos rumbo a Nazareno, pero por pocos kilómetros. Queríamos investigar el tramo de salida de la huella que abandonáramos la noche anterior por los deslaves que presentaba. Eso era en las cercanías de Tuc Tuca.

La expedición nos mostró que el último tramo (en contra de lo que habían expresado los pobladores) estaba tan o más deteriorado que lo visto al atardecer. Circulando por una cornisa, presentaba grandes grietas formadas por el agua y numerosas rocas desprendidas de las alturas ocupaban lo que alguna vez fue calzada.

Como esa huella ya no nos llevaba a ningún lugar de interés, decidimos meternos por otra que trepaba con rumbo norte hacia el Abra Tuc Tuca que resultó tener 4.310 metros de altura. Al trasponerla se nos abre un hermoso panorama de decenas de quebradas que forman los arroyos y ríos de la cuenca del Santa Victoria. Es que el abra de Tuc Tuca es la divisoria de aguas y posiblemente pase por allí el límite entre los Departamentos de Nazareno y Santa Victoria Oeste.

Según datos que habíamos cargado en el GPS, esa impresionantemente bella huella que teníamos por delante, nos llevaría a un "pueblito" que el IGM identifica con el nombre de "Caldera".

Nos deteníamos cada 500 metros a tomar fotografías y más fotografías.

Allí veíamos la presencia de la mano del hombre adaptando el entorno a sus necesidades, sin máquinas, solo con fuerza humana.

Laderas cultivadas, corrales colgados de las montañas, cuadros con sembradíos, casitas en lugares "imposibles".

Numerosas huellas talladas en los cerros que debieron ser abandonadas después de alguna furiosa tormenta estival, de aquellas que arrastran miles de toneladas de material en el alocado descenso de las aguas, formando esos torrentes de barro y enormes piedras que corren desenfrenadamente formando lo que los nativos denominan los "volcanes", que arrasan con todo a su paso.

La huella abandonada era reemplazada con otra, laboriosamente tallada en esas empinadas laderas, que posteriormente también fue "comida" por la naturaleza.

Circulábamos por la que debió ser la enésima traza construída por estos incansables seres humanos que quieren, a toda costa, poder comunicarse con otras "comunidades".

Una bifurcación, nos metió una tremenda duda. Esta no era ¿por cuál tomar? Sino ¿por cuál tomar PRIMERO?, porque seguramente recorreríamos ambas, tarde o temprano. El pretexto era que teníamos que relevar TODAS las huellas para ViajerosMapas.

Ví que el GPS cargado con una versión "ad-hoc" de ViajerosMapas indicaba que la huella de la izquierda nos llevaría a las comunidades de Volcán y San José, donde acabaría. Mientras que la de la derecha iría a Caldera.

Estamos intrigados por hallar Campo La Paz, una comunidad que no figura ni siquiera en las cartas del IGM.

En Campo La Paz ocurrió hace unos meses un extraño fenómeno. Repentinamente se escuchó una gran explosión y se derrumbó parte de un cerro, llevándose la vida de un anciano y de una de sus nietas al sepultar su vivienda, la otra se salvó de milagro pues había salido circunstancialmente a hacer un mandado.

La escasés de noticias e imprecisión de las mismas hizo pensar en un primer momento que el cerro pudiera haberse caido por un deslave producido por alguna tormenta, o que se tratara de un "volcán" más de los tantos que se presentan en la zona. Estábamos intrigados por dilucidar el enigma.

Allá vemos una hermosa laguna en una ladera, con un vertedero hacia el arroyo que corre cientos de metros más abajo.

Está del otro lado de la quebrada por la que vamos descendiendo. ¡Que bueno sería poder pasar a su lado! Allá vemos unos burritos en su costa y unas aves disfrutando del espejo de agua.

La huella desciende y desciende.

Allá vemos una capillita y unas casas alrededor. ¿Será un pueblito?

Seguimos bajando, curva y contracurva.

Las direcciones no alcanzan para esos tremendos retomes en una sola maniobra y debemos asomar la trompa de las camionetas al precipicio, retroceder e intentar nuevamente.

Pasamos cerca de la capillita, pero para llegar a ella había que tomar un desvío cerrado con tranquera.

Seguimos.

Finalmente llegamos a nivel del río, ese que veíamos allá abajo en las profundidades.

La laguna quedó ahora arriba nuestro, unos 200 metros.

Circulamos un trecho por entre las piedras del fondo de ese río de pronunciada pendiente.

Hallamos una salida por la ribera opuesta.

Trepa hacia una quebrada lateral ¿Dónde nos llevará?

Más adelante una tranquera. La abrimos, pasamos y la volvemos a cerrar.

Con alegría descubrimos que la huella nos acerca a la hermosa laguna que viéramos cuando circulábamos por los altos.

Un paisano de evidente aspecto colla, con campera de cuero y un lazo para animales colgando arrollado de su hombro se para en medio de la huella con clara intención de hacernos detener.

Resultó ser Gaspar Cosme Damián, el cacique de la comunidad.

No le hacía ninguna gracia nuestra visita y nos sometió a un intenso interrogatorio, luego llamó a otra gente, de quién dijo que eran integrantres del Consejo de la Comuna, los que tomaron nota de nuestros nombres y vehículos y el motivo de nuestra visita.

Luego de un rato de charla y ya más distendidos, nos comenta que estan preocupados por lo que en nuestras palabras podemos denominar "penetración cultural" a la que se verán sometidos, fundamentalmente sus niños, si arrecian las visitas de turistas.

También les preocupa el deterioro de su ambiente y no ven que ello les lleve ningún beneficio, por el contrario, saben de comunidades como Purmamarca, Iruya y otras, donde la llegada del turismo solo provocó la pérdida de sus tierras (de las que no tienen títulos de propiedad más que su tenencia ancestral), a manos de "gringos con papeles".

No quieren saber nada (justificadamente) con la minería ni con ninguna actividad que les modifique su forma de vida y cultura, de la que se muestran orgullosos.

Ni siquiera los "Planes Trabajar" manejados por los políticos de turno, son bien vistos, pues han deteriorado la "cultura de trabajo" que han profesado por siempre.

Ellos construyen sus propios caminos, como éste por el que estamos circulando, para poder comunicarse, traer y llevar mercancía a otros centros poblados, pero no para ser "invadidos".

Ante argumentos tan contundentes, poco queda más que admirarse por la claridad de pensamiento y por principios que defienden.

Nos comentó que si lo llevábamos hasta el poblado (centro de la comunidad), nos lo mostraría con gusto.

La "comunidad" resultó ser ni más ni menos que "Campo La Paz". Estaba unos cuantos kilómetros más adelante y unos cuantos metros más abajo.

Llegados al casco urbano, (una veintena de casas, capilla, escuela y cancha de fútbol) conocimos al enfermero, a unas matronas y a otra gente del lugar. Desde allí nos mostraron la ladera que se desmoronó sepultando al anciano y su nieta. Nos aseguraron que no había tormenta ni lluvia el día de la "explosión" y demostraron que la explosión no fue simplemente el ruido de las miles de toneladas de piedras deslizándose hacia la quebrada, ya que la explosión hizo volar piedras que aparecieron, a la misma altura pero en la ladera opuesta.

Realmente continúa el misterio. Actividad minera no hay en este momento en la zona.

Una explicación que ensayaron las autoridades provinciales apunta a que piedra caliza (cal viva) de las profundidades, comenzó a desprender gases por acción de aguas subterráneas y que estos fueron aumentando su presión hasta provocar el estallido (¿?).

El lugar es un verdadero paraiso.

Averiguamos que no figura en los mapas porque en realidad su antiguo nombre era "Caldera" (¿sugestivo no?) y desde la década del 80 se la rebautizó como Campo La Paz.

Averiguamos también que desde allí el enfermero baja por una huellita por el interior de los ríos y, en tan solo una hora y media está en Santa Victoria Oeste, pasando por Hornillos, Potrerillos, Churquipampa, Puncoviscania y Acoyte.

Ya queríamos meter las camionetas por allí. Uno de nuestros objetivos era justamente hallar la forma de unir la vía a Nazareno con Santa Victoria Oeste, sin tener que salir a Jujuy.

El cacique se negó terminantemente.

Argumentaba que era imposible para camionetas (en secreto el enfermero afirmaba que no era así).

El tema es que no nos dejó pasar y tuvimos que desandar camino.
 


FOTO: Viajeros4x4
Desarmando campamento en las nacientes del río Bacoya.

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La salida no sería tan difícil, solo deberíamos transitar con cuidado
esa estrecha huella entre la montaña y el lecho.
Por dentro del río ya había probado Denis y era imposible porque se encajonaba.


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El resto no fue muy difícil...


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Pablo y su Ranger.


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Último obstáculo, unos mallines secos.


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La "H-27" que nos llevará a Campo La Paz, nos muestra unas primeras lagunitas


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En frente vemos una vieja traza que debío ser abandonada debido a la acción de los torrentes de agua.


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Piden infructuosamente que les manden caños y cemento para armar alcantarillas,
finalmente no les queda más remedio que trazar una nueva huella por otra ladera, con el enorme trabajo que ello implica.


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Cuantas jornadas de trabajo, cuánto sudor humano tirado a la basura.


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Mas obra de callosas manos...


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La hermosa lagunita camino a Campo La Paz, la bajada al río y
a la izquierda la capillita y unas casas de otra comunidad, Santa Cruz.


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La presencia humana se hace notar en cada ladera, en cada valle.


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Cultivar allí es casi como "sacarle jugo a las piedras".


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También vemos numerosos corrales para animales de cría.


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El Lago de Campo La Paz, como lo denominan ellos, con su vertedero natural, donde desagua
cuando su nivel sube más de la cuenta.


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Por atrás vemos una huella,
¡Qué bueno sería poder llegar hasta allí !


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En la interminable bajada nos topamos con la capilla de la comunidad Santa Cruz.


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Más prolijos corrales y cuadros de cultivo.


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Finalmente pudimos llegar hasta la laguna.
Desde la cima de aquellas montañas veníamos descendiendo.


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Patos y burros en la laguna de altura.


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Campo La Paz.
Verdaderamente, su nombre representa lo que el lugar transmite.


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El descenso es acompañado con la aparición de plantas.
Campo La Paz se encuentra a 3.500msnm y veníamos bajando de un abra de más de 4700.


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La miníscula y pintoresca iglesia de la comunidad.



El tema es que el cacique no nos dejó pasar y tuvimos que desandar camino.

Bien, nos habían quedado un par de huellitas sin explorar y también queríamos hallar la forma de unir esas dos cuencas (la del Río Nazareno con la del Río Santa Victoria) por una huella que habíamos comenzado a relevar unos meses antes, y que a poco de pasar Poscaya se interrumpía por un gigantesco derrumbe.

Existía también una tercer alternativa (que intentaríamos antes), pasando por Paltorco.

Ya regresando, desviamos por la huella que dejamos pendiente un par de horas antes.

Así luego de pasar junto a unas lagunitas, descubrimos un pequeño caserío que resultó ser, (tal lo teníamos anotado en ViajerosMapas), Volcán (posiblemente deba su nombre al mencionado fenómeno que ocurre frecuentemente en la zona).

Allí la huella vuelve a bifurcarse, unos continúan hacia la comunidad aborigen de San José, mientras que con Lucho tomamos por la derecha sin saber dónde nos conduciría ese sendero apenas marcado.

Nuestra sorpresa fue mayúscula, cuando frente a nosotros y desde un balcón natural, se abre el valle del Río Hornillos, a cuya vera vemos, 700 metros más abajo, la recién visitada comunidad de Campo La Paz.

Hermoso. Fue la frutilla del postre de aquel desvío.

Llamamos por radio al resto de los muchachos para que vinieran a disfrutar del espectáculo completado con el solemne sobrevuelo de dos cóndores. Luego de varias fotos rumbeamos nuevamente a la carretera principal (la que va de El Cóndor a Nazareno).

Solo transitamos por ella unos 5 Km y, vuelta a desviarnos hacia el norte. Buscábamos ahora la huella que nos hiciese descender hacia Trigo Huayco, Acoyte y SVO, pasando por Paltorco.

Todavía nos faltaba investigar, además una supuesta huella que, desde la divisoria de aguas del Abra de Monos podría llevarnos hacia la selva de Yungas, si la halláramos haríamos "Bingo"!

Comenzamos a transitar por la que nominamos "H-9" (por huella 9) en ViajerosMapas, hacia el norte buscando la divisoria de aguas. Una pronunciada cuesta nos lleva en poco tiempo a donde se encuentra el abra (4.730 msnm, entre el Cerro Poza Brava –4.850- y el Cerro Morado -4.817-).

Allí, mirando al septentrión, se abren nuevamente cientos de quebradas labradas en esas laderas barrosas de antiquísimo material aluvional, que conforman esa parte de la Cordillera de Santa Victoria.

Comienza la bajada y continúan los paisajes deslumbrantes.

Pasamos por varias minas de plomo de remotas épocas, de aquellas en que se cavaba el socavón y, en los alrededores de la bocamina se acumulaban los miles de toneladas de roca extraída, a pico y pala, de la montaña. Hoy están todas abandonadas (para satisfacción de los pobladores).

La huella baja y baja, curva tras curva. El track se enrosca sobre si mismo armando pliegues y repliegues que copian lo trabado del "camino".

Abajo vemos, y fotografiamos, casas, corrales, campos cultivados, más casas, más cuadros de cultivo.

Es notable la "densidad poblacional" que tienen estas tierras que, en nuestra ignorancia, imaginábamos casi sin gente.

La "H-9" nos lleva, de manera franca en dirección a Paltorco, bien, vamos bien.

Allí se nos presentó el único inconveniente de este tramo. Denis pincha el neumático trasero izquierdo de la TLC. Lo solucionamos en un santiamén, con un tarugo y un poco de aire comprimido.

Estábamos a las puertas de Paltorco. Allí nacía la "H-8" que descendía hasta la comunidad aborigen.

Esta vez, lo avanzado de la tarde y lo ambicioso de nuestros planes, nos llevaron a dejar de lado ese ingreso y salida.

Otra cosa rondaba nuestras mentes.

Buscábamos volver a la divisoria de aguas en las nacientes del río Nazareno, en el Abra del Mono, allí queríamos investigar una probable huella de herradura (donde con suerte podríamos meter las chatas) que nos podría llevar, por el filo de los montes hacia el Este, a buscar una bajada a la Selva de Yungas, en el PN Baritú.

Más adelante, en las cercanías de otra mina de plomo (que no podría afirmar que estuviese definitivamente abandonada), hallamos la otra bifurcación.

Allí habíamos dibujado la "H-13" que apuntaba a la comunidad de Trigo Huayco, de allí a Acoyte y de Acoyte a Santa Victoria (nuestro probable destino para esa noche).

Era realmente tarde, pero la curiosidad y el ansia de investigación pudo más, dejamos para más tarde la H-13 y SVO.

Continuamos por la "H-9" con rumbo al Abra de Monos.

La huella fue tallada en cornisa por la falda del Cerro Ciénaga y lo rodea tomando rumbo sur en busca de la divisoria de aguas.

El paisaje sigue siendo soberbio.

Según el mapa que habíamos dibujado antes de salir, en el Abra de Monos la "H-9" se continuaba con un trecho inexplorado del camino que viene de Nazareno pasando por la comunidad aborigen de Poscaya. Ese camino que no pudimos relevar hace unos meses a causa de un derrumbe.

Pero no era esa la huella que nos interesaba, sino una que debía partir hacie el Este por el fílo.

Nos acercábamos al abra y no podíamos divisar lo que buscábamos.

Cuando arribamos a los 3.722metros de altura del Abra de Monos, vemos que se abre un gran valle hacia el sur, por el fondo del cual corre el Río Nazareno, que nace justamente allí.

A lo lejos y con tele, logramos fotografiar la comunidad que le da nombre al río. Hasta logramos distinguir el gigantesco hotel provincial, recientemente terminado de construir pero no inaugurado a raíz de los conflictos que generó con los pobladores.

Todo muy lindo, pero la "huella de herradura" "X-320" que nos debía llevar al Este, es justamente eso, una "huella de herradura", delgada que asciende abruptamente y por donde, lementablemente, es absolutamente imposible meter las chatas.

Gran desazón.

Pero no importa. No está muerto quién pelea, tenemos al menos cinco variantes más para intentar lograr el objetivo (la selva).

Eran la cinco y media de la tarde (a las siete obscurecería) y nos quedaba un largo y desconocido trecho si queríamos llegar a dormir a Santa Victoria Oeste.

Desandamos la última parte de la huella "H-9" hasta su bifurcación con la "H-13" (en las cercanías de la mina de plomo) y allí nos zambullimos en una infernal bajada. La H-13 es bastante precaria y, con las últimas horas de luz llegamos a la comunidad aborigen de Trigo Huayco.

Allí la senda se interna en el lecho seco de un río, para salir más adelante por la banda opuesta y en un tortuoso desarrollo rumbea para Acoyte, donde llegamos a las ocho de la noche.

Casi una hora más nos demoramos en llegar a SVO (nos cruzamos con varios arreos de animales en la estrecha carretera).

Nos recibió la ciudad engalanada con sus luces. Conseguimos cama, ducha y comida.
 


Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com


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Desde un balcón natural vemos, 700 metros más abajo, la comunidad de Campo La Paz.


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Un acercamiento, con tele, nos permite observar la capilla, la escuela y la enfermería.


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También tuvimos un perfecto panorama de la ladera del cerro que se desmoronó sepultando casas y a dos personas.


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Mirando en derredor, observamos que no es la primera vez que esto acontece.


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Una foto desmitificadora de los "elegantes" cóndores.
Cuando se hallan en tierra tienen el verdadero y desagradable aspecto de buitres carroñeros.


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No es buena la foto, pero es la única que conseguí de uno en vuelo.
Allí disimulan su aspecto y asumen su papel de monarca de los Andes.


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Una foto, desde mucho mayor altura, del Lago de Campo La Paz,
nos permite observar que tiene otro vertedero, en forma de agua surgente, que alimenta el río Hornillos,
aunque el cacique nos aseguró, que esa vertiente nada tiene que ver con el lago, ya que su nivel no varía
a pesar del permanente drenaje.
Los burros son apenas puntitos.


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Más pobladores y su obra...


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Y más, acá y en frente.


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Paltorco se encuentra por allí, en la cuenca del río Santa Victoria,
más precisamente en la del Arroyo Trigo Huayco, que es uno de sus tributarios.


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Es notable la cantidad de asentamientos humanos que vemos por doquier.


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Por aquí...


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Por allá...


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Y más allá.


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Y otro más allá.


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También hallamos antiguas explotaciones mineras...


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Las viejas bocaminas, de muy difícil acceso,
esconden sus "secretos en la montaña".


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Más asentamientos...


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Y mas montañas y más valles...
Allá en el fondo divisamos...


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Esto.
Es la comunidad aborigen de Paltorco.


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Camino al Abra de Monos, los asentamientos continúan.
Prolijos, laboriosos, sin políticos ni capitalistas que se inmiscuyan.
¿Estarán mejor así?
Al menos es lo que ellos elijen, sin presiones.


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La huella está trabajosamente bien costruída en cornisa y a pico y pala,
sin participación ni de ingenieros ni de técnicos, solo sabiduría ancestral.


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Sus medios de transporte.


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Llegados al Abra de Monos, fotografiamos, allá, en la lejanía, a unos 30Km por huella,
la meseta donde se encuentra el Hotel Provincial de Nazareno (a la izquierda).


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No pudimos meternos por la huella de herradura y en camino a SVO
continuamos viendo signos de presencia humana en cada metro cuadrado de ese inmenso lugar.


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Camposanto.


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Debemos hacer ahora una interminable y precaria bajada de más de 700 metros de
desnivel, para arribar a la comunidad aborigen de Trigo Huayco, allá en las juntas de los dos ríos secos.


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Mimetizada con el paisaje.
Noten el lomo exactamente igual que las rocas grises
y el vientre del color de las "bayas".


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Y ahora... ¿cómo sigue esto... ?


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Capilla de Trigo Huayco, en memoria de San Francisco Solano


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El lecho del río nos acercará a Acoyte.


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Santa Victoria Oeste nos recibirá engalanada con todas sus luces.


Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com


La tercer jornada de esta expedición nos llevó hasta SANTA VICTORIA OESTE.
Uno de los objetivos del viaje estaba cumplido.
Al día siguiente queríamos intentar avanzar por la huella "H-22" que nos llevaría
hacia el Sudesde, hacia la selva de yungas... hacia el inexpugnable (por esa vía) P.N. BARITÚ
PERO ANTES...
...

  Sigue acá...                        

           
EDUARDO CINICOLA
Septiembre de 2009            



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