Pero SIiiii , finalmente lo logramos, llegamos a la PAMPA DE LOS BAYOS, acariciamos su arena, que hace miles de años se viene acumulando allí, esperando la llegada de visitantes que la respeten, que la aprecien y que la protejan.
Una gran alegría nos inundó el alma y allí posamos para las fotos en "automático" fijando en las memorias digitales de las cámaras el testimonio acerca de que habíamos logrado lo que hacía años ansiábamos.
La Pampa está a 4.550 metros de altura, 450 metros más baja que el campamento y unos 800 metros más baja que el Mirador.
Luego del disfrute ya estábamos pensando en un nuevo desafío, desafío que venía planteado desde casa. Era el "Quinto Nivel" y consistía en salir de allí hacia el Oeste, hacia Chile.
Hacia el Oeste no hay grietas, hacia el oeste un filo parejo que une los volcanes "Tridente" con el "Cerros Colorados" cerraba el círculo de la corona, con una pendiente que en Google Earth parecía "remontable" ("pendiente del 23%" anoté yo en el mapa).
Ese filo no tenía más de 4650 metros de altura. Por eso nos pareció buena opción para salir de allí, debíamos vencer un desnivel de "solo" 100 metros.
El asunto era que… ahora que lo veíamos "in situ", la cosa no parecía tan fácil.
La pendiente comenzaba suave y se iba acentuando a medida que llegaba al filo. Para más, ya desde abajo se veía que el terreno cambiaba su consistencia y el último tramo parecía casi vertical.
- No perdamos tiempo, digo por la radio, esto es "insubible" !!
Sin embargo es difícil que los muchachos acepten una derrota sin haberlo por lo menos intentado.
Las opciones eran por el norte o por el sur del "Tridente". Estábamos frente a la "pared" sur y Jorge dice,
- Uds esperen acá que yo voy a intentarlo.
Yo pensaba para mis adentros, este no llega ni al primer tercio del recorrido, pero Jorge estrenaba chata con poderoso motor turbocomprimido y necesitaba conocer sus límites.
Apagamos los motores y nos quedamos abajo viendo como Jorge y su chata, con su hijo de copiloto, se integraban al paisaje.
Recién comenzaban a subir y la chata ya se veía muy chiquita, pero subía y subía.
Pero, esteee, ejemm, no puede ser… mirá como sube este loco.
La chata seguía subiendo, lentamente pero sin pausa.
Ya había pasado el primer tercio cuando Jorge nos avisa por radio que la pendiente había aumentado notablemente, pero que la chata seguía "tirando".
- Dale, dale que vas bien ¡!