Luego de las fotografías en el campo de Piedra Pómez y, cuando logramos reunirnos con Panastas, Pexa procedió a reaprovisionar el famélico tanque del Yipito con uno de los bidones que viajaban en la caja de "La costurerita".
Partimos ya en la semipenumbra en busca de la ¿asfaltada? RP43 que nos llevaría a Antofagasta de la Sierra.
La traza del "camino" se multiplicaba en decenas de huellas que cada quien de los que nos antecedieron eligió para tratar de hacer menos traumático su tránsito por aquellos desparejos arenales.
Una hora nos insumió llegar a la RP43 más 20 minutos que tuvimos que esperar a Pexa que venía retrasado. Ya eran cerca de las 20:30 y nos faltaba aproximadamente una hora más para llegar a Antofagasta de la Sierra donde debíamos conseguir alojamiento, comida y combustible imprescindible para continuar al día siguiente.
En ese momento tuvimos dos sorpresas...
Una, que el flamante asfalto de año anterior, que había sido hecho (y facturado) por segunda vez, ya no existía.
La ruta volvió a ser de ripio !!
Vergonzoso. Meses y meses estuvieron moviendo suelos y "asfaltando" esa ruta que duró solo dos meses la primera vez hasta pocearse de una forma intolerable y menos de un año ahora hasta "desaparecer".
La segunda sorpresa nos las dá Pexa.
Acaba de darse cuenta que extravió la tapa del tanque de nafta del Jeep.
Y ahora recuerda que luego de repostar, en el Campo de piedra Pómez, olvidó colocarla en su lugar. La dejó apoyada sobre el farolito trasero del "tomatito".
- Bueno Pexa, es de noche, tendríamos que volver una hora y media hasta donde estuvimos parados y otra hora y media de regreso. Eso demandaría no menos de tres horas, con lo que estaríamos llegando a AdlS pasada la medianoche, imposible para todo lo que tenemos que hacer. En Buenos Aires comprá una tapa nueva, no ha de costar mucho dinero.
- No, no, no y no. Yo me vuelvo a buscar MI tapita de tanque de nafta !!
Todos le decíamos lo mismo, pero no hubo manera de convencerlo.
Allá volvió Pexa, con Diego de copi, solos a satisfacer su capricho.
A decir verdad quedamos preocupados. Una encajada nocturna en la arena, podía regalarles un mal momento y un gran desencuentro, pero son muchachos grandes como para hacerse responsables de sus decisiones.
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Justo a las 21:30 arribamos a AdlS.
En la Hostería Municipal no había alojamiento.
En la estación de servicio no había combustible. Mejor dicho, había, pero no funcionaban los surtidores por problemas con el voltaje de la energía eléctrica.
Por suerte recordé que un muchacho de AdlS me había escrito para comentarme de su ascención al Volcán Peinado (la quinta ascensión, en tiempos modernos, registrada luego de la 1ra de Matias Rebitsch y Sergio Domicelj , la 2da de Marcelo Scanu, Constanza Cerruti y Néstor Pérez, la 3ra de Darío Bracalí (QEPD) y Paula Semerdjian y la 4ta de Hans Siebenhaar y Jaime Suarez.
David Busto (que así se llamaba el escalador) me comentó también que regenteaba un nuevo hotel construído en AdlS, en la cima del montículo donde se halla el peñón en la entrada al pueblo.
Allá fuimos cruzando los dedos en la esperanza que estuviese operativo y con plazas libres.
Tuvimos suerte, así que, solucionado el tema alojamiento, nos fuimos a cenar al Pucará, donde nos atendió nuestro amigo Adolfo Fabián (enfermero de AdlS, guía y, ahora también, mesero en el restaurante de su padre).
Era más allá de la medianoche cuando nos fuimos a descansar y, del dúo Pexa/Diego, no teníamos noticias.
El cansancio acumulado hizo que nos durmiéramos sin enterarnos si habían llegado o no. Habíamos dejado dicho en la Hostería Municipal que en caso de aparecer ellos preguntando por nosotros, les avisaran que estábamos alojados en el Complejo El Pucará.
Recien a la mañana siguiente, al salir de la habitación y ver al "tomatito" estacionado, recuperamos la tranquilidad.
Luego Pexa, durante el dasayuno nos explicó sus aventuras/desventuras en busca de la tapa del tanque de nafta.
Resultó que, regresados hasta el lugar del repostaje, la tapa no apareció. A pesar de haber buscado y rebuscado, iluminando la oscuridad de una noche sin luna con todos los faroles del Yipito.
No conformes con ese resultado negativo, volvieron casi a paso de hombre por kilómetros y kilómetros en ese mar de huellas paralelas que cortaban el gran arenal de la Pampa del Carachi.
Habiendo recorrido 22,4Km desde el punto del reabastecimiento, en un hecho absolutamente insólito, encontraron la dichosa tapa que tanto preocupaba a Pablo.
Llegaron a dormir a las 01:30 y sin cenar, pero con una anécdota "increíble" para contar a quien quiera escuchar !!