Abriendo nuevas huellas 4x4
Buscando una salida del Galán hacia el Sudeste
Desde el puesto Colifalla, hasta Laguna Blanca pasando por Aguas Calientes
Catamarca - Abril de 2.012 (Segunda Jornada)


FOTO: Diego TOGNETTI

MUSICA de FONDO                     [volumen]........


Abriendo nuevas huellas 4x4:
¿Salida del Galán/Valle del río Los Patos hacia el sudeste?

Después de un larguísimo día lleno de bajadas sin retorno y mallines hambrientos, de chatas enterradas en lugares donde se respiraba la sensación de ser de los primeros en hollarlos, creíamos estar saboreando el éxito de completar una ambiciosa XX, la salida sudeste del volcán Galán por Laguna Blanca.

Digo creíamos porque ya estábamos a 6,5 km en línea recta de la Escuela de Aguas Calientes y más importante, también hacía tiempo que habíamos empezado a pisar el track de Néstor Queralt, que lo había hecho en moto y según él era viable para las chatas.

Era viernes a la tardecita y aspirábamos a dormir en Aguas Calientes, aunque llegásemos muy tarde. Al pasar por un puesto que se encuentra en una brusca bajada al río Aguas Calientes nos encontramos con la cara de sorpresa de sus ocupantes al ver una jauría de chatas por ahí.

Con su limitado castellano, llegamos a entender que recordaban el paso de las motos años atrás, que nunca habían venido vehículos desde el río y que el río estaba muy estropeado por las lluvias del verano. A tan corta distancia del objetivo, solo entendimos que si las motos habían pasado, nosotros también. Y al diablo con el río !!.

Cuando arrancamos el descenso por el cañadón desde el puesto ya era de noche pero el irracional entusiasmo no nos frenó… Bueno, pero no más de 500 metros más adelante lo que nos frenaron fueron las enormes piedras y zanjones que de noche parecían impasables. No había lugar ni para dar vuelta, así que decidimos dormir en las chatas y seguir la mañana siguiente con luz diurna. Otra vez a 4200 msnm.

Una vez "acomodadas" las chatas, aunque eso de acomodar es una expresión de deseos, ya que quedaron en las más incómodas posiciones donde no pudimos avanzar más. Entonces, caminando, nos asomamos hasta el río distante unos 500 metros en plena oscuridad y la sensación fue que hasta allí con bastante dificultad, podríamos llegar con las chatas, pero no de noche. Las lluvias habían destruido este cañadón.

¿Seguir mañana?

¿Y si esta pequeña muestra era el principio del fin?

Desandar y remontar lo que habíamos bajado ya era un problema, ¿valdría la pena bajar con las chatas hasta el río sin saber parte del desenlace?

Ni pensar si había que volver mucho más atrás a buscar una salida por arriba del puesto sin un estudio previo. O tener que volver a Colifalla por las cuestas irremontables.

El track de Néstor nos podría haber metido en una ratonera y a todos nos invadió la cruel duda.

Mientras cenábamos "onboard" el VHF estallaba de comentarios e ideas. Nadie podía creer que tan cerca de la salida podíamos fracasar, pero…

Para tratar de acotar el problema, Denis y yo nos ofrecimos a ir, por la mañana bien temprano, a relevar a pie el faltante, de modo de achicar el riesgo y ahorrar tiempo y esfuerzo.
No era poco caminarse 10 ó 12 km a 4200 metros pero era mejor que meter las chatas de gusto en un lugar imposible y después tener que sacarlas a malacate.

Nos fuimos a dormir con esa misión en las espaldas, con mucha ansiedad. En mi caso escondí todo lo que tuviera indicación de la hora para no desvelarme esperando que se hicieran las 6:30, horario acordado para salir. Con Pablito nos bajamos una botella de vino para ahogar las penas y dormir placidamente.

Los SPOT mandaron el clásico "OK" pero estábamos mintiendo un poco…

Me desperté varias veces por la noche, pensando inevitablemente cómo saldríamos de allí si nuestro relevamiento resultaba negativo. Hacía mucho frío aunque metidos en las bolsas no lo sufrimos; el parabrisas en la parte superior del lado de adentro llegó a tener ½ cm de hielo…

Puntualmente Denis me tocó la ventanilla de la chata a las 6:30. Nos abrigamos bien, tomamos algo caliente, cargamos algo de beber, el GPS y el Handy y salimos con algo del resplandor del amanecer antes de las 7:00. Según el GPS amanecía a las 7:44.

Lo único pesado que cargábamos era la responsabilidad de la decisión de que el grupo siga adelante u obligarlos a regresar, sin chance que puedan corroborar el porqué.

Efectivamente la bajada al río sería dificultosa pero no imposible. Había un zanjón muy profundo que había que pasar muy finito y muchas piedras grandes. Hasta el río se llegaba.

El río estaba bastante encajonado en esta zona, pero con espacio suficiente para circular en alguna de las orillas, por supuesto en forma alternativa, es decir que había vadearlo una y otra vez. Con trabajo, de nuevo era posible avanzar.

La caminata era entretenida porque estaba orientada a ver por donde pasar las chatas. La experiencia y el entusiasmo resolvían teóricamente cada situación. No vimos un solo rastro de huellas de vehículos.

Ya de día, a 4.5 km de la escuela, siempre en línea recta, apareció un puesto de cierta importancia, bien construido. - Acá llegaron vehículos alguna vez- pensamos.

Fuimos a preguntar a sus moradores. Otra vez una atenta señora con dificultoso castellano a la que teníamos que consultar sobre algo que no podría entender:

Un camioneta 4x4 puede salir a Aguas calientes por alli, río abajo?

Nos pareció entender que alguna vez alguien vino por allí, pero de nuevo mencionó que las lluvias habían roto todo, igual que en el puesto de más arriba.

Le preguntamos que tramo le parecía más feo si de donde veníamos o hacia Aguas Calientes. Creímos entenderle que de donde veníamos era peor.

Allí el valle se hacía más ancho y prometedor por lo que tomamos la decisión que vendríamos por aquí. Activamos el VHF y dimos la instrucción de avanzar con cuidado hacia nosotros.

Para aprovechar lo que habíamos relavado, siendo ya de día, acordamos que Denis se vuelva a guiarlos y que yo seguiría hasta la escuela para ir adelantando el reconocimiento.

Seguí adelante, tratando de disfrutar la caminata mientras relevaba las dificultades.
Apareció una zona de mallines que con ingenio se podría esquivar bien. El río cambiaba de pendiente y corría con más velocidad, con algunas bonitas cascaditas.

A lo lejos veo una bruma. Al llegar allí, ya estaba a sólo 3.5 km de la escuela, compruebo el porqué del nombre del río: eran los ojos de agua hirviendo de las "termas", que contrastan con el hielo de los alrededores. Hasta encuentro una precaria pileta donde bañarse. Cerca de ella, aparecen unas viejísimas huellas de vehículos que alguna vez llegaron hasta aquí. Optimismo en aumento.

Sigo avanzando, ya ahora por la traza de una huella que aparece y desaparece entre la vegetación. En un recodo del río está derrumbada pero enfrente se podía seguir, previo vadeo de cierta complejidad para las chatas, por los escalones.

Luego de nuevo habría que vadear un par de veces por el mismo motivo siguiendo la precaria terraza. El valle se vuelve a angostar peligrosamente.

En un recodo del río, muy angosto, encuentro lo que no querría haber visto nunca. Un derrumbe de unos 40 metros de largo cubría la precaria huella que discurría por una pequeña cornisa que se descalzó. El río no daba posibilidad de pasarse a la orilla de enfrente donde había un pequeño acantilado.
Apenas puedo pasar a pie por sobre el roquerío suelto y creo que con esfuerzo quizas hubiera pasado una moto. ¿Y ahora?

Me quedo un buen rato maquinando alternativas pero todas son difíciles o imposibles.

Llego a la conclusión que lo único viable era recomponer la terraza, usando el problema como solución: el río derrumbó fácilmente la ladera porque era inestable y eso mismo haríamos nosotros, después de unas horas de trabajo. Al menos de eso me convencí.

Con más razón ahora debía continuar explorando. Uno como éste lo arreglábamos. ¿Y si había más?

Continué y unos 500 metros más adelante el valle se volvió a abrir un poco. Esperaba encontrar lo que pensé eran unos mallines dibujados en el GPS pero resultó ser un inmenso pedregal con el río abierto en muchos pequeños y profundos brazos, vadeables, no sin cierta dificultad.

Ya estaba a menos de 2 km pero aún no veía la escuela, oculta tras las curvas del valle.

Continué caminando siguiendo la olvidada huella, borrada en muchos casos por el río hasta que a 800 metros del objetivo alcancé a divisar el caserío: la salida era posible!!!!

Ahí cometí un error, en lugar de llegarme hasta allí y contar lo que pasaba (y tal vez consiguiese ayuda de mano de obra para rearmar el camino), los 4200 msnm y el cansancio me jugaron una mala pasada y me volví pensando en que sería más útil ayudando a acomodar piedras. Hubiéramos evitamos muchas preocupaciones si me llegaba hasta allí.

Al regreso fui marcando prolijamente en el GPS los obstáculos que requerían atención y cómo sortearlos. Venía llamando por el VHF para comunicar las novedades pero no fue hasta que llegué la zona de termas, que me escucharan. Todavía ni siquiera estaban en el segundo puesto y era cerca de las 10:00 de la mañana. Esto iría para largo…

Me senté a descansar mientras los esperaba, ya que llevaba unos10 km de caminata a esa altura, cargado de tensión.

Al cabo de un buen rato nos reunimos todos otra vez y continuamos en las chatas, salvando con bastante trabajo los obstáculos "normales" hasta que nos topamos con "EL OBSTACULO", cerca de las 11:00 de la mañana.

Con las noticias que, salvado eso, la libertad estaba a nuestro alcance nadie dudó que lo venceríamos. Nos pusimos todos manos a la obra trepando por la ladera, haciendo rodar hacia abajo toda piedra que fuera posible, cuanto más grande mejor. Al cabo de un rato la terraza fue tomando forma. Hasta ahora, casi ninguna herramienta, "más con menos" a full !!!

Tanta forma tomó que empujamos al Doc Alonso, que lideraba la caravana, a que intente pasar…. La verdad que avanzó pocos metros y la Hilux enseguida se quiso asociar a la gravedad e irse para abajo al río. Valientemente el Doc reconoció que no se animaba y en realidad no hizo más que expresar lo que todos pensábamos una vez que hicimos la prueba en escala natural: el ancho del terraplén era muy escaso y la inclinación de la ladera nos había engañado respecto a su horizontalidad. Además, las piedras del lado externo se descalzaban con el peso de la chata y caían hacia el río, lo que aumentaba peligrosamente su inclinación lateral.
Era un buen sendero para mulas o motos, nada más, y nos había costado un buen par de horas de duro trabajo…

Desazón total: seguir mejorando eso era un trabajo de chinos (incas o egipcios ). De algún modo me sentí culpable de haberlos embarcado en esa tarea, pero ¿qué otras opciones había?

Nos desperdigamos todos buscando opciones: por la ladera de enfrente, por el río, subiendo a los filos, pero en todos los casos terminábamos con la misma conclusión: no se podía.

Empezamos a preocuparnos porque ya llevábamos más de doce horas de atraso sobre los planes originales y a casi todos nos pesaba la responsabilidad de volver en la fecha a casa y a los laburos.

Panastas encendió de nuevo la mecha con lógica pura:

Mientras no haya Plan B, sólo tenemos Plan A, así que a trabajar, hay que salir de acá - agarró la pala y nos arengó a todos a retomar la obra civil de reconstrucción.

Pareció que a todos nos hubieran dado una inyección de optimismo y la tarea se puso frenética: unos acomodaban piedras como en un Tetris, otros le robaban centímetros a la montaña hasta con un palita de juguete, las eslingas y los malacates empezaron a mover piedras enormes, otros acercaban agua para apagar la sed, la poca vegetación que molestaba era arrancada hasta con los dientes.

Al atardecer el paso parecía otro, hasta le medimos la trocha y la horizontalidad.

Decidimos, Pexa mediante, que el Tomatito, más chico y liviano sería el primero.

Y Pexa no arrugó y se mandó. Avanzó mucho más que el Doc y cuando casi había pasado lo peor, una piedra se afloja y la cola del Jeep que quiere deslizarse hacia el río. Momento de tensión total hasta que vemos que se detiene. Pexa estaba blanco, como las tapitas de los alfajores de maicena…

¿Y ahora?
Primero lo aguantamos con el malacate de la chata de Panastas que la acercó hasta donde pudo.
Luego surgió la idea genial de volver a poner el yipito sobre la terraza, bien pegado a la montaña, empujando de costado con un Hilift. En dos o tres pasos quedó encarrilado, listo para seguir.

Faltaba pasar el segundo tramo. Este lo habíamos reconstruído casi de la nada, acumulando sobre un recodo del lecho, grandes rocas que habíamos deslizado ladera abajo. Era "seguro" pero muy desparejo por haberlo armado con piedras de generosas dimensiones.
Con dificultad y decisión el yipito de la mano de Pexa, pasó a los saltos, rebotando como una pelotita de ping pong, pero sin llegar a caer al río.
Festejamos como si hubiéramos ganado el Mundial...
Aunque todavía faltaba mucho, en realidad estábamos perdiendo 3 a 1 y se venía literalmente la noche. No llegábamos ni a la Promoción: descendo directo.

Era el turno de Panastas, generalmente el piloto más prolijo del grupo. Siguió los pasos de Pexa, pero inexplicablemente alejó la chata de la montaña en una mala maniobra y la puso en situación mucho más comprometida que la de Pexa, casi en el mismo lugar. Claro que ahora era una chata más grande y las piedras se habían desacomodado un poco más y las que estaban firmes, se aflojaron. Un kilombo.

El truco del Hi-lift no funcionó, ya que la chata más pesada impedía moverla en forma transversal como al yipito. Mientras veíamos que hacer, comenzamos a reforzar el pircado desde el fondo del rio, piedra por piedra para compensar lo que se derrumbaba.

Pero apareció una idea genial: Teníamos un gato inflable, entonces probamos a levantarla con el globo y luego con el hi-lift la hicimos "rodar" sobre el mismo para acomodarla contra la montaña.

Repetimos la operación en varias oportunidades y así logramos reacomodarla.

Así, recobrando su habitual prolijidad, Panastas se puso también a salvo ya casi de noche.
El marcador estaba 2 a 2, pero no alcanzaba para clasificar, a lo sumo ya estábamos en Promoción. Tenía que ser 4 a 0 para zafar de todo.

Venía ahora "Pie de Plomo" Denis con su monstruosa TLC.
Antes volvimos a acondicionar la traza que había desmejorado Panastas en su pasada desmoronando algunas piedras.

Y encaró Denis sin problemas hasta llegar al lugar donde se había "desbarrancado" Panastas.
Ahí el "Pie de Plomo" lo traicionó y con una de sus habituales muestras de poderío, la colocó en situación muy, pero muy comprometida. Parecía que irremediablemente la cola, pero fundamentalmente la trompa, del monstruo iban a ir a para al río.
Ya era de noche y no había espacio para intentar nada que no fuera asegurarla en esa posición puesto que ya se sumaba el riesgo de que alguien saliera lastimado.

La aseguramos como pudimos con piedras bajo los diferenciales y con el hilift inclinado y apoyado sobre una gran piedra se la calzó lateralmente.
Obviamente sus ocupantes no iban a poder dormir en la chata y por las dudas bajamos todo lo que pudimos para alivianarla y para que eventualmente sea sólo la chata la que se cayese al río en la noche…

Ver a Denis, acariciando el capot y diciendo: "¡Que lástima tan linda chata y va a ir a para al río!….daba pena.

La verdad no parecía fácil sacar la chata de ahí y teníamos la incógnita de lo que podía pasar por la noche.

Y hablando de "noche", creo que esa noche varios tuvieron pesadillas.

Los problemas se habían multiplicado pese a haber pasado algunas chatas. Llevábamos un día completo de atraso y ya era un hecho que nadie llegaba el domingo a Buenos Aires. Tampoco podíamos estimar cuando.

Los SPOTs habían estado transmitiendo la posición durante todo el día en el mismo lugar lo que seguramente ya preocupaba a nuestras familias y amigos. Era hora de enviar el mensaje predeterminado para estos casos: "Estamos en problemas, pero bajo control. Sólo demorados". Eso hicimos y ahí empezó otra historia paralela.

Continúa luego de las fotos...

           
SERGIO ZEREGA (El Pampa)
Abril de 2.012            

Quienes fuimos en este viaje


 



Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com


FOTO: Pablo ANASTASIO
La señora del puesto nos informa que el "camino" desapareció, se lo llevó el río.
A pesar que la lógica indicaba que era hora de acampar, los muchachos insisten en seguir avanzando.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Más adelante la luz del flash ilumina la huella de mulas por la que debíamos circular..


FOTO: Eduardo CINICOLA
Realmente la cosa en la oscuridad se ponía difícil por lo irregular del terreno
y había grandes posibilidades de caer en una grieta o abollar una puerta contra las rocas laterales.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Sin embargo la excitación o el apuro de algunos, hacía que sigueramos insistiendo.
Vadeando el barroso arroyo en varias oportunidades y con interesantes inclinaciones laterales.


FOTO: Diego TOGNETTI
Finalmente llegó el esperable "no va más",
la comida a bordo...


FOTO: Pablo ANASTASIO
Y el amanecer "escarchados"...


FOTO: Jorge ALONSO
Las primeras horas de la mañana nos mostraron los peligros que acechaban poco más adelante.


FOTO: Jorge ALONSO
Uma enorme griela longitudinal con inestables y peligrosos bordes...


FOTO: Jorge ALONSO
Presta para engullirnos como un sapo a una mosca...


FOTO: Jorge ALONSO
La luz diurna nos facilitaba maniobras mas "finitas"...


FOTO: Jorge HACKANSON
Más adelante ¿mejoraba?... Un poco...


FOTO: Jorge HACKANSON
No era un billar, pero por lo menos se podía circular con menos riesgos vitales.


FOTO: Jorge ALONSO
Ya sobre el río Aguas Calientes, la luz del sol comienza a colorear el paisaje


FOTO: Jorge ALONSO
Y, hasta por pequeños tramos, nos permite descansar de la conducción y poder apreciarlo.


FOTO: Jorge ALONSO
Pexa se niega a usar su malacate y consigue que sus compañeros entreguen todo de si para ayudarlo.


FOTO: Jorge ALONSO
Así fue que "remando" y "remando", llegamos al puesto del que nos había hablado El Pampa por el handy.


FOTO: Jorge HACKANSON
Sus habitantes seguramente se extrañarían de ver aparecer camionetas desde aguas arriba, donde no hay nada...


FOTO: Jorge HACKANSON
Los obstáculos no se hacían rogar. Nos esperaban por todos lados.
Sin embargo el yipito estandar y con gomas citadinas no retrocedía.


FOTO: Jorge HACKANSON
Perdimos la cuenta de cuantas veces tuvimos que vadear ese río/arroyo


FOTO: Diego TOGNETTI


FOTO: Jorge HACKANSON
Abandonábamos una margen para tomar la otra, buscando siempre "la menos peor"...
Acá el Jeep debe encontrar la manera de llegar hasta donde está el fotógrafo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Así llegamos a las termas que le dan el nombre al río.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Extrañas algas crecen en ese habitat de agua caliente.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Sus formas y texturas semejan pinturas abstractas...


FOTO: Eduardo CINICOLA
El agua que entre ellas corre es "supertransparente".


FOTO: Jorge HACKANSON
Allí nos quedamos un buen rato disfutando y descansando del duro trajinar.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El vapor que brota de las aguas. nos habla de su temperatura.


FOTO: Jorge ALONSO
Pero allí no terminaban los obstáculos, deberíamos seguir "remando" en las piedras y el agua.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Más y más cruces. En este caso para meternos en medio de la vegetación de la orilla opuesta.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Se dificultaba elegir la margen, ya que la que mejoraba un poco como para permitir el paso,
a los pocos metros desaparecía.


FOTO: Jorge ALONSO
Cada "encerrona" era un nuevo desafío... ¿por donde pasar sin quedar colgado?


FOTO: Jorge ALONSO
Permanentemente debámos recurrir a eslingas y malacates.
El que lograba cruzar primero ayudaba al resto y todos trabajábamos como un equipo bien aceitado.


FOTO: Eduardo CINICOLA
La huella que habíamos descubierto cerca de las termas...
a los pocos metros desaparecía.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Para reaparecer escuálida por pequeños tramos.


FOTO: Pablo ANASTASIO
Aquellos paredones donde el río se encajona no nos presagian nada bueno...


FOTO: Jorge ALONSO
Efectivamente, allí, en esa angostura era donde el cerro se había desmoronado sobre el río.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El Pampa nos convenció que en dos horas de duro trabajo haríamos una autopista ribereña.
Manos a la obra...


FOTO: Jorge HACKANSON
Deberíamos rellenar, alisar y nivelar como para que pudieran pasar las chatas.
Comenzamos tirando desde la ladera las piedras más grandes.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Inicialmente a puro pulmón, moviendo piedras y procurando que no te cayeran sobre los pies.


FOTO: Jorge HACKANSON
En otro tramo debíamos, primero despejar, para luego, alisar y nivelar.


FOTO: Sergio ZEREGA
No se cuanas toneladas de piedras habíamos movido a esa altura.


FOTO: Diego TOGNETTI
En aquella parte ya andábamos por el revoque fino...


FOTO: Jorge ALONSO
Pasadas casi dos horas ya iba tomando forma, pero faltaba mucho todavía.


FOTO: Diego TOGNETTI
Había llegado la hora de la fuerza bruta, para quitar de la traza las rocas más grandes.


FOTO: Jorge HACKANSON
El Doc peló el plasma y comenzó su tarea de caterpilar a cable...


FOTO: Diego TOGNETTI
Había lugares donde realmente la traza había quedado muy angosta
y las grandes rocas estaban incrustadas y atrapadas por otras más grandes.


FOTO: Diego TOGNETTI
Hubo que trabajar, y mucho, para aflojar esas rocas y calzar la eslinga de forma que no patinase.


FOTO: Diego TOGNETTI
Otras las seguíamos moviendo a pulmón. Era muy lento el proceso de desenrrollar y enrrollar el cable del malacate y reservábamos el método
solo para aquellas rocas que no podíamos mover con fuerza humana


FOTO: Pablo PEZZANO
La tarea manual intensiva cobró su precio.
Por suerte teníamos cirujano a domicilio...


FOTO: Pablo ANASTASIO
Estos bonitos cactus también eran peligrosos, sus espinas perforaban los guantes de cuero
como agujas hipodérmicas, y no les cuento lo que era sacarse el guante con todas las espinas que lo atravesaban...

 

BUENO, LLEGÓ LA HORA
METÉ LA TROMPA VOS QUE ESTÁS PRIMERO JORGE.


FOTO: Jorge HACKANSON
Depende desde dónde se lo miraba parecía una avenida o una senda para mulas,
Por supuesto, visto desde el punto de vista de los obreros era una autopista, sentado detrás del volante, Mmmmm.


FOTO: Eduardo CINICOLA
A los pocos metros el peso de la Hilux derrumbó nuestra obra maestra ingenieril y con ello nuestro orgullo.
Otra cosa que salió magullada fue la valentía del chofer.
Evidentemente no es una sensación envidiable aquella de percibir que la chata, al menor movimiento, se desliza hacia el río,
que si bien corría allá a no más de un metro y medio, era suficiente como para quedar con las patitas para arriba.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pexa con el yipito vino prestamente en su ayuda y lo sacó a malacate para atrás.
La mínima fuerza que realizaban las ruedas motrices de la Toyota precipitaban un desenlace trágico (al menos para los fierros).


FOTO: Diego TOGNETTI
Lentamente Pexa sacó a Jorge del atolladero.


FOTO: Diego TOGNETTI
Retrocedía ¿con una "patita" en el aire?.


FOTO: Diego TOGNETTI
Bueno, sigamos sacando rocas para ensanchar la autopista.


FOTO: Diego TOGNETTI
Muchas horas más de trabajo, y con más empeño dedicamos a la tarea.


FOTO: Diego TOGNETTI
Hubo rocas tan grandes que tuvimos que mover, que fue menester usar dos malacates
a pesar de la incómoda posición en que se podían ubicar las camionetas.

 :

Eran más de las cinco de la tarde, hacía unas siete horas que andábamos de obreros viales y consideramos nuevamente que la obra estaba para ser inaugurada.
Esta vez le pedimos a Pexa, que tenía el vehículo mas chico y más liviano que hiciera punta.
Pablo no arrugó e inmediatamente metió la trompa del tomatito en aquel castillo de naipes hecho con piedras.


FOTO: Diego TOGNETTI
Todos nos esforzábamos por guiarlo y la cosa venía muy bien.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Hasta que el escaso ancho del piedraplén que construyéramos hizo que una ruedita trasera quedara al borde del colapso..


FOTO: Eduardo CINICOLA
La situación era realmente muy crítica.
Al menor movimiento el tomatito quedaba hecho puré (de tomate por supuesto).


FOTO: Eduardo CINICOLA
No respires Pexa, que trataremos de sacarte con el malacate de Panastas.
Pablo Anastasio se jugó y metió "la costurerita" hasta muy cerca del Jeep para tratar de "aguantarlo" con el malacate,
pero de ninguna manera podía tirar porque el castillo de naipes se desmoronaría.


FOTO: Diego TOGNETTI
El Jeep estaba realmente en una posición de "mirame y no me toques".
Yo creo que se nos fue un poco la mano con el peralte negativo de la autopista.


FOTO: Pablo ANASTASIO
La rueda delantera tampoco estaba muy religiosamente apoyada...


FOTO: Diego TOGNETTI
Una vez que lo sostuvimos con el cable, comenzó la tarea de regresarlo al "camino" a fuerza de hi-lift,
operación harto complicada (diría un chileno), ya que por la ubicación y posición del hi-lift no había espacio para accionar la larga palanca.
y, para variar, se trababa al intentar bajarlo para repetir la operación agregando suplementos.

¿Pueden creer ustedes que en semejante expedición, nadie, excepto el doc Alonso había llevado hi-lift?
Cada vez me convenzo más que estos tipos son una manga de improvisados con suerte

Observen la rueda de auxilio "radial" de Pexa. Radial porque los 20 tajos que tenía estaban en forma de rayos de bicicleta...


FOTO: Diego TOGNETTI
Calculando cuanto más lo teníamos que traer hacia adentro.
A Pexa se le acalambró la gamba parado furiosamente sobre el freno


FOTO: Diego TOGNETTI
Luego de más de 40 minutos de maniobra, el yipito estaba en posición de continuar avanzando.


FOTO: Diego TOGNETTI
Dale Pexa, que ahora viene la parte "lisita"

 :

Finalmente pasó, y lo festejamos animadamente.
Ahora era el turno de Pablo Anastasio, que al ir a ayudar a Pexa ya había avanzado la mitad del camino.

Solo le faltaba el sector más fácil


FOTO: Eduardo CINICOLA
Misma situación, mismo zafarrancho.
Una rueda trasera apoyada peligrosamente en ese tembladeral de piedras que conformaban el borde de la huella.
La trompa "clavada" contra la pared.
Imposible moverla por sus medios.


FOTO: Jorge ALONSO
Mismo intento de solución...
Pero ¿que pasaba?, la pesada toyota cargada no se deslizaba hacia adentro.


FOTO: Diego TOGNETTI
Allí El Pampa recuerda que el había llevado un gato neumático o "globo".
La levantaríamos con el y la haríamos rodar sobre el globo a fuerza de hi-lift.


FOTO: Jorge ALONSO
En varias operaciones y gracias a una providencial roca "clavada" en la tierra que nos servía de apoyo y con varios suplementos, volvimos a traer a "la costurerita" por la buena senda.


FOTO: Diego TOGNETTI
Cuando le llegó el turno al "ballenato" de Denis, ya había caido la noche.
Igualmente se encargó de dejarla "colgada del barranco"...

¡ Sonamos ! Esa noche tuvimos que dormir en carpita.
Yo ni borracho me quedaba dentro de la TLC sostenida solo por el hi-lift en equilibrio inestable...

El final del relato que hizo El Pampa de esta travesía y el resto de las fotos lo pueden ver acá

           
EDUARDO CINICOLA
Abril de 2.012            



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