Los aviones del Ingamayo
Salta - Noviembre de 2.012

FOTO: Sergio ZEREGA

MUSICA de FONDO                     [volumen]........


Los aviones del Ingamayo.

Hace muchos años, leyendo la completa guía de aviones estrellados por Sudamérica, recopilada por Federico Kirbus, me anoticié de la existencia de un avión que había caído en la década del 50 en las cercanías de La Poma (Salta), próximo a la RN40 previo a que esta pase por el Abra del Acay con rumbo norte.

Allí quedó ese recuerdo entre los tantos posibles destinos a explorar de otros tantos siniestros aeronáuticos en la Cordillera, que es donde más nos gusta andar y donde menos se ha explorado en búsqueda de los restos de aquellos accidentes.

Así fue que alguna vez fuimos a por los restos del Constelation del Cerro Estrella, o del Curtis de los contrabandistas paraguayos cerca del Cerro el Potro, en La Rioja.

Tempranamente vislumbramos el otro Curtis de transporte que cayó en la década del 60 en la Laguna Brava y no hace tanto el cazabombardero A4-B del Salar del Tolillar.

Todas expediciones incentivadas por los escritos o las sugerencias personales del Maestro Federico.

Allá por principios del 2012 recibo una consulta de Marcelo Riquelme sobre el avión de La Poma, más exactamente aquel que se estrelló en el Cerro Ingamayo. Confieso que hasta ese momento solo tenía, como dato suelto, lo leído en la guía de Kirbus y a el recurrí por más información, mientras escudriñaba las fotografías satelitales de Google Earth.

Según los datos que me aportara Federico, se trataba de una máquina bimotor De Havilland DH-104 con impulsores a pistón, lineales, matrícula argentina LV-GIT y capacidad para 8 pasajeros y dos tripulantes, que se estrelló en 1959. Alquilado quince días antes por la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales.

Me adjuntó una vieja fotografía en blanco y negro, tomada en el momento del hallazgo de sus restos que mostraba un fuselaje bastante “entero”.

Para mi sorpresa, en Google Earth (Panoramio) había publicada una fotografía de Dante Crivelli, quien aparentemente llegó allí en cuadriciclo, en la que se veían los restos ya muy deteriorados esparcidos en un amplio radio y, como piezas principales los dos cigüeñales de sendos motores a pistón, lineales.

Marcelo me comentó que irían en una expedición de cuadriciclos y que los acompañaría un pariente de uno de los pilotos. Le dí la información que había recopilado más alguna idea de los tracks que se me ocurrían para llegar al sitio y les deseé la mejor de las suertes.

Unos meses después nos hallábamos haciendo un enlace entre una frustrada travesía por el río Luracatao y otra próxima en las laderas del Cerro Chañi, para lo cual debíamos pasar por el Abra del Acay.

La fortuna hizo que debiéramos dormir en la Poma por lo que, al día siguiente, les sugerí a mis compañeros de aventura que dedicáramos unas horas, antes de continuar camino, a investigar una posible escalada por el este al Cerro Ingamayo (aquel donde se hallaba el avión siniestrado).

Sabía que no iba a ser fácil, pero quería tantear exactamente cuán difícil sería y cuanto nos costaría subir por allí el día que emprendiéramos ese cometido.

Confieso que comenzó relativamente fácil, pero, a un cuarto del recorrido ya la cosa se había puesto lo suficientemente complicada como para que decidiéramos dar por concluida esa investigación ya que en caso contrario poníamos en riesgo, por falta de tiempo, lo que teníamos programado.

A mi regreso a Buenos Aires, y picado por la curiosidad, le escribí a Marcelo Riquelme para averiguar cómo les había ido a ellos en Marzo (ellos subirían por la cara Oeste que es mucho menos traumática y la vía natural, a pesar que los restos se hallan unos metros debajo de la cima, en la cara este del cerro).

Marcelo me cuenta del resultado negativo de su expedición ya que si bien ascendieron bastante por la cara occidental del Ingamayo, llegaron a un sitio donde una “pared” les impidió seguir ascendiendo.

Yo miro las fotografías satelitales en 3D provistas por Google Earth y no encuentro “la pared” que menciona Marcelo. Así se lo hago saber en una comunicación telefónica, y el me aclara que la “pared” es un acarreo de piedra suelta de pendiente superior a 45 grados, donde los cuadriciclos amenazaban dar vuelta de campana ante la tremenda exigencia.

El cansancio y natural mal humor provocado por la falta de oxígeno y las frustraciones hizo que allí mismo abortaran la empresa, con ganas de volver en Noviembre.

Justamente Noviembre era la fecha en que saldríamos nuevamente nosotros de expedición exploratoria por el ingreso Sudeste del Vn Galán. También buscaríamos un cráter (aparentemente de impacto) en el Salar del Hombre Muerto, unos “cañoncitos” (similares al Cañon del Colorado de EEUU pero en miniatura), luego haríamos el cruce sur norte de las Salinas Grandes de Jujuy y trataríamos de bajar a la Quebrada de Humahuaca por la traza del gasoducto Atacama.

Era esa una buena oportunidad para incluir una exploración por el Ingamayo en búsqueda del LV-GIT, pero no queríamos “soplarle la dama” a Marcelo y sus compañeros, así que prometimos no publicar nada hasta que no lo hicieran ellos.

Cuando comienzo a dedicarle más atención al tema del De Havilland LV-GIT del Ingamayo y conversando con Riquelme, caigo en la cuenta que el LV-GIT no está “solo” en ese cerro… Un misterioso avión de transporte de la Fuerza Aérea de los EEUU lo acompaña en las cercanías. Aparentemente cayó en la misma década del `50, pero “extrañamente” no figura en ninguna lista de accidentes aéreos de las muy completas que ahora se encuentran en Internet.

Se trataría de un (Douglas DC-3 militar, denominados C-47) impulsado por dos motores a pistón en estrella. Lo confirma otra foto publicada en Panoramio por el mismo Dante Crivelli, en la cual se ve, entre los restos, uno de los motores con sus cilindros dispuestos en forma radial.

Bueno, el desafío sería ahora doble. No solo buscaríamos los restos del LV-GIT, sino también del C47-USAF !!

Abajo les mostramos algunas fotos de esta expedición exploratoria y les contamos de las peripecias sufridas y gozadas...

Quienes fuimos en este viaje

           
EDUARDO CINICOLA
Noviembre de 2.012            



Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com


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Esta larga travesía exploratoria comenzó, según los planes, investigando el acceso sudeste del Galán y continuó con Los Cañoncitos y el cráter/dolina del Salar del Hombre Muerto.
Luego le tocaba el turno al Ingamayo, y allí estábamos.

Habíamos arribado en tres camionetas Denis con Aldo, Pampa con Binlada y Diego conmigo al pie del cerro donde armamos nuestro cuarto campamento de montaña a 4250m de altura, para pasar la noche y realizar la acometida al otro día por la mañana.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Armamos campamento a 4.250 metros de altura, cerca del único puesto que había en kilómetros a la redonda.


FOTO: Diego TOGNETTI
Los primeros rayos del sol nos hicieron levantar, ansiosos por la aventura que emprenderíamos.


FOTO: Diego TOGNETTI
La niña y el niño que cuidaban el puesto ya habían largado sus animales a pastorear.

FOTO: Diego TOGNETTI
Vayamos hacia arriba !!.


 

Al regresar de los viajes, normalmente hacemos los relatos de nuestras experiencias.
En general es solo uno quién se encarga de los escritos, pero habiendo sido que en esta expedición, de manera natural a varios nos surgió la inquietud de hacerlo y, viendo luego cuan diferente pueden impactar los mismos hechos en distintas personas. Qué distintos resortes disparan los acontecimientos en las mentes humanas, decidimos publicar lo más significativo de las experiencias de Sergio Zerega (el Pampa) y Matías Fernandez Long (Binlada).

Le cedo entonces primero la pluma a Sergio Zerega (El Pampa) para que nos cuente como vivió aquella experiencia...

 


Los aviones del Ingamayo.

Pese a que habíamos pasado la tercera noche de campamento consecutiva por encima de los 4200 msnm, el entusiasmo y la adaptación le ganaron fácilmente al cansancio y las incomodidades. Todos nos levantamos temprano y muy bien de salud y de ánimo. Mientras desayunamos mirando al imponente Ingamayo delineamos la estrategia a seguir para vencerlo y sacarle los secretos de sus aviones estrellados

Teníamos dibujado en el GPS un track por el sur por sobre una abandonada huella minera que nos dejaría bastante cerca de la posición del avión de YPF pero acababa frente paredón que, por lo menos con las chatas, era imposible remontar.

Si bien era una clara huella minera su estado de abandono era importante, asunto este que habíamos descubierto la tarde anterior.
La opción norte no usaba huellas existentes sino que eran dos “XX” (trazas tentativas), Una de ellas, la XX-56, discurría por los lomos y los filos buscando pendientes accesibles pero, en caso de no poder alcanzar la cima nos dejaba bastante lejos del avión. Sin embargo, si lográbamos recorrerla en su totalidad, le poníamos las chatas encima a los restos del avión.

Las pendientes en teoría eran posibles, pero siempre dependiendo del piso que fuéramos a encontrar.

Pese a que a simple vista su traza impresionaba, nos jugamos por esta última opción.

Desde donde acampamos le pusimos proa al este y hacia arriba. En menos de 8 km teníamos que subir 1300 metros, desde 4250 a 5550, sin camino.

Primero fue un poco de terreno arenoso y coirones antes de llegar al pie del cerro, donde empezaba el verdadero desafío.

La subida al lomo que habíamos elegido para montarnos fue una ardua tarea ya que era muy larga y con mucha pendiente; sin embargo el buen piso ayudó y logramos llegar al primer peldaño. Allí empezamos a tener otra perspectiva de lo que pensábamos hacer, ya que lejos de aplanarse, la montaña parecía empinarse cada vez más como si se estuviera resistiendo a la invasión.
Pero allá fuimos.

Ya por el filo la pendiente era cada vez mayor y los pobres motores venían dando de todo de sí para vencerla. El piso empezó a empeorar y se puso “lajoso”, (uno de los peores pisos para encontrar en una trepada ya que para lograr sustentación y no hundirse escarbando en las lajas, hay que desinflar mucho, lo que expone peligrosamente los flancos de los neumáticos a las filosas lajas. N. de E. ).

Finalmente tuvimos que desinflar las cubiertas. En mi caso las terminé bajando a 8 libras con el riesgo de romperlas, pero era la única opción si quería seguir. Algo parecido, aunque no tanto, hicieron Diego y Denis en las TLC.

Diego le encontró primero la vuelta para atravesar ese bendito manchón de lajas y se fue para arriba ante nuestra atónita mirada mientras terminábamos de desinflar. Por la radio nos anima anunciando que el piso mejoraba más adelante, así que le dimos nosotros también para adelante y pasamos la parte jodida.

Ya estábamos por encima de los 5000…

Ahora el piso era bueno pero se seguía empinando a medida que la cima parece al alcance de la mano. Exprimiendo los motores a fondo (al menos los modestos 95 Hp de la Vitara) lentamente seguimos subiendo. El GPS no para de marcar mis nuevos records de altura (en Vitara): 5100, 5200, 5300, 5350….
Así llegamos a una pequeña explanada, antesala de la pendiente final que luce imposible, tanto por la inclinación tanto por el suelo. Igual, enceguecidos, intentamos lo imposible y nos lanzamos a ella.

Logramos subir un poco más pero alrededor de la curva de nivel de 5400 se acabó nuestro ascenso. La combinación de pendiente y piso de lajas apenas si permitía subir a pie.

Mi record, mejor dicho el de Pampa 02 quedó en 5.395msnm. Nada mal para los 1.600 cm3 de mi motorcito.

Mirar hacia atrás lo que habíamos subido era impresionante y parecía imposible, incluso daba ciertas dudas por la futura bajada.

La cuestión que teníamos la cima del Ingamayo ahí nomás a 120 metros de desnivel y estábamos a unos 2,8 km en línea recta del avión de YPF.

Increíblemente había señal de celular así que mandamos mensajes y fotos online del logro a los amigos y la familia que por supuesto no creían donde estábamos. Sin embargo la transmisión del SPOT no nos permitía mentir.

Denis, Matías, Aldo y yo nos jugamos a hacer cumbre, ya que era temprano y el clima estaba estupendo. Llevamos la radio, GPS, abrigo y un poco de agua ya que el recorrido no era muy largo y casi todo a la vista de las chatas, aunque claro está, por encima de los 5400 msnm

Lentamente, con esfuerzo pero sin dificultades los cuatro conseguimos hacer cumbre a 5.532 msnm. Primero Denis, que enseguida bajó y luego los tres restantes nos pudimos parar encima de la pirca que marca la cumbre del cerro y sacarnos fotos que permanecerán para siempre en nuestro recuerdo, ya que ninguno de nosotros éramos andinistas y esto sonaba como hazaña.

Hasta acá todo bien, pero el diablo metió la cola y nos traicionó la ambición. Tan fácil habíamos llegado allí que no se por qué motivo irracional se nos ocurrió salir buscar el avión, que estaba a sólo 2300 metros en línea recta y 300 metros más abajo que nosotros.
Desde allí no se veía pero lo teníamos en el GPS.

Hablamos con Eduardo por VHF y le informamos que iríamos hasta el avión con el compromiso que caminaríamos una hora hacia el objetivo. Si llegábamos bien y si no, cualquiera sea la distancia que faltase nos volvíamos. En eso quedamos y salimos.

Como se imaginarán, caminar a esa altura no es sencillo aunque los tres nos sentíamos excelente. A poco de andar nos dimos cuenta que en una hora no llegaríamos pero al menos podríamos rescatar unas fotos a distancia. Si bien era en bajada, el piso de lajas sueltas hacía difícil caminar más la necesidad descansar cada tanto hacía muy lento el avance.

Nos dimos cuenta que probablemente íbamos a necesitar más agua que la que teníamos pero unos ténues indicios de lo que serían los restos del avión nos hicieron seguir.

A 705 metros del objetivo se cumplió la hora pactada y con todo el dolor del alma cumplimos la promesa de volvernos, al menos con una foto más o menos buena de los restos.

La verdad que fue difícil no seguir teniendo el objetivo tan a mano, pero era lo correcto, por respeto a nuestros compañeros y por nuestra seguridad.
Hasta acá habíamos hecho todo lo correcto aunque debo reconocer que no había sido la mejor idea salir a esta aventura sin haberlo planeado del todo: no llevábamos el SPOT, no llevábamos suficiente agua, no teníamos un segundo Handy, no llevamos comida ni abrigo extremo: A favor teníamos: señal de celular y el clima estaba muy bueno.

Al darnos vuelta y ver a lo lejos y 250 metros más arriba la cima del Ingamayo, nos dimos cuenta que la hora que habíamos tardado a la ida iba a ser mucho más larga: sería en subida, cansados y con poca agua.

Allí cometí un error: Razoné que estando a 5300 msnm, apenas por debajo de las chatas no tenía sentido subir hasta los 5530 y bajar. Simplemente había que desplazarse por la curva de nivel rodeando el cerro y listo….

La idea era buena y se reforzó porque la imagen que tenía del cerro mientras subíamos con las chatas era que las pendientes eran “caminables” y porque en el GPS las curvas de niveles se mantenían siempre bien separadas. Además la zona por donde comenzaríamos a rodear el cerro, a la postre el escote por donde el piloto seguramente quiso embocar el avión para evitar estrellarse, resultó que era muy sencilla de recorrer y hasta pareció que encontramos sendas de animales (¿?)

Tanto Matías como Aldo pusieron algunos reparos pero al final los convencí. Nos comunicamos con las chatas y les informamos de nuestro propósito.

Empezamos la caminata sin mayores dificultades salvo que empezó a aparecer el cansancio y el agua se empezó a acabar. Más adelante la ladera se inclinó un poco más pero se podía andar y tuvimos que sortear algunas quebradas con dificultad.

Cada quebrada parecía la última pero las chatas nunca aparecían y la distancia se acortaba pero no tan velozmente como queríamos. Cada Tanto nos comunicábamos con las chatas para informar la posición.
Las dificultades generaron dudas sobre cuestiones no consideradas y empezamos a preocuparnos:
¿y si uno de nosotros se tuerce un tobillo o se cae?
¿y si la próxima quebrada es infranqueable?
¿y si se nos acaban las baterías?
¿Y si el GPS deja de andar?

Las camionetas no aparecían y una quebrada con una pendiente más pronunciada nos acobardó a solo 1500 metros de las chatas.

¿Y ahora?
Maldije mi “genial idea” y evaluamos que hacer. No había mucho para elegir. Retroceder era impensable así solo quedaba bajar a costa de alejarnos de las chatas pero al menos nos poníamos a una altura menor y por lo que veíamos hasta conseguiríamos agua.

Hablamos con nuestros compañeros en las camionetas y le comunicamos la nueva decisión, que además implicaba que ellos empiecen también a bajar para luego tratar de encontrarnos más abajo. Eduardo fue ungido piloto de la Pampa 02.

La bajada a pie era larga y bastante violenta pero sin riesgos, así que lentamente nos encaminamos al fondo de la vega donde veíamos agua corriendo.

Bajamos unos 700 metros de un saque y con la lengua afuera bebimos el agua fresca más deseada de nuestras vidas.
Estábamos a unos 6 km del campamento de la noche anterior, pero metidos en un valle alejado del lomo por donde bajarían las chatas a 4500 msnm.

Al encajonarnos perdimos la comunicación por radio y tampoco llegaba la señal de celular. No obstante, al estar mucho más abajo estábamos tranquilos porque ahora “sólo” se trataba de caminar rio abajo.

Llenamos nuestras botellitas con preciada agua y comenzó el largo peregrinar hacia abajo por entre mallines sin contacto con las chatas. Realmente estábamos muy cansados ya que sumábamos más de 6 km a semejante altura y faltaba otro tanto.

Cada tanto encendíamos la radio y nada. Lo mismo le pasaba los muchachos que nos buscaban y no sabían por dónde andábamos. Entre nosotros y ellos había por lo menos tres valles tal como vimos luego en el Google Earth, aunque ni ellos ni nosotros suponíamos eso.

En uno de los intentos lo escuchamos a Denis y ahí nos tranquilizamos.

Le volvimos a pasar las coordenadas de nuestra nueva posición y a partir de allí solo fue cuestión de tiempo.

A las cinco de la tarde, cinco horas después de haber partido de la cima del Ingamayo y después de 10 km de caminata nos volvimos a encontrar a unos 3 km del campamento de anoche. Cansados pero en buenas condiciones.

Los “rescatistas” gracias a nosotros se habían hecho otra panzada de offroad porque atravesaron tres o cuatro quebradas para llegar a la nuestra y de hecho la última bajada hacia nosotros no era remontable, así que no quiero imaginar lo que hicieron tratando de procurar encontrarnos…

Primero nos felicitaron por el esfuerzo y después nos reputearon con toda la razón.

Aldo, Matías y yo, lejos de estar orgullosos de la “hazaña” estábamos arrepentidos por lo que habíamos preocupado a Denis, Diego y Eduardo y porque podríamos habernos puestos en real peligro. Todo esto lo cuento para que todos nosotros lo releamos y aprendamos para otra ocasión, lo que a su vez se los pido a los lectores. Pese a que todos teníamos experiencia, igual nos dejamos engañar por la montaña y no la respetamos. Por suerte salió bien.

Sin duda lo volvería hacer, pero tomando mucho más recaudos. Al fin de cuentas, no llegamos al avión, solo le robamos algunas fotos de lejos, así que el desafío sigue en pie.

En fin, una situación linda de contar, que no hay que repetir en las condiciones que la hicimos, pero también para destacar que tanto durante como después de la situación vivida el grupo estuvo a la altura de las circunstancias, tanto los caminantes, como los “rescatistas”.

Prueba superada!

Quienes fuimos en este viaje

           
SERGIO ZEREGA "El Pampa"
Noviembre de 2.012            

 

LAS FOTOS


FOTO: Aldo GARCIA
Abandonamos allá abajo el campamento y después de transitar por el seco lecho de un río esporádico
y de cruzar unos "molestos" coironales, comenzamos un parejo ascenso por sobre la traza de la imaginada "XX-56".


FOTO: Aldo GARCIA
Pampa festejando el logro de haber llegado a ese primer escalón (4.600m) que se veía difícil desde abajo.


FOTO: Aldo GARCIA
El piso que pisábamos...


FOTO: Diego TOGNETTI
Binlada oteando como sigue la subida, dudaba de la capacidad de las camionetas para lograrlo.


FOTO: Diego TOGNETTI
Sin embargo, a pesar del cambio de pendiente y de lo "lastimoso" del suelo, seguimos ascendiendo.
Superamos ya los 4.700msnm.


FOTO: Diego TOGNETTI
Abajo y muy lejos dejamos el Salar de Santa Rosa de los Pastos Grandes.


FOTO: Denis GARIONE
El Salar con sus lagunas y a lo lejos los picos de la cordillera de los Andes.


FOTO: Denis GARIONE
Hacia el sur logramos divisar parte del Salar del Centenario .

FOTO: Eduardo CINICOLA
Hacia el norte el complejo del Vn Quewar, a cuyo pie se encuentra la minúscula población de
Santa Rosa de los Pastos Grandes.


FOTO: Denis GARIONE
El Quewar, con sus 6.120m de altura es, junto con el Famatina, el Nev de Cachi y la Sa Nevada
uno de los pocos seismiles argentinos, que no pertenecen estrictamente a la Cordillera de los Andes


FOTO: Diego TOGNETTI
Una panorámica desde ese balcón a 5.000 metros de altura.


FOTO: Diego TOGNETTI
Vamos que se puede...


FOTO: Diego TOGNETTI
Hay marcada pendiente, pero el piso todavía nos tolera...
Allá asoma la Vitarita del Pampa.


FOTO: Aldo GARCIA
Estamos a 5200, y casi "tocamos" la cima del Ingamayo con las manos.
allá donde están las rocas más grandes.


FOTO: Aldo GARCIA
Pero de allí en adelante, la pendiente vuelve a aumentar.
Allá donde se vé el cambio de piso es lo que Marcelo Riquelme (el que vino en cuadriciclos) denominó "la pared"...
¿Podrán las chatas seguir trepando?


FOTO: Aldo GARCIA
Allá van Diego y Eduardo en "La Bartola" a probar suerte.


FOTO: Denis GARIONE
Y parece que con buena fortuna...


FOTO: Denis GARIONE
Ya están "a un paso" de la cima...


FOTO: Denis GARIONE
La TLC sube, sube y sube.
Nos parece ver antiguas huellas de cuadriciclos...


FOTO: Sergio ZEREGA
Hasta que llega a "la pared"...


FOTO: Denis GARIONE
Intentan por un costado, pero la chata se desliza lateralmente de forma peligrosa.

FOTO: Eduardo CINICOLA
Desde la ventanilla del acompañante de la TLC de Diego, se puede apreciar
la marcada pendiente y la poca consistencia del terreno, como para avanzar lateralmente sin caer en el valle a los tumbos.


FOTO: Sergio ZEREGA
Vamos de frente entonces...


FOTO: Aldo GARCIA
La Pampa 02, con la super "low-low" de 4:1, escarba y escarba pero no logra ni un centímetro más.


FOTO: Aldo GARCIA
Allí queda también la TLC de Denis con las ruedas enterradas hasta la mitad del neumático y sin sustento para seguir ascendiendo.


FOTO: Sergio ZEREGA
Los GPSs marcan la altura máxima alcanzada con las chatas en la ladera de ese cerro,
clavados sobre la XX-56 imaginada desde casa mirando satelitales.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Es el final para las chatas.
Si alguien quiere continuar, lo deberá hacer a pié.

FOTO: Eduardo CINICOLA
Y sin aviso se manda Denis y en 20 minutos está en la cima.

FOTO: Eduardo CINICOLA
Se fue sin handy, sin GPS y creo que hasta sin cámara... en su ansiedad por hacer cumbre.


FOTO: Diego TOGNETTI
Detrás de el se deciden Matías, Sergio y Aldo.



En esta travesía invitamos a Matías Fernandez Long (Binlada) a participar, ya que varias veces nos había manifestado su deseo de acompañarnos.

Matías suele hacer sus excursiones en bicicleta, y no se anda con chiquitas, en una de sus salidas contrataron a un guía para que los llevara por el Abra del Acay.

Sin embargo esta sería una de sus primeras travesías extremas en camioneta.
Según nos confesara no sabía decirnos como reaccionaría ni como se sentiría en tantos días por sobre los 4.400 metros de altura alejado de cualquier ayuda externa.

Si bien no lo pasó bien los primeros días, a causa de un leve apunamiento, luego pareció disfrutar a pleno de lo que vivía.
Al regreso, nos regaló un relato de "sus vivencias y sus angustias", del cual me atrevo a publicar una parte.

Le cedo entonces la pluma a Matías Fernandez Long, para que nos cuente qué huellas dejó en su espíritu aquel día en la Puna.

 


Los aviones del Ingamayo.

Miércoles 14/12/2012

Tercera noche de campamento. Hermoso cielo y primer noche sin ibuprofeno.
Vamos hacia el Volcán Ingamayo para ver los aviones. Superamos los 4770 m. y seguimos aumentando nuestro record.
A los 5112 m. la llamo a Margarita por celular, dado que teníamos señal proveniente del oeste. Estábamos frente a una vista de 180º de una belleza difícil de describir, con una portentosa vista del Volcán Socompa y del Volcán Llullaico a más de 215 Km. de distancia.

Seguimos subiendo y alcanzamos los 5224 m. sobre la loma de un cerro con una bajante y una subida fuerte con huellas de cuatris al cerro de mayor altura. Probaremos a ver si podemos llegar hasta allí, aunque parece difícil.

Llegamos con las chatas hasta la impresionante altura de 5389 m. y quedaría ese como record de altura en las chatas.

Me bajo de la chata y empiezo a subir a pie tras Denis que se me escapa veloz.
Finalmente hice cima a más de 5500 m. creo que eran algo de 5543 m.
Grabamos nuestros testigos ecológicos en unas pizarras de piedra escritas con pizarras de otros colores y las guardamos en la apacheta, boca abajo y tapadas con una gran piedra para que la lluvia no las borre. La leyenda decía: “14/11/2012 Matías”. Aldo y Pampa dejaron las suyas y sacamos fotos de ese hermoso paisaje de 360º.

Hablando con Eduardo me dice que carguemos en el GPS la dirección del avión y que vayamos caminando. Nada mejor que esa invitación. Designamos a Pampa como guía de la caminata. Fuimos de la partida Pampa, Aldo y yo.

A poco de caminar la blanda suela de las Topper no pudieron parar la estocada de una filosa piedra que, como un puñal, me atravesó la suela y se clavó en la planta del pie. La saco luego de la foto de rigor pero se me metían piedritas por el agujero. Había que hacer un parche pero no tenía nada. Meto la mano en el bolsillo y solo tenía el envoltorio de la barrita de cereales que me había convidado Diego, la doblé en cuatro y la puse entre la suela y la plantilla. Funcionó a la perfección.

Llegamos a 750 m. lineales del avión, al que veíamos en la lejanía como un pequeño rectángulo negro a la izquierda, y un rectángulo blanco de mayor tamaño a la derecha.

Ahora que sabíamos que era el avión, recordé que se veía desde la apacheta, aunque muy chiquito.

Son las 13:00 hs. estamos sin comida ni agua, habíamos salido a las 12:00 hs. y habíamos fijado una hora máxima de retorno para las 14:00 hs. Decidimos volver porque teníamos que ascender nuevamente el pico del volcán para regresar, y la vista de la subida era imponente.

Pampa tiene una idea y quiere que no ascendamos sino que regresemos por la cota de 5300 m. en la que nos encontrábamos, dado que las camionetas estaban a la misma altura. Para ello teníamos que salir caminando hacia atrás. Aldo y yo le pedimos que por favor saliéramos hacia adelante, no iba a ser tan grave trepar la pequeña loma que teníamos enfrente. Así hicimos. A mí no me gustaba mucho esto de hacer un rodeo pero la decisión del guía estaba tomada. Le aclaré que tenía hambre y eso significaba que solo tenía glucosa como para una hora.

Luego de empezar a rodear el volcán por la cota de 5300 m. las cosas se empiezan a complicar. La ladera tenía un quiebre donde la pendiente se aumentaba. Veníamos por los 5300 pactados pero Pampa se empecinó en bajar a los 5250 m. donde la pendiente era mayor. ¿Porqué? Jamás lo sabré. Soy un tipo muy conservador y me molestan los cambios de último momento, y este ya era el segundo que hacíamos (deberíamos haber vuelto por el camino de ida, que era conocido). Pampa me “ordenó” bajar y yo obedecí al guía, aunque realmente preocupado. No me gustaba el cariz que estaban tomando las cosas. Por los 5250 no se podía caminar debido a la empinada pendiente, y menos bajar, para hacerlo, deberíamos desandar el camino. Pero se ve que Tata Dios decidió tirarnos un salva vidas y apareció una huella de animales, angosta pero que nos permitía caminar con comodidad.

Como yo tenía señal de celular lo llamamos a Eduardo y le pasamos las novedades.

Lo bueno duró poco y se nos acabó la senda de animales.

Lo llamamos a Diego.

Tiro piedras para sensar la pendiente pero no ruedan ni siguen cayendo. Aunque no creo que podamos bajar por acá, seguramente deberíamos retroceder un poco. Son algo de las 14:00 hs. es decir que llevamos una hora caminando y la cosa no parece que vaya a seguir fácil.

Nos comunicamos por celular porque el VHF no llega.

Finalmente cruzamos el primer punto de peligro. ¡Qué mala decisión haber alterado la ruta de retorno!.
Y esto recién empezaba.

Caminamos cómodos pasamos nuestra posición de gps por el celular: 66 61 42 27 a 5161 m. siendo las 14:30 hs. La llamada se corta, nos llaman ellos y toman correctamente los datos. Son las 14:31 hs. y empiezo a perder la noción del tiempo. Parecía que había pasado media hora y había sido solo un minuto.

Vuelve a aparecer mucha pendiente lateral y estamos otra vez en una trampa. Las preguntas me martillan la cabeza, principalmente, ¿hasta dónde le tenemos que hacer caso a un guía? Yo no pensaba romper mi juramento y no me metería otra vez en la trampa mortal de mi juventud, pero me afligía mucho tener que desobedecer al guía. Es tan fea la pendiente lateral adelante, como la actual si optáramos por bajar aquí mismo.

A las 13:00 hs. les dije que tenía glucosa como para una hora y ahora estábamos en 66 34 42 43 a 5125 m. siendo las 14:42 en la tercer trampa. Esta vez lo aceptaron Aldo y Pampa, era imposible continuar e incluso, descender en ese punto, debíamos desandar camino para poder bajar. Yo encontré un lomo que bajaba suavemente y nos permitiría escapar a una zona más baja donde todas las pendientes eran menores. Me alivié un poco, la cosa rumbeaba para una zona segura. El lomo bajaba en diagonal hacia atrás, a un terreno con hondonadas con hielo, de manera que tendríamos asegurada el agua. Rápidamente imaginé el método para beber agua helada. Pondríamos los pedazos rotos a piedrazos dentro de un pañuelo con las cuatro puntas hacia arriba por encima de la boca de uno de nosotros y golpearíamos los laterales para que cayera el agua.

A poco de empezar a descender mi bajada parecía terminar en forma peligrosa porque rápidamente empezó a tomar una pendiente pronunciada que no se veía desde arriba pero finalmente se podía bajar sin peligro a una vega muy tranquila para caminar. Tranquilo bajé la pendiente pronunciada al trote yendo en zigzag como las cabras, cuando me empezaba a acelerar, simplemente apuntaba un poco hacia arriba el trote y me detenía suavemente.

15:30 hs. arribamos al fondo de la vega con agua y hielo. Me puse en cuatro patas y empecé a tomar agua del cuenco de la mano, lenta pero interminablemente. Me lavé la cara y me mojé la cabeza porque el sol ya picaba. Ahora estábamos a salvo de las pendientes peligrosas pero sin señal de celular ni VHF. Estamos encajonados a 4700 m. pero estoy muy tranquilo. Es que la única forma de que nos pase algo es que nos matemos nosotros mismos despeñándonos, habiendo agua, no pasaría más de una buena cagada de frío si teníamos que pasar la noche allí.

A las 16:00 hs. nos encontramos a 4600 m. bajando cómodos por la vega hacia el puesto donde acampamos ayer, el peligro ya pasó. Nuevamente tomamos el control de la caminata. Estamos alegres y aprendimos varias lecciones. Lo llamamos por mi celular a Eduardo, estamos a 5 Km. del puesto, deberíamos llegar en una hora. Estamos en 24º 40.189´ 66-26616 y le pasamos las coordenadas a Edu. Pero, el gps de Pampa está en decimales y marca 24.6698 y 66.4436 a 4613 m. de altura. Mierda!, ¿será posible que tengan los gps con las unidades mezcladas, es lo único que nos faltaba? ¿acaso no habían podido chequear algo tan elemental?.
[Acá Matías tiene una pequeña confusión. Yo SIEMPRE uso unidades decimales para latitud y longitud. Pampa también, cuando viaja conmigo setea su GPS en grados y decimales de grados para representar "posición", solo ocurría que el Garmin C276 en una de sus pantallas (que usaba Pampa) no "obedece" a la configuración seleccionada y continúa mostrando la posición en grados, minutos y segundos, eso nos llevaba a ciertas desinteligencias sumado a que las comunicaciones eran muy entrecortadas. (N de E:)]

A poco de comenzar la travesía vi que no nos podíamos comunicar aun estando a 20 m. por el ruido del viento, nos juntamos y les dije que las señas serían, saludar, si todo estaba bien, y dejar ambos brazos en alto si había problemas y necesitábamos pedir que vengan hasta donde estábamos.
Esto me preocupa, nos estamos moviendo como si fuéramos criaturas.

A lo lejos veo polvo de vehículos en dos caminos diferentes, a unos 10 o 20 o 30 Km.

Mientras caminamos vega abajo, vemos que se hizo subterránea y de las dos botellitas de 500 cm3 solo tenemos media.
Otro error, no habíamos juntado más agua porque caminábamos al lado de ella. Por suerte, la vega afloró nuevamente más adelante.

Pampa se da cuenta que deberíamos haber bajado el contraste del GPS para ahorrar batería.

16:25 hs. hacemos contacto vía VHF con Denis en las chatas, que vienen a nuestro encuentro. Estamos a 2,5 Km. al sur de la XX-55 y a 4,5 Km. del puesto a 4500 m de altura.

16:53 hs estamos a 3400 m. del puesto y a 4400 m. de altura.

16:57 hs. contacto visual y de VHF con las tres chatas que vimos llegar sobre un filo desde la izquierda. Deberían girar 90º hacia la izquierda para encontrarnos pero luego de varias discusiones no podían vernos. Yo estaba que me salía de la vaina con los malditos gps. Si yo estoy viendo nítidamente el lateral de las chatas que miran hacia la izquierda, si doblan nos ven. Más sencillo que usar una brújula… pero ya para esta altura, no me preocupaba, simplemente seguí caminando hacia las chatas, ellos no vendrían a buscarnos.
[Acá vuelve a confundirse Matías. Desde que los viéramos avanzando por la vega, giramos hacia ellos y nos acercamos lo máximo posible, avanzando unos 800 metros, que evidentemente el no vió. (N. de E.) ]

A las 17:20 hs. llego caminando a las chatas. Yo tomé por el mismo nivel en que estaban las chatas, pero Aldo y Pampa siguieron bajando por la vega, por lo que debieron trepar. Cosa de locos.

A las 17:43 hs Denis se queda con poco gas oil, tiene los dos tanques vacíos.

A las 18:30 hs ya estamos sobre el camino de la minera rumbo a Santa Rosa de los Pastos Grandes a cargar gas oil y nafta.

A las 20;30 hs llegamos a San Antonio de los Cobres.

Denis repostó su último bidón de 20 litros en el camino.

21:40 hs me estoy dando una ducha de agua fría, lo que no es poco, porque había un corte general de agua en el pueblo, de hecho, a la noche se terminó el tanque y quedaron los ..... flotando en el inodoro.
Al final es mucho más limpio usar el campo…

           
Matías FERNANDEZ LONG "Binlada"
Noviembre de 2.012            

Algunos pensamientos sueltos que me quedaron de aquella experiencia:

Caminata:
A la caminata no llevamos el spot lo cual era imprescindible dado que por celular y VHF no podíamos tener comunicación continua sino de a ratos y de esta manera hubieran tenido nuestra posición perfectamente actualizada, además podríamos enviar mensajes de que estábamos bien, o de pedido de auxilio, algo fundamental. Esto es solo comparable a haber dejado el salvavidas en tierra.
[Aclaro para quienes lean esto, aunque hubieran llevado el SPOT, quienes los estábamos buscando no podíamos leer su posición. Para ello se necesita una buena conexión a Internet - Tanto las comuncaciones celulares como las de VHF eran esporádicas y aleatorias, aunque no hubiera sido una "mala" medida llevar el SPOT por si las cosas se agravaban. (N de E:)]

La mayoría de los errores fueron de manual. Pampa perdió los guantes. Peor aun, se dio cuenta a los pocos metros de habérselos sacado para manipular el gps pero jaqueado por el cansancio prefirió dejarlos. Un enorme error si nos tocaba pasar la noche en la montaña, a la intemperie con temperaturas bajo cero.

Eran demasiadas las coincidencias como para alejar los malos pensamientos de mi mente. Hacía justo un año había comprado en una pequeña casa de compra-venta de usados en Villa Urquiza, el libro Viven. Como no sabía si me animaría a leerlo, simplemente traté de buscar una buena excusa para no hacerlo, y me fijé un precio tope de $10. Finalmente costaba $5 y lo tuve que leer. Me resultó realmente durísimo.

A las 13:00 decidimos abortar de común acuerdo. Solo teníamos ¼ de cada una de las dos botellitas de agua de 500 cm3. Las habían llevado Pampa y Aldo. Tomamos un sorbito cada uno y arrancamos. Una de las botellitas quedó en mis manos. Le pedí a Aldo que la llevara él. Creo que no sospechó. Es que yo pertenezco a la categoría CC (Cobardes Conscientes) y no hubiera soportado el pesar en el alma, en la otra vida, por haberme tomado a escondidas la porción de agua de mis compañeros. Podré ser un cobarde, pero al menos intento ser un buen compañero. Con el agua en buenas manos, seguí caminando sin ese peso en la conciencia.

           
Matías FERNANDEZ LONG "Binlada"
Noviembre de 2.012            

Quienes fuimos en este viaje

 

 

MAS FOTOS


FOTO: Matías Fernández Long
Las camionetas dijeron basta a 5.395m de altura.


FOTO: Sergio ZEREGA
Hasta es muy difícil caminar, por la pendiente y las piedras sueltas.


FOTO: Matías Fernández Long
Pampa y Aldo se preparan para la escalada.


FOTO: Matías Fernández Long
Visto desde aquí, el camino recorrido por el lomo de los cerros parece un paseo.


FOTO: Sergio ZEREGA
Sin embargo acá podemos apreciar que es lo que nos detuvo.


FOTO: Matías Fernández Long
Matías parte cuando Denis está regresando y en su camino encuentra restos de hielo.


FOTO: Matías Fernández Long
Es este el encargado de partir la piedras en trozos con tanto filo.


FOTO: Sergio ZEREGA
Llegados al filo, Aldo se detiene a descansar.


FOTO: Aldo GARCIA
Desde allí fotografía a Matías en la cumbre y a Pampa en camino.


FOTO: Sergio ZEREGA
Matías festeja su logro.


FOTO: Sergio ZEREGA
Seguramente esas filosas lajas no hubieran sido lo mejor para los neumáticos.


FOTO: Matías Fernández Long
Desde la cumbre del Ingamayo, Matías fotografía a Aldo y Pampa que están arribando trabajosamente.
Detrás podemos ver el Nevado del Acay (5.716m) y a la derecha el San Miguel (5.705m).


FOTO: Matías Fernández Long
Hacia el Sur el Co Ciénaga de 6124m (perteneciente a los Nevados de Cachi).


FOTO: Matías Fernández Long
Mientras tanto allá abajo han quedado las camionetas, a 5.400m de altura


FOTO: Sergio ZEREGA
Los "testimonios" ecológicos de Matías y el Pampa.
Detrás la amplia cuenca de los salares Centenario y S.R.P.Grandes y las cumbres que la rodean.


FOTO: Matías Fernández Long
Aldo en la mismísima cima, testimonio en mano.


FOTO: Matías Fernández Long
El Pampa con el GPS en la mano, le agrega un metro más al Ingamayo


FOTO: Matías Fernández Long
El espectacular paisaje hacia el sudoeste.


FOTO: Aldo GARCIA
El duro suelo de la cumbre...


FOTO: Matías Fernández Long
... puede con los "zapatos de escalada" de Binlada.


FOTO: Sergio ZEREGA
Una última mirada a las chatas que quedaron ahí abajo y...


FOTO: Aldo GARCIA
A caminar por el filo, con rumbo sur en busca de los restos del LV-GIT.


FOTO: Matías Fernández Long
El Pampa ansioso es el primero en partir, y allá vá
Un poco a su izquierda (casi en el centro de la foto), bajo ese afloramiento de rocas deberían estar los restos del avión.


FOTO: Matías Fernández Long
¡¡ SI !!
Algo se ve que brilla alla abajo a la izquierda de las rocas!!
Justo en el centro de la foto.


FOTO: Matías Fernández Long
Ya no hay dudas, son los restos del LV-GIT...
Solo que para llegar a el faltan 700 metros, energía, agua y tiempo.
Y no hay nada de eso !!


FOTO: Aldo GARCIA
Los restos están justo sobre la cabeza de Matías.
Parece cerca, pero evalúen ustedes el enorme esfuerzo necesario para llegar hasta allí
para peronas que no son andinistas y solo se atrevieron a subir a 5.500 metros movidos por el gusto por descubrir.


FOTO: Aldo GARCIA
Luego de meditarlo prudentemente un buen rato, se decidió dar por concluída la "investigación" en ese punto
y comenzar el arduo y azaroso regreso.


FOTO: Aldo GARCIA
Luego de muchas peripecias, idas y vueltas, decidieron bajar hacia esa vega.


FOTO: Matías Fernández Long
Tres horas después ya caminaban por la vega.
El hielo al derretirse les proveyó el agua vital que necesitaban.


FOTO: Sergio ZEREGA
Que recogieron cuidadosamente.


FOTO: Matías Fernández Long
Infructuosos intentos de comunicacion con los rescatistas...


FOTO: Aldo GARCIA
Una hora más tarde las pendientes ya se han reducido mucho.


FOTO: Aldo GARCIA
Pero lamentablemente ha desaparecido el agua y no habían recogido la suficiente.


FOTO: Aldo GARCIA
Pasadas las cinco de la tarde ya estan "casi" rescatados.
Se recuperaron las comunicaciones (esporádicas) con las camionetas y se han podido intercambiar las respectivas posiciones.


FOTO: Aldo GARCIA
¡¡ Por fin !!
Allá están los salvadores...
Ahora a no perder altura.


FOTO: Aldo GARCIA
Pero aún a bordo de las chatas, no está todo dicho.


FOTO: Aldo GARCIA
Las vegas son el punto débil de Diego...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Y, según Murphy, si algo no debe ocurrir, seguro que ocurrirá...


FOTO: Aldo GARCIA
Diego es uno de los más osados, hace punta, se trepa todo, rescata a quien sea pero...
De las vegas le gusta salir así


FOTO: Eduardo CINICOLA
Una hora y media más tarde pasábamos por el pequeño poblado de Sta Rosa de los Pastos Grandes
al pie del volcán Quewar.


Con lo vivido Matías Binlada se asustó bastante pero...
no imaginaba lo que le esperaba los días siguientes al lado de estos "improvisados" !
  Continuará acá ...

           
EDUARDO CINICOLA
Noviembre de 2.012            



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