El Chaco Boreal
Paraguay - Junio de 2013

FOTO: Eduardo CINICOLA

MUSICA de FONDO                     [volumen]........


Una expedición al Chaco Paraguayo.

Habíamos charlado con Aldo García que la próxima travesía sería por el Chaco, ya que era una asignatura pendiente para muchos de los integrantes de Viajeros4x4 y Aldo tenía conocimientos de la zona. Lo que no sabíamos en ese momento era que nuestros planes concluirían en el Chaco Boreal y no en nuestra provincia de Chaco.

Efectivamente el Chaco (Chacú en lengua aborigen que significa monte cerrado de planicie o zona de cacería) se extiende en una gran superficie entre la pampa argentina y la selva brasileña de los territorios de Acre, Rondonia y Mato Grosso.

Comprende entonces la porción norte de las provincias de Santa Fe y Santiago del Estero, toda la provincia del Chaco y Formosa más el oriente de Salta en Argentina, la porción occidental de Paraguay (al Oeste del Río Paraguay) y el extremo sudeste de Bolivia.

Nuestros planes de expedición se extendían originalmente desde el Monte Impenetrable de la provincia del Chaco hasta Formosa, cruzando luego hasta el Chaco paraguayo, al norte y sur de la Carretera Transchaco, pretendiendo recorrer luego toda la picada fronteriza entre Paraguay y Bolivia, que discurre abriendo como un tajo ese monte cerrado para decirle a la naturaleza donde el hombre delimita sus posesiones terrenales.

Finalmente, comprendiendo la magnitud de semejante empresa por la enorme superficie que abarcaba y los pocos días de los que disponíamos para ejecutarla, fuimos achicando pretensiones y terminamos en un "discreto" (según creíamos) plan que solo nos llevaría a conocer la parte norte del Chaco Boreal (al norte de la Transchaco).

Sabíamos que ese territorio había sido disputado durante el siglo pasado por dos naciones hermanas como son Bolivia y Paraguay pero no más que eso. Luego averiguamos que por los años 30, la Standar Oil de la Flia Rockefeller explotaba los pozos petrolíferos del oriente boliviano y pretendía extender sus licencias hacia la región del Chaco, donde suponía (erradamente) que continuarían los yacimientos de oro negro.

Habiendo obtenido beneficiosas concesiones de exploración y explotación de parte del gobierno boliviano de turno, no pretendía tener que convencer a Paraguay para obtener lo mismo, así que pergeñó (al igual que las salitreras británicas en Chile), simplemente "agrandar" el país que tan pingües ganancias le proporcionaba y para ello convenció y subvencionó una guerra por la cual Bolivia debía ocupar el Chaco Boreal aprovechando la debilidad de Paraguay que había sufrido la ignominiosa agresión de Argentina, Brasil y Uruguay en la guerra de la Triple Alianza pocos años atrás respondiendo también a intereses imperialistas, aquella vez de Gran Bretaña.

Un nuevo condimento de curiosidad se agrega a la expedición cuando ahondamos en el conocimiento de la existencia de una gran comunidad de Colonias menonitas en ese extenso, alejado, hostil y casi olvidado territorio.

Efectivamente, los menonitas (seguidores de Menno Simons, sacerdote holandés del siglo XVI que sostenía entre otras cosas que solo se considere cristianos a aquellos bautizados de adultos, con uso de razón, y que se oponían a guerrear o integrar un ejército, sea este del Noble señor en cuyos feudos viviesen o del país que les diese cobijo). Decía, los menonitas fueron expulsados, justamente por esa última razón de su Holanda/Alemania originaria y hallaron cobijo final en América, específicamente en Canadá y Estados Unidos en la zona de Philadelfia (1.877), luego de haber emigrado en primera instancia a Rusia (*).
Allí (norteamérica) se desarrolló y crecío su comunidad durante más de cincuenta años hasta que recibieron pedido de ayuda de los menonitas perseguidos por la revolución bolchevique en Rusia e iniciaron gestiones y colaboraron para que estos pudiesen ser recibidos en otros paises de América que les diesen oportunidades y les permitiesen practicar su culto, costumbres e idioma.

En esa misma época y por similares razones (ocupación de territorio del indígena desplazado) varios países sudamericanos andaban a la búsqueda de colonos europeos, entre ellos Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil, y allá fueron los menonitas perseguidos.

En Argentina formaron colonia en la zona de Guatraché, en La Pampa, así como en Santiago del Estero y Jujuy.

Paraguay necesitaba ocupar el Chaco en disputa con Bolivia y convocó a los menonitas para formar colonias allí en la década del 30 del siglo pasado. Y así se dio la paradoja que un pueblo pacifista, que se niega a empuñar las armas terminó usufructuando un territorio por el cual dos pueblos hermanos derramaron ríos de sangre.

(*) Otras fuentes informan la siguiente versión:

"La oleada primigenia de menonitas que se asentó en el Chaco paraguayo provenía de la Rusia de Stalin, específicamente de la colonia Chortitzen, desde donde luego de incontables sufrimientos pudieron escapar, llegar al Chaco remontando el Paraguay hasta Puerto Casado, al sur de Bahía Negra y propiedad del rosarino Carlos Casado del Alisal, fundador de Casilda entre otras cosas quien se hallaba explotando el quebracho por allá.
Allí en casuchas de chapa de zinc, muy poco aptas para ese lugar tropical, esperaron casi un año a que le adjudiquen las tierras. Luego emprendieron viaje en el ferrocarril privado hasta la "punta de riel", unos 130 Km al oeste del río, y desde allí a pie y en carros hasta la zona de Filadelfia...
Llegar con una mano atrás y otra adelante, negociar con los aborígenes y a los 2 años la guerra. La verdad: admirables.

La segunda oleada de menonitas, mucho después, provenía de Mejico y estos a su vez de Canadá, pero ya se asentaron principalmente en la zona Este del país, de hecho tienen el mayor frigorífico en Concepción desde donde exportan carne vacuna a todo el mundo entre ellos Chile y Alemania, mercados de los más exigentes."
 

Hoy el centro del Chaco Paraguayo está absolutamente colonizado por los menonitas que no solo mantienen a ultranza su religión, sino también su idioma y sus costumbres y han formado casi un estado dentro del estado paraguayo. En los diarios y las radios de la zona se escucha casi exclusivamente el idioma alemán (aunque en algunas emisoras hay programas en alguna de las muchas lenguas de las numerosas etnias indígenas que allí habitan en los montes).

Las ciudades menonitas más importantes son Filadelfia (en honor al lugar del cual procedían) Neuland (o Nueva Tierra, por obvias razones) y Loma Plata, más decenas de pequeñas colonias que llevan por topónimo el apellido de la familia que le dio origen, por supuesto alemán. Así nos sorprendíamos durante los preparativos ante nombres como Kleinhof, Blumenort, Heimstad, Waldrode o Schwartzwald. Que se oponían a otros como Fortín Estigarribia, Tte Enciso, Gabino Mendoza y otros que seguramente hacían alusión a héroes militares de la Guerra del Chaco, pero que no eran más que pequeñas poblaciones o simples destacamentos militares en la alejada zona de frontera.

Abajo les mostramos algunas fotos de esta expedición exploratoria y les contamos de las peripecias sufridas y gozadas...

Quienes fuimos en este viaje

           
EDUARDO CINICOLA
Junio de 2.013            



Mapa de la zona tomado de MapasPar


PARTE 1: Fortín Boquerón y Neuland

Llegó el sábado 15 de junio y partimos, en principio a Misiones, a la Aldea Iguana, donde Tobhias, uno de los integrantes de esta expedición, ha creado un lugar extraordinario de cabañas con vista al Río Uruguay, con una cascada que nada tiene que envidiarle al Salto Encantado y que invitan a pasar unos espléndidos días en contacto con la naturaleza en un ambiente pulcro y acogedor.


FOTO: Eduardo CINICOLA


FOTO: Eduardo CINICOLA


FOTO: Eduardo CINICOLA


FOTO: Eduardo CINICOLA

De allí a Posadas para cruzar a Encarnación y apuntar a Asunción donde nos esperaban, producto de una amistad cibernética iniciada por Aldo, unos "amigos" (si así podemos llamarlos) paraguayos, amantes como nosotros de las aventuras, a quienes no conocíamos pero que parecía que si conociéramos desde tiempo inmemorial. Nos homenajearon con un exquisito asado nocturno que sirvió de excusa para que charláramos hasta por los codos de lo que todos disfrutamos, travesías, expediciones de exploración, barro, tierra, y polvo.


FOTO: Andres PINO

Tratábamos de obtener más datos en base a su experiencia acerca de qué tipo de terreno nos encontraríamos. Así aprendimos que esto podía ser de lo más variado, arena, guadales (talcales o fes fesh), huellones de tierra seca o el peor de los barreales.

Lo que no íbamos a encontrar eran comodidades, ni agua potable, ni comida, ni auxilio médico o mecánico.

Si, podríamos ir a por ayuda o algo de cobijo a los empobrecidos puestos militares fronterizos o a los milagrosamente bien instalados puestos de guardaparques.

Nos despedimos a los abrazos de nuestros nuevos amigos de 4x4Paraguay ya que al día siguiente, luego de algunas compras (que por suerte incluyeron botas de goma) debíamos partir.

La noche de ese lunes dormimos en un austero pero confortable Hotel de los Pioneros en el Km 411 de la RN9 "Transchaco". Hasta allí habíamos llegado de noche esquivando cientos de peligrosos pozos en el deteriorado asfalto de esa columna vertebral del Chaco Boreal.

El martes comenzó la expedición propiamente dicha con una visita al Fortín Boquerón, pieza clave en toda la Guerra del Chaco y último bastión boliviano en su avanzada hacia el Río Paraguay.

Allí incrementamos en unas milésimas nuestros conocimientos históricos y pudimos apreciar in-situ las condiciones en que vivían y guerreaban aquellos soldados de ambos bandos.
 


FOTO: Eduardo CINICOLA
La fuerte influencia menomita en la zona se hace notar, los carteles primero en alemán, luego en castellano.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Monumento al soldado caido en batalla.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Lo que fue la comandancia de Fortín Boquerón y, detrás, el actual museo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Los estratégicos camiones aguateros, casi más importantes que los que llevaban municiones.


FOTO: Eduardo CINICOLA
No cargaban más de 2000 litros en su cisterna (un litro para cada soldado)
y debían recorrer mas de 800Km en ida y vuelta, por inexistentes caminos y por montes rodeados de enemigos
para llevar ese vital elemento a las topas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Los había por centenas, para distribuir el agua en los muchos fortines esparcidos por el Chaco Boreal.

Como en muchas guerras el factor decisivo fue la longitud de las líneas de abastecimiento.
Los bolivianos debía traer sus vituallas desde más de 2000 Km y esos camiones debían gastar también su buena ración de combustible.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Las trincheras subteráneas de la comandancia boliviana.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Se camuflaba y protegía de la vista y ataques de la aviación paraguaya.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El puesto de un francotirador, logrado ahuecando el tronco de un paloborracho.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Tronera "vegetal".


FOTO: Eduardo CINICOLA
Picadas internas del fuerte Boquerón.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Extrañas cruces en el cementerio de los soldados paraguayos.


FOTO: Eduardo CINICOLA


FOTO: Eduardo CINICOLA
Que se repiten en el cementerio boliviano.
Pienso que algo tienen que ver los menonitas con ellas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Patio central del fuerte.


Del Fortín Boquerón hicimos un breve tramo de ruta de tierra, bajo una permanente llovizna que nos acompañó con mayor o menor intensidad durante los 7 días que estuvimos en Paraguay, hasta una de las poblaciones menonitas del Chaco.

Así llegamos a Neuland y nos sorprendimos. Fue como si por arte de magia hubiésemos sido trasladados a algún pueblito de la vieja Alemania. Limpieza, prolijidad, pulcritud por doquier. Pintorescas capillas, rodeadas de enormes jardines de césped recién cortado, con veredas de piedra que llegan allá al fondo donde se encuentra el templo, flanqueadas de flores.

Lamentablemente la lluvia no nos permitió disfrutar mucho más de ese ambiente tan diferente, ni de tratar de relacionarnos con aquellos rubios extraños.

El broche final de esa breve estadía fueron los baños de una estación de servicio a la salida de ese pueblo. Creo que podríamos habernos peinado usando los pisos de espejo.
 


FOTO: Eduardo CINICOLA
Prolijidad germana en Neuland.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Abundan las capillas, las flores y el césped bien cortado.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Otro centro de culto en un pueblo que no tiene más de 30 manzanas.


FOTO: Luis FORNASIER
"Iglesia Hermanos Menonitas Neuland"


PARTE 2: El camino a la frontera (carretera Transchaco):

Esa misma tarde debíamos llegar por la Transchaco hasta la pequeña localidad de Mariscal Estigarribia, último punto de abastecimiento antes de adentrarnos en los próximos 1000Km de montes, medanos, picadas y extensos barreales. Allí también fue nuestro último almuerzo sentados a la mesa de una fonda que oficiaba también de "nigth club" y de bailanta dominguera. Allí, en "Texas", fuimos atendidos por una thailandesa a las órdenes del menonita propietario del lugar, de hablar atravesado este, como si hiciera poco que arribara al país, siendo que seguramente era nativo paraguayo pero alimentado siempre de las costumbres e idioma de su cerrada comunidad.

Mariscal Estigarribia no es comunidad menonita, pero, como en casi toda la región del Chaco son ellos, por mayoría, los dueños de los establecimientos, sean estos estaciones de servicio, restaurantes, casas de repuestos, ferreterías, chacras o estancias. Después veremos que en la zona de Bahía Negra, más cerca del río Paraguay aparecen brasileños también como dueños de las haciendas, siendo los paraguayos nativos normalmente la mano de obra.

Salimos ya entrada la tarde de Mariscal Estigarribia, con tanques llenos a pleno y con destino final el Parque Nacional Tte Enciso, una gran reserva de casi 40.000 Has donde nos habían dicho que era probable que los guarda-parques nos ofrecieran cobijo, caso contrario deberíamos dormir en las carpas, lo que era una opción poco tentadora ya que la lluvia que venía cayendo desde hacía 3 días había convertido todo en un gran lodazal. Como es obvio no es nada cómodo ponerse a armar carpas bajo la lluvia.

Los 130Km que nos separaban del PN Tte Enciso nos demandarían varias horas ya que a medida que nos adentrábamos más en el Chaco las negras nubes de tormenta nos avisaban de la tarea que habían hecho sobre la calzada en esos últimos días.

Por suerte hasta La Patria (minúsculo poblado) continuaba el pavimento de la RN9 Transchaco (en realidad muy poceado y de tránsito lento).

Desde allí solo 20Km de barro nos separarían del puesto de los guarda-parques. Esos 20Km fueron el aperitivo de lo que nos esperaría en los próximos 4 días.

En La Patria el precario asfalto lleno de pozos gira hacia el sudoeste en busca del límite con Bolivia a la altura del Hito I (Fortín Rivarola), mientras que la Carretera Transchaco, por la que iremos nosotros, continúa recta con rumbo noroeste, hasta la frontera con Bolivia a la altura del Hito III (Fortín Garay) cortando el Chaco Boreal en dos.

Para nuestra sorpresa en La Patria existe un precario surtidor de combustible, donde se refugian decenas de chivas que cubren todo el piso con su excremento que se deshace bajo la lluvia. Luego de algunas gestiones pudimos hallar al muchacho que se encarga de su atención y los expedicionarios completaron precautoriamente los tanques, a excepción de Eladio que a pesar de ser el más necesitado, desconfiaba de la calidad de esa nafta.

Ya con el sol poniéndose a nuestro frente (a esa altura del año febo se escapa por el horizonte tan tempranamente como las 17:00Hs) y con una permanente llovizna que nos regalaban las negras nubes hicimos esos mencionados 20Km hasta el Parque Nacional Tte Agripino Enciso.

Llegamos de noche y bajo la lluvia, no obstante lo cual no tuvimos inconveniente para hallar al guarda-parques quién solícitamente nos ofreció unas habitaciones que por suerte permanecían vacías debido a que se había abortado una reunión entre los caciques referentes de la zona y personal de Ministerio de Educación que había concurrido allí con ese fin.

Justamente con esa gente del Ministerio de Educación es que mantuvimos una animada conversación durante la cena comunitaria en la que degustamos un guiso de arroz que ellos estaban preparando. El golpe de gracia fue una exquisita caipirinha que preparó Tobhias y nos sirvió de postre ayudando a que prontamente caigamos en brazos de Morfeo.

En la amena conversación con quienes oficiaran de anfitriones, nos enteramos entre otras muchísimas cosas que aún existen "pueblos originarios" escondidos en aquellos montes viviendo de la caza y eventualmente los que se encuentran al sur, cerca de los bañados del Pilcomayo, también de la pesca. Muchos de estos naturales no tienen ningún interés en entrar en contacto con el hombre blanco ¡ en pleno Siglo 21 !!

Nos sorprendió conocer que existen 23 lenguas indígenas (solo sabíamos de guaraní) que poco o nada tienen que ver entre sí. Tampoco tienen ni quieren tener nada que ver entre sí quienes las hablan, ya que hasta hace poco tiempo eran enemigos acérrimos y peleaban a muerte por un palmo más de territorio de caza.

Llovió toda la noche, por lo que era de esperar que el tramo que debíamos recorrer ese día, en principio hasta la frontera, estuviese complicado.

Salimos a media mañana en medio de un barreal en el Parque (que hizo que nos perdiésemos la visita guiada) y en la ruta, una ancha calzada abovedada en la que había que cuidarse de no caer a las banquinas. El piso cambiaba de duro, con una capita de barro jabonoso en la superficie a blando con marcada huellas. El color pasaba del amarillo/anaranjado gredoso, al gris, luego rojo, negro y finalmente a una arena naranja gruesa mezclada con tierra.

La ruta había dejado de ser "ruta" para pasar a ser una "picada" en el monte que discurría serpenteante sobre un suelo arenoso, en una profunda huella un metro por debajo del entorno.

Ese suelo arenoso y mojado nos permitía desarrollar buena velocidad. Imagino que en época seca y calurosa el transitar por allí se debe convertir en un trabajo muy pesado para hombres y motores, con permanentes encajadas en la arena.

Es que estábamos atravesando el Parque Nacional Médanos del Chaco, la zona más inhóspita de este inmenso bosque seco.

Inhóspito porque no hay agua en ningún lado. No hay ríos ni lagunas ni siquiera charcos y cualquier pozo, por profundo que sea, que se haga en busca del vital elemento, solo traerá a la superficie agua salada, inútil para hombres, animales y aún plantas. Estas últimas subsisten por las lluvias que se dan durante unos pocos meses al año y posiblemente luego solo del rocío matinal.

Pocos animales vimos en ese tramo. Solo algunas aves (similares a cigüeñas) y cotorras. Evidentemente la lluvia los mantenía en sus madrigueras y el ruido de 5 camionetas cinchando en el barro auyentaba a los pocos que anduviesen por allí.

Hablando del ruido que generábamos. Los militares que nos encontramos en el Fuerte Gral Eugenio A Garay (Ex Fortín Yrendague) nos dijeron que sabían de nuestra llegada hacia unos 40 minutos, alertados justamente por el rugir de los motores.
 

 

LAS FOTOS


FOTO: Eduardo CINICOLA
Hasta unos km antes e La Patria, la "Transchaco" venía bien, aunque el clima no acompañaba.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pronto se deterioró y el asfalto dejó de ser asfalto.
El cielo se ponía más negro...


FOTO: Eduardo CINICOLA
A ambos lados partían picadas que se internaban al norte y sur de ese bosque.
Ya podíamos apreciar los problemas que deberíamos enfrentar más adelante.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Algunas picadas son mas cerradas, pero muchas veces con mejor suelo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Por momento reaparecen los "restos" de ese "flamante" asfalto en forma de fino ripio.
Parece que los políticos paraguayos tienen las mismas "malas costumbres" que los nuestros y "economizan" en demasía en las obras.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Entrada a la picada 559.


FOTO: Eduardo CINICOLA
¡ Cerrada con tranquera y candado !!.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El asfalto ya desapareció hace rato...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Cuando llegamos a La Patria.
Pequeño caserío en aquella ruta que atraviesa el Chaco Boreal.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Con un precario pero "oportuno" dispendio de combustible
decorado por las heces de cientos de chivas que allí se refugian de la lluvia.


FOTO: Eduardo CINICOLA
De allí en adelante la carretera continúa ancha y embarrada pero transitable.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Poco tiempo después se torna más precaria, más embarrada y más divertida..


FOTO: Eduardo CINICOLA
Allá van los expedicionarios... rumbo al...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Parque Nacional Tte Agripino Enciso.


FOTO: Luis FORNASIER
La noche terminó a toda orquesta con una caipirinha especial preparada por Tobías.


FOTO: Luis FORNASIER
Nos alojamos en unas cómodas instalaciones, que fotografiamos al día siguiente y
donde pudimos desplegar nuestros sacos de dormir sobre camas con colchones y darnos una reparadora ducha.


FOTO: Luis FORNASIER
Llovió toda la noche y lloviznaba de mañana.
Nos arruinó la visita guiada y seguramente había arruinado aun más la "Transchaco".


FOTO: Eduardo CINICOLA
Las camionetas ya mostraban los efectos de aquella carretera,
sobre todo la de Tobhias, que quién sabe dónde se habría metido


FOTO: Eduardo CINICOLA
Salimos rumbo a la frontera con Bolivia bajo la lluvia.


FOTO: Eduardo CINICOLA
A la vera de la precarizada ruta comenzamos a ver numerosas comunidades de aborígenes


FOTO: Eduardo CINICOLA
Allí los "pueblos originarios", han conseguido ciertas extensiones de tierra para su radicación.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Aunque es evidente que aún no han resuelto diferencias con los terratenientes.


FOTO: Eduardo CINICOLA
...ni estos con el gobierno, ya que vemos que un mismo espacio se lo autoadjudican las comunidades indígenas,
los Parques Nacionales y los propietarios privados dueños de extensas estancias.


FOTO: Luis FORNASIER
Más comunidades de otras etnias.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Cientos de columnas de cemento a la vera del camino, presagian el tendido de una línea de alta tensión
que llevará algo de energía a esa alejada zona de Paraguay


FOTO: Eduardo CINICOLA
La carretera transchaco pasó a ser una precaria huella arenosa mientras atravesamos...


FOTO: Eduardo CINICOLA

...un Parque Nacional de extraño nombre.
Si, allí en medio de ese extenso bosque de más de dos millones de km2, que cubre tres países...
¡ médanos !!
¡¡ ¿De dónde habrá venido esa arena naranja y gruesa ? !!


FOTO: Eduardo CINICOLA
Seguía lloviendo, pero por suerte la arena absorbía el agua,
se asentaba y nos permitía andar a buen ritmo.
(Otra cosa sería en época de seca).


FOTO: Eduardo CINICOLA
En el mapa figuraba como un poblado, pero Nueva Asunción es un conjunto de
chacras indígenas pertenecientes a la comunidad Picasú.


FOTO: Eduardo CINICOLA
A hurtadillas pudimos fotografiar a estas dos mujeres nativas que recogían leña con extraños atuendos.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Una picada nos devolverá a "la carretera" que a esa altura es poco más ancha que la picada.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pasamos por una gran estancia abandonada y misteriosa.


FOTO: Eduardo CINICOLA
La transchaco ha "adelgazado" notablemente y ya es una exageración llamarla "carretera".
Dudo que por allí transiten camiones o colectivos.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Otra extraña estancia de apariencia deshabitada, cuya construcción seguramente
requirió un enorme esfuerzo, tan solo para llevar esa enorme cantidad de tejas a las profundidades del chaco


FOTO: Eduardo CINICOLA
Por kilómetros y kilómetros continúan los médanos y continía la lluvia (menos mal).


FOTO: Eduardo CINICOLA
Se nos ocurre adentrarnos caminando un poco en aquel bosque y nos sorprendemos
a la vista de cactaceas, pero claro, están en su ambiente natural, arenoso y normalmente muy seco.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Más cactus (que no imaginábamos encontrar) allí, en el bosque chaqueño.


FOTO: Eduardo CINICOLA
La "transchaco" abre, como un tajo interminable, ese tupido bosque espinoso.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Así nos vamos arrimando al último puesto militar que custodia el territorio paraguayo en esas latitudes.


FOTO: Luis FORNASIER
Es el Fortín Garay, cercano al Hito III del límite con Bolivia.



En aquel momento no lo sabíamos con certeza,
pero a partir de allí comenzaría el verdadero "baile" que nos tendría "entretenidos" por los siguientes 4 días.
El primer desafío sería una picada con un intrigante nombre: la "Picada de la Desesperación",
  Continúa acá ...

           
EDUARDO CINICOLA
Junio de 2013            



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