El Chaco Boreal
Paraguay - Junio de 2013

FOTO: Eduardo CINICOLA

MUSICA de FONDO                     [volumen]........


Una expedición al Chaco Paraguayo

PARTE 3: La "Picada de la Desesperación"

En el fuerte Garay, unos pocos soldados al mando de un oficial, custodian la cercana frontera con Bolivia. A no más de 6Km de allí se encuentra el Hito III (Sgto Rodriguez para los paraguayos, Ftin Villazón para los bolivianos). No sé si es paso habilitado, pero lo cierto es que del lado boliviano espera también una precaria picada no apta para transporte pesado ni para colectivos.

Era ya pasado el mediodía y todavía nos esperaba la Picada de la Desesperación que nos llevaría al Hito 4 (Gabino Mendoza). Desde allí pretendíamos llegar al Hito 5 en el extremo noroeste de Paraguay (Cerro Cabrera), para luego volver a Gabino Mendoza y desde allí al puesto del guarda-parque del PN Defensores de Chaco.

Allí mismo comenzamos a tomar nota que nuestras pretensiones sonaban desmedidas, sobre todo al enterarnos que la Picada de la Desesperación, de unos 70Km, se hallaba en total estado de abandono y cubierta de vegetación sin que hubieran pasado por ella más que dos expediciones en el último año.

Deberíamos hacerla en esas condiciones y con el condimento de la lluvia/llovizna casi permanente.

Desistimos de la visita al Hito 3, allí cerca pero que ida y vuelta nos insumiría valiosos minutos de luz (ya conté que el sol se pone a las 17:00Hs y oscurece unos 40 minutos después).

Decididamente encaramos la Picada de la Desesperación.

La optimista decisión se convirtió en turbación inmediatamente, pues ni siquiera hallábamos donde ésta comenzaba en el monte tan cerrado. Por suerte un soldado del destacamento corrió a indicarnos por donde deberíamos empezar a "atropellar".

El entusiasmo por recorrer esta picada de triste historia decreció inmediatamente cuando vimos lo que ello significaba.

El estado de abandono en que se hallaba había permitido que plantas, arbustos espinosos y hasta árboles, crecieran en ella y a sus lados, cerrando casi por completo la luz por la que deberían circular los vehículos.

Recorridos los primeros 500 metros ya un primer importante obstáculo se interponía en el camino.

Efectivamente un árbol caído atravesaba el estrecho sendero. Mmmm comencé a hacer cuentas viendo que, con el camino más o menos despejado, no podíamos circular a más de 10Km/h lo que representaba no menos de 7 horas para recorrer esos torturantes 70Km hasta el Fortín Gabino Mendoza. A ello deberíamos sumarle ahora las demoras para despejar la huella de obstrucciones mayores como este árbol caído…

Eran casi las dos de la tarde y a las 5 y media se escaparía la luz solar… Mmmmm…

Bueno, pero metidos en el baile deberíamos bailar, por lo menos hasta donde la naturaleza y sus clorofílicos secuaces nos lo permitiesen.

Finalmente decidimos que abrir un rodeo a fuerza de machete para esquivar ese árbol atravesado en la senda iba a ser menor tarea que intentar cortarlo con los elementos manuales con que contábamos. Y así lo hicimos.

Envalentonados por la rapidez de la maniobra que no nos insumió más de 20 minutos, retomamos la marcha, solo preocupados ahora por el rechinar de ramas y espinas rayando los laterales de las chatas.

Ramas cada vez más gruesas golpeaban fuertemente contra los parantes del parabrisas y algunas contra el vidrio mismo. Había que hacer de tripas corazón y no pensar lo que estaba sucediendo con la pintura y la chapa de las chatas.

Allí comprendimos el por qué de unas protecciones que usan los paraguayos en sus camionetas para andar por las picadas, consistentes en unos arcos metálicos que, arrancando desde los paragolpes delanteros avanzan hacia la parte anterior de la baca, en el techo de las camionetas, provocando el desvío de las ramas y evitando tanto golpe en vidrios y parantes (bueno, será para la próxima).

Los espejos retrovisores externos debieron ser replegados inmediatamente para evitar su destrucción segura, como si ocurrió con varios snorquels atacados y rotos por las ramas más gruesas.

Solo habíamos recorrido un par de kilómetros y el bosque ya nos demostraba todo su poder, pero estábamos decididos a continuar pues para ello habíamos ido tan lejos.

Que les puedo contar, fueron largas horas las que nos insumió recorrer esa picada que debe su nombre "Desesperación", al sentimiento provocado en los soldados bolivianos que, en perdidosa retirada, abandonando armas y municiones trataban de avanzar penosamente por ese inclemente bosque de suelo arenoso y falta absoluta de agua. Dicen que allí murieron más soldados que los que perdieron la vida en batalla. Realmente, en verano, con más de 45 grados a la sombra, luchando a machete limpio para abrirse paso, sin siquiera la posibilidad de beber agua fresca por varios días, ha de haber sido indudablemente la causa de tal mortandad humana.

Y nosotros nos quejábamos sentados en las butacas de las camionetas, con protección por los 4 costados y avanzando a fuerza de motor.

Sin embargo, en un momento tuvimos la oportunidad de apreciar con todos los sentidos lo que implica avanzar a fuerza de machete por ese cerrado chaco.

Resulta que la picada corre casi paralela y en pequeño ángulo con la línea fronteriza que separa Paraguay de Bolivia. Aldo, durante los preparativos, había logrado comunicarse con un paraguayo de vialidad que resulto ser uno de los maquinistas que le afirmó que durante el año 2010 y 2011 había abierto una picada fronteriza desde el Hito cero (tripartito) hasta el Hito 5 (en el Monte Cabrera). Eran 306 Km de picada que simplemente se había abierto para dejar marcado el límite, pero que seguramente nadie había transitado con posterioridad. Quedó en escribirnos luego de que intentara averiguar en qué estado se hallaba esa picada fronteriza, pero perdimos contacto con él.

Quienes fuimos en este viaje

           
EDUARDO CINICOLA
Junio de 2.013            



Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com


FOTO: Eduardo CINICOLA
Nos costó bastante hallar el comienzo de la Picada de la Desesperación, cubierta ya por vegetales de todo tipo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Finalmente hallamos una desdibujada huella en la arena que supusimos era la famosa picada.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Más adelante la huella estaba más marcada pero la vegetación dejaba poco espacio para las camionetas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pronto, el primer obstáculo.
Una gran rama atraviesa la picada... ¿Deberemos trabajar...?


FOTO: Eduardo CINICOLA
Investigamos para ver si podíamos hacer un "by pass" por el monte con menos esfuerzo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Luego de machetear por un buen rato pudimos abrir el paso en el monte.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Unos kilómetros más adelante paramos para reagrupar y evaluar los daños que producían
ramas y troncos sobre la chapa y la pintura de las chatas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Apenas habríamos recorrido unos 7Km de los 70 de la picada y la cosa no mejoraba...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Más bien empeoraba...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Donde la vegetación se abría un poco podíamos observar con más detalle
la composición arenosa de aquellos extensos médanos de ignoto origen.
La lluvia jugaba a nuestro favor asentando y endureciendo la capa superficial de arena
Pero podíamos imaginar lo que sería ese tránsito bajo los inclementes 45ºC y el sol a pique de las tardes de verano.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Por la salud de las camionetas, más de una vez pensamos en abandonar,
no eran 100 ni 200 metros de monte cerrado, eran kilómetros y kilómetros de permanentes chirridos de ramas y espinas contra la pintura
y golpes de ramas más gruesas contra el capot, parabrisas, parantes y snorkels.


FOTO: Eduardo CINICOLA
De vez en cuando cambiábamos el liderazgo para repartir los golpes mas fuertes.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pero de nada servía. La telaraña vegetal volvía inmediatamente a su lugar
tratando de cerrar aquella herida que el hombre hiciera al monte.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Espejos retrovisores plegados para minimizar daños
y ramas que insisten en meterse por las ventanillas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Por el Km 30 la picada se despeja un poco y nos dá un respiro.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Que aparentemente no ha de durar mucho, por lo que vemos más adelante.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Si, vuelve a cerrarse. Y esta vez no es broma...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Apenas se distingue que haya pasado antes alguien por acá.


FOTO: Eduardo CINICOLA
¿Y si se cierra definitivamente...?


Ahora, la picada de la Desesperación, por la que transitábamos se acercaba llamativamente a la frontera. Entusiasmados contábamos los metros que faltarían, mirando el dibujo del GPS, para que ambas se uniesen, en la esperanza que la picada fronteriza fuera menos tortuosa que ésta que estábamos transitando.

Les preguntamos por radio a Andy y Diego que en ese momento iban unos miles de metros adelante y, para nuestra sorpresa, nos comunican que la Picada de la Desesperación había hecho un leve giro a la derecha y se estaban alejando del límite.

No!! No puede ser !!

Ansiosos llegamos al lugar donde ambas picadas se hallaban más cerca según lo que indicaban los GPS (en realidad la fronteriza no sabíamos con certeza si existía).

El Mapa Paraguayo nos decía que la frontera se hallaba a tan solo 35 metros hacia el oeste, mientras que Mapear indicaba 955 y ViajerosMapas 141. ¿A quién creerle?

Pensábamos llegar en las chatas hacia la frontera, pero el monte era cerradísimo y solo pensar abrir los 35 metros que indicaba el mapa Paraguayo era casi imposible. Cuánto más lo sería, el kilómetro de Mapear.

Andy, Tobhias y Hugo habían seguido de largo y no tenían intención de regresar.

Eladio y Glenda venían detrás, muy alejados y no llegaban.

Finalmente con Aldo decidimos que no nos iríamos de allí sin conocer la picada fronteriza así que empuñando machete comenzamos a abrirnos paso (solo una estrecha senda para pasar caminando) en busca de la línea limítrofe.

Mi corazoncito me decía que debíamos confiar en ViajerosMapas ya que los 35m que indicaba el mapa paraguayo parecían muy cercanos como para que ambas picadas no se uniesen y abrir una senda de 1 Km, tal como lo indicaba Mapear, sería tarea imposible.

A decir verdad resultó mucho más trabajoso que lo que pensábamos, no era posible avanzar en línea recta ya que por momentos el monte se cerraba muchísimo con unas finas lianas rastreras que se enredaban en nuestras piernas como queriendo impedirnos todo avance. Íbamos haciendo eses buscando machetear donde el follaje fuera más liviano. Casi 10 minutos para avanzar los 35 metros hasta donde comprobamos que el mapa paraguayo erraba. Solo faltaban 110 metros para comprobar si la picada estaba donde decía ViajerosMapas. Las ramas y espinas rasgaban nuestras camisas y debíamos cuidarnos que no se nos metieran en los ojos. Cada tanto corregíamos como podíamos y estuvimos a punto de abandonar porque el tiempo se nos iba, el avance era mucho más dificultoso que lo que imaginamos y nuestros compañeros estaban esperando ansiosos por continuar.

Por suerte ViajerosMapas también estaba errado y la picada limítrofe estaba 30 metros más cerca de lo que indicaba. En realidad la picada ya casi no existía, Si bien se notaba que habían abierto con topadora una "calle" de unos 8 a 10 metros de ancho. Esta no había sido emparejada y ya habían crecido en su superficie infinidad de matorrales. Circular por allí sería tanto o más tortuoso que continuar por la Picada de la Desesperación, amén que nos costaría más de una hora abrir un by-pass que uniese ambas picadas, aunque todos nos pusiésemos manos a la obra.

De repente escuchamos voces…

Eran Eladio y Glenda que, ingresando en tiempo record por una nueva senda abierta por ellos, nos hicieron sentir exploradores tontos.

Sacamos unas fotos y rápidamente volvimos a las chatas para reunirnos con el resto de la caravana.
 


FOTO: Eduardo CINICOLA
Después de abrir a fuerza de machete una estrecha senda para llegar a la picada fronteriza
descubrimos que aquella larga recta abierta en el monte, que une los Hitos III y IV, estaba en mucho peores condiciones que
la que veníamos transitando.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Hacia el sur el panorama esra similar...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Machete en mano disfrutábamos de nuestra hazaña de habernos abierto camino en la espesura hasta ese lugar...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Cuando vemos llegar a Eladio y Glenda lo mas campantes abriendo una nueva picada.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Eladio debe ser un "maestro" del machete ya que llegaron en tiempo record.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Para regresar a las camionetas debimos abrir una nueva senda
ya que era imposible intentar hallar el lugar por el que habíamos arribado hasta esa "picada limítrofe".


FOTO: Eduardo CINICOLA
¡Otra vez sopa !!
Volvimos a la picada de la Desesperación y volvimos a sentirnos atrapados en una telaraña verde


FOTO: Eduardo CINICOLA
Que se empecinaba en mantenernos allí atrapados.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Un extraño y "desubicado" cartel nos decía que al menos estábamos en buen camino.
El puesto fronterizo Gabino Mendoza era nuestro destino.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pero no sería facil llegar hasta allí


PARTE 4: El Hito IV (límite Paraguay/Bolivia):

Unos pocos kilómetros más por aquella picada infernal nos separaban del pequeño puesto militar de Gabino Mendoza donde nos recibieron unos sorprendidos soldados. Sorprendidos por ver que habíamos llegado ya que habían sido advertidos de nuestro tránsito por la Picada de la Desesperación por el oficial del puesto Garay.

Relativamente cerca de ese puesto de vigilancia fronterizo se halla el Hito IV, uno de los 11 hitos unidos por segmentos de recta que conforman el límite entre Paraguay y Bolivia.

Por supuesto no es un camino asfaltado el que nos llevará hasta allá, sino una picada barrosa con árboles caídos que se interponían a nuestro paso. Antes de llegar, y donde un precario camino se interna en territorio boliviano, justo sobre la línea de frontera, un único cementerio aloja las osamentas de los desventurados militares bolivianos y paraguayos que perdieron la vida en aquella cruenta contienda librada ochenta años atrás.

Al regresar del Hito IV ya estaba anocheciendo, el clima continuaba lluvioso y nuestros planes decían que debíamos seguir hacia el norte por sobre la línea de frontera (donde ya había desaparecido la picada), en busca del Hito V, en el ángulo noroeste de Paraguay, para luego regresar a Gabino Mendoza y partir rumbo al PN Defensores del Chaco, donde esperábamos encontrar algún tipo de alojamiento que nos permitiera evitar tener que armar las carpas en el barro y bajo la lluvia.

Evaluando la hora, el tremendo esfuerzo y tiempo que demandaría ir y regresar del Hito V, decidimos suspender ese tramo y encarar allí mismo hacia Lagerenza Í, puesto del guardaparque que se encuentra en el extremo sudoeste del PN Defensores del Chaco.

El tránsito bajo la lluvia en un camino angosto y barroso, en la oscuridad de la noche, no fue fácil, pero fue divertido. Ya el barro se estaba convirtiendo en el condimento que le daría un poco más de "emoción" a aquel tránsito por el interminable bosque chaqueño que poblaba de árboles y arbustos la vistas de parabrisas, ventanillas y lunetas de la chatas.

Llegamos muy tarde a Lagerenza Í.

La oscuridad era total y aquella única construcción en medio de la floresta tenía todo el aspecto de estar despoblada de moradores.

¡Qué problema!

¿Y ahora dónde dormiremos?

En la penumbra y sobre el camino alguien descubrió un "maquinista", con su topadora que se hallaba descansando. El nos informó que el guardaparques se había ido al otro puesto, en Madrejón, en el otro extremo del Parque a unas tres horas de allí.

Finalmente descubrimos que una puerta que daba acceso a una galería cubierta que rodeaba la casa, estaba abierta. Fue así que varios tiramos allí nuestras bolsas de dormir luego de una cena a las apuradas.

Por la noche el viento empujaba la lluvia dentro de la galería y andábamos con la bolsa a cuestas buscando algún rincón seco que nos permitiese seguir durmiendo sin escafandra.
 


FOTO: Eduardo CINICOLA
Reagrupando en la Picada de la Desesperación.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Unos pocos kilómetros más sobre aquella desdibujada huella nos llevarán al ...


FOTO: Eduardo CINICOLA
paupérrimo Destacamento Militar Teniente Segundo Gabino Mendoza.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Allí un cabo y unos sorprendidos soldados salen a recibirnos bajo un cielo encapotado.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Continuamos nuestro camino y a pocos kilómetros de allí, justo en la línea limítrofe entre Bolivia y Paraguay,
un olvidado cementerio cobija los huesos de algunos de los tantos soldados de ambos bandos
que perdieron la vida en la guerra por la posesión del Chaco Boreal.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El tránsito hasta el Hito IV no fue tampoco sencillo,
árboles caídos se interponían en nuestro camino.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Allí, un "desconocido" Tobhias la emprendió, machete en mano, a demostrarnos que también sabe de trabajos manuales


FOTO: Eduardo CINICOLA
El Hito IV está rodeado de un gran pastizal pantanoso donde estacionamos las chatas para la foto,
cuatro en Bolivia y una en Paraguay.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Y luego, por supuesto, la foto de los expedicionarios que hasta allí llegaron.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El camino a "Lagerenza Í" lo hicimos de noche por una huella embarrada y "divertida".


FOTO: Eduardo CINICOLA
el pasto crecido en el camino habla del poco tránsito que esta "carretera" recibe.
El "instrumental" a bordo nos hace sentir que volamos en un Jumbo...


FOTO: Luis FORNASIER
En Lagerenza Í, puesto del guardaparque del extremo sudoeste del PN Defensores del Chaco
nos dimos de narices con las puertas cerradas.
No había nadie allí. Sin embargo la buena fortuna nos acompañó nuevamente y pudimos hallar precario cobijo.



 


PARTE 5: El Hito VI (Palmar de las Islas):

Al día siguiente la lluvia hizo que nuevamente cambiásemos los planes.

Inicialmente íbamos a ir por el borde sur del parque hasta medio camino con Madrejón para acceder al monte más alto de Paraguay, el Cerro León, de poco más de 600 metros de altura, con intención de hacer una caminata hasta su cima. El clima nos indicaba que aquello no sería posible, entonces cambiamos el rumbo y apuntamos al Puesto Militar y cuartel de Lagerenza, en el extremo norte del Parque y relativamente cercano al Hito VI, de la frontera con Bolivia.

Además, en el camino pasaríamos cerca de una "confluencia" (del meridiano terrestre 61º Oeste con el paralelo Sur 20º) y Hugo quería sacar allí unas fotos para enviarlas a Confluence.org donde hay un registro de los visitantes de estos puntos únicos del globo.

Partimos relativamente temprano luego de un rápido desayuno.

Lo de la "confluencia" no pudo ser. Esta se encontraba unos 1800 metros adentrada en un cerrado bosque que iba a requerir varias horas de machete para permitirnos llegar al punto mágico.

La picada que nos llevaba a Lagerenza era bastante abierta y transitable, a pesar de algunos pozones con agua y barro.

A las 10 de la mañana ya estábamos en el Destacamento militar "Mayor Pablo Lagerenza", donde pudimos conversar con un amable coronel del ejército paraguayo. A el le preguntamos por la posibilidad de ir hasta el Hito VI (fuera de programa). Nos respondió que no serían menos de tres horas ir y regresar mientras que por otro lado también nos informaba que la picada denominada "Línea 1" que oficia de límite norte del PN Defensores del Chaco y que nos debía sacar de allí rumbo a Bahía Negra (puerto sobre el Río Paraguay), estaba absolutamente impracticable, cerrada por la maleza y cortada por un río que se salió de cauce por las lluvias de los últimos días.

Estos últimos datos volvieron a modificar nuestros planes.

Aprovecharíamos entonces para ir en una rápida visita (según creíamos) hasta el Hito VI y luego cruzaríamos el PN de norte a sur para buscar, mediante un rodeo por Madrejón, tomar la "Línea 1" varios kilómetros más adelante, con la intención de llegar esa misma noche a Bahía Negra.

El optimismo no nos abandonaba, ni siquiera para rearmar planes ambiciosos.

La naturaleza nos diría luego quién manda allí.

Fuimos sí hasta el Hito VI, pero habiendo salido de Lagerenza a las 10:30 de la mañana, llegamos al puesto militar Tapacare, 20 km antes de la frontera, a las 12 del mediodía.

Esos últimos 20Km nos insumieron la friolera de dos horas más.

Estuvimos de regreso en el Destacamento de Lagerenza pasadas las 17 Hs, justo en el crepúsculo.

La expedición al Hito VI que debía insumirnos 3 horas, nos había llevado prácticamente todo el día. ¡Ocho horas y media luchando contra el barro para hacer no más de 130Km !!

¡Y nos faltaban más de 380 para llegar a Bahia Negra, destino reprogramado para ese día !!

Evidentemente debíamos "reprogramar", por tercera vez en el día.

Parecíamos la gallega de los GPSs "recalculando" a cada rato.

Deberíamos hacer un gran esfuerzo, anochecía y se había largado a llover nuevamente, para llegar aunque fuera a Madrejón para intentar hallar cobijo.

Pero Madrejón se hallaba a 136Km que nos podían insumir otras 8 horas !!

Finalmente la pericia de los conductores, barrenando en el barro, en la oscuridad y en la lluvia, sumado a la piedad de Dios, hizo que a las 11 de la noche estuviésemos batiendo las palmas en el puesto del guardaparques de Madrejón.

Lamentablemente estaba casi todo ocupado, así que tuvimos que auyentar unos perros de una habitación y correr unos muebles viejos de otra para poder tirar allí nuestras bolsas de dormir y nuestros huesos en busca de un merecido descanso.


 

 

LAS FOTOS


FOTO: Eduardo CINICOLA
Temprano y bajo un cielo encapotado partimos de Lagerenza Í


FOTO: Eduardo CINICOLA
El puesto del guardaparques quedaba tan solitario como lo habíamos hallado.


FOTO: Eduardo CINICOLA
A poco de andar por una huella bastante transitable...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pasamos por el sitio más cercano a la "Confluencia" que quería hacer Hugo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Podíamos habernos acercado un poco más, pero la huella no invitaba a dedicarle mucho más tiempo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
La huella hacia Lagerenza bordeando el lateral oeste del PN Defensores del Chaco,
se mantenía en bastante buen estado, a pesar de las lluvias.


FOTO: Eduardo CINICOLA
En poco más de una hora estuvimos frente a la comandancia del Regimiento 14 Pablo Lagerenza
perteneciente a la Quinta División de Infantería del 3er Cuerpo de Ejército Paraguayo,


FOTO: Eduardo CINICOLA
Allí, en una desolada plazoleta, un enorme monumento recuerda a los soldados paraguayos
muertos en la Guerra del Chaco.



Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com


FOTO: Eduardo CINICOLA
Camino al Hito VI, logramos divisar una piara de pequeños tapires que cruzaban la huella


FOTO: Eduardo CINICOLA
Rápidamente esa "huella" desaparece y nos hallamos batallando nuevamente con la espesura boscosa,
solo que ahora el suelo cambió de arena a barro.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Y comienzan a surgir los primeros "problemas".


FOTO: Eduardo CINICOLA
Y las primeras embarradas...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Largos huellones generados por nosotros mismos...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Conducen a imprevistos "fuori pista"...


FOTO: Eduardo CINICOLA

Extraña tela de araña para recoger el agua del rocío matinal.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Estrenando eslingas.
Ni imaginábamos el uso y abuso que esos implementos de rescate sufrirían en los siguientes días.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Más encajadas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Así, con las camionetas de costado seguíamos avanzando.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Era evidente que hacía mucho tiempo que nadie se llegaba hasta ese Hito limítrofe.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Esta vez es la Hilux de Aldo la que recibe auxilio de Eladio.


FOTO: Eduardo CINICOLA
No parecía pero estábamos bastante complicados.


FOTO: Eduardo CINICOLA
En otro huellón el Jeep de Eladio va marcando la impronta de su diferencial trasero.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El tramo final mejora un poco, ya estamos cerca.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Llegamos !!!.
Cruzamos la línea imaginaria, estacionamos todas las camionetas del lado boliviano y... FOTO !!


FOTO: Eduardo CINICOLA
Desde allí veíamos el "camino" que acabábamos de recorrer.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Hacia Bolivia la huella desaparecía cubierta por los matorrales.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Evidentemente aquello no era un paso internacional habilitado.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Los muchachos de Pasión 4x4 que nos acompañaron, festejan su logro brindando con champagne.


FOTO: Eduardo CINICOLA

El regreso también nos deparó nuevas trampas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Y así se vino la noche, la lluvia y más barro.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Con traicioneros charcos.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Los zorros, confundidos, corrían por kilómetros delante de las camionetas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Así llegamos a las once de la noche al puesto Madrejón, en el extremo sudeste
del Parque Nacional Defensores del Chaco
y en la oscuridad hallamos acomodo entre perros y muebles viejos.


 
Lo que no sabíamos en ese momento era que...
¡¡ TODAVÍA FALTABA LO MEJOR !!
  Continúa acá ...

           
EDUARDO CINICOLA
Junio de 2.013            



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