El Chaco Boreal
Paraguay - Junio de 2013

FOTO: Eduardo CINICOLA

MUSICA de FONDO                     [volumen]........


Una expedición al Chaco Paraguayo

PARTE 6: La picada "Línea 1" (De Madrejón a Bahía Negra)

El día siguiente comenzó con una gran incógnita; el guardaparques de Madrejón aseguraba que la picada "Línea 1" que nos debía conducir a Bahía Negra donde deberíamos haber llegado la noche anterior, estaba cortada con un metro de agua a unos 150Km de allí, en cuyo caso deberíamos volver y tomar otra picada hacia el sur, que nos llevaría a Filadelfia en unos 200Km.

Pero la incógnita que menciono al comienzo, no se refería al estado de las huellas, sino a la autonomía de la cherokee de Eladio, que estaba consumiendo mucho más de la cuenta.

El estimaba que tenía combustible para unos 250Km, pero si nos aventurábamos a la Linea 1 y luego de recorrer 150K debíamos regresar para enfrentar otros 200 hacia Filadelfia, seguramente deberíamos abandonar a Eladio y Glenda en medio del monte y sin nafta… jajajaj

Nos empujaba el optimismo y decidimos largarnos a buscar el paso hacia Bahía Negra, donde pretendíamos llegar cerca del mediodía… ¿mediodía??

El tramo hacia el norte, hasta Agua Dulce, donde nos montaríamos en la temible "Línea 1" lo hicimos a buen ritmo por una calzada muy barrosa pero ancha y recta, no obstante lo cual llegamos a 4 bocas (Agua Dulce) a las diez y media de la mañana.

En el camino recogimos de las más diversas opiniones respecto del estado y transitabilidad de la línea. Que mejor intentáramos por dentro de las estancias, pidiendo permiso para que nos abrieran las tranqueras. Que no, que por dentro no se podía pasar porque el río había cortado todos los caminos. Que la Línea 1 estaba inundada con más de 70Cm de agua y muy ahuellada. Que no era así, que lo podíamos intentar… en fin. ¿Regresar? ¿Quién dijo regresar?

A Eladio se le estaban prendiendo todas las alarmas. Los tubos de GNC andaban por su último cuarto y la luz de reserva de nafta ya estaba parpadeando y nos faltaban más de 130Km de camino "peliagudo" donde se usarían mucho las marchas bajas y seguramente algunas cuantas aceleradas a fondo para salvar obstáculos bravos.

¡ Vámos Eladio, si no llegás o tenemos que regresar, te llevamos eslingado !!

Seguramente allí recordó los 10 litros que no quiso cargar en La Patria, dudando de la calidad del combustible. Seguramente se maldijo por no haber traído aunque fuera un "bidoncito" más o, como siempre recomiendo, algunos envases de gaseosa de 2,5 L cargados de combustible y escabullidos en el baúl como una última reserva.

Haciendo de tripas corazón y con el optimismo como estandarte nos metimos en la boca del lobo.

13 horas de intenso trajín nos insumieron esos 130 Km.

Trece horas de barro y más barro. Seis de las cuales en completa oscuridad.

Con una camioneta que quedó en tracción simple.

Con varias que se quedaban colgadas de sus vientres en los profundos huellones llenos de agua.

Unos ayudaban a otros y aquellos volvían para ayudar a los primeros.

Eslingas, malacates, poleas de reenvío, sogas, palas, grilletes, anclas. Todo elemento de rescate fue usado y abusado.

Hicimos "trencito" para poder arrastrar por más de cien metros una de las chatas que se había clavado, con una rueda en la huella y la otra afuera, los diferenciales apoyados en el piso marcando un profundo surco mientras se deslizaba como un autito de juguete sin ruedas.

Otra quedó, ya de noche, inclinada temerariamente a milímetros de un profundo canal de más de dos metros de profundidad, cuando se deslizó de costado en su esfuerzo por ayudar a otra que se hallaba "clavada" en un zanjón.

Las eslingas se cortaban y volvíamos a anudarlas. Caminábamos de una a otra chata, de uno a otro embrollo, haciendo precario equilibrio sobre los tocones de barro, para no pegar un patinazo y terminar acostados dentro de un huellón.

Las chatas más pesadas y con ruedas más grandes, que podían pisar el fondo de la huella, llevaban eslingadas y con motores a fondo, a las más livianas para sortear los pasos más difíciles.

Eslingar y soltar, eslingar y soltar para luego volver a eslingar.

Pasaban las horas y la distancia a Bahía Negra se achicaba muy lentamente.

Para más nunca supimos cuál sería el último gran obstáculo que algunos pocos conocedores de la zona presagiaban, justo antes de un puentecito…

A las doce de la noche hicimos nuestra entrada triunfal a Bahía Negra. Lamentablemente ninguna fanfarria nos esperaba. Ni siquiera había luz en el único rancho que oficiaba de albergue.

Afortunadamente Andy que había llegado primero, se acercó al destacamento naval y consiguió que nos permitiesen armar carpas y bolsas de dormir en una gran cuadra de soldados, sin vidrios en sus ventanas y bastante sucia producto del largo abandono.

Sin embargo eso era maravilloso luego de tan arduo día, del cual nos era imposible recordar la cantidad de encajadas y rescates que habíamos padecido.

A media noche y bajo la lluvia, aquella sucia y abandonada cuadra fue un hotel de cinco estrellas para nosotros.

Quienes fuimos en este viaje

           
EDUARDO CINICOLA
Junio de 2.013            



Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com


FOTO: Eduardo CINICOLA
Temprano cargamos los bártulos y nos fuimos del puesto Madrejón.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Los primeros tramos de la ruta hacia "Agua Dulce" donde nos encontraríamos con la temible Línea 1,
estaban parejos y oreados a pesar de las persistentes lluvias de los días anteriores.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pronto comienza a desmejorar.
Observamos como el bosque chaqueño comienza su transición hacia lo que será la selva o mato brasileño
que se extenderá hasta el occidente Venezolano y Colombia, más allá del Río Amazonas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Verde, verde y más verde en aquella carretera que con rumbo norte nos arrima a 4 Bocas o Agua Dulce.


FOTO: Eladio
Allí consultamos con los lugareños y obtenemos de las más diversas respuestas respecto al estado de la Línea 1


FOTO: Eladio
Pero lo decisivo fueron las palabras mágicas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Y este no tardó en hacerse presente.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Los largos y profundos huellones producto de los gigantescos "talcales" convertidos en lodo por las lluvias
nos comenzaron a amedrentar ya que recien comenzaba un recorrido de los que serían interminables 180Km.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Intentando esquivar las huellas más profundas, Aldo tiene su primer "fuera de pista".


FOTO: Eduardo CINICOLA
Malacate y pala para lograr salir...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Parece que tractores de alguna estancia habían marcado esas profundas huellas
donde las chatas quedaban literalmente "colgadas" de sus diferenciales.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Mas adelante otro color de tierra y otros problemas, ahora extensos charcos.


FOTO: Eduardo CINICOLA
No eran pequeños tramos, eran kilómetros y kilómetros de obstáculo tras obstáculo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Rescatando a "Pamperita" la enorme TLC de Andy.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El barro, esa tierra-talco mojada, se adhería a las ruedas como masilla, dificultando el avance y las maniobras.


FOTO: Eduardo CINICOLA
No salió para atrás, intentaremos para adelante.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Más problemas...


FOTO: Eduardo CINICOLA
La garza gozando de un espectáculo inédito para ella.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Mas tierra colorada, más huellones...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Más "terribles" huellones...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Estaba mas o menos "presentable", pero...


FOTO: Eduardo CINICOLA
...el barro comienza a dejar sus marcas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
De nada servían las guiñadas de luces a Hugo que nos remolcaba, para que tirara menos barro.


FOTO: Eduardo CINICOLA
La blanquita había quedado en simple, por problemas mecánicos.
Acá no alcanzó toda la potencia de la chata de Hugo y ambas quedaron en medio del extenso charco.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Acá Tobhias y Diego con la chata de Andy ya habían logrado pasar y esperaban al resto de la caravana.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Allá atrás vemos a Eladio en problemas.
Glenda hace equilibrio en el barro.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Ahora es Tobhias el que está "hasta las manos"...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Comenzaba a anochecer, hacía más de siete horas que luchábamos conta el barro
y apenas habíamos hecho poco más de la mitad del recorrido.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Si quieren seguir viendo, hay barro para regalar...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Eladio con su técnica de entrar "enrroscadísimo"...


FOTO: Eduardo CINICOLA
... lograba hacer avanzar a esa cheroqueta por ese difícil terreno.


FOTO: Eduardo CINICOLA
La Toyota de Aldo con tratamiento de fangoterapia.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Desde el interior la visibilidad no era de lo mejor...


FOTO: Eduardo CINICOLA
Aldo prendido al volante daba indicaciones por radio a Hugo que nos llevaba como barrilete sin cola.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Una de las últimas fotos antes que la noche se cierre por completo.
"Pamperita" nuevamente en la cuneta.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Es prontamente rescatada.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Llegamos muy tarde a Bahía Negra, pero por suerte conseguimos armar las carpas dentro de
una cuadra abandonada de los marineros del destacamento naval del puerto sobre el Río Paraguay.

 


PARTE 7: De Bahía Negra a Loma Plata y regreso a casa.

Por la mañana pudimos observar con deleite el anchuroso Río Paraguay que arrastraba numerosos camalotes arrancados seguramente del Pantanal por la crecida debido a las copiosas lluvias extemporáneas que se venían produciendo en esos días.

Allí, amarrado en el último puerto hacia el norte que tiene Paraguay sobre el río que lleva su nombre, una barcaza proveeduría había arribado con la mercancía correspondiente a ese mes.

En las radios de las camionetas sonaba la música propalada por la FM del pueblo.

Lamentablemente poco tiempo tuvimos para intercambiar opiniones con los pobladores. Llevábamos casi un día completo de retraso y los 390Km que nos separaban de Loma Plata, si bien sobre un camino mejor que la Línea 1, prometían baile debido a las ya mencionadas lluvias.

La camioneta que había quedado en tracción simple, era la de Aldo. Tuvimos que quitar la tracción en el eje delantero debido a unos fuertes ruidos que aparentemente procedían de los rulemanes pero que finalmente nos convencimos que eran producidos por la junta homocinética a punto de romperse.

Por suerte Aldo ya le había agarrado la mano a andar "en simple" por el barro y avanzábamos a buen ritmo.

Era cerca del mediodía cuando, aún en tracción simple, regresaron los sospechosos ruidos.

Poco después de haber pasado por un pequeño, aislado y único puesto policial, la rueda dijo basta y se clavó de golpe, dejando un profundo surco en la tierra mojada.

¡Sonámos!

Sábado a la tarde, en territorio menonita, a 250Km por barro de la próxima población y con un desastre mayúsculo en la Toyota.

Y ahí comienzan las incógnitas.

¿Se habrá trabado la homocinética?

¿Se habrán hecho puré los rulemanes?

¿Habrá repuestos de Toyota en Loma Plata, una mediana población en el centro del chaco paraguayo a 250Km de allí?

¿Atenderán los menonitas los sábados?

La cosa se complica al desarmar, porque según nos informa Hugo, que tiene una Toyota igual, para cambiar los rulemanes, que parecía que finalmente eran la causa de la "plantada", era necesario si o sí la utilización de una prensa hidráulica, lo que agregaba a la necesidad de una casa de repuestos bien surtida, otra necesidad, la de un taller mecánico abierto y CON PRENSA HIDRÁULICA.

Los muchachos comenzaron a llamar a sus contactos y parientes y, al poco tiempo apareció lo que podía ser una solución.

Una casa de repuestos QUE SI TENIA los rulemanes de reemplazo y un taller mecánico cuyo dueño menonita ABRIRÍA ESPECIALMENTE PARA HACER EL TRABAJO.

Dios estaba, como siempre, al lado nuestro.

Partió raudamente Hugo, con Eladio de acompañante, luego de desarmar y llevarse media transmisión delantera hacia Loma Plata. A las dos horas y media tuvimos noticias de su arribo al pueblo y, media hora más tarde, de la reparación de la pieza rota. No obstante lo cual, el regreso les insumió casi 4 horas. Arribando cerca de la medianoche. Luego nos enteramos de boca de los muchachos que la lluvia continuaba estropeando el camino y haciéndolo más intransitable.

En el interín las gestiones de Aldo y Tobhias habían logrado varias cosas importantes.

  1. Conseguimos arrastrar con un camión y un esquí la chata hasta el mísero puesto caminero.
  2. Consiguieron que en una estancia cercana nos vendieran una oveja recién carneada.
  3. Consiguieron leña.
  4. Consiguieron dos cocineros de primera para asar la oveja (el policía del puesto y el camionero)
  5. Consiguieron alojamiento en el puesto policial, precario pero mejor que armar carpa en medio de la lluvia o dormir en las chatas.

Como dije, cerca de la medianoche arribaron con los repuestos Hugo y Eladio (es la segunda vez que Hugo tiene que viajar varios cientos de kilómetros para colaborar en la reparación de otra chata del grupo. Gracias Hugo.)

Incrédulos ellos, se acercaron al fogón a comer algo de lo que especialmente les habíamos guardado sabiendo que desde la mañana no probaban bocado.

La lluvia no perdonaba y suave, pero constante, nos rociaba permanentemente.

Yo había pensado levantarnos temprano para armar y no demorarnos más, en la esperanza que por la mañana hubiese dejado de llover, sin embargo Hugo insistió en armar en ese preciso instante. Claro, era la noche del sábado y estábamos a casi 2000 Km de Bs As con una chata desarmada y con varios cientos de km de barro por delante.

En una hora y media, semiprotegidos de la lluvia por una lona, armamos, mejor dicho armó Hugo con la asistencia de todos (incluso Glenda) la suspensión y la tracción de esa camioneta y nos fuimos a dormir bastante tarde, pero con la tranquilidad de deber cumplido.

El domingo sería otro día… otro día de sorpresas…
 


FOTO: Eduardo CINICOLA
En aquella cuadra abandonada pasamos la noche recuperando fuerzas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Otrora fue el comedor de marineros de lo que debió haber sido un importante destacamento naval paraguayo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
En las chatas se resecaba el barro "adquirido" el día anterior.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Los elementos de rescate todavía pendían de paragolpes.


FOTO: Eduardo CINICOLA
En el puerto de Bahía Negra festejando lo hasta allí logrado.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Bajo un cielo plomizo el caudaloso Río Paraguay arrastraba camalotes provenientes de El Pantanal.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El barco proveeduria que llega mensualmente al puerto, esperaba sus clientes.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Bahía Negra es un pequeño y pintoresco poblado de no más de 20 manzanas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Plolijas casitas de madera y chapa.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Y la imponenete FM de Bahía Negra propalando guaranias, polcas y chamamés.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Tambien las casas de los mas pudientes, montadas sobre palafitos para evitar los efectos de los desbordes del río.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Comenzamos a ver las grandes fazendas o estancias que en manos de brasileños se dedican a la cría de cebúes.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Un raudo ñandú se nos cruza en el camino.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El camino a Loma Plata (360Km) pintaba lindo en principo ya que no había barro ni talcales.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Un ave enorme y desconocida cruza en vuelo resante frente a nosotros.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El ambiente cuasi-selvático de días anteriores se transforma ahora, con rumbo sur y en las cercanías del Pantanal
en montes de palmeras, más propias del Chaco.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pronto comienzan los problemas...
Tobhias confiado y en tracción simple es sorprendido por el barro y termina en la zanja.


FOTO: Eladio
Pasado el mediodía, otro problema. Y más grave.
El rulemán dijo basta y hubo que sacar media transmisión delantera para llevarla a reparar.


FOTO: Eladio
Estábamos en el horno...
Erá sábado, más de las dos de la tarde, estábamos en otro pais, a más de 2000Km de casa, con una chata medio desarmada
y sin saber dónde y cómo conseguiríamos repararla.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Mientras Hugo y Eladio salían raudamente a buscar repuestos y mecánico,
con un ingenioso patín, conseguimos sacar la chata del medio de la ruta.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Un amable camionero la arrastró hasta el pequeño puesto policial cercano.
Único signo de vida en kilómetros a la redonda.


FOTO: Eladio
Mientras esperábamos a los mecánicos rescatistas (Hugo y Eladio), nos comimos un exquisito asado de oveja
espectacularmente preparado por el camionero (izquierda) y el polícía del puesto, (a su lado).


FOTO: Eladio
En ese momento no sabíamos si era la oveja que tenía efectos somníferos....


FOTO: Eladio
Hasta que encontramos a la verdadera "madre del borrego" !!


FOTO: Eladio
Llegados a las 23:30 Hugo y Eladio con la pieza reparada,
se manducaron desesperados su porción de oveja (estaban sin comer desde la mañana)
y nos sacamos la foto grupal.


FOTO: Eladio
Ahora incluímos también a nuestro nuevos amigos paraguayos que nos ofrecieron todo lo que nos podían ofrecer.


FOTO: Eladio
Luego del asado, en función trasnoche, bajo una persistente llovizna y cubiertos con una lona,
emprendimos el armado del tren delantero de la Hilux de Aldo.


PARTE 8: ¿Será que podremos regresar a casa?.

Efectivamente, el domingo sería otro día… otro día de sorpresas…

Tranquilos, con el dato que el día anterior Hugo y Eladio habían llegado a Loma Plata en dos horas y media, estimábamos llegar a repostar combustible y a almorzar a ese pueblo antes del mediodía.

Pero…

La lluvia había cambiado por completo el panorama.

La calzada presentaba todo tipo de inconvenientes. En algunos lados ahuellada, pero en su mayor parte consistía en un alto terraplén abovedado, con sustrato bastante duro pero cubierto de una capa de barro chirle de unos pocos centímetros que la convertían en un palo enjabonado.

Para más muy profundas cunetas a ambos lados estrujaban los corazones con el solo pensamiento de caer allí.

Volvimos a confirmar que no existe la camioneta ideal, aquella que la emprenda con éxito en cualquier tipo de camino y superficie.

Aquí, las camionetas más altas y más pesadas que en los profundos huellones de la Línea 1 que recorriéramos dos días atrás, hacían gala de poder, llevando a la rastra como si de juguetes se tratase a las más livianas y más bajas, decía, aquí aquellos gigantes parecían torpes elefantes con patines en una pista de hielo, deslizándose torpemente de un lado a otro sufriendo sus conductores por hallar un precario equilibrio que los mantuviese en la cima de la bóveda vial.

Varias veces visitaron las cunetas (por suerte donde no eran tan profundas), hasta que finalmente redujimos la velocidad a una acorde con las posibilidades de los ballenatos.

Aquel tramo que el día anterior hicieran Hugo y Eladio en dos horas y media, nos insumió, pocas horas después, exactamente seis.

A las tres de la tarde pisamos, ya con alivio, el asfalto en Loma Plata.

Repusimos combustible en tanques y estómagos y emprendimos el camino final que en tan solo 1700 Km nos dejaría de regreso en casa. Embarrados pero contentos.

Conocimos el Chaco Boreal en una de sus peores condiciones de transitabilidad, aunque dicen los que saben que en época de seca, aquellos barreales se convierten en temibles "talcales" que también atrapan a los vehículos.

Bueno, será cuestión de ir en época seca…
 


FOTO: Eduardo CINICOLA
A poco de partir ese domingo del puesto policial donde habíamos dormido un poco luego de armar la chata,
SE LARGÓ A LLOVER NUEVAMENTE !!
La ancha carretera abobedada se convirtió en una pista de patinaje.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Las camionetas más pesadas pugnaban por permanecer sobre la calzada.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Hasta que sucedió lo imaginable...
Pamperita a la cuneta !!


FOTO: Eduardo CINICOLA
Profundos huellones dejaban en los laterales de la ruta, al ser rescatadas.


FOTO: Eduardo CINICOLA
El rescatado rescatando al rescatador.
Apenas se había corrido de la parte alta de la bóbeda y ya le resultaba imposible regresar.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Hubo que recurrir a unos "caballos de fuerza" humanos, para lograr el objetivo.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Continuaba lloviendo, el barro se hacía cada vez más chirle y la marcha más lenta.


FOTO: Eduardo CINICOLA
¡Qué problema! , apareció el primer vehículo de frente en varias horas.
¿Quién abandonará la cima de la bóbeda ???


FOTO: Eladio
La TLC de Andy, manejada ahora por Hugo, andaba haciendo eses y Hugo a los manotazos
intentando mantener un precario equilibrio para no caer en las profudas cunetas.


FOTO: Eladio
Hasta que, por esquivar a un burro, termino en la banquina llena de agua y barro.


FOTO: Eladio
Y regresa a la calzada a fuerza de motor y de muñeca.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Por suerte, en los últimos kilómetros, si bien las cunetas seguían siendo profundas
la huella se endureció y nos permitía ir a casi 80Km/h.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Así hacemos la entrada a Loma Plata.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Y finalmente llegamos al asfalto...
Eran las cuatro de la tarde del domingo, estábamos en el corazón del Paraguay y el lunes queríamos ir a trabajar...


 


Ya lo dije antes...

Conocimos el Chaco Boreal en una de sus peores condiciones de transitabilidad, aunque dicen los que saben que en época de seca, aquellos barreales se convierten en temibles "talcales" que también atrapan a los vehículos.

Bueno, será cuestión de ir en época seca…
 

           
EDUARDO CINICOLA
Junio de 2.013            


 
Es estilo en las últimas travesías que realizamos que algún otro integrante del equipo nos cuente su versión de lo vivido.
Esta vez le tocó a Eladio, quien nos relata sus vivencias desde un ángulo diferente.

  Acá podemos leer su relato...



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