DIA 1: El dificultoso cruce de frontera hacia Chile
El sábado hicimos el enlace hasta Cerrillos, en las cercanías de Salta capital. El grupo que partía de Rosario, como tenía menos kilómetros para recorrer, le sumó a ese enlace la caza de una confluencia en la Pcia de Santiago del Estero, que les hizo sudar la camiseta mucho más de lo que preveían por lo que esa noche de sábado a domingo la pasaron prácticamente sin dormir. Esa circunstancia hizo que nuestra partida hacia las alturas se viese demorada esa mañana hasta casi las 10:00 Hs.
En la subida a San Antonio de los Cobres comienzan los primeros problemas mecánicos. La Patrol del Tape Arriola no se lleva bien con las alturas. No sabemos si no llegaba suficiente combustible o cual era la real causa, pero su motor "aspirado" no erogaba la potencia suficiente como para seguir el ritmo que debíamos imponer necesariamente a esos ambiciosos planes. La alternativa era que regresase en ese momento, ya que lo que vendría no era "moco de pavo", o jugarnos y tratar de adaptarnos a la velocidad del Tape, acortando las detenciones.
Comimos tardíamente unas empanadas en San Antonio y continuamos hacia la frontera con Chile. Era pleno invierno así que existían grandes posibilidades que los caminos estuviesen tapados de nieve y la frontera cerrada. Teníamos un plan "B", que consistía en hacer el recorrido al revés, pero ya comenzaríamos con un marcado retraso.
Llegados al Paso de Sico el domingo 11 de agosto, casi sin abrir la puerta de las oficinas en aquél páramo ventoso, un gendarme nos espeta un seco "El paso está cerrado".
Tuvimos que insistir y presionar mucho para que el suboficial a cargo nos recibiese ya que se negaba empecinadamente a hacerlo. Una discusión subida de tono se planteó allí dado que no eran muy convincentes las razones que esgrimía este cabo primero (seguramente mandado en castigo a ese destino) y con muy pocas ganas de trabajar. Caso omiso hacía a nuestros argumentos que el sitio de internet de Gendarmería Nacional daba como "Paso abierto" a Sico, con carreteras en malas condiciones del lado chileno. Además en el Escuadrón de San Antonio de los Cobres, nos habían asegurado que el paso estaba abierto y habilitado.
La amenaza de una denuncia ante las autoridades convenció a aquel cabo y al representante de aduana a que nos permitiese pasar con una camioneta y un gendarme hasta el puesto de carabineros chilenos El Laco para que ellos determinasen si se podía transitar del lado chileno.
El cabo primero desapareció y el empleado de aduanas estaba rojo de ira cuando regresa nuestra avanzada con un papel firmado por carabineros de Chile donde informaban que el paso estaba abierto para vehículos 4x4 y se nos autorizaba a pasar. Finalmente gendarmes y aduaneros nos hicieron el lento papeleo y, ya casi cayendo el sol, logramos pasar.
Era de noche cuando llegamos al puesto El Laco, donde el sargento segundo de carabineros Jaime Torres nos recibió con una sonrisa de oreja a oreja y una amabilidad digna de ser destacada, amabilidad que nos fuera negada por nuestro compatriota policía de fronteras.
En el interior de aquel pequeño puesto magníficamente calefaccionado con una primitiva salamandra, charlamos animadamente y hasta altas horas de la noche, con aquel simpático personaje que nos servía de bálsamo por los malos momentos pasados.
Sin embargo nuestros planes se iban por el sumidero.
Ese mismo día deberíamos haber pasado la frontera al mediodía y, por una precaria huella de mantenimiento de las torres de alta tensión que llevan corriente de Salta a Mina La Escondida (Chile), también deberíamos haber llegado al cráter de Mounturaqui donde estaba previsto pasar la noche.
Esto realmente se estaba complicando más de la cuenta. Primer día de travesía efectiva y ya llevábamos medio día de atraso y con una camioneta al 70%. Debería meter mucha presión al grupo si queríamos cubrir al menos la mitad de los objetivos propuestos.
Pero por suerte una muy buena noticia nos sacó de nuestras tribulaciones. Jaime Torres nos había conseguido la posibilidad de pernoctar en las instalaciones de la Mina El Laco, allí cerca, lo que evitaba que tuviésemos que armar carpas en esa fía noche de invierno a más de 4000 metros de altura.
Con la posibilidad de cocinar algo y dormir sobre colchones hicimos esos pocos kilómetros desde el puesto de carabineros hasta la mina, por una carretera recién abierta por las topadoras con bardas de más de metro y medio de nieve a cada lado de la calzada de ripio.