"Expedición a los indios Ranqueles"
Diario de Viaje
Escrito por Sergio Zerega (Pampa) en Noviembre de 2.005.
LA PAMPA:
A la caza de confluencias...
El domingo habíamos planeado salir a cazar tres confluencias en el Oeste Pampeano, todas sobre el paralelo 36.
Eran la 36-66, la 36-67 y la 36-68.
La observación de las fotos satelitales nos daba la sensación que no serían muy difíciles, excepto por lo aislado de la zona en donde se encuentran.
Junto con Gabriel Sales, otro amigo más que arrastré a está sana locura de cazar confluencias, salimos el domingo 28 bien temprano desde Santa Rosa a tratar de conseguir la trilogía.
Tomamos la Ruta Nacional 35 hacia el norte, para doblar hacia el oeste por la Ruta Provincial 10 con el objeto de conseguir primero la 36-66 utilizando alguna de las rutas que había trazado pacientemente para el GPS observando las fotos satelitales sacadas del Earth Google.
Todo venía bárbaro hasta que descubrimos que los dos accesos que había encontrado tenían tranqueras con candados (Este detalle no fui capaz de verlo en las fotos satelitales.........), con lo que todos nuestros planes se volvieron imposibles: o volvíamos sobre nuestros pasos para entrar desde Victorica, ruta que había descartado porque parecía demasiado alejada y porque resignaba el tiempo de buscar las otras confluencias ó seguíamos a ciegas hasta encontrar alguna senda que nos lleve al norte de la Ruta 10 más cerca del paralelo 36. Nos decidimos por la segunda opción y si no aparecía nada dejaríamos la 36-66 para otra oportunidad.
Cuando habíamos superado unos 15 km el meridiano 66, una entrada a una estancia con tranquera pero sin candado, nos animó a intentar acercarnos, aunque nos habíamos alejado bastante del objetivo. Entramos por una huella bien conservada que nos llevaría a la estancia Las Delicias y allí averiguar que podíamos hacer.
El paisaje estaba muy bueno, ya que se trata de una zona de pintorescos médanos verdes, donde la huella serpenteaba con rumbo noroeste, cada vez más lejos de la 36-66. La mano venía mal ya que encontramos varios puestos deshabitados (el domingo la gente se va al pueblo y no podíamos preguntar a nadie adonde estábamos yendo) y encima un neumático delantero se estaba desinflando. Inflamos la rueda con el matafuegos y seguimos hasta encontrar, 31 km después, el puesto de Las Delicias, no sin antes tirar la moneda en varias encrucijadas que no tenían correlato en las fotos satelitales. El neumático, "Protepinch" mediante, parece que se arregló solo.
Allí el puestero nos ofreció dos variantes sin mucho convencimiento: pasar de provincia de La Pampa a la de San Luis, cruzando el paralelo 36 e intentar entrar por el norte donde creía que había huella o ir hacia el este por una huella poco transitada mas o menos paralela al paralelo 36 a unos 6 o 7 km que tampoco sabía hasta donde llegaba. Optamos por esta última y comenzamos lentamente a acercarnos al meridiano, avanzando por un sendero más o menos marcado en los médanos con pocos signos de circulación reciente y con muchas tranqueras para abrir, algunas denotaban que hacia mucho tiempo que no se abrían.
Así llegamos a unos 25 km de la confluencia a un puesto habitado, donde pudimos volver a preguntar. Nos atendieron amablemente don Agustín Miranda y su esposa Lidia e inmediatamente Don Agustín se ofreció a ayudarnos, aunque no tenía muy claro si íbamos a poder llegar fácilmente.
Por lo pronto nos dijo que nos podía conducir hasta el paralelo 36 por dentro de su propiedad, la estancia San Vicente y allí podríamos ver si podíamos transitar por él.
Lo invitamos a subir a la chata y por una huella apenas dibujada, llegamos al paralelo 36, que hace de límite interprovincial entre San Luis y La Pampa, donde un alambrado este-oeste materializaba el mismo; desafortunadamente había una picada pero sin tranqueras que nos permitieran el paso y aún estábamos a 20 km del objetivo. Descartamos esta posibilidad.
Nos volvimos para el puesto"por la costa" como le dicen aquí en el campo, es decir bordeando un alambrado haciendo verdadero off road sobre los medanos tapizados de olivillos, imaginado el camino.
Llegamos al puesto y doña Lidia tenía empezado un guiso espectacular y nos fue imposible desestimar la generosa invitación a almorzar con ellos.
Nos pusimos a charlar un poco y don Agustín nos comenta que en los médanos cercanos hay una especie de cráter de arena limpia que lo cree muy bueno para hacer motocross: no dudé un instante y me largué a investigar con la chata mientras se terminaba el guiso, que a esa altura ya olía bárbaro.
El cráter escondido por las laderas verdes estaba buenísimo: según Agustín se generó porque muchos años atrás habían existido corrales de chivas en ese lugar, que se comieron todo vestigio de vegetación que nunca se recuperó: una verdadera rareza.
Di rienda suelta al off road arenero hasta que en una cresta de un médano me quedé colgado y tuve oportunidad de probar el ancla para malacate que nunca había tenido que usar como último recurso. Las fotos son elocuentes de lo simpático del lugar.
Volvimos a la casa de Agustín, bajamos de la chata una botella de vino que siempre reservo para esta inesperadas ocasiones y nos terminamos chupando los dedos con el exquisito guiso de Lidia. Mientras tanto se hicieron las dos de la tarde y se nos empezaba a agotar el tiempo de búsqueda, así que nos despedimos, agradeciendo su hospitalidad y seguimos hacia el oeste por la continuación de la huella que nos había traído hasta allí. Abriendo tranqueras a cada rato, a medida que avanzamos la senda estaba un poco más marcada y se la veía más transitada.
Cuando estuvimos cerca del meridiano 66, comenzamos a mirar con detenimiento cada posible acceso hacia el norte, hasta que una tranquera coincidió con uno de los puntos estimados con las fotos satelitales y entramos a un campo a 6 km al sur de la confluencia. La huella comenzó a internarse hacia el noreste, cada vez más despareja; atravesamos varios "boyeros" (cercos electrificados para los animales) zigzagueando por el campo como se puede apreciar en el track de las fotos que acompañan el relato, hasta que desembocamos a un cortafuego paralelo al paralelo 36 separado por 1600 metros de monte bastante denso, pero que permitía caminar con cuidado. Ni vestigios de seres humanos hasta ahí.
Marcamos el waypoint donde estacionamos la chata y nos internamos caminando para llegar al objetivo. La chata desapareció de nuestra vista y nos pusimos completamente en manos del GPS, tanto para ir como para volver. Al cabo de un buen rato de caminar entre matorrales avistamos el paralelo 36 materializado por un alambrado y entonces supimos que teníamos el objetivo al alcance de la mano.
Con mucha expectativa de Gabriel, ya que era su bautismo de Cazador de Confluencias, colocamos el GPS justo donde no existían los minutos y los segundos: lo habíamos conseguido una vez más.
Sacamos las fotos de práctica, festejamos el logro y nos volvimos a la chata confiando en que el GPS nos llevaría de vuelta a ella. En el medio del monte pensábamos como haríamos para encontrar la camioneta si se nos agotaba la batería del GPS o si la recepción satelital nos abandonaba ya que, para colmo, estaba nublado. Finalmente, como por arte de magia, la camioneta apareció.
Desandamos los senderos que usamos para llegar, dejando prolijamente cerradas todas las tranqueras y volvimos al camino vecinal que luego supimos a través de un cartel que se denominaba Cacique Mariano Rosas con rumbo hacia Victorica dando por terminada la cacería. En todo el último tramo dentro de los campos no apareció nadie.
Cerca de Victorica nos encontramos con un simpático monumento que evoca a los indios Ranqueles, que eran los originarios habitantes de la zona, antes que la "civilización" los hiciese desaparecer. De ahí el título del relato, copiado del muy buen libro de Lucio V. Mansilla, que recomiendo leer.
Llegamos de vuelta a Santa Rosa después de trece horas de travesía, satisfechos de la aventura que vivimos, muy diferente de la que habíamos planeado por la mañana.
Posiblemente deben existir alguna forma más sencilla de llegar a la confluencia pero estábamos muy contentos (y cansados) de haberla podido lograr pese a las dificultades. Quien haga la visita #2 podrá tener en cuenta este comentario y encontrar algún modo de acceder al cortafuego del mismo paralelo 36 con el vehículo, evitando la caminata.
Nos tendremos que sacrificar e intentar los 36-67 y 36-68 en otra oportunidad.
Sergio (a) El Pampa, ya tiene su propio sitio en internet donde nos cuenta sus numerosas aventuras cazando confluencia, rescatando del olvido antiguas estaciones de Ferrocarril y otras. Lo podrán leer en: "Lo del Pampa"
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