"La Asignatura Pendiente" |
Narración página 1
El viaje se realizó durante agosto de 1998.
Esta vez el grupo fue de tan solo tres integrantes.
Utilizamos dos vehículos:
~
Esta travesía es la tercer etapa del viaje,
continuación de Paso de San Francisco y Laguna Blanca.
Llegamos a Antofagasta de la Sierra, como narramos en la aventura anterior.
Aquella noche dormimos en el destacamento de Gendarmería Nacional de Antofagasta de la Sierra, gracias a la hospitalidad de los gendarmes.
Por la mañana conocimos parte de las instalaciones y del trabajo que ellos hacen en aquellos parajes tan apartados.
Día 5 Martes 11
08:00 Nos levantamos, desayunamos, charlamos, arrancamos los coches, cambié el punzuar del R12 y regulamos el flotante, visitamos el establo y el invernadero que la gente de GN construyó para los escolares del pueblo en una iniciativa llamada “Gendarmería
Infantil”.
En invierno el intenso frío de la noche destruye cualquier cultivo. El fuerte viento arrastra la arena y las semillas.
Sin embargo allí, al cobijo del frío y los vientos, los chicos lograron cultivar estas hortalizas y lo sienten como "su gran logro", y lo es. |
El "jefe" nos cuenta además que, como en el "destacamento" es en el único lugar de Antofagasta de la Sierra y 300 kilómetros a la redonda, que hay una computadora, aprovechan para enseñarles también algo de computación a los chicos de los alrededores, que de otra manera no sabrían siquiera como es una de esas "máquinas". |
Nos despedimos de los gendarmes, cargamos 10 litros de nafta “especial” en la casa de don Vázquez, (lo trae en su F100 en bidones de 200 litros desde Belén) y lo necesitábamos imprescindiblemente porque en los próximos 800 kilómetros que recorreríamos no veríamos ni un surtidor.
Compramos fiambre, pan y bebidas, filmamos la placita y algunas callecitas, tratamos de arreglar la cámara fotográfica de Oscar Pablo (no lo logramos) y ¡por fin!!!...
11:20 - Partimos de Antofagasta, el GPS marcaba 3228 msnm.
11:30 - Ni bien salimos, nos desviamos para subir a un morrito desde el cual, nos dijeron, se tenía una muy buena vista del pueblo. (Mala idea, el R12 no pudo subir y al Senda se le desprendió el escape). El arreglo nos insumió casi media hora. Al fin Oscar Pablo pudo subir con el coche y Héctor y yo demostramos nuestro excelente estado físico trepando a patacón.
Filmamos desde arriba.
Había un considerable viento.
Bajamos y al retomar la ruta, me quedo encajado con el R12 en un pequeño arenal.
El Senda ayuda tirando hacia atrás. Con nuevo envión pasamos y ...
12:40 - Estamos nuevamente en la ruta, a 5 Km de la salida, nuestra primera meta: Puntas Gordas y luego, previo paso por la “escuelita” y el Salar del Hombre Muerto, Salar de Pocitos. ¿Llegaremos?...
13:30 - Seguimos subiendo. A eso de las 2 de la tarde, Oscar Pablo avisa que el Senda está recalentando. Paramos y descubrimos que, aparentemente, el bulbo del ventilador eléctrico del radiador no funciona. Inventamos un cable directo que enchufado al encendedor, pondría en marcha manualmente el ventilador cuando la temperatura subiera. Debemos haber perdido unos 40 minutos en el invento.
14:40 - Continuamos camino.
16:40 - A más de cuatro horas desde que salimos de Antofagasta de la Sierra.
- ¿Ya llegamos a el lugar donde nos quedamos el año pasado?
- Sí, a mi me parece que es acá. ¿No te acordás de ese morro y esa bajada que es la que nos tapaba el viento blanco?.
-No. El camino secundario pasaba por la izquierda, y estaba mas separado, debe ser mas adelante.
5 Km mas y el diálogo por radio se repite, y las dudas. La cosa cambia rotundamente con tiempo despejado.
El GPS nos indica que el lugar donde pasamos la noche esta unos kilómetros
más adelante. Al final decidimos llegar hasta el sitio almacenado en el GPS y desde allí volver para ubicarnos mejor.
Faltan 2Km, 1, 760 mts, 420, 180, 90, 50 mts a la derecha.
-¡ Es aquí !.
-¿Donde?, a mi no me parece.
-Sí, allí. ¿No te acordás que los coches estaban ubicados uno al lado del otro, mirando para allá, para la bajada?
-No, no creo. Para mí es mas adelante.
-Pero si, te digo, vení, caminemos para allá. Mirá, mira esas huellas, son las que dejamos el año pasado, acá el Fiat de Lucho, acá, en el medio el Renault y ahí el Gol. Acordate que el R12 no arrancaba porque se había congelado la bomba de nafta y lo remolcaste por allí, en bajada con el Gol. Andá y traé el GPS.
Al final de tanta discusión y en un paisaje sin mayores signos particulares para identificar nada, con condiciones ambientales totalmente distintas pudimos ubicar sin lugar a mas dudas “el lugar donde pasamos la noche en la peor tormenta de nuestras vidas”.
Allí brindamos por el logro, por los compañeros que quedaron en Buenos Aires y por los que no vimos más.
Dejamos nuestro homenaje a la Pacha Mama (Madre Tierra) por habernos permitido pasar. |
17:30 - No se muy bien pero creo que a esa hora continuamos el viaje rumbo a la escuelita.
-Oscar, me copiás.
-Sí adelante.
-Mirá, yo me mandé por acá arriba, pero me parece que por ese atajo ahorrás un montón de camino.
-O.K., me mando.
Mala idea, a los 500 mts el Senda se encaja en la arena hasta los ejes y en bajada. Con Héctor lo vemos desde el otro sendero, 60 o 70 metros mas arriba. ¿Necesitas ayuda? (Que pregunta mas estúpida). Frenamos, reculamos, dejamos el R12 pegado a la montaña, aunque el escaso ancho del camino no permitiría el paso de otro automóvil (y menos de una camioneta) y nos mandamos, a pié, barranca abajo por la ladera de la montaña, a escarbar para liberar y empujar.
-¡Metelo en esa huella cuando empujemos!
Puf, Puf, Puf. Avanzó tres metros, se volvió a encajar y el oxígeno desapareció como por arte de magia.
-No, tarado, te dije por esa huella. ¿No ves que así lo clavás mas todavía?
-¿Pero por dónde? ¿No me dijeron por acá?.
-No. Por allá. Dale, dale. Otro empujón mas y...
- ¡Pero que tarado es este tipo! Cada vez lo cruza mas. (los ánimos se caldean por el esfuerzo y la falta de aire).
-Má sí. Manejá vos, que yo empujo.
Al fin el coche sale de la empantanada.
Ahora hay que subir los 60 ó 70 metros empinados hasta el R12. A cada paso el piso se hunde producto de mi peso sobre cuevas de vizcachas o ratones (cuises), y el ascenso se dificulta. Después de dos o tres paradas a recuperar aire, cuando ya estoy por llegar al Renault, miro para abajo y ¿que veo?, El Senda otra vez encajado. No... no lo puedo creer.
Estoy a punto de bajar nuevamente y veo que Oscar Pablo, con la ayuda de Héctor empujando, lo pueden desencajar y llegan hasta la ruta. Retomo mi ascenso. Subo al R12 y unos Km mas adelante nos volvemos a juntar.
-Che, mirá qué tarde se hizo, son como las seis y todavía tenemos que cruzar el Salar del Hombre Muerto y llegar a Pocitos.
-Si. Pero antes paramos en la escuelita, yo estoy muerto de hambre.
-Bueno, vamos, vamos. ¿Vos te acordás donde está la entrada a la escuelita?
-Sí, creo que sí, pero igual está cargada en el GPS.
-O.K., O.K., vamos, vamos.
18:00 Hs
-Che, no era por acá.
-Me parece que nos pasamos, porque acá ya estamos viendo el salar.
-Fijate en el GPS el Waypoint (punto de referencia) que guardamos el año pasado.
-Me indica 1600 metros a la una.
-O.K., sigamos.
-1100, 1000, pero a las tres. Ahora 900, ahora 960, 1100 y hacia atrás. La pu...cha, nos pasamos la entrada y no la vimos. Pará, pará. Allá se ve un camino que baja a esa hondonada y allá abajo va un camino recto de norte a sur. Bajemos, esta no es la entrada por donde llegamos el año pasado pero veamos si guiados por el GPS la ubicamos.
Bajamos, tomamos el camino recto hacia el sur, luego una cuestita, el GPS se volvía loco en las curvas, marcaba a las 9. a las 2, a las 3, a las 12.
-Ché, me marca 160 metros y hacia a la izquierda, pero hay un morrito ahí.
-Esperá. esperá, mira allí abajo, atrás del morrito. ¿Que ves?.
-A la miércoles, la escuela, pero ahora nos marca que nos alejamos.
-Si, porque tenemos que hacer aquel retome, esperá.
-Uy si, ahora marca 120 metros, 100 metros, 60, 22, 10, 2 metros. ¿Por que paraste?.
-Porque estamos contra la pared de la Escuela, no vés.
-Pero esto es una bosta, por que no tirás este GPS a la basura, no ves que tiene un error de 2 metros...
18:30 - Almorzamos (?) sándwiches de mortadela en la famosa escuelita (deshabitada y clausurada a esta altura del año).
Hay un viento fenomenal, el único lugar donde se puede comer sin masticar arena es dentro de una de las salitas, que al no tener candado y estar cerrada solo con un trozo de alambre, pudimos abrir y utilizar.
Evaluamos la posibilidad de pernoctar allí, pero el estado del lugar (piso totalmente cubierto de tierra y arena) mas el hecho de que esa acción nos “comería” un día del proyecto, nos decide a seguir camino.
18:40 - Salimos.
Al regresar a la ruta, sabíamos que no lo podríamos hacer por el mismo lugar en que nos desviamos, porque habíamos pasado una bajada (que ahora sería subida) muy pronunciada y con mucha arena. Así es que buscamos un nuevo camino, creíamos haberlo hallado cuando la pendiente comenzó a hacerse poco a poco mas y mas pronunciada hasta que el Renault dijo ¡Basta!. ¡Que
macana!. Se nos venía la noche y tendríamos que desandar unos cuantos kilómetros y buscar otra salida. Al fin decidimos (idea del Negro) recular, marcha atrás hasta encontrar una parte plana, unir los coches en trencito, con el Senda adelante y “primeriar” con todo para vencer la pendiente.
Así lo hicimos y, en una nube de tierra y humo negro de gasoil mal quemado, trepamos y trepamos y trepamos hasta que al fin, llegamos.
El problema es que la primera del Senda es muy corta y la del R12 muy larga, y a 25 Km/h en que el R12 comienza a tener torque, el Senda anda casi pasado en vueltas. (Que conste en actas, para orgullo y satisfacción de Oscar Pablo, el Senda remolcó al Renault).
19:05 - Ya casi anochece y estamos al tope de la barranca, enfrentando al Salar del Hombre Muerto. Vemos la recta que se pierde en el salar y, aparentemente lo cruza de un tiro. El camino “del año pasado” por la izquierda, que rodea todo el salar en una travesía mucho mas larga y cruzando charcos de salitre, y otro caminito, que bordeando también al salar, va hacia el este, suponemos que hasta el obrador de la minera. Lo charlamos y decidimos mandarnos por el medio, por el camino recto que, en principio se lo ve muy bueno. Otra mala idea. A los pocos kilómetros el terraplén pierde altura y ya esta a nivel del salitre. Esta bastante obscuro pero veo adelante como el Senda se empieza a bambolear para todos lados como una coctelera. Pocos metros mas adelante sentimos en carne propia la causa. El camino, discurriendo por el fondo del salar perdió todas sus condiciones de “camino” y se convirtió en una sucesión de lombotes de tierra dura de 30 ó 40 cm de altura. Los coches golpean por todos lados, el chapón, el escape, el piso, el tanque de nafta, los paragolpes, todo golpea. Le tengo que pedir a Oscar Pablo que se detenga antes de que destruya totalmente el auto. Héctor baja y avanza unos metros caminando para otear en la semipenumbra, como sigue el camino. El informe es desalentador, hacia adelante todo continúa igual hasta donde se llega a ver. Hay que regresar. Los coches no tienen espacio como para retomar. El Senda al recular queda semicolgado del tanque de combustible, Héctor ayuda y sacando piedrones de tierra de debajo del auto se puede completar la maniobra.
19:30 - Estamos nuevamente al borde del salar, esta vez decidimos tomar por “el camino del año pasado”. Ya anocheció. Lentamente y con cierta precaución
avanzamos hacia el norte por el borde del salar. Recordamos que a unos pocos kilómetros estaban los tanques de combustible y otro camino que en forma recta ingresaba al salar para, luego de unos kilómetros girar 90 grados al norte y salir rumbo a pocitos. ¿"tanques" dije?
"El Negro" se acuerda de su viejo oficio de oso hormiguero y sugiere un acto deshonroso.
¡Nos negamos terminantemente!.
De noche y sin puntos de referencia las distancias se alargan. Estábamos casi convencidos que nos habíamos pasado el desvío de largo y a punto de salir del salar, cuando vemos, a la derecha el terraplén con una barrera y un cartel. No acercamos,
iluminamos y vemos “Prohibido pasar, propiedad privada”. Privada un catso, nos mandamos. Otra vez las distancias que se alargan y el cruce que no llega, otro kilómetro mas, y otro, y otro, y por fin al fondo una luz que no era luz sino el reflejo del cartel indicando la curva por la
que hace 365 días un Uno llevaba flameando a un Gol.
Pocos kilómetros mas adelante hacemos rotación. El Negro maneja el R12 y yo el Senda con Oscar Pablo de coequiper. Soñamos con unas milanesas con huevos y papas fritas en lo de “Dora” (para los amigos, para los demás “Doña
Dora Pintos”). Pasan las horas y a las 21:45 vemos las luces de Pocitos.
22:15 - Llegamos a estación Salar de Pocitos. En la obscuridad nos cuesta encontrar LA PENSIÓN (si así con mayúsculas) de nuestra entrañable Dora. Preguntamos en una casita y la respuesta nos cae como un balde de agua helada. A Dora Pintos la llevaron hace como un año a Salta, enferma, y no volvió mas. Mas tarde averiguamos que aparentemente sufrió un derrame cerebral.
22:30 - Vamos a la fonda donde el año pasado, de regreso de Puntas Gordas, cenamos, camino a San Antonio de los Cobres. Averiguamos por alojamiento y nos contestan que es imposible, que en el pueblo ya no hay pensión alguna, solo nos pueden ofrecer comida. Nuestros planes se derrumban. Pensábamos pasar la noche allí, repostar combustible en Olacapato y continuar a Mina Pirquitas. De continuar ahora, llegaríamos a Olacapato a las doce de la noche y no conseguiríamos combustible, la historia se repite. ¿Deberemos seguir hasta Cobres de noche para llegar a las dos de la mañana?
Está:bamos en la puerta de la fonda en la penumbra cuando se acercan dos encapuchados, parecen gendarmes, se acercan al Negro y le comienzan a hacer preguntas que no oigo bien. Me acerco.
- Bueenas. ¿Son de Gendarmería?.
- No, Policía.
- ¿Policía? Ahh, ¿Me imagino que no serán menos que los gendarmes?
- ¿Que los gendarmes? ¿Por qué?
- Porque ellos nos dieron alojamiento en todos lados donde estuvimos.
Se miran entre ellos en la obscuridad, piensan un instante.
- Bueno, mucho lugar no hay, pero si se animan y tienen bolsas, estamos en “la ultima casita”.
Listo, pienso yo. Solucionado el tema del alojamiento, Ahora a comer. Comimos apurados, a las 23:00 cortan la luz. Terminamos a las 23:10 a la luz de una vela. Al salir de la fonda, el pueblo entero es una boca de lobo. No hay ningún tipo de iluminación y los pocos habitantes se han ido a dormir. Está fresco para chomba, debe hacer varios grados bajo cero. Bueno, a buscar “la última casita”.
- Chee... ¿Para dónde dijo?
- No se. Para allá creo. Vos estabas hablando con ellos.
- Pucha, no se, creo que señaló para allá.
Allá vamos, la calle se acaba en un cementerio o algo parecido, un paredón en la obscuridad, pero de las casitas que vemos ninguna tiene pinta de Comisaría ni de Destacamento ni nada que se le parezca.
- No, mejor vamos para el otro lado, debe ser por allá. Nada por aquí, nada por allí. Sonamos, ma que solucionado el tema alojamiento.
- Ah, ya sé. Busquemos alguna construcción con una bandera, la policía tiene que tener una bandera, o por lo menos un mástil.
- ¡Por acá! ¡Por acá! Acá hay un mástil, por esta cortadita. Entramos.
- ¡Salame! Esto es una escuela, y nos acabamos de meter al patio.
- Ya sé, volvamos al restaurante, golpeamos, los levantamos y que ellos nos indiquen.
Así hicimos y nos indicaron que era por la ruta que va a Cauchari, al salir del
pueblo la única casita ¡CON UN MÁSTIL!.
Parecía deshabitada, ni una luz, ni un sonido.
Bajo del auto.
El aire estaba helado. Me acerco a la penumbra de la puerta y cuando voy a golpear me doy cuenta que estaba abierta y un tipo, en la obscuridad nos estaba observando. Por poco casi
golpeo en su cara.
- Perdón, no sé, pero hace un rato unos señores que dijeron ser policías nos invitaron a dormir acá. ¿Puede ser?.
- Si, éramos nosotros. Pasen, pasen.
El cuarto medía escasos tres metros por tres metros. Estaba a obscuras a excepción de la vela que el milico llevaba en la mano. Dos camas en “L” ocupaban el 50%
del recinto y, en la otra esquina un brasero encendido irradiaba calor, humo (y monóxido de carbono, pensaba yo). En una de las camas había una persona durmiendo.
- Acomodense, acomodense, dijo dijo el que estaba levantado, al tiempo que se metía en su cama y nos dejaba con la vela en la mano.
(No se cómo? Pienso. Porque, ¿A no ser que nos acostemos uno encima del otro...?).
El piso creo que era de tierra, pero no se veía nada. Al fin nos acomodamos.
El negro quedó con la cabeza afuera de la habitación. Menos mal. Porque según contó al día siguiente “durmió para la m...” en el sentido literal, porque aparte del dolor de cabeza casi se hace encima sin poder salir de la bolsa de dormir, después de una “erupción” intestinal que regó de lava marrón los alrededores del Destacamento.
24:00 (Creo) Nos dormimos. De noche escucho maderas que crujen y puertas que se abren. Pero el frío me aconseja no sacar la cabeza de la bolsa de dormir.
Al día siguiente me entero, ya lejos del destacamento, que había sido el Negro cuando salió a abonar las áridas tierras del salar para que a los policías les crecieran florcitas.
Mañana comienza una nueva aventura...
Intentaremos llegar hasta el Paso de Sico y luego Jama...
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