El relato es continuación de la aventura anterior "Paso de Conconta".
Allí Francisco nos narró como llegamos a la cabaña de RODEO, volviendo de la Cordillera de Collanguil.
>Este debía ser el último día de la expedición de 1999, que comenzó visitando los refugios
de Laguna Brava y Más allá de la Brava, camino a Pircas Negras, continuó con
el intento de llegar a la Reserva de San Guillermo y el cruce del mencionado Paso de Conconta.
Pasamos esa última noche en la Cabaña arrendada en RODEO.
Corría Agosto de 1999...
Día 9
Domingo 15
Itinerario:
Rodeo-Gomería-Pismanta-Arrequintín-Paso de Agua Negra-Un tropezón es caída-Las Flores-Iglesia-Minas Hualillán-Termas de Talacasto-San Juan-Caucete-Encón-San Luis-
Nos levantamos con el amargo sabor de saber que ese sería el último día de aventura.
Salir de la casa orillando las 11 hs. no fue tampoco una novedad.
Pasamos por la gomería del pueblo a reparar la cubierta de la CRV y de paso hicimos una foto grupal en el
lugar.
Visitamos el Hotel Termas de Pismanta y al mirar hacia la cordillera, decidimos hacer una excursión liviana.
El destino sería llegar al paso de Agua Negra (4779 m.s.n.m.). Eran solo poco mas de 100 Km y además,
casi todo asfalto. Un "paseo" antes de emprender el regreso.
La noche anterior había vuelto a nevar y los cerros de la cordillera se mostraban notoriamente cubiertos.
Por la radio, manteníamos el buen humor con chascarrillos vulgares y salidas descontadas. Pasamos por la
Aduana y el puesto de gendarmería de Arrequintín. Nos informaron que había hielo y nieve mas arriba, al tiempo que las condiciones
climáticas empeoraban significativamente.
El entorno resultaba espectacular. Los cerros nevados contrastaban con el manto de coirones y las piedras que se resistían
a desaparecer obligaban a mirarlas por su lucha intrépida. Un arroyo, semi congelado baja por la quebrada por la que sube el camino.
Cuando llegamos al Arenal la ruta estaba cubierta de nieve, sin embargo continuamos. La CRV hacía punta, detrás el R12 y cerrando veníamos en el Senda.
Al rato escuchamos por el equipo de radio que Jorge y Eduardo2 (desde la CRV), nos indican que se han detenido. No
se puede seguir, nos anticipan. Al llegar vemos que en el camino la alfombra blanca se hizo mas alta y lo cubre completamente.
Nos ubicamos en fila. Estábamos a unos 20 Km del paso.
Mientras discutíamos la conveniencia de seguir o NO. De poner cadenas o NO. De estrenar la parrilla plegable (para asado, que recorrió la friolera de 4500 Km. sin perder
el polietileno del envoltorio.), pasa una camioneta Patrol de paseo y se aleja dejándonos hablando pavadas.
Como un relámpago O.Pablo me dice: Que c.... estamos haciendo !?. A lo que le respondí inconcientemente:
Vamos a seguir.!!!
Sin siquiera acercarnos a pie para verificar las condiciones del terreno, subimos al Senda y le dimos guacha.
Los otros esperarían atrás y nos seguirían después.
GRAVE ERROR. A no mas de 10 mts. de empezar la pequeña subida el Senda pierde tracción y ante la desesperación
de O.Pablo por no poder controlar el auto y la terrible experiencia del resto del grupo de ser testigos inmóviles de lo que estaba pasando,
el auto comenzó a deslizarse por su propio peso, (mas el peralte negativo del terreno) hacia atrás o sea : El barranco.
Fueron no mas de 20 interminables segundos que no olvidaremos. En su impetuoso descenso el VW se encontró una piedra que detuvo su intento de fuga cuando las dos ruedas del lateral
derecho estaban casi 4 mts abajo del camino con la intención de seguir bajando.
Ese fue un momento de grandes y confusas situaciones.
Mientras yo estaba listo para empezar a contar las vueltas que íbamos a dar antes de detenernos, O.Pablo no paraba de pedir disculpas. Eduardo intentaba, bajando al precipicio,
sostener con sus manos el peso del auto para que no continuara barranco abajo.
Aprovechamos la situación para huir como ratas. Salió primero O.Pablo por estar del lado del camino (la puerta de mi lado no se podía abrir). En tanto yo me preocupaba
sólo por recoger el equipo y materiales fotográficos y con
la advertencia estúpida de: “Te voy a tener que pisar el tapizado”.
Salte del auto.
Estábamos abrazándonos en
el momento que por el camino bajó nuestro ángel guardián
disfrazado de Mendocino montado en M.Benz 1114, que, para disimular, se
trajo una familia escondiendo a los querubines.
Sin dudarlo eslingó al Senda del
gancho que este trae soldado a uno de los largueros del falso chasis.
El Mercedes, que parecía un toro
bravío, patinaba sobre el hielo en su afán de sacar al auto
de semejante brete.
Por seguridad también atamos una
soga a un parante del Senda, de la que "nos prendimos" todos, con la intención
de ayudar a que no volcara en el momento que el camión tirara hacia
arriba.
Parecía que todo era inútil.
Volamos los cinco que ayudábamos ante un tirón terrible.
El Senda puso su trompa apuntando al desfiladero y parecía que decía
“Adiós”.
Entonces O.Pablo, en un momento de locura
mayor, corre, se sube a su auto para ayudar al camión a tirar usando
la tracción propia del Senda en marcha atrás, con el panorama
que se imaginan del otro lado del parabrisas.
Hay que reconocer que la gente de VW suelda
muy bien los enganches traseros de sus autos. Porque de lo contrario,
distinto sería el relato.
En medio de una espesa humareda negra de
gasoil mal quemado del VW, pasado en vueltas y marcha atrás y del
"rugido" del "merceditos". Derrapando de costado sobre grandes rocas,
el Senda volvió al camino.
A los gritos de "Vamos que se viene la tormenta!!"
y sin darnos tiempo de mas nada, nuestro ángel guardián volvió
sobre sus pasos y se perdió por la cordillera.
Nosotros, en tanto no dábamos crédito
a nuestra suerte.
La vuelta hasta gendarmería fue en
silencio.
Dentro del auto intentábamos buscar
una explicación a un error tan infantil. “Jamás supongas
por hecho nada, ni subestimes las situaciones por sencillas que parezcan”,
concluimos.
Usamos la fosa que está en Arrequintín,
a un costado del camino, para verificar si habían deterioros importantes
en las cañerías de frenos y combustible, tren delantero y
tanque de gasoil. Ya que al zafar de la situación narrada
el Senda venía rodando con su vientre apoyado sobre grandes piedras
y aún faltaba mucho hasta llegar a casa.
Volvimos por Las Flores y merendamos
en una YPF. Hubo algunas expresiones de júbilo por la buena fortuna
y alguna inoportuna demanda por el exceso de temeridad del dúo dinámico.
Seguimos por la ruta 436, pasamos por
Iglesia y seguimos al Sur. Termas de Talacasto y luego San
Juan, giramos para Caucete, Encón y finalmente llegamos
a San Luis de noche.
Eduardo2 quiso viajar en micro desde allí
directamente a La Pampa. A medianoche había un servicio que lo dejaría
muy cerca de su familia.
Fuimos a cenar a un boliche y a esperar
la salida del micro.
Aquí termina el viaje. Lo que sigue
es sólo la vuelta a casa.
Jorge y Carlos deciden seguir para Baires
y parten. Apenas nos despedimos de Eduardo2, O.Pablo, Eduardo y yo decidimos
hacer noche en un hotel de San Luis para salir al otro día
con la fresca.
Una sola consigna manteníamos todos:
Ésta no será la última aventura. Volveremos por
más.
Epílogo
Nos encontramos una semana después.
Quedaban por cerrar algunos detalles de gastos insumidos por la vuelta
y los servicios de los autos. El interrogante planteado al principio del
relato había sido contestado de manera diferente por cada uno.
Los efectos de La puna se llevaron gran
parte de responsabilidad en los errores comunes del grupo a saber:
Nadie sugirió como inoportuno cenar
un guiso carrero a 4600 m.s.n.m. (en el Refugio Veladero).
Nadie planteó la necesidad de colocar
cadenas (que llevábamos) en las ruedas de los autos para cruzar
la nieve.
Nadie intentó modificar sobre la
marcha el exigente derrotero señalado a priori.
Nadie propuso hacer descansar al pobre
R12 en Barrancas Blancas, como SI estaba previsto.
Tal vez íntimamente, cada quién
sabe hasta donde puede llegar y si dio todo de sí para lograrlo.
En un grupo heterogéneo como lo fuimos, se resolvieron los inconvenientes
tan pronto como se iban presentando. El grado de conformidad o de satisfacción
personal no se mide en Celsius ni se vende en los supermercados. Esto modifica
substancialmente los límites que nos imponemos y nuestra escala
de valores.
Lo que es indiscutible, es que NADIE de
nosotros va a olvidar jamás y llevará por siempre en sus
retinas el incomparable escenario del que fuimos testigos, que empequeñece
cualquiera de nuestros pensamientos o nuestros actos, (por arrojados o
brillantes que puedan resultar) y que pasa a formar parte desde ahora y
por siempre a cada una de nuestras modestas historias de vida.
Espero hayan disfrutado el viaje y prometemos seguir adelante.
LOS VIAJEROS
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Francisco SAPUTO - 2001 (1999)
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