Familiar      

1978 - Valle de la Luna

Hoja 2

Las "Barrancas Coloradas" al este del Valle, marcan el límite entre San Juan y La Rioja.

Una de las formaciones mas conocidas, "El Submarino".

En realidad, voy a ser sincero; me parece medio ridículo ponerle nombres a las formaciones pétreas. Lo que sí me parece magnífico son las extrañas formas que estas adoptan y como nos muestran las acción de los elementos sobre las rocas de distinta consistencia, horadando y desgastando las más blandas, que en este caso se encuentran debajo, dejando en precario equilibrio a tremendas masas de más de 200 toneladas.

Vemos las dos consistencias de la roca.

Observemos ese magnífico equilibrio natural.

Lástima, como el paso del tiempo ha estropeado las fotografías...

Esta gran roca "acaba de caer" no se hace cuantos miles de años.

Las Barrancas Coloradas nuevamente.

O... ¿esta esa la cabeza del puma?


La Lámpara de Aladino.
Un movimiento telúrico once años después (1989) la hizo caer.


El lecho de un río seco con las Barrancas de fondo.


La Autopista interior que recorría los 48 km del parque.

Una de las últimas fotografías de "El Loro".
A este lo hicieron caer unos turistas desaprensivos.

****

En el recorrido por el Parque pinchamos un neumático y debimos colocar el de auxilio.

A la salida, siendo mas de las seis y media de la tarde, en lugar de tomar hacia San Agustín del Valle Fértil, tomamos hacia el norte, camino a Pagancillo.
Al día siguiente pensábamos hacer la Cuesta de Miranda.

Ya en la ruta de asfalto que une Villa Unión-Pagancillo por el norte con Paganzo-Patquía por el Sudeste, descubro otra rueda pinchada.

¡Que contrariedad!! Dos pinchaduras con un solo auxilio...

Y ahora... ¿qué hacer?

- No hay problema, digo. Esperemos. Al primer Renault 12 que pase le pedimos que nos preste el auxilo y lo acompañamos hasta la primer gomería.

Allí estábamos en la soledad de aquella ruta, esperando que pase un Renault 12.

A la hora ya se había hecho de noche y no solo no había pasado ningún R12 sino que no había pasado nadie, en ninguno de los dos sentidos.

El frío ya se hacía notar y recurrimos a pull-overs y camperas.

Parado en la cima de una barda al costado de la ruta, oteaba el horizonte en búsqueda de algun signo de vida.

Cerca de las nueve de la noche diviso unas luces que se aproximaban desde Villa Unión.

Exactamente media hora tardó ese Peugeot 504 en llegar a donde estábamos. Y no fue porque circulara lentamente, sino porque en la obscuridad de la noche las luces se divisan desde más de 45 kilómetros.

Por supuesto que no tenía auxilio, iba en dirección contraria a la que íbamos nosotros pero nos espetó:

-¿Acá se van a quedar? No se les ocurra. Por acá no pasa nadie hasta que amanezca y a la noche la temperatura baja muchísimo. Se van a congelar.

A lo que agrega.
- Hagámos una cosa. Pongamos la rueda pinchada en mi portaequipajes y suban todos que los arrimo hasta Patquía. Mañana alguien los alcanzará hasta acá con la rueda arreglada.

Así lo hicimos. Pusimos una de las ruedas pinchadas en el portaequipajes y nos amontonamos nosotros cuatro en el coche de aquel buen señor, que por suerte viajaba solo.

Casi una hora y media demoramos en llegar a Patquía.

Patquía era poco más que una parada de omnibuses, una estación de servicios y un puesto policial.

En la estación de servicios nos indicaron que la gomería estaba cerrada (eran las diez y media de la noche).

Recordemos que 1978 era época de subversión y represión por lo que nos pareció prudente avisar en el puesto policial lo que nos había pasado, e informar que habíamos dejado un coche "abandonado" a unos 100 kilómetros de allí, camino a Villa Unión.

- ¿Le sacaron el agua del radiador?, me pregunta el oficial.

- ¿El agua del radiador?... No, ¿por qué?

- ¿Porque allí, donde usted me dice que dejaron el auto, por la noche las temperaturas bajan a varios grados bajo cero, el agua se congela y se parte el block del motor?

- ¿Queeee?, ¿Coooomoooo? (Y cómo le explico a mi viejo que le partí el motor de su auto nuevo en el primer viaje. Ya le había soplado la junta de la tapa de cilindros con sólo 3000 Km de uso).

¡Qué desesperación!!!

- ¿Y cómo puedo hacer para ir para allá ahora? ¿Hay algún colectivo que pase, algún camión, alguien??

- No señor, lamentablemente no, hasta mañana no hay servicio de ómnibus y los pocos camiones que pasan no circulan de noche por acá.

Yo ya caminaba por las paredes y me quería ir "al trote" los 100 kilómetros hasta donde había quedado el auto.

Al fín pude averiguar que a las doce de la noche saldría la camioneta policial hasta Paganzo, a solo 30 Km de allí, a llevar a tres agentes que terminaban su turno.

Convencí al oficial que hicieran los 70 Km extra de ida y otros tantos de vuelta y me acercaran hasta el coche para rescatarlo. En todo caso les reintegraría el combustible que gastaran.

No solo me prometió eso sino que hizo gestiones para despertar al gomero para que me emparche la cubierta.

Las chicas se quedaron durmiendo en una "pensión" con piso de tierra y techo de paja pero pulcra, muy muy pulcra.

Con Cacho fuimos en la caja de aquella F100 policial, chupando un frío de temer y a eso de la una de la madrugada hallamos al R12 paradito a un costado de la ruta, como esperando el rescate.

Les dí a los amables policías los diez litros de nafta que teníamos en el bidón de auxilio y, con los dedos entumecidos colocamos la rueda reparada.

Regresamos "en el aire" a Patquía, por un camino que parecía algo sinuoso.

A las dos de la mañana estábamos acostados calentitos junto a nuestras respectivas esposas, que se quejaban porque el baño era una primitiva letrina a la luz de la luna, en el fondo de aquel rancho.

La pensión en Patquía
FIN...            
Continúa con "Cuestas de Argentina"


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