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Año 1.989 - A Machu Picchu en R12

ETAPA 7
MACHU PICCHU


Machu Picchu está a unos 100 Km de Cusco, 60 de los cuales se puede hacer por carretera, pero indefectiblemente los últimos 40 solo se pueden realizar en ferrocarril o caminando en una excursión de tres dias completos por el "Camino del Inca" que trepa hasta los 3650 metros sobre el nivel del mar y luego desciende hasta los 2400, en que se encuentra la magnífica ciudadela.

Descartamos la excursión a pié. No teníamos tanto tiempo. Aún debíamos regresar a Arequipa a buscar el R12 antes de regresar a Argentina.

A su vez existen algunas variantes para ir en tren:

a) Tren local (muy económico, similar al que tomamos de Arequipa a Cuzco), no, gracias.

b) Tren para turistas (con aire acondicionado y música funcional). ¡ Siiiii...!! Nos salió el "burgués" de adentro y, cuando el bolsillo lo permite...

Nosotros tomamos el segundo turno. Este parte al mediodía de Ollantaytambo (hasta donde se llega en bus) y regresa, partiendo de la base de Machu Picchu a las cinco y media de la tarde. (Luego nos dimos cuenta de nuestro grave error; las tres escasas horas que tuvimos para disfrutar de la ciudadela no son, para nada, suficientes.

Recomendamos hacer una noche en Aguas Calientes (estación cercana a las ruinas) y tomarse más de un día para apreciar lo máximo posible de toda aquella belleza y magnificencia.

El Viaje:

A eso de las diez de la mañana parten los buses que llevan la "segunda tanda" diaria de turistas a Machu Picchu (Los primeros salen en tren desde Cusco a las 6 de la mañana y a eso de las 12:30 regresan a Ollantaytambo, desde donde los traerán, en nuestros buses, hasta Cusco).

A las 12:45 ya estábamos montados al tren en Ollantaytambo, esperando la partida.

     Todo el trayecto se desarrolla paralelo al río Urubamba, que baja embravecido, en el escueto espacio que queda entre la montaña y el agua. Allí no hubo lugar para una carretera.

Tuvieron que horadar varios túneles para conseguir el paso de los rieles.     

     Imagino que el Urubamba, a estas alturas, debería ser el objetivo de cualquier buen practicante de "raffting" que se precie de tal.

Aproximadamente luego de una hora de viaje, el tren nos dejó en la pequeña estación de "Puente Ruinas", mas bien solo una parada, ya que no hay pueblo ni casas allí.

Desde ese lugar, debimos cruzar un precario puente para ascender a unos camiones Ford F350, que con una elemental carrocería y asientos de madera, oficiaban de buses.

Fueron ellos los que nos transportaron, en una alocada carrera, por la serpenteante huella ascendente, salvando los 700 metros de desnivel para llevarnos a la Mágica Machu Picchu.

Llegamos y no sabíamos por donde empezar.

- ¿Y si nos "acoplamos" a aquel grupo, que tiene un guía?

- No, no ves que van muy lentos. Mirá todo lo que tenemos para recorrer, son más de las dos de la tarde y a las cinco hay que "bajar" a la estación porque sale el tren de regreso.

Fue así que, cual desesperados, salimos a recorrer y conocer todas esas bellezas.

No les puedo contar que es cada cosa porque nos fuimos sin guía.

Algo que me llamó la atención fue ver muchas construcciones con indicios de haber tenido techos "a dos aguas". Siempre leí y estudié que en América (previo a la llegada de Colón) no se había "descubierto" o inventado el techo a dos aguas.

Una detenida observación, me permite ver que los sostenes de los techos a dos aguas parecen ser "agregados". Fíjense en la calidad de la piedra y su talla.

Eso me lleva a otra deducción;

Hiram Bingham descubrió esta ciudadela abandonada, de la que nunca tuvieron conocimiento los conquistadores, en 1.911.
Se supuso que, caído el Imperio en manos españolas se hubiera abandonado esta ¿ciudadela sagrada? ¿templo? ¿monasterio?...
Estos "agregados" convirtiendo los viejos techos planos a techos a dos aguas, nos están diciendo que la ciudadela no solo permaneció habitada mas allá de la caída del imperio en manos españolas, sino que también sus moradores "copiaron" los techos que veían que hacían los conquistadores en sus propias casas.

La ciudadela se extiende entre innúmeros desniveles hasta un alto peñon, denominado "Huayna Picchu".

     Es un verdadero laberinto agotador, nada es plano, siempre hay que subir o bajar para desplazarse de un lado a otro.

Así llegamos a la parte más alta, donde se encuentra el "Inti Huatana", mal denominado reloj solar. En realidad les servía a los sacerdotes astrónomos para determinar (tal como el de Pisac), las épocas de siembra y cosecha en los andenes de cultivo que ya habrán visto en fotografías anteriores.     

     Desde allí vemos, cómo las vías del ferrocarril, continúan junto al río, por aquel estrecho cañón, hacia la selva. Van para Quillabamba.

Más adelante el Urubamba le entregará sus aguas al Marañón o Amazonas, que se encargará de llevarlas hasta el Océano Atlántico, a más de 6.000 kilómetros de donde estábamos.

- De Machu Picchu seleccioné muchas fotografías, por ello la desdoblé en dos páginas -

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