Lunes 26 de marzo de 2.001
Estábamos en Puerto Ibañez, hasta hace poco el único punto de contacto de los pobladores de Chile Chico con el resto de su pais.
Lo hacían exclusivamente por vía lacustre, desde la orilla opuesta del Lago General Carrera y a pocos metros de la frontera con la República Argentina.

Ese día planeamos llegar, al menos hasta Cochrane, para quedar a la puerta del "asalto final" al último tramo de esta carretera que nos llevaría a O'Higgins.
Para hacerlo deberíamos rodear en gran parte el lago General Carrera, tomar una balsa para cruzar una angostura que lo une al Lago Bertrand y continuar al Sur.
En el camino pasaríamos cerca del Volcán Hudson, que hiciera erupción en 1991, tapizando de cenizas gran parte de la Patagonia argentina.

Amaneció muy frío esa mañana. En los parabrisas de los autos se había congelado el rocío (y recién estábamos a principios del otoño). Desde la cabaña teníamos una hermosa vista del cerro Castillo (que hace honor a su nombre con una cresta como con almenas). Desandamos los últimos 32 Km para regresar al pavimento de la Carretera Austral, pavimento que lamentablemente terminó a los pocos kilómetros, en la entrada a la villa Cerro Castillo. Recorríamos sin darnos cuenta, el valle del río Ibañez, que nace justamente en el Volcán Hudson, pero en esos momentos no lo buscábamos. Pensábamos que aparecería mucho más adelante. El camino que se dirigía hacia el Oeste, giró 90 grados, hacia el Sur. Comenzó a transitar por el valle del Río Murta. Es entonces cuando comienzan a llamar nuestra atención dos cosas que no relacionamos entre sí. Una era la gran cantidad de árboles muertos de pié, Otra cosa que nos llamó atención fue que el ripio (pequeño pedregullo suelto) de la carretera iba desapareciendo y, como compactándose en una mezcla cementícea que semejaba una especie de pavimento natural. ¡Que Bueno! Decíamos, mientras aprovechábamos esa superficie tan pareja para imprimir mas velocidad a los vehículos sin tener que escuchar el molesto trepidar producido por el ripio. Tuvimos que llegar de vuelta a casa para darnos cuenta que lo que había cementado y emparejado de una manera tan "natural" el ripio de la carretera fueron las cenizas que expelió a la atmósfera el volcán Hudson en su última erupción. La gran cantidad de árboles muertos de pié que vimos, tambien fueron producto de aquella erupción. Ahora también notamos que el lecho del Río Murta no es de canto rodado, como la mayoría de los ríos de montaña, es de arena gris y muy fina, es de ceniza volcánica. Poco tiempo más adelante, descubrimos un desvío hacia la izquierda y un cartel que indica "Puerto Murta 8Km". Era cerca del mediodía así que decidimos ingresar a ese pueblo para ver si conseguíamos almuerzo. Cruzamos por un bonito puente de troncos por sobre el río Murta que va a desembocar en un brazo del Lago Gral. Carrera y continuamos transitando por ese hermoso caminito rodeado de pinos. En poco tiempo llegamos al pueblo que consiste en unas pocas casas de madera a la vera izquierda de aquel camino que acaba en el lago. A la derecha y paralela al camino una cuidada pista de aterrizaje de césped le brinda a los pobladores comunicación esporádica con los grandes centros urbanos. La casa de comidas no esperaba clientes ese día, así que tuvimos que esperar un rato hasta que prepararan algo para saciar nuestro apetito. Ya almorzados, volvimos sobre nuestros pasos hasta tomar la carretera austral con dirección Sur. Mas adelante la carretera gira hacia el sudeste y nos enfrenta con el Lago General Carrera, la vista es tremendamente bonita. Cada curva o recodo del camino nos muestra un nuevo ángulo de visión del lago y sus intrincadas costas.