Lunes 26 de marzo de 2.001

Nos llevamos una agradable sorpresa al descubrir que el balseo sobre el río que drena las aguas del lago Carrera hacia el Bertrand ha sido reemplazado por otro moderno puente colgante de madera. Las aguas corren caudalosas y muy transparentes. Alguien construyó una excepcional cabaña en el lugar con una espléndida vista hacia el lago. Nos detuvimos a tomar fotografías y a disfrutar del paisaje. Mas adelante volvemos a parar al costado de un brazo del lago Bertrand a tomar unos mates. Continuamos camino y, al poco tiempo vemos el cartelito que indica el ingreso a Puerto Bertrand. Dudamos en visitar ese pueblo porque ya se nos había hecho tarde y todavía nos faltaban unos cuantos kilómetros hasta Cochrane, donde habíamos planeado pernoctar. Finalmente decidimos ingresar. Fue una de las mejores decisiones de aquel viaje. Puerto Bertrand y el Río Baker nos gustaron tanto que finalmente nos quedamos dos noches en una cabaña en el bosque, pegada a río que nos regalaba el espectáculo de sus rápidos y sus transparentes aguas color turquesa. Puerto Bertrand es un pueblito minúsculo pero enclavado en un paisaje espectacular. Tiene un muelle justo allí donde el Lago Bertrand se convierte en el caudaloso río Baker. Contratamos a un señor que con su bote motorizado nos llevó, en una hermosa excursión recorriendo el lago hasta su extremo noroeste, a ver como baja un glaciar del campo de hielo hacia el lago. Vemos desde el lago una hostería construida sobre una gran roca apoyada en el lecho. El sol se puso mientras estábamos en el otro extremo del lago. La temperatura bajó abruptamente y regresamos en navegación nocturna de mas de 2 horas a Puerto Bertrand. Solo faltando unos 15 minutos divisamos en aquella obscuridad impenetrable las pocas y ténues luces del pueblito, que nos guiaron en el tramo final. Una opípara cena en la cabaña nos permitió recuperar energías para la siguiente etapa de este viaje.