Domingo 25 de marzo de 2.001

Esa mañana nos levantamos relativamente temprano, queríamos recorrer un poco Puerto Aisén antes de continuar camino. Puerto Aisén es una ciudad muy importante, la mas grande que habíamos visto desde que comenzara esta Carretera en Puerto Montt. Hay mucha actividad en torno a la industria de recolección y embarque de madera. Nos dedicamos a recorrer un poco la costa y, es un verdadero laberinto. Vemos, agua de por medio, otras porciones de tierra que no podemos determinar si son islas, penínsulas o continente. Puerto Aisén no está directamente sobre el mar, sino a la vera de un ancho río, el Río Aisén, que debe medir unos 250 metros de orilla a orilla. Trae las aguas de los pequeños lagos Riesco, Portales y Zenteno. A Puerto Aisén llegaban los grandes buques que, por años, proveyeron a la región de mercancías y hacían el transbordo de camiones y vehículos hasta y desde Puerto Montt. Durante décadas era la única manera de conectar esta parte de Chile con el resto del país. El puerto de Aisén se "embancó" y, en la década del 60 se tuvo que construir otro puerto en la desembocadura del río Aisén, es puerto Chacabuco. Nos vamos de Puerto Aisén por un Espléndido puente colgante, rumbo al mar. A no mas de 16 Km está Puerto Chacabuco. Este puerto sí está sobre el mar, en realidad un profundo fiordo (Seno Aisén). A Puerto Chacabuco llegan hoy los buques y transbordadores que en dos días de navegación unen esta región de Chile con el resto del país. Luego de una breve recorrida por este moderno puerto, partimos nuevamente hacia el este, en busca de la Carretera Austral, de la que nos habíamos desviado para echar una ojeada al mar. Volvemos a Puerto Aisén por la carretera asfaltada, cruzamos nuevamente el puente colgante sobre el ancho río y, en unos 25 Km más ingresamos en la zona del Parque Nacional Río Simpson. Allí visitamos las cascadas "Salto de la Virgen" y "Velo de Novia". El novísimo camino pavimentado continúa a la vera del Río Simpson, en una cornisa unos cuantos metros mas arriba. En un momento cruzamos un extenso túnel horadado en la roca para el paso de autos y camiones. Unos pocos kilómetros mas adelante y ya nuevamente montados en la Carretera Austral, comenzamos a ver la "inmensa" (para aquellas latitudes) ciudad de Coihaique. Se desparrama por un ancho y luminoso valle. Vemos como nuevos barrios de casitas se van agregando a su periferia. Coihaique es ahora la capital de la región, reemplazando a la antigua Puerto Aisén. Avenidas con semáforos y tránsito citadino nos reciben y retienen por unos minutos. Repostamos combustible y continuamos camino, nuestra intención es arribar a Puerto Ibañez, en la costa del lago "General Carrera" (Lago Buenos Aires en Argentina). Al abandonar la ciudad, la carretera (que continúa asfaltada) se dirige hacia el sudeste, junto al Río Simpson, ascendiendo en leve pendiente, en busca de la frontera con Argentina. A los costados, las montañas desnudas de árboles nos muestran, con vergüenza, como las dejó el insaciable ser humano robándole sus bosques. 15 kilómetros antes de Balmaceda y 20 antes del Paso Internacional Huemules, giramos hacia el sur, continuando sobre la Carretera Austral. Este sector está recién construído, es muy ancho y con excelentes banquinas. Las pendientes se han suavizado a fuerza de trabajo, para facilitar el tránsito (casi parece una autopista). En un bosquecito señalado como lugar para descanso, nos detenemos para prepararnos algo de comer. Eran mas de las tres de la tarde. A eso de las cinco continuamos por esa novísima carretera con rumbo sur. Cuando la ruta gira al Oeste y ya teníamos a la vista el imponente "Cerro Castillo", vemos el desvío precario, angosto y de tierra que conduce a Puerto Ibañez. Son poco mas de 30 Km y ya tenemos a la vista el pueblo. Parece un simple caserío pero allí viven mas de 1300 almas. Sus calles son cuidadas y prolijas. Una feria artesanal en la plaza principal es la excusa para que nuestras mujeres compren regalitos para parientes y amistades. Son originales piezas autóctonas, trabajadas con esmero por pobladores nativos. Hallamos una buena cabaña para arrendar y allí pasamos la noche. La dueña nos preparó un exquisito plato lugareño para la cena. Dormimos al calor de la salamandra, recuperando energías para la siguiente etapa de este viaje.