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Habíamos desembarcado en las cercanías de Chaitén, después de un viaje en trasbordador desde Quellón (en la Isla de Chiloé), mal dormidos, con frío, mucho hambre y con ganas de un suculento desayuno caliente.
Rapidamente recorrimos los pocos kilómetros hasta el pueblo (muy extenso y con poca densidad de construcciones).
Después de más de media hora de recorrida buscando lugar donde desayunar y, ante la evidencia que estaba todo cerrado, decidimos continuar camino, en ayunas. Por allí cerca deberíamos encontrar las Termas del Amarillo, en todo caso improvisaríamos en aquel lugar un desayuno de campaña. El camino inicialmente llano y sobre terreno ralo, comienza a ondularse e introducirse en un espeso bosque de coníferas.
Al vadear un río pequeño, vemos, a nuestra izquierda el Volcán Michinmahuida de 2404m con su cumbre totalmente cubierta de hielo y un ventisquero bajando .
Poco más adelante encontramos el desvío al Parque "Termas del Amarillo".
El paisaje continúa muy bello.
Vadeamos varios arroyos y, más adelante encontramos un claro, cerca del agua, donde armamos nuestro fogón siglo XXI, con cocinilla a gas. Las "chicas" prepararon el rico desayuno que veníamos deseando desde que desembarcáramos.
Estimo que serían las 10 de la mañana cuando decidimos regresar a la carretera principal para continuar con nuestro periplo hacia el sur. Por allí cerca, según los mapas de que disponíamos, debería estar el balseo para cruzar el caudaloso río Yelcho que drena hacia el mar las aguas del lago homónimo. Después de las experiencias pasadas comenzaron nuestras dudas y temores;
Grande fue nuestra sorpresa al encontrar que este fantástico puente colgante reemplazaba el antiguo "balseo".
Después de cruzar el puente, nos metimos en una especie de parque a las orillas del Lago Yelcho desde donde contemplamos el lago, el bosque y el Ventisquero Yelcho .
Nuevamente nos tocaba un día espectacular, con sol radiante. En pocos kilómetros hicimos la Cuesta Moraga y llegamos a Santa Lucía, un minúsculo poblado de dos o tres casitas de madera y muy prolijas. Allí sale un desvío de la Carretera Austral que, dirigiéndose al Este, cruza la cordillera de los Andes (no muy alta en estas latitudes) y llega a la República Argentina por el paso de Futaleufú, desde donde se accede a las localidades argentinas de Trevelín y Esquel.
Era pasado el mediodía y los estómagos clamaban por comida.
Charlamos un rato con esta señora, que era también la encargada de le emisora radial de FM (cada tanto salía corriendo al terreno de enfrente, donde se hallaba la antena y una casilla con los equipos, a cambiar el cassette de música). Nos explicó que la habían instalado gente de una comunidad religiosa de Estados Unidos de N.A. Con las energías repuestas, encaramos el próximo tramo de aquella carretera que, hasta el momento era muy bonita y sin sorpresas desagradables.
Un enorme ventisquero baja del Cerro del Medio.
Más adelante y a nuestra derecha, aparece el río Frío.
Lo acompañamos por unos kilómetros y vemos a la izquierda un bosque totalmente destruido.
Por allí cerca, pasamos por Villa Vanguardia. Un asentamiento "artificial" que pretendió crear el gobierno y no tuvo éxito. Las casa nuevas se encuentran totalmente deshabitadas en aquella Villa.
Poco más adelante se unen el río Frío con el Palena.
Lamentablemente tuvimos la experiencia de ver como se incendiaba un bosque.
Los antiguos "balseos" sobre los ríos Frío y Palena han sido reemplazados por modernos puentes colgantes.
Unos 40 Km más al sur encontramos el ingreso a la Reserva Nacional Lago Rosselot.
El camino de ripio muy parejo continúa serpenteante.
Estamos llegando a nuestro destino para ese día, Puyuhuapi, una bonita villa veraniega a orillas del Seno Ventisquero, un brazo de mar que se interna más de 120 Km entre las montañas de aquel paisaje.
Eran cerca de las seis de la tarde. El sol ya se había ocultado entre las montañas que rodean al lugar y veíamos muy poca gente por la única calle central (que es la misma carretera). La mayoría de los poquísimos comercios que había, estaban cerrados. Había varios lugares para hospedarse, pero según nos dijeron, "ya era fuera de temporada" y sus dueños se habían "vuelto para Santiago". Finalmente luego de mucho buscar y preguntar, hallamos la misteriosa "Casa Ludwing".
Nos alojamos en La Casa Ludwing. Su aspecto exterior amedrenta un poco, pero en realidad es una lujosa y muy cómoda y cálida mansión totalmente construída en madera (como todas las construcciones del sur de Chile.
Nos sumergimos en sus mullidas camas. Bueno, mañana será otro día y la "aventura" continúa...
El recorrido fue muy largo, el relato muy extenso y las fotos muchas, así que despues de una exhaustiva selección terminamos dividiendo la narración en varias etapas para su mejor visualización:
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