Etapa 1: Bs As a Ralún

Esta primer etapa nos llevaría desde Buenos Aires a Villa La Angostura.
Ingresaríamos a Chile por el Paso Puyehue hasta Entre Lagos.

Por una carretera secundaria nos dirigiríamos al sur hasta la costa norte del lago Llanquihue.
Bordearíamos el lago por el Este, haciendo la "trepada" al Vn Osorno y continuaríamos al Sur hasta Ensenada y las termas de Ralún.

Partimos desde Buenos Aires el viernes 16 de marzo de 2001. Nuestro destino inicial era Villa La Angostura (en la costa norte del Lago Nahuel Huapí - Pcia de Río Negro -Argentina) donde nos reuniríamos con "Lucho" y Claudia que habían partido un día antes. Como habíamos salido muy tarde de casa (a las dos de la tarde), hicimos una parada en General Acha (Pcia. de La Pampa), para pernoctar. El sábado, hicimos la ruta del "cruce del desierto", hasta Colonia 25 de Mayo, nos internamos en Neuquén a rodear el lago "Cerros Colorados" y aparecimos en Zapala. Bajamos por "la 40" (RN40) hasta Junín de los Andes y de allí a San Martín de los Andes. Al reunirnos con nuestros amigos llevábamos recorridos ya más de 1.700 Km desde Buenos Aires, habiendo hecho el tramo de los siete lagos (San Martín de los Andes - Villa La Angostura) de noche y con un poco de lluvia.    Pasamos esa noche en V. la Angostura, en una hermosa Hostería que había conseguido Lucho y cruzamos a Chile al día siguiente por el Paso Puyehue (rebautizado Cardenal Samoré). Parados en la línea limítrofe, vemos, a nuestras espaldas y entre niebla, parte del cráter colapsado del Volcán Puyehue. Continuamos, bordeando el Lago Puyehue, por una prolija carretera asfaltada, tomando fotos y parando cada tanto a disfrutar el hermoso paisaje. Cerca del mediodía llegamos a Entre Lagos donde nos detuvimos para almorzar en una apacible casa de comidas, con toda la "pachorra" pueblerina. Saliendo de Entre Lagos, tomamos la carretera ripiada que nos conduciría, con rumbo sur, hasta la orilla del Lago Llanquihué. Antes bordeamos el Lago Rupanco y cruzamos por un puente sobre el Río Rahué, donde nos detuvimos a apreciar la transparencia de las aguas y a observar como unos pescadores con "mosca" obtenían unos hermosos salmónidos. Bordeando luego el lago Llanquihué, por un camino cubierto por un espeso bosque húmedo, disfrutamos tomando el agua cristalina que caía en forma de pequeñas cascadas, entre la floresta. Poco mas adelante se encuentra la senda que asciende al refugio del Volcán Osorno, perfecto cono nevado. Nos internamos por aquel precario camino, que sube por varios kilómetros hasta dejarnos frente a los refugios de las pistas de esquí. Ahora, al finalizar el verano, la nieve se ha derretido completamente y podemos apreciar que estamos parados sobre un extenso campo de gruesa arena volcánica. Por suerte había gente en el refugio y pudimos tomar un rico chocolate caliente (el ascenso y una insistente neblina había hecho que la temperatura de aquel atardecer hubiera bajado unos cuantos grados. Tuvimos que abrigarnos). La naturaleza nos regaló una hermosa puesta de sol sobre el lago Llanquihué. Allá al fondo podíamos divisar los reflejos de Puerto Octay y Frutillar, pintorescos pueblitos en la costa Oeste del lago. Rapidamente teníamos que descender, (en el camino nos detuvimos a observar unas grutas naturales producidas por el volcán en alguna de sus erupciones), teníamos que conseguir algún lugar donde nos dieran alojamiento y ya estaba anocheciendo. Nos detuvimos una vez más a fotografiar cómo los últimos rayos del sol iluminaban el "copete" nevado del Osorno. Ya de noche pasamos por Ensenada y, a los pocos kilómetros, por Ralún. Nos detuvimos sobre el moderno puente que cruza el río Petrohué, a la salida de Ralún a decidir qué hacer. ¿Continuar en la obscuridad y perdernos el paisaje o buscar algún alojamiento por las inmediaciones? En la obscuridad nos acercamos a un pequeño kiosco que había en las cercanías del puente. El frío se hacía más intenso. La amable gente de aquel kiosco que vivía allí mismo, en una minúscula casita de madera, nos ofrece alojarnos para pasar la noche. Un poco desconcertados al principio, aceptamos en vista de que ho habíamos divisado ningún otro lugar con señales de vida en las inmediaciones. Cuando vimos que para hacernos lugar a nosotros, estaban sacando de sus camas a los niños y llevándolos a otra habitación más pequeña, separada de la casa y sin calefacción ninguna, desistimos amablemente de aceptar aquella hospitalidad y decidimos buscar otra alternativa. Luego de recorrer un poco, vemos en la obscuridad y entre el follaje del tupido bosque, unas construcciones de madera, sin ningún tipo de iluminación ni señales de vida. No obstante eso nos internamos en la floresta hasta hallar una casita, también de madera que parecía la administración o algo así. Resultó lo que preveiamos y una muy amable señora nos arrendó una de aquellas cabañas y nos proveyó de alimentos mínimos y calefacción.    Pasamos allí una preciosa noche y fuimos despertados por los sonidos de los animales del bosque. Unos mates con galletas de desayuno y... a ponernos en marcha, que comienza la segunda etapa de esta travesía...