Sábado 24 de marzo de 2.001

Esa mañana salimos tarde de Puyuhuapi. Nos entretuvimos disfrutando de la vista por las ventanas de la mansión Ludwing, donde estábamos alojados, disfrutando también de la charla con su dueña que, mientras desayunábamos sobre una enorme mesa de madera macisa y lustrada, nos contaba sobre las bellezas del lugar. Fue ella la que nos advirtió que no dejáramos de conocer el "Ventisquero Colgante". Quedaba por allí no mas, desviándonos solo un poco a la izquierda de nuestro camino. Nos recomendó también para más adelante que visitáramos la cascada del Padre García y lamentó que no tuviéramos tiempo para visitar las termas de Puyuhuapi (para llegar a ellas hay que hacer un viaje de dos horas de lancha de ida y otro tanto al regreso). Cerca de las once y media de la mañana partimos. Por única vez la Carretera Austral corre pegada al océano Pacífico. En realidad es el Seno Ventisquero, el océano abierto está a mas de 200 Km hacia el Oeste. Esta parte de la carretera es una muestra de lo trabajosa que fue su construcción, discurre por un acantilado tallado en la roca viva, durante unos 15 km. Poco antes de girar hacia la cordillera encontramos el ingreso al "Ventisquero Colgante". Nos desviamos con los vehículos adentrándonos unos 2 km hacia la Cordillera de los Andes, luego debemos continuar a pié por un angosto sendero tallado en el bosque. El Ventisquero Colgante recibe ese nombre porque literalmente "cuelga" a unos 200 metros sobre el cauce del arroyo que se forma con su deshielo. Lamentablemente la posición del sol no nos permitió tomar buenas fotografías. Caminamos mucho por los senderos que allí se forman. Nos llegamos hasta un imponente puente colgante peatonal de muy sólida y prolija factura. Se suspende unos 20 metros sobre el nivel del arroyo en ese momento, pero encontramos en sus barandas restos de ramas y hojas que nos indican que ese nivel de agua, en determinadas circunstancias crece mas de 20 metros hasta alcanzar y pasar por sobre el puente. ¡Qué impresionante debe ser ver ese torrente de agua embravecido bajar arrastrando enormes rocas, buscando el nivel del mar. Estuvimos allí por casi tres horas y luego volvimos a la carretera a continuar hacia el Sur. Estábamos dentro del Parque Nacional QUEULAT. Mas adelante una cuesta y, antes de arribar a su punto mas alto, un pequeño cartel nos indica la presencia de la cascada del Padre García. No se vé nada desde el camino, por lo que debemos abandonar los vehículos e internarnos por un estrecho pasadizo entre el follaje que baja abruptamente. - Escuchamos el ruido del agua pero aún no vemos nada. Poco mas adelante en aquel resbaloso caminito comenzamos a divisar la cascada en medio del bosque. Lo más impresionante es el color turquesa transparente del agua acumulada en la olla que se forma al pié del salto. Ahora me doy cuenta el porqué de los pocos kilómetros que avanzábamos cada día; ¡Es tanto lo que hay para apreciar solazándose con la naturaleza! Que sería un pecado imperdonable perderlo. No obstante reconozco que no hemos visto ni la mitad de las bellezas que hay para disfrutar en aquella zona de Chile. Poco mas adelante vemos el desvío que se dirige a Puerto Cisnes, sobre el mar (Canal Puyuhuapi), son unos 35 Km de camino de tierra. ¡Vamos! Puerto Cisnes es un pueblo pequeño, en una ensenada en la que desemboca al mar el río Cisnes. Tiene gasolinera, algún restaurante (cerrado a esa hora de la tarde) y hospedaje. Sin embargo decidimos continuar avanzando unos kilómetros mas (retrocediendo primero los 35 Km hasta la Carretera Austral). Nos sorprenden los niños bañándose en las heladas aguas del Océano Pacífico Sur. Vemos también una pequeña barcaza para transportar algún automóvil por aquel laberinto de islas. Volvemos a nuesto camino y pocos kilómetros mas adelante pasamos por Villa Amenguales, entusiasmados continuamos, bordeando el lago de las Torres. Nos damos cuenta que en poco tiempo anochecerá, así que comenzamos a buscar en el mapa alguna localidad o villa donde pasar la noche. Vemos que estamos a unos 40 Km de Villa Mañihuales, nuestro mapa no lo indica pero veremos si hay hospedaje allí. Pasamos por Campo Grande, allí vemos la lamentable consecuencia de una legislación del año 1937 denominada "Ley de Colonización". En efecto, la ley exigía a los colonos que para obtener el título de propiedad sobre las tierras, éstas debían estar limpias. Fue la causante (involuntaria) de un tremendo desastre ecológico. Comenzó una serie de gigantescos incendios provocados, que aniquilaron el bosque autóctono y cuyos humos llegaban hasta la costa atlántica de Argentina. Mudo testimonio de aquello son los miles de troncos quemados que se acumulan aún hoy en las orillas de los ríos. Son los mismos que viéramos cerca de Villa Vanguardia en la etapa anterior y a los que no les hallábamos explicación. Poco antes de llegar a Mañihuales... MARAVILLA!!! Un flamante asfalto nos recibe. Descanso para las suspensiones de los vehículos y para los riñones de sus ocupantes. Llegamos a la Villa cuando se estaba poniendo el sol. Confundimos unas instalaciones de ejército o carabineros con una zona de cabañas. No, en el centro no coseguimos nada para alojarnos. Compramos algo en una proveeduría y continuamos hacia Puerto Aisén. El asfalto nos animó a conducir de noche. A unos tres km saliendo de Villa Mañihuales vemos unas cabañas para paseantes. Su administrador estaba en la Villa. Volvemos y, por alguna causa que no recuerdo, no cerramos trato. Nos iremos a Puerto Aisén. El camino era muy bonito, plagado de curvas y contracurvas, desemboca en la antigua ruta Coihaique/Puerto Aisén (de placas de hormigón). Cerca de las 21 Hs conseguimos alojamiento en una hostería en el centro de la ciudad, propiedad de un suboficial retirado del ejército chileno. Nos bañamos, cenamos y dormimos... mañana nos espera otra etapa...