Etapa 2: Ralún a Hornopirén

Esta etapa nos debería acercar a la carretera Austral (Ruta Nacional 7 de Chile -de color negro en el mapa-) que comienza en Puerto Mont
Intentaríamos encontrarla en Puelche, donde atraca la balsa o barcaza que cruza desde La Arena.
Para ello deberíamos rodear el Fiordo Reloncaví por sus márgenes Este y Sur, pasando por Cochamó y Puelo
hasta llegar a Puelche.

La ambiciosa etapa prevista para ese día lunes 19 de marzo, incluía continuar al sur pasando por Manzano, Hornopirén, Cholgo,
y arribar a Pichanco, abordar la balsa hasta Leptepú, transitar los 10Km que lo separan de Fiordo Largo,
abordar una segunda balsa hasta Caleta Gonzalo y recorrer los últimos kilómetros hasta CHAITÉN
donde deberíamos pernoctar.

La gente de Ralún nos informaba que desde Puelo hasta Puelche la carretera estaba en construcción y que el ejército (encargado de las obras) no dejaba pasar a nadie.

A pesar de esos informes negativos y desesperanzadores, decidimos continuar, aunque mas no fuera para conocer la región. Partimos sin prisa, realmente dispuestos a disfrutar de ese bello paisaje. A poco de salir de Ralún vemos las aguas del Río Petrohué desembocando en el Fiordo Reloncaví. Al fondo comenzamos a divisar la silueta del Volcán Yate que sería nuestro centinela gran parte de ese día. El día estaba espectacular, el sol brillaba y hacía brillar los colores de plantas, flores, nieve de las montañas y agua de los arroyos. Más adelante, camino a Cochamó la prolija carretera ripiada, los novísimos puentes de hormigón y, al fondo el Volcán Yate. En poco tiempo arribamos a Cochamó, uno de los tantos pueblos de pescadores que veremos en esta zona sur de Chile. Cochamó y, al fondo del Seno o Fiordo de Reloncaví, el Yate sigue custodiándonos. La iglesia de Cochamó nos muestra un estilo de construcción totalmente nuevo para nosotros, innumerables trozos de madera tapizan, como las escamas de un pez, las paredes de los edificios. Visitamos el interior de la iglesia, el pueblo y el muelle de pescadores donde la actividad era febril. Nos tomamos tiempo para fotos y charla con la gente. Más adelante, en una casita al costado de la carretera, paramos a comprar algunas hortalizas para nuestra comida. Nos dirigíamos al próximo poblado, Puelo sin saber que nos esperaba una sorpresa... Original balsa de Puelo permanece atada a unos cables que evitan que la fuerte corriente del río la arrastre. La propulsa hacia adelante un pequeño bote de madera con un rústico motor de bombeador conectado a su hélice. Este "balseo" no estaba en nuestros planes, no figuraba en ninguno de los mapas de que disponíamos. Pero en realidad no había ningún problema, una experiencia más, cruzando el correntoso río Puelo, que tiene mas de 200 metros de ancho. En la balsa entraron justo los dos vehículos nuestros. En realidad transporta solo dos vehículos chicos o un colectivo (también chico) o un camión sin acoplado. Del otro lado estaba Puelo, el pueblo. Era pasado el mediodía así que los estómagos clamaban por "combustible". Pensamos que en el único comedor del pueblo conseguiríamos algo de comer. No fue así. Luego de esperar por un buen rato que apareciera el dueño, nos convencimos que eso no acontecería. Así que fuimos a buscar un almacén para comprar algunas provisiones y preparar nuestro propio almuerzo, cosa que hicimos unos kilómetros más adelante, al pié de una bonita cascada. Gigantescas jaulas subacuáticas para la "siembra" y cultivo" de salmónidos, brindan trabajo e ingresos a los pobladores del Fiordo. La carretera estaba esculpida en un acantilado y nos brindaba una espectacular vista del Fiordo o Seno Reloncaví. Ya teníamos una buena noticia, habíamos pasado Puelo y nadie nos había detenido hasta el momento diciendo que fueran del ejército y que la carretera estaba cortada. De cualquier manera estimábamos que faltarían aún unos 50 Km hasta Puelche donde nos montaríamos a la Carretera Austral en su Km 47 desde Pto. Mont. En cualquier momento podía aparecer una barrera o el temido cartel "Carretera Cortada - Prohibido Avanzar". En cuyo caso deberíamos desandar todo lo andado, dirigirnos a Puerto Mont y de allí hacia el sur para "balsear" el Seno Reloncaví en su desembocadura al mar (La Arena/Puelches). Sonamos, comenzó la zona de construcción... Pusimos cara seria y comenzamos a esquivar máquinas y equipos pesados... Nadie decía nada, se hacían a un costado y nos dejaban pasar... ¿Hasta donde duraría esto? ¿En qué momento nos dirían, "Lo siento muchachos no se puede seguir avanzando, no hay mas carretera"...? El pobre Fiat Uno de Lucho sufria esquivando las grandes piedras que podía y pasándole por encima a las que no podía esquivar... La cosa se ponía cada vez más rústica. En partes el camino no poseía la carpeta niveladora y andábamos por sobre la roca recién removida luego de la dinamitada. Repentinamente... El FIN !!! Un puente que aún no había sido concluido se interponía entre nosotros y los escasos 10 Km que nos faltaban hasta Puelche, donde encontraríamos la tan ansiada Carretera Austral. Luego de una charla con los operarios explicándoles del trastorno que nos ocasionaría tener que regresar y dar toda la vuelta por Puerto Montt más el cruce en balsa para estar en Puelche, accedieron amablemente a construir, en tiempo récord, un precario pero seguro puente que nos permitió continuar camino. Unos "maestros" estos chilenos!!!. A todo esto ya eran casi las cinco de la tarde y nuestras espectativas de llegar ese día a Chaitén se diluían frente a la mínima lógica. En efecto, todavía nos faltaba mas de una hora para llegar a Hornopirén, otra hora mas hasta el embarcadero de Pichanco, dos cruces en balsa y otras dos horas mas de carretera. - No creo que el servicio de balsa trabaje de noche en Pichanco. Me dice Lucho por la radio. -En realidad yo tengo dudas que trabaje también de día. Pienso para mis adentros sin comentarlo a nadie para no romper la "magia" de aquel momento. La realidad es que el paisaje pidiéndonos que lo fotografiemos, y nosotros que no nos podíamos resistir, una parada a tomar unos mates cuando ya teníamos a la vista el océano Pacífico y la necesidad de disfrutar de todo aquello (motivo fundamental de nuestro viaje) hizo que arribáramos a Hornopirén al anochecer. No nos quedó más remedio que conseguir un alojamiento, ducha, cena y cama. Mañana será otro día, veremos que nos deparará el destino...