VOLCÁN Co MÉDANO
Catamarca - Argentina


Foto:Eduardo Cinicola
Dto Antofagasta de la Sierra

MUSICA de FONDO:


En diciembre del 2005 nos habíamos sacado una intriga, en una "exploratoria" habíamos visitado aquel cráter rosado y llamativo que figuraba en las cartas topográficas del I.G.M. como "Cerro" "Médano".
Nos intrigaban ambas palabras, primero su denominación como "cerro" cuando evidentemente por las fotografías satelitales se veía perfectamente que era un volcán, con su caldera (producto seguramente del colapso de su cámara magmática) y su domo central que confirmaba su carácter volcánico.

Por supuesto la denominacíón "Médano" también nos "hacía ruido". Finalmente ¿era un cerro? ¿era un volcán? ¿o era un médano?...

En aquella exploratoria nos habíamos sacado la duda, era un volcán colapsado sobre si mismo seguramente luego de una gran explosión que esparció millones de toneladas de ceniza que lo cubrieron a si mismo y varios kilómetros de superficie a sus alrededores.
Seguramente los primeros exploradores ignoraban su condición de volcán y ante tal cantidad de ceniza (con aspecto de arena gruesa) no dudaron en llamarlo "Cerro... Médano".

Al año siguiente del "descubrimiento" estábamos, con el Colo Gustavo Hartingh, llevando a conocer las bellezas de la Puna al matrimonio compuesto por Miryam Colombo y su esposo alemán Hans.

Habiendo visitado mina La casualidad y la bocamina de ésta Mina Julia y estando tan cerca de ese particular volcán, se me ocurre que no podemos perder la oportunidad de llevarlos a conocerlo.

Es así como esa mañana de septiembre de 2.006 habiendo partido de nuestro improvisado alojamento en las ruinas de Mina la Casualidad y visitado, no sin inconvenientes en el camino las alturas de Mina Julia, bajamos a las orillas del Salar de Río Grande para continuar con rumbo sur y luego suroeste a hallar la "entrada" a la caldera (por suerte apagada) del increíble Volcán "Cerro Médano".
 


Foto:Eduardo Cinicola
Bajábamos de mina Julia, hacia el Salar del Río Grande y veíamos lo único que queda del cablecarril que bajaba el azufre a Mina Casualidad;
las torres metálicas que sostenían los gruesos cables de acero.


Foto:Eduardo Cinicola
Hacia el sudeste y más allá del fin del Salar, comenzamos a ver un grupo de volcanes que rodean al gigante de la zona, el Antofalla (no se ve en la foto).


Foto:Eduardo Cinicola
En el borde del salar y pegado a una vertiente de agua dulce vemos las abandonadas instalaciones desde donde se bombeaba
el agua potable para todo uso al gran poblado que había en Mina La Casualidad.


Foto:Pierre LOUS
Desde el Salr de Río Grande hacia el Oeste la sierra homónima nos regala estos increíbles colores.


Foto:HANS
Al otro lado los paisajes nos hacen acordar de las películas de cow-boys que veíamos en nuestra niñez.


Foto:Eduardo Cinicola
Ahora si, dejamos el salar atrás y comenzamos a trepar por esa gran planicie inclinada de ceniza volcánica expelida por el volcán Médano.


Foto:Eduardo Cinicola
Allá está, los lados son los bordes externos de la caldera y al centro el domo central.
debemos entrar por allí, por el sudeste de la caldera, donde está colapsada parcialmente y nos permitirá acceder a ella.
Es un largo rodeo por esa extensa superficie de cenizas (con apariencia de arena) que viéramos cuando estudiábamos las fotos satelitales.


Foto: Ms Sid
Fotografía satelital disponibe en 2.004 del proyecto Ms Sid de la NASA (muy anterior a Google Earth)
en la que podemos divisar de un extraño color lila, la ceniza volcánica por la que estábamos transitando
y el aspecto singular del Vn Cerro Médano.
En Rosa oscuro la caldera de unos 5km de diámetro y en marrón su domo central.


Foto:Eduardo Cinicola
Mirando hacia atrás, hacia el sudeste podemos distinguir al Vn Onas.


Foto:Eduardo Cinicola
Con su cráter colapsado hacia nuestra posición, nos muestra sus entrañas.


Foto:Eduardo Cinicola
Mirando hacia la frontera con Chile, adelante un cráter colapsado también en nuestra dirección, sin nombre y,
atrás,a la derecha el Vn Atalaya (5.369m) y a la izquiierda el cráter principal del Cordón del Azufre de 5.475m


Foto:Eduardo Cinicola
Ya estamos ingresando a la caldera.
Cuesta. Hay bastante pendiente y la ceniza está pesada para el avance.


Foto:Eduardo Cinicola
Parece que hace poco alguien ya anduvo por acá...
Como puede apreciarse la caldera es enorme.


Foto:Eduardo Cinicola
Por tramos el tipo de superficie cambia a una especie de "chocolate rallado" de rocas rosas...


Foto:Eduardo Cinicola

Vuelve la ceniza. A medida que avanzamos las huellas previas desaparecen.
Es que no es fácil esta "entrada" a la caldera.


Foto:Eduardo Cinicola
Ya hemos recorrido más de dos tercios de su circunferencia interior.
A la derecha la pared externa de la caldera y a la derecha el domo central.
Nos acercamos a un punto extremo.


Foto:Eduardo Cinicola
Dentro de aquel "valle en forma de anillo" que se forma entre las paredes de la caldera y el domo, una gran depresión.


Foto:Eduardo Cinicola
Una gran e intimidante depresión que ya nos había amedrentado en la expedición anterior.
El gran peligro consistía en meterse allí y que la pendiente y el suelo flojo de ceniza nos impidiese salir.
No hay auxilio a menos de 250km, y no hay ningún tipo de comunicación.
Ya vimos bastante. Mejor volvamos.


Foto:Eduardo Cinicola
Pero no salimos de allí por la misma "puerta" por la que entramos.
Salimos por una "puerta de escape" lateral, hacia el Oeste que descubriéramos en una expedición anterior.
Allí nos sorprendemos nuevamente con el espectáculo de "el encuentro de las cenizas"
Así como en Manaos se da el "encontro das aguas" al unirse las del gran Solimoes co las del Río Negro para formar el Amazonas
Acá observamos el punto de convergencia de las cenizas de dos colores provenientes de dos erupciones distintas


Foto:Eduardo Cinicola
Nos proponíamos irnos de allí rumbo al pueblito de Antofalla.
Las huellas de quien nos precedió, apuntando a la depresión del Salar de Río Grande, con el Vn Tebequincho en el horizonte
parece que nos llevan por buen camino...


Foto:Eduardo Cinicola
Las huellas giraron hacia Mina la Casualidad. No era nuestro destino e insistimos con el rumbo que llevábamos,
hasta que la naturaleza dijo basta.
La liviana ceniza, compuesta primordialmente de partículas de piedra pómez no es suficiente sustento para las camionetas
y estas se hunden, pierden tracción y no pueden avanzar más.
Por suerte esas huellas sobre ceniza monocroma, se borrarán con el viento si nadie volviera a transitar por allí.


Foto:Eduardo Cinicola
Buscando y "peludeando" durante bastante tiempo logramos finalmente encaminarnos hacia nuestro destino.


Foto:Eduardo Cinicola
Ya en horas del atardecer llegamos al Salar de Archibarca.
Mucho nos faltaba aún para pasar por el abandonado puesto de Caballo Muerto y para bajar,
ya entrada la noche, al pequeño poblado de Antofalla, donde por suerte conseguimos donde dormir.


Foto:Eduardo Cinicola
Amanecimos en cómodas camas del alojamiento que existe an Antofalla.


Foto:Eduardo Cinicola
Donde a pesar de sus pocos habitantes (no más de 30 en 2.006) tienen su Delegación Municipal.


Foto:Eduardo Cinicola
Lugar súmamente reconfortante luego de recorrer tanta Puna sin verde.


Foto:Eduardo Cinicola
Muchas casas permanecían vacías en aquel entonces producto de la emigración de sus habitantes o de los descendientes de los ya fallecidos.


Foto:Eduardo Cinicola
Entre otras curiosidades del pueblo, nos mostraron la gran piedra circular del molino que antaño usaban para producir harina de los granos que cultivaban y cosechaban.


Foto:Eduardo Cinicola
Nos vamos de Antofalla bordeando el salar que lleva su nombre,con rumbo sur, para visitar una curiosidad geogáfica.
Son los llamados "Ojos del Campo".
Extrañas pequeñas lagunas, muy cercanas unas de las otras, pero de colores muy diferentes.
Tenemos esta de agua casi transparente.


Foto:Eduardo Cinicola
Esta otra con forma de "8" y de intenso color rojo (se supone que a raiz de unas extrañas algas microscópicas).


Foto:Eduardo Cinicola
Y esta otra renegrida.


Foto:Eduardo Cinicola
Nos despedimos de los Ojos del Campo con esta imágen del reflejo de las montañas en otra de sus lagunas.

           
EDUARDO CINICOLA
Octubre de 2.006            


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