Mendoza - Argentina |
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Ya eran las once y media cuando partimos del complejo de esquí. Teníamos entonces un handicap de 2,5 horas provocado por ese retraso sobre los planes originales, para una expedición que debía realizarse en un máximo de 48 horas.
"Al mediodía estamos en la laguna de la carga", me había dicho Javier en el viaje, confiado por lo logrado en la expedición anterior.
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Faltaba el meandroso descenso para circular hasta el valle y recorrerlo luego hasta el fondo, allí donde las pardes de granito lo encajonan.
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Y así lo lograron todas las motos con el riesgo enorme de que ingresara agua a sus motores ya que, por supuesto, no tienen snorquel
Salir de esa isla no fue fácil, la otra rama del Tordillo era aún más torrentosa.
Habiendo cruzado con Javier, vemos como en la isla deliberan para hallar la forma de cruzar las motos sin que los arrastre la corriente.
Decidimos que tensaremos una cuerda que sirva de contención mientras se realizan los cruces y para ello javier mete de culata la Toyo nuevamente en el Tordillo.
La corriente nos lleva así que tenemos que salir raudamente a la segura orilla.
Mientras tanto a Santiago Larroquete, que se había internado en el río a "pescar" la soga que le tiráramos desde la Toyo, casi se lo lleva la corriente también.
Eso nos hace desistir de cruzar las motos por allí. La superficie que presenta su flanco haría que la presión del agua no pudiera ser soportada por quienes la llevaran y corríamos el riesgo de perder hombres y máquinas.
Ya sacaremos un as de la manga.
Por ahora es el turno de la TLC de Ale Roldán.
Una importante ola se forma frente a la trompa de esa camioneta sin snorquel.
Para este cruce había que hacer una especie de "S" en el agua para esquivar dos profundos remansos.
La pared que forma la camioneta hace que del lado del conductor se forme un hueco sin agua mientras la puerta del acompañante recibe toda la presión del río.
El agua no está "a la mitad de la rueda".
El agua cubre totalmente esas enormes cubiertas de 32 pulgadas que calza la Land Cruiser, mientras con su presión vence la resistencia de los burletes de las puertas y se cuela en el interior.
Su limpidez y transparencia son extraordinarias.
Las motos tienen que volver a tierra firme desde la isla, en la operación 3 caen al agua sumergiéndose los motores en marcha.
Finalmente sacamos el as de la manga para cruzar las motos...
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Una vez cruzadas las motos y camionetas a la orilla oeste del Tordillo, solo nos queda recorrer unos 8 km de huella para arribar a la Laguna de la Carga.
Un solo problema nos "sorprende".
Aparece un poblador que dice ser el dueño de esas tierras y desconoce la autoridad de quienes nos dieron permiso para ingresar.
La huella descuidada continúa cordillera adentro.
Allá viene Cristian.
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"Cachito" Reyes acaba de vadear un arroyo.
Y exprime a fondo los 350cc de su máquina.
Finalmente llegamos a la Laguna de la Carga.
Son las seis de la tarde, tan solo seis horas de retraso sobre los planes...
Seguro que las recuperaremos...
La laguna es de un color y una transparencia extraordinaria.
La urgencia de nuestro cometido nos arranca de ese sitio sin poder disfrutarlo como se merece.
Mirando las satelitales previo al viaje, con MUG, apreciamos que ese trepada sería muy brava, pero la gran incógnita era la bajada hacia el Tiburcio, esa sí que se veía peliaguda. Empinada y sin retorno.
En ese momento nos carcomían el bocho las palabras del baquiano cuando afirmó que con las camionetas sería imposible llegar al Valenzuela, o sea a la salida.
Bueno, eso lo verermos luego, ahora el problema sería acercarnos a la silleta y treparla.
Por lo pronto una empinada pendiente nos depositará frente a un traicionero mallín (o vega como los denominan en el sur).
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Mas adelante un "incómodo" curso de agua profundo y angostito es cruzado "a lo macho" sin planchas y de un salto.
Comenzamos la trepada a la silleta.
La TLC nos apabulla con sus +160 burros y la excelente conducción de Ale Roldán (uno de los recordman extraoficial de altura en camioneta, cuando en 2001 marco 5.872m con la Land Cruiser, lo que desató la carrera internacional por batir marcas de altura).
Esa primera pendiente se cobró varias caidas de motociclistas y nos hizo transpirar la camiseta con la Toyo 2.8 aspirada con magros 78HP.
Estábamos poco antes de mitad de camino hacia la silleta cuando los últimos rayos del sol iluminando las cumbres nos sugieren la inmediatés de un campamento.
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En poco tiempo las carpas estaban armadas y los muchachos preparándose para una larga noche de incomodidades.
Mañana... mañana será otro día...
La noche estaba maravillosamente estrellada, un regalo del cielo!!
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EDUARDO CINICOLA
Marzo de 2007 |