Salimos de allí entonces por una "salida secreta" y volvimos a buscar la huella internacional que nos llevaría al Paso del Azufre, donde se encuentra el Hito XVI-6 del límite con Chile.
Pasado el hito el camino mejora (para Chile es ruta internacional). En realidad no mejora. Se hace mucho más ancho pero con muchísimos pozos y tierra suelta.
La bajada hacía que aumentásemos la velocidad sin proponérnoslo, los pozos hacían que anduviésemos a los cabezasos dentro de la chata. Finalmente me decidí y salí del camino, por afuera se circulaba mucho mejor, pero...
¡ Nos habíamos olvidado de los campos minados !
Un cartel escrito en varios idiomas nos lo recuerda cuando llegamos finalmente a la depresión de la Laguna del Azufre.
Es más que obvio que en lugares como esos donde se sabe que hay minas terrestres antitanque y antipersonales, no es saludable abandonar las huellas.
Al final, tanto pensar en los campos minados que nos esperarían en Chile y en el peor momento, lo olvidamos.
Esas minas fueron puestas por los chilenos durante el conflicto con Argentina por la posesión de las australes islas Lenox, Picton y Nueva, que casi desemboca en conflicto armado.
Su temor de recibir una invasión argentina por esos desolados parajes hizo que, atropelladamente minaran la zona sin hacer o conservar los planos de todo lo minado (información supersecreta durante un conflicto), parece que los que guardaban el secreto lo olvidaron o perdieron o, por conveniencia les conviene decir que no saben exactamente donde están las minas, para que nadie se les meta por el patio de atrás.
El asunto es que pasamos por un "Campo Minado" según rezan los carteles.
Si las minas están o es una propaganda disuasiva, no lo sé, pero mejor no seguir probando.
En otros lados de esta frontera si sabemos que existen y han volado piernas de pastores, transeúntes y más de un vehículo.
El camino bordea la Laguna del Azufre e inmediatamente comienza a subir nuevamente para salir de su depresión.
Comenzamos a ver los numerosos ojos de azufre hirviente que desprenden fumarolas en la ladera de ese volcán que oficia de límite entre Argentina y Chile (a su vez en Argentina marca el hito por donde pasa la línea demarcatoria entre las provincias de Catamarca y Salta).
Poco más adelante teníamos marcado en el GPS dos probables huellas que ascendían por la ladera del volcán hasta las fumarolas (ya la hemos incorporado a ViajerosMapas).
Realmente las huellas estaban apenas marcadas en esa superficie tan caótica de piedras de todo tamaño. Se cruzaban y entrecruzaban con muchas otras y hubiera sido fácil perderse o tomar alguna que nos llevara a una hondonada o cañadón sin salida.
Más de una vez tuvimos que parar para afinar la puntería.
Finalmente comenzamos a subir la pendiente bien marcada de la ladera. El espacio era el justo para el paso de una camioneta. Ascendía vertiginosamente sin lugar para retomar, lo que, mirando hacia atrás las tres chatas de nuestros compañeros que nos seguían, me creaba cierta preocupación. ¿Cómo haremos para regresar... ?
Pasados los 5000 metros de altura la huella se arrima a una de las fumarolas que expelía una densa columna de humo blanco que el fuerte viento de montaña arrastraba casi a ras del piso.
Allí nos detenemos a tomar fotos.
El espectáculo es dantesco, parecía que nos halláramos en el averno.
Bajan todos de las chatas a conocer, disfrutar de ese extraño e infrecuente paisaje.
Allá abajo, la Laguna de la Azufrera con aguas amarillentas. Atrás el vigía de sus feudos, el imponente Llullaillaco, posa también para la foto.
En determinado momento un remolino de viento hace que el humo se acerque peligrosamente a nuestra posición. Las pocas partículas que llegaron a nuestras narices provocaron la inmediata irritación.
Nos encerramos en las camionetas y comienza en nosotros, que por estar primeros nos hallábamos a tan solo 10 metros de la fumarola, cierta "desesperación" por salir de allí.
Para adelante era imposible, el viento hacía que la columna de humo cruzase por el único lugar por el que se podía avanzar. Única alternativa, hacia atrás. Pero, como les dije, no había lugar para el retome. En esa huella de cornisa solo cabía el ancho de las chatas.
No fue fácil ni rápido descender casi 800 metros marcha atrás en esa angosta y empinada huella hasta hallar un lugar donde, no sin dificultades pudimos retomar uno a uno.
Allí se dio aquello de que los últimos serán los primeros... y los primeros los últimos. Quedamos a la cola.
En ese regreso Jorge que iba primero sugiere tomar otra huella que parece que acortaría camino hacia la "carretera internacional" y allá se mete con el Tano Baldi.
Nosotros los seguimos a Alejandro que parece encontró otra huella con menos piedras y pozos.
Al rato nos damos cuenta que estamos apuntando ya en la dirección equivocada, hacia el Pacífico, cuando debemos ir hacia la frontera con nuestro pais.
Una corrección violenta y a campo traviesa continuamos ahora en la dirección correcta.
Cuando llegamos a la carretera una sorpresa nos espera...