Una EXPEDICION al Glaciar Norte del Volcán PISSIS
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Catamarca - Argentina

Introducción y "Día 1"

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Laguna Celeste y Vn Nacimientos del Cazadero totalmente nevado (6.438m)


Veníamos de hacer una Expedición Arqueológica de Altura en busca de una tambería incaica en las faldas de volcanes catamarqueños.

El día anterior nos había tomado por sorpresa una intensa nevada estival que casi nos impidió salir del gigantesco cuenco de la Salina de la Laguna Verde donde nos hallábamos explorando.

Esa noche habíamos armado nuestro tercer campamento de altura, a solo 4500 metros esta vez, a orillas de la laguna Celeste, junto a unos parapetos circulares utilizados antiguamente por los nativos para protegerse del viento o de la vista de sus presas en épocas de caza de vicuñas.

Para esa jornada estaba previsto subir con los vehículos 4x4 por las laderas del volcán Pissis (el 2do más alto del planeta) hasta su glaciar norte, aquel que apunta a la Salina de la Laguna Verde.
 

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Amaneció nuestro cuarto día en la montaña con cielo más o menos despejado y el sol asomó a eso de las 8 de la mañana.

La gran nevada del día anterior estaba por tirar por tierra nuestros planes para esa jornada.

El proyecto de internarnos aún más en la cordillera, trepar a campo traviesa por las laderas del volcán Pissis hasta arrimarnos al glaciar norte, estaba en plena revisión.

Continuar más allá hasta casi el límite con Chile por el Valle Ancho, para tomar luego hacia el sur, buscando la divisoria de aguas que forma las nacientes del Río Salado (aquel que se convierte en Río Blanco en San Juan, en Río Jáchal al salir de la Represa de Rodeo, Rió Bermejo para cruzar los llanos de Mogna, río Desaguadero cuando oficia de límite entre San Luis y Mendoza, río Salado nuevamente mas al sur hasta la Pcia de La Pampa para perderse con el nombre de Chadileufú en los bañados y salinas del centro de esa provincia), también.

Decia que la nieve caída estaba convenciéndonos de cambiar planes.


A simple vista veíamos al Pissis totalmente nevado. No se distinguían límites entre el glaciar y el resto de la ladera.

No nos costaba mucho imaginar qué habriamos de encontrar cordillera adentro.

La alternativa era hacer un giro de 180 grados, tomar hacia el Este hacia la Laguna de Los Aparejos, "establecernos" allí e investigar unas huellas mineras que nos tenian intrigados.

En pocos minutos desarmamos el campamento, cargamos todo en las camionetas y partimos, aún con las huellas de la nevada pegada en techo parabrisas y defensas de las chatas.

- Ché, Aldo, ¿Te jode mucho si nos acercamos a "pispiar" como está el Valle Ancho, antes de tomar para los Aparejos?

- De ninguna manera ! Contesta Aldo que se prende en todas (o en casi todas, el día anterior me dejó con las ganas del Vn Solo )

Tomamos entonces nuevamente hacia el Oeste.
 


El Pissis se mostraba radiante con su blanca vestimenta recién adquirida y lo "gastamos" tomándole fotos.

El día mejoraba minuto a minuto y el sol comenzaba a calentar y derretir la efímera nieve estival de las zonas más bajas.

Cuando nos asomamos al Valle Ancho , ya cerca del mediodía, nos sorprende la ausencia casi total de nieve a nivel del lecho del río. Buen síntoma, Allí mismo dimos un salto mortal en el aire y volvimos a cambiar planes.

- Volvemos al plan inicial de ir a Laguna Brava por el Salado !

El equipo hizo "saludo uno" y apuntamos los "GO-TO" de los GPSs hacia nuestro nuevo destino.

En poco tiempo llegamos a la bifurcación que, hacia el sur, lleva al campamento base de los andinistas que ascienden al volcán Pissis.

La habría sobrepasado unos diez metros cuando clavo los frenos.

- Aldo. ¿Les jode mucho, si nos metemos a investigar hasta el "Campamento Mar del Plata"?

A Lucho ni le pregunto porque es materia dispuesta para cualquier proyecto de relevamiento o investigacion o... lo que sea..
 


- De ninguna manera ! Vuelve a contestar Aldo, convenciendo a un azorado Gabriel, de que eso sería "muy bueno".

Mentalmente hacíamos cuentas de combustible.

Habíamos llevado el equivalente a tres "tanques" completos (con tanque me refiero al depósito de nafta propio de la chata de 70 litros). En esas condiciones de terreno y de manejo, siendo optimista, cada tanque da una autonomía de unos 350Km.

Solo me quedaba el tanque auxiliar del techo (65 litros) y unos pocos litros (4 o 5) en el depósito, eso nos permitiría circular unos 300/350 Km.

A Laguna Brava, Jagüé, Vichina, llegábamos cómodos. Pero no queríamos ir a Jagüé yVichina. Queríamos salir de La Brava por un camino minero hacia el sur que desemboca en la RN40 unos 220Km al sur del campamento de Vialmani (y a 50Km del primer surtidor). Eso sí que estaba "peliagudo", ya sumaban muchos kilómetros y Aldo estaba "un poco peor" que nosotros con el gas-oil.

Para más, la entrada al campamento Mar del Plata del Pissis, sumaba unos litros más a nuestro consumo...

Bueno, ya lo veríamos más adelante.
 


La entrada al Pissis estaba totalmente despejada de nieve. El sol ya se había encargado de derretirla y eso aumentaba el caudal del río.

Allí se circula entre 4200 y 4600 metros de altura. Más arriba la menor temperatura ambiente ayudaba a la nieve en su lucha contra los rayos del sol.

Mientras circulábamos por el cauce del río, tomando altura hacia el campamento base, iba pensando qué pretexto emplearía ahora para convencerlos de seguir "un poco más allá"...

En menos de una hora llegamos al Mar del Plata, aclaro que solo hay un pequeño "refugio" y una explanada donde los eventuales escaladores pueden armar sus carpas para ir aclimatando antes del ataque final.

Nos sorprendió mucho encontrarnos con un numeroso grupo de andinistas que ocupaban el predio.

Hablando con ellos nos contaron que era un grupo de 14, entre los que había varias mujeres y algunos extranjeros (los saludamos uno a uno), guiados por dos jóvenes mendocinos.

Nos contaron también que el día anterior se encontraban en el Camp. Uno, 800 metros más arriba y tuvieron que "evacuar" por la intensa e inoportuna nevada.

Ese día parece que estaban descansando.
 


Ellos mismos nos indicaron por dónde podíamos intentar seguir si deseábamos ir más arriba.

El campamento Mar del Plata, donde nos hallábamos está a 4600 metros de altura, a 5200 comienza el glaciar.

Tenía los tracks que me enviara Raul Helberg de Tucumán, quien fuera en moto en 2007 hasta la base del glaciar.

Veo que por la quebrada por la que ellos habían metido sus motos era casi imposible meter las camionetas, así que aceptamos la sugerencia de los andinistas.

Mirábamos por donde nos señalaban que debíamos transitar y, realmente, yo dudaba que pudiéramos hacerlo.

Las trepadas eran muy verticales...

Lo que haríamos era un papelón ante 14 tipos que no tenían más nada que hacer que ver como nosotros intentábamos escalar el Pissis en camionetas 4x4.
 


Silbando bajito y con "cara de nada" nos fuimos metiendo por esa senda y, sorprendentemente, a medida que avanzábamos parecía que la montaña cedía, nos permitía visitarla.

En poco tiempo subimos los primeros 100 metros de desnivel, unos minutos después ya estábamos a 4.800 metros de altura y comenzó a haber nieve aun sin derretir.

Lamentablemente debíamos pasar ahora una especie de valle que nos hizo descender nuevamente a 4700 para tener que remontar esos 100 metros del otros lado.

Circulábamos sin track y sin huella por una altiplanicie tapizada de grandes piedras volcánicas.

La marcha era 1ra de baja y la velocidad 4km/h.

Lentamente y cuidando la mecánica seguimos ascendiendo. 4.900 y finalmente llegamos a los 5000 metros.

Alli nos dimos vuelta y, se nos cayeron las medias...

Desde un magnífico balcón veíamos, en un horizonte de 270 grados, TODOS los volcanes de la región.

Sería tedioso que se los nombrara uno por uno, pero allí estaban todos, fenómeno este muy poco común, porque generalmente cuando uno anda "por abajo", la proximidad de una montaña tapa a todas aquellas que se encuentren tras de ella, aunque las últimas sean más altas.
 


Filmamos y sacamos fotos "panorámicas" de más de 12 tomas (para que entraran todas).

Detrás, el Pissis solo nos tapaba algunos otros volcanes que se encuentran en La Rioja (El Bonete, El Veladero, El Baboso, el Reclus, los Gemelos Norte y Sur y el Fandango, entre otros).

También ya veíamos, delante nuestro y a lo lejos, el Glaciar Norte del Pissis. ¡Qué ganas de llegar hasta allá !

- ¿Seguimos?

- Sigamos (contestaron a coro).

Por lo que veía en el track, Raúl y sus amigos habían llegado a unos 5.200 metros de altura, en la costa este del Glaciar con sus motos. Nosotros le estábamos "apuntando" a la orilla Oeste.

Lamentablemende otra hondonada, que nos hizo perder valiosos 100 metros, se interponía entre nosotros y el glaciar.

Penosamente (como digo siempre) la bajamos y la volvimos a subir a la módica velocidad de 4Km/h.
 


Las rocas eran cada vez mas grandes y se complicaba mucho hallar la manera de esquivarlas.

Parecía una "carrera de tortugas, con obstáculos"...

La luz de reserva de combustible y la chicharra de alarma se prendieron justo mientras tramitábamos ese complicado asunto de la trepada y las rocas. Esperemos que aguante hasta que lleguemos a una zona más plana.

Igualmente me preocupaba que con las grandes inclinaciones la bomba de combustible chupase aire y basura del tanque.

La gestión de hallar el camino correcto en ese laberinto hacía que de vez en cuando nos separásemos unos cuantos metros de Aldo y su Toyota.

En un momento los habíamos perdido de vista y escucho que me modula por la radio, avisándome que no avanzaba más porque Gabriel se había descompuesto.

¿Qué hacer?

Nos faltaban solo 300 metros en línea recta para "sacarnos la foto" al costado del glaciar.
 


No le podíamos contestar (les conté antes que nos habíamos olvidado en casa el micrófono de la radio).

Bueno, esperemos que nos espere le dije a Lucho.

Con una terrible aprensión por no romper nada en aquel duro terreno torturante para toda la mecánica de la camioneta, seguimos.

La chata quiso quedarse "colgada" de las rocas varias veces.

Es que en la subida, la parte de arena del terreno cedía a la tracción y las piedras bajo la chata aflorában cual témpanos del mar, buscando incrustarse en alguna parte vital del corcel metálico.

Cada golpe en los bajos de la chero, era un dolor en el vientre (mio).

Y un apretar de dientes y cruzar de dedos...

Ya estamos... ya llegamos... falta poco...
 


Acá estamos. A 5.407 metros de altura, en la ladera norte del volcán Pissis, pegados a su glaciar y sin una gota de nafta en el tanque.

Podríamos haber seguido, por lo menos 200 o 300 metros más arriba, pero la situación, el tiempo, la escasés de combustible y el clima (se había encapotado nuevamente), no lo aconsejaban.

- Repongamos la nafta rapidamente, que Aldo debe estar esperando más abajo sin saber que pasa !

- ¿Estará esperando? ¿O habrá bajado para que Gabriel se mejore?

- ¡Qué bueno! Y si rompemos algo ¿a quien le pedimos ayuda???

Repentinamente, en aquellas alturas y envuelto en la neblina de una nube de tormenta, una gran sensación de soledad e indefensión cruzó como un relámpago por mi cabeza.

Por suerte se fue tan rápido como llegó.

Trasvasamos el combustible, sacamos algunas fotos y comenzamos el regreso.

No sabíamos dónde había quedado Aldo, no veíamos ni nuestras propias huellas y terminamos haciendo un camino diferente donde, por un momento, pensamos que íbamos a encontrar menos piedras...
 


Andábamos preocupados ya porque no los veíamos a Aldo y Gabriel, cuando divisamos algo que se mueve, mimetizado en aquel campo de cenizas volcánicas, rocas eruptivas y "salpicré" de nieve.

Eran ellos.

Cuando los alcanzamos nos enteramos que, en realidad Gabriel no se había descompuesto (apunado) como pensábamos.

Había ocurrido que bajó de la chata a 5200 metros de altura y, como si nada, corrió unos 25 metros. Allí se le acabó repentinamente el aire y tuvo que agacharse para mantener el equilibrio y tratar de recuperarlo.

Aldo lo vio por el espejo retrovisor y pensó lo peor.

Luego quedaron colgados de una roca y renegaron un rato para salir.

Ya juntos emprendimos el regreso para "encararle" al Valle Ancho.

Cuando el terreno mejoró, apuramos el paso y a eso de las tres de la tarde, ya casi en las puertas del Valle, nos detenemos a reponer energía. No habíamos comido nada desde el desayuno.
 


Cono estábamos agotando las reservas de agua dulce, aprovechamos uno de los escasos arroyos de la zona que circunstancialmente traía agua de deshielo, para rellenar algún bidón.

A las 4 y diez retomamos la marcha. Un poco tarde para pretender llegar hasta Vialmani, pero lo intentaríamos.

A poco de andar Aldo comienza a descubrir vestigios de antiguas construcciones y paramos a investigar y fotografiar.

En el Valle Ancho, un valle que corre en diagonal de SE a NW y acaba e la frontera con Chile, hay marcadas numerosas huellas mineras de varias empresas que están realizando trabajos de cateo.

Hay que andar con cuidado para no errar el vizcachazo e ir a parar al lugar menos pensado.

Abandonando las huellas y por el lecho de los ríos fuimos eligiendo el rumbo que veíamos que acortaba el camino.

Más adelante tomamos tramos de huella, tramos de río.

Nos encontramos con varios derrumbes que tuvimos que esquivar buscando nuevas trayectorias.
 


El cielo seguía encapotado desde que descendiéramos del Pîssis y, cada tanto caía algo de aguanieve.

A las 18:20 cruzamos el abra de la divisoria de aguas (4.974msnm) y penetramos a la cuenca del Río Salado.

Ahora ya andábamos montados en una descuidada huella minera, con deslaves cada tanto, que exigían mucha atención.

Si bien avanzábamos a buen ritmo el derrotero nos estaba resultando mucho más largo de lo imaginado.

A los diez minutos de pasar la divisoria de aguas, en una curva cerrada por la que bajaba un arroyo temporario, sin agua a la vista en ese momento, pero con la calzada destruída, Aldo modifica la trayectoria para tomarlo más arriba y su chata queda atrapada en uma trampa de arena y grueso canto rodado seco superficial con barro chirle más abajo.
 


Solo insistió un par de veces y la Toyota quedó inclinada seriamente hacia la izquierda, donde la superficie del suelo llegaba casi a la mitad de las puertas.

De nada sirvieron los eslingasos con la Cherokee, ni el malacate usándola de ancla.

Tuvimos que palear, levantar de atrás y adelante con el hi-lift (gato de grandes dimensiones) que a su vez se hundía hasta el averno en el barro inconsistente. Colocar las escaleras y volver a eslingar con la Cherokee.

Por supuesto que finalmente salió (por eso estamos acá), pero la "operación" nos insumió dos valiosas horas y fue el factor que definió nuestro cuarto campamento consecutivo en la montaña.

Avanzamos una hora más para bajar un poco (estábamos a casi 5.000msnm) y a las 21:30 nos detuvimos.

Acomodamos las camionetas.

Nos "acomodamos" en las camionetas y, a dormir sentados otra vez más.

El cielo nos prometía más nieve.


 

Continuará...  
 


 
 
 
Las   F O T O S


Foto: Eduardo Cinícola
Amaneció queriendo depejar.
El volcán “Nacimientos del Cazadero” totalmente nevado.


Foto: Eduardo Cinícola
Nada nos aseguraba que las obscuras nubes de nieve se irían de allí.
La laguna sur y un “desconocido” volcán Pissis vestido de blanco.


Foto: Carlos Lucchini
Media hora después, la laguna central, la laguna Sur y parte de la salina entre ambas.
Las nubes parece que se van retirando.


Foto: Carlos Lucchini
Pissis


Foto: Eduardo Cinícola
Nuevamente el Pissis coronado ahora por una solitaria nubecita.


Foto: Eduardo Cinícola
Panorámica de las siete cumbres del Pissis y, a la derecha, un cráter lateral.


Foto: Eduardo Cinícola
El glaciar norte totalmente mimetizado con la nieve de las laderas.


Foto: Carlos Lucchini
El “Campamento Mar del Plata”, a 4.620msnm.


Foto: Eduardo Cinícola
El Campamento Mar del Plata visto desde 200 metros más arriba.


Foto: Eduardo Cinícola
A medida que nos acercábamos, se marcaban más los límites del glaciar.
Acá acabamos de pasar los 5.000 metros de altura.


Foto: Eduardo Cinícola
Más cerca y comienzan a aparecer nubes nuevamente.
Es de tener en consideración que, a estas alturas, en pocos minutos se arma una tormenta.


Foto: Carlos Lucchini
Lo tenemos al alcance de la mano, el cielo se cierra.


Foto: Eduardo Cinícola
Es dificil dar idea de su tamaño en la foto.


Foto: Eduardo Cinícola
Es dificil dar idea de su tamaño en la foto.


LLEGAMOS AL GLACIAR PELICULA


Foto: Eduardo Cinícola
Podíamos haber seguido, miren que parejito que está...
Pero el tiempo nos apremiaba, Aldo nos esperaba con Gabriel “descompuesto”
y el clima no ayudaba...


Foto: Carlos Lucchini
En ViajerosMapas en track hasta donde llegamos.
A la derecha el track de las motos de Raul Helberg.


Foto: Carlos Lucchini
9 metros más arriba, pegamos la vuelta.


Foto: Carlos Lucchini
Comenzamos a bajar, allá, cerca de la laguna verde empezó a nevar.


Foto: Carlos Lucchini
Perfiles en negativo.


Foto: Eduardo Cinícola
En el Valle Ancho Aldo encuentra vestigios de antiguos asentamientos.


Foto: Eduardo Cinícola
Moderna autopista minera en el Valle.


Foto: Eduardo Cinícola
Pero... ¿puede ser que nos persiga la tormenta?


Foto: Eduardo Cinícola
¿Otla vez aloz? Diría el chinito...


Foto: Eduardo Cinícola
Pero esta vez con moribundos penitentes, resucitados por la nevada veraniega.


Foto: Eduardo Cinícola
Vuelta a taparse la huella...


Foto: Carlos Lucchini
Cuando mejora el clima, empeora el suelo.
Cedió repentinamente...
¡Lindo para andar solo!


Foto: Carlos Lucchini
Y puede empeorar !!
Ya andamos al tope del guardabarros !!.


Foto: Carlos Lucchini
Y cada vez se hundía más...


Foto: Carlos Lucchini
Todos a “laburar”...


Foto: Carlos Lucchini
El hi-lift “se iba para abajo”, mientras tanto volvió la nieve...


Foto: Carlos Lucchini
Una vez que zafamos, seguimos unos kilómetros más buscando “un bosquecito” para acampar.


SOLO NOS QUEDABA SALIR DE ALLI, SI LA NIEVE NO NOS "TAPABA" DURANTE LA NOCHE.
PASARIAMOS POR "EL VOLCANCITO" (curiosa formación de agua termal)...
ESTRENARIAMOS EL FLAMANTE E "IMPOLUTO" ASFALTO AL PASO DE PIRCAS NEGRAS
Y, EN LAS ORILLAS DE LA LAGUNA BRAVA, VISITARÍAMOS SUS GEISERES.

  Sigue acá...

  Esta aventura comenzó acá...

           
EDUARDO CINICOLA
Enero de 2009            



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