Acá estamos. A 5.407 metros de altura, en la ladera norte del volcán Pissis, pegados a su glaciar y sin una gota de nafta en el tanque.
Podríamos haber seguido, por lo menos 200 o 300 metros más arriba, pero la situación, el tiempo, la escasés de combustible y el clima (se había encapotado nuevamente), no lo aconsejaban.
- Repongamos la nafta rapidamente, que Aldo debe estar esperando más abajo sin saber que pasa !
- ¿Estará esperando? ¿O habrá bajado para que Gabriel se mejore?
- ¡Qué bueno! Y si rompemos algo ¿a quien le pedimos ayuda???
Repentinamente, en aquellas alturas y envuelto en la neblina de una nube de tormenta, una gran sensación de soledad e indefensión cruzó como un relámpago por mi cabeza.
Por suerte se fue tan rápido como llegó. 
Trasvasamos el combustible, sacamos algunas fotos y comenzamos el regreso.
No sabíamos dónde había quedado Aldo, no veíamos ni nuestras propias huellas y terminamos haciendo un camino diferente donde, por un momento, pensamos que íbamos a encontrar menos piedras...