Una EXPEDICION ARQUEOLOGICA DE ALTURA
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Catamarca y La Rioja - Argentina

Introducción y "Día 1"

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Apacheta a 5.067msnm


Cuando escribo esto (enero de 2.009) acabamos de regresar de esta última travesía/expedición que podríamos llamar "Expedición arqueológica de altura".

En realidad todo empezó cuando Aldo Lombardi, amigo y compañero de otras aventuras (amante de la arqueología) comenzó a insistir con que había descubierto en GoogleEarth algo que se asemejaba a una tambería incaica en la cordillera catamarqueña, en la zona de los más altos volcanes del planeta, para ser más precisos.

Lamentablemente, de la zona, no había imágenes satelitales de alta definición (0.5m/pixel) sino de una definición media (3m/pixel), con lo que la imagen no era todo lo nítida que hubiera sido conveniente, para determinar de antemano si se trataba realmente de una construcción humana o de un capricho natural.

Varios puntos sumaban a favor de "la tambería" mientras que otros le restaban posibilidades. Estaba en una zona cercana a una antigua "rastrillada" indígena que une en sentido norte/sur las zonas del sur de Perú y norte de Chile hasta las cercanías de Cuyo en Argentina. Estaba en una vega que se formaba en una vertiente de agua, necesaria y escasa en esa zona. Pero estaba a una altura un poco atípica para un asentamento, aunque fuera temporario. Los casi 4.600 msnm de su emplazamiento le jugaban francamente en contra.

La única manera de conocer la verdad era adentrarse nuevamente en esa zona tapizada de lava expelida durante millones de años por los "Señores Feudales" de aquellos parajes, los gigantescos volcanes, todos de mas de 6000 metros de altura.

No hay caminos, las pocas y ténues huellas son las que dejamos en anteriores incursiones o las que dejara algún otro poco sensato que se haya aventurado por allí.

Un gran sentido de orientación o un GPS y buen conocimiento de su manejo serán necesarios para salir de allí con vida.

Aldo confía en nosotros. ¿Seremos merecedores de su confianza?

El ya lo intentó hace unos meses. ¡¡¡ Solo en su camioneta !!! , con una tripulación novata que se le amotinó ante el primer atisbo de dificultades.

Este era entonces su segundo intento, acompañado ahora de Gabriel, su cuñado (quien también debutaba, como los anteriores, en esas altura y esas soledades de varios días sin ver otros seres humanos).

En la chero me acompañaba el incondicional "Conejo Negro", quien tiene el sí muy fácil para este tipo de aventuras.

Para condimentar un poco más la expedición le agregamos la visita a unos recintos circulares de entre 50 y 20 metros de diámetro, de los que Aldo descubrió varios en la costa de la Salina de la Laguna Verde.

El se ilusionaba con que fueran parte del complejo de rastrilladas/tamberías y centros ceremoniales de altura exportados por el imperio inca a estas tierras hace 5 siglos.

A Lucho y a mí nos parecían "dolinas", similares a las denominadas "El Pozo de las Ánimas" en la lejana Pcia. de Mendoza, localidad de Los Molles.

Las dolinas son formaciones naturales de un suelo, generalmente plano, que sucumbe en forma de embudo, ante la erosión del subsuelo (generalmente calcáreo) que produce alguna corriente de agua subterránea.

Esta explicación intranquilizaba un poco a Aldo, quién manifestaba:

  • Pero entonces se puede hundir el suelo bajo de las chatas por el peso que le agregaremos cuando andemos por allí investigando !
  • Es eso o quedarnos con la duda !
  • Bien, vayamos...

El problema adicional era que esas dolinas (o centros ceremoniales) se hallaban preferentemente en la costa Este de la laguna central de la Salina de la Laguna Verde, costa a la que jamás había podido bajar en las varias expediciones que llevo realizadas a la zona.

¿Hallaríamos esta vez la manera de acercarnos a esas costas, o haríamos un papelón con Aldo que confiaba en nuestro supuesto conocimiento del terreno?

  • ¿Aldo, no te molesta si ya que estamos allí intentamos subir un poco por las laderas del Vn Pissis?. Es una asignatura pendiente que tenemos desde hace varios años.

Por supuesto que Aldo accedió, lo que no imaginaba el ni nosotros era lo que nos esperaría en aquel intento.

  • ¿Y ya que estamos, te jodería mucho acompañarnos a darle la vuelta al Vn Solo? (El Vn Solo es un volcán limítrofe de 6.205 metros de altura que, como su nombre lo indica se encuentra "solo" entre el gigantesco complejo del "Tres Cruces" y el del "Ojos de Salado" en una planicie levemente inclinada hacia la Salina de la Laguna Verde por la que discurre un arroyo que la alimenta).

Aldo también accedió (estaba entregado ;o) ). Tampoco imaginamos lo que nos esperaría en lo que parecía esa sencilla travesía de menos de 100Km.

El postre sería salir de allí por el Valle Ancho y luego al sur por las nacientes del Salado hacia la Laguna Brava y, de alcanzar el combustible, salir de la Brava con rumbo sur por huella minera interna hacia la 40 a la altura de Guandacol.

Nuevamente el inconveniente sería la autonomía de las camionetas.

La cherokee, fuera de camino se deglute 20 litros por cada 100 Km.

Sorprendentemente Aldo confiesa que su Toyota 2.8 aspirada, consume eso y "algo más" en las mismas condiciones.

Para los 900 Km sin abastecimiento necesitaríamos entonces un mínimo de 180 litros por chata.

En la chero-cisterna llevamos; 75 litros de nafta en tanque principal, 65 en tanque auxiliar en el techo y otros 64 en dos bidones de 32L c/u en el baul. Para Aldo le transportamos además 2 bidones de 20L de gasoil (uno en la baca y otro en el baúl) más 16 litros en herméticas botellas de coca, desparramadas por allí.

En total el Jeep salió con 260 litros de combustible variado, a trepar montañas.

Aparte llevábamos no menos de 30 litros de agua potable para los 5 días mínimo de campamentos de altura.

Aldo llevaba la Toyota recargada con más combustible extra, 40 litros de agua, elementos de rescate y todo para el campamento.

¿Alcanzará?


 


Foto: Carlos Lucchini

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Salimos no muy temprano de Fiambalá rumbo al Paso de San Francisco.
Dos horas mas tarde abandonábamos el asfalto con rumbo a los volcanes.

De entrada no más, una pronunciada y larga cuesta de arena hizo cinchar a los motores y elevar un poco la temperatura.

Llegados arriba se abre el paisaje del gran anfiteatro de montes eruptivos que, como ya mencioné, tienen la particularidad de ser los más altos del planeta.

Son imponentes, intimidantes. Uno no puede dejar de imaginar lo que debe haber sido aquello cuando, en actividad, disputaban por quien "eruptaba" más alto.

Allí vemos las huellas de aquella "batalla".

Gigantescos ríos de lava solidificada, enormes y renegridas rocas redondas que, como saetas, salieron catapultadas de aquellos cráteres rugientes para caer a varios kilómetros de distancia.

Asi vemos en las laderas del Incahuasi las "bombas" que le arrojara su vecino el Vn Rojo y la lava del Negro que avanzaba lentamente hacia el Rojo para rodearlo como quien sitiara un castillo medieval.


Sorprendentemente vemos mucha nieve en sus cumbres.

Es el segundo verano en que veo más nieve en los cerros que en pleno invierno.

¿Será el fenómeno de la Niña? ¿Será el Niño? ¿Seran efectos colaterales e insperados del calentamiento global?

¿Será la "globalización" y el enfriamiento de las economías por la crisis mundial?

No sé. Pero es placentero ver nuevamente la nieve coronando las testas de estos monarcas.

Hacía varios años que aún en pleno invierno lucían tristes y "desnudos".

El cerro Nacimientos del Cazadero (gran volcán renegrido) nuevamente se vistió de blanco en pleno enero.

Solo el "Ojos", el más grande entre los grandes, permanece con la cima "limpia". Ya le tocará también a el una tormenta localizada.
 


Penetrar a la arena de ese circo no es fácil. Hay que atravesar un endemoniado pedregal cuyos filos se ensañan con los laterales de las cubiertas de las chatas.

Hay que avanzar y retroceder, girar y balancearse. Todo a paso de tortuga, con el copi abajo buscando la mejor traza y guiando al piloto. Las chatas se retuercen.

Cuando pasamos ese pedregal que, cual foso con cocodrilos defiende el centro del anfiteatro, las amígdalas se nos cierran repentinamente frente a una bajada espeluznante.

Aldo no quería tirarse por nada del mundo, hasta que le aseguré que conocía una salida "secreta" que nos sacaría de allí sin necesidad de remontar esa ladera imposible.

Esa sería solo la primera de varias "mentirillas" inofensivas que infunden confianza.

Nos deslizamos luego por una gran superficie plana cubierta de pequeños guijarros que nos permiten andar más cómodamente.
 


Todo nuestro derredor está cubierto de volcanes.

El Rasguido, el Rojo, el Nacimientos del Cazadero, el Negro, el Walter Penk, el Muerto, el Gendarme Argentino, más atrás el Ojos del Salado, el Medusa, el Fraile, el gigantesco Incahuasi, el "Cerro de las Lozas", y muchos más sin nombre conocido.

Nos observan...

En realidad nos perdonan la vida, les da mucha lástima nuestra insignificancia...

Seguimos avanzando. Estoy ansioso por llevar a Aldo hasta donde debería estar su deseada Tambería.

Conozco un lugar donde la veremos desde arriba, teniendo una visión panorámica.

Por lo que vi en las fotos satelitales, estaba en una profunda grieta en forma de "V" que partía al medio una gran meseta.

Deberíamos subir por la parte norte a la meseta y con rumbo sur avanzar hasta toparnos con la grieta.

Desde arriba deberíamos ver la Tambería...

A buen ritmo pasamos temprano por dos campamentos que hiciéramos en ocasiones anteriores.
 


El deseo de llegar hizo que Aldo trepase con los magros 86HP de la Toyo aspirada, en un solo intento a la meseta, operación que en viajes anteriores costara varias escaladas fallidas a chatas mucho más potentes.

La meseta no era ningún billar. Había que andar lento y con cuidado esquivando grandes y filosas piedras por varios kilómetros.

Llegué primero al lugar desde donde suponía que se debía ver.

La curvatura de la pendiente de le grieta no permitía que viera el fondo. ¡Debería caminar!.

Bajar el equivalente a unos 15 pisos, estando a 4.700 metros de altura y con poco oxígeno, no es una tarea que me resulte grata, pero confieso que la intriga me carcomía el bocho a mi también.

Bajé lentamente, pensando a cada paso que todo lo que bajara luego lo debía remontar.

Cuando finalmente vi el hilo de agua al fondo del barranco, busque su origen, donde debería estar la vega en la que debería estar la tambería. Eso era hacia mi derecha, pero una curva en la gran raja me impedía ver.
 


Lamentablemente mi olfato me falló y estaba desfasado unos 300 metros del lugar a investigar.

Lentamente, de a 5 pasos y 15 inspiraciones/ expiraciones, fui remontando lo que había bajado.

A los diez minutos estaba nuevamente al lado de mi camioneta.

Aldo, que había guardado celosamente el WPT con la ubicación exacta de la tambería, había dejado la Toyota alli y, junto con Gabriel se fueron 300 metros a la derecha para intentar descubrirla.

Mi ánimo y mis piernas no daba para más, asi que allí me quedé, junto al Conejo Negro esperando ansiosamente las noticias que traerían Aldo y Gabriel.

La cara de Aldo lo decía todo. No necesitábamos explicaciones.

El paso cansino, los brazos caidos y el gesto triste nos anticipaban lo que hubiéramos deseado no escuchar.

    - No es una tambería, es una vega con unos cursos de agua que se asemejan a cuadros y corrales...

Pobre Aldo. Estaba muy ilusionado, pero esa era solo una ficha de las que jugaríamos en en tema arqueológico.
 


Todavía faltaban unas construcciones precarias que había visto, sin investigar mayormente, en anteriores expediciones.

Faltaban los misteriosos círculos de la Salina de la Laguna Verde, faltaban las extensas rastrilladas que descubriéramos en GoogleEarth.

Se estaba haciendo tarde. Debíamos hallar pronto un lugar donde acampar, los 4.700 msnm de la meseta no la convertían en lugar ideal para dormir nuestro primer día en la montaña. Intentaríamos bajar unos metros hasta las orillas del río Cazadero.

De el nos separaba un desnivel de 260 metros que había que descender por una quebrada de no más de 800 de longitud, tapizada de grandes cantos rodados.

Aldo no me creía cuando le aseguraba que ya nos habíamos tirado por allí en otras oportunidades y me miraba con cara de desconfianza.

En la quebrada con forma de "V", las piedras mas grandes se ubicaban justo en la trayectoria que debían tomar las camionetas.
 


La cherokee podía andar "de costado" trepada en uno de los laterales de la "V" para esquivarlas, pero la pesada Toyota deslizaba su cola hacia el vértice de la "V" en cuanto su conductor intentaba eludir las grandes bolas de roca.

Conclusión Gabriel a pié corriendo piedras mientras nosotros los esperábamos abajo.

No digan nada, pero a Aldo no le gusta ni un poquito andar con la chata "escorada".

Llegados a las orillas del Cazadero, apuntamos aguas abajo, con la intención de llegar a una vega mucho mas grande que se halla a unos kilómetros de allí para armar el campamento a la menor altura posible.

A poco de andar vemos que el valle se va angostando y el río corre muy abajo y encajonado entre dos altas paredes. No valía la pena seguir insistiendo. Ya se venía la noche.

Finalmente dormimos a 4.250msnm. en las butacas de las camionetas enfundados en sacos de dormir.

Unos ténues copos de nieve, que caían cuando nos acostamos, nos metieron un poco de preocupación.
 


 
 
 
Las   F O T O S


Foto: Carlos Lucchini
La travesía comenzó en Fiambalá
donde maduran las vides.


Foto: Carlos Lucchini
Camino al Paso de San Francisco


Foto: Carlos Lucchini
Por allá los volcanes nos esperan.


Foto: Carlos Lucchini
"Negociando" los primeros arenales.


Foto: Carlos Lucchini
Primeras nieves de Vn Nacimientos del Cazadero.


Foto: Eduardo Cinícola
Atravesando el foso de los cocodrilos


Foto: Eduardo Cinícola
Los neumáticos "recontentos"


Foto: Aldo Lombardi
Las chatas se retuercen


Foto: Aldo Lombardi
Buscando un camino en el laberinto de piedras


Foto: Eduardo Cinícola
El gran circo de volcanes.


Foto: Eduardo Cinícola
El mas grande entre los grandes, el Ojos del Salado, con poca nieve en la cumbre.


Foto: Carlos Lucchini
El volcán Rojo, deslucido bajo la sombra de la nube.


Foto: Carlos Lucchini
Por allá tenemos que seguir.


Foto: Carlos Lucchini
¿Por allí?


Foto: Eduardo Cinícola
¿Estás seguro que por acá subimos?


Foto: Carlos Lucchini
Escarpada pero no imposible.


Foto: Carlos Lucchini
El joven volcán negro, busca su lugar inundando el entorno con su roca derretida.


Foto: Eduardo Cinícola
Paisaje


Foto: Carlos Lucchini
El Incahuasi escondido bajo las primeras nubes de tormenta.


Foto: Eduardo Cinícola
Bajada empedrada


Foto: Carlos Lucchini
Cara de felicidad...


Foto: Eduardo Cinícola
El volcán Negro derramó su lava para rodear al Rojo, vigilado por su hermano mayor, el Vn El Fraile.


Foto: Eduardo Cinícola


Foto: Eduardo Cinícola
Menos mal que la lava se enfrió.


Foto: Eduardo Cinícola


Foto: Eduardo Cinícola
El Negro y El Fraile van quedando atrás, estamos en otra depresión.


Foto: Aldo Lombardi
La tambería que no era tambería...
Es increíble cómo en las fotos satelitales de definición media,
esas grietas y chorreaduras semejan edificaciones cuadrangulares.


Foto: Eduardo Cinícola
Habíamos fallado con la tambería.
Por allí nos tiramos a buscar el nivel del Río Cazadero
para armar el campamento.


Foto: Gabriel Casale
Por el valle del Cazadero buscando lugar para acampar.


Foto: Aldo Lombardi
Por suerte, por indicación de Aldo, hallamos "cuerno" con el que Gabriel armó
un fogón para no helarnos mientras hablábamos de bueyes perdidos.


SE ACABÓ ASÍ LA PRIMER JORNADA DE ESTA TRAVESÍA.
PARA EL DIA SIGUIENTE NOS QUEDA BUSCAR ASENTAMIENTOS DE ANTIGUOS TRASHUMANTES
Y TRATAR DE DESCUBRIR EL MISTERIO DE LOS CIRCULOS MARCADOS EN LA TIERRA
EN LAS ORILLAS DE LA SALINA DE LA LAGUNA VERDE.

  Sigue acá...                        

           
EDUARDO CINICOLA
Enero de 2009