¿Una nueva huella hacia Corona del Inca?
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La Rioja - Argentina

"Día 2"

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Foto: Gerardo Schreiber
Por enésima vez, de cabeza al lecho del Bonete


Mapa de la zona tomado de ViajerosMapas.com

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A las 8:30 del día siguiente ya habíamos desarmado el campamento, desayunado y reanudado la marcha.

Nuestra meta para el mediodía era "el lugar a donde había llegado Ricardo" que distaba 10,4 Km en línea recta de donde habíamos acampado. Allí veríamos si el obstáculo que hizo desistir a la anterior expedición era realmente insalvable.

"Unos pastizales más altos que las camionetas, rodeados de mallines hacen practicamente imposible seguir avanzando" me contó en confidencia Ricardo antes de salir. Veremos.

De cualquier manera no estaba nada dicho, ya ven que para esos "magros" 10,4Km habíamos previsto ahora (conociendo el terreno), nada menos que medio día, aunque todo era aproximado, nadie sabía que nos encontraríamos detrás de cada recodo del río.
 


Los primeros metros nos entusiasmaron. Por primera vez podíamos circular fuera del agua que escondía las grande piedras que golpeaban los bajos de las chatas.

La alegría duró poco, no más de medio kilómetro y ya andábamos nuevamente con las patas en el agua, encajonados en ese río poco más ancho que las camionetas.

Cuando alguna roca descomunal emergía del centro del lecho o lo angostaba ocupando un lateral, debíamos hallar la forma de trepar por las márgenes, salvando altos escalones de barro y piedras sueltas.

El regreso al lecho era otra tortura.

Por mejor ángulo de salida que tuviesen las chatas, los 70 cm de desnivel a escuadra de los escalones, hacían que cubretanques y paragolpes traseros se atragantasen con los golpes.

El panorama se abría por momentos. Las paredes de la quebrada se separaban pero nos resultaba imposible salir del cauce. Las cortadas de los arroyos laterales y las numerosas matas "pinchudas" hacían imposible transitar por las riberas.
 


Así seguimos avanzando hora a hora.

En un sector donde el lecho se complicó mucho, tuvimos que retroceder en ese callejón por unos 350 metros en reversa, para salir por la margen este del río a enfrentarnos con las matas y sus temibles púas.

A pesar de todo, eso nos provocaba un poco de alivio al permitirnos abandonar por un tiempo ese pasadizo encajonado de agua correntosa, tapizado de grandes cantos rodados, que ya nos tenía hastiados.

Pero la "felicidad" no podía ser completa.

Poco más adelante una profunda quebrada seca labrada por un circunstancial afluente del Bonete se interpuso en nuestro camino.

Probamos por arriba, probamos por abajo.

Mauricio se tiró de cabeza por el barranco y a fuerza de motor y cubiertas de 33 pulgadas trepó del otro lado.

La cosa no fue gratis. Un pequeño corte en una de sus cubiertas lo obligó a utilizar su único auxilio...

Y recién habíamos recorrido el 10% de toda la travesía hasta Fiambalá ¡!
 


Yo preferí seguir el precepto aquel de que "mas vale maña que fuerza" y remonté el lecho seco por unos pocos metros hasta hallar una pendiente más "amigable".

Mientras Mauricio, Nicky y Raúl recambiaban el neumático y Emilio con Javier le "hacían pata", le propongo a Denis que sigamos avanzando para "marcar huella".

Es que a partir de allí se abría finalmente una extensa pampa de altura que, si bien estaba tapizada de matas "pinchudas" y numerosas grietas, nos daba un poco de oxígeno y descomprimía la claustrofobia que ya nos estaba provocando el río.

La cantidad de pinches que pisamos fue innumerable. No entendía cómo no andábamos ya con las cuatro ruedas "en llanta".

El laberinto de grietas que bajaban por aquellos empinados conos de deyección que desembocaban en el Bonete, nos tuvieron a maltraer. Andábamos y desandábamos camino buscando la forma de cruzarlas sin tener que recurrir a picos y palas.
 


El track que grababa el GPS en aquella pampa era un perfecto zig-zag. Cualquiera podría pensar viéndolo que aquellos eran empinados caracoles faldeando un cerro. No, éramos nosotros esquivando grietas.

Si bien íbamos más rápido que por el lecho del río, recorríamos miles de metros para avanzar solo 100 o 200 en dirección a la meta.

A las grietas y púas de las plantas, se sumaban unos peligrosos "tronquitos" que asomaban de la superficie.
Efectivamente, cuando esas plantas mueren o se secan por alguna razón, queda como vestigio de su existencia y apuntando al cielo, un tronco casi petrificado del tamaño de un caño de media pulgada y de 3 a 15 cm de altura, peligrosísimos para la integridad de las castigadas cubiertas.

A la hora de habernos separado, guiados por nuestras huellas y algunas indicaciones radiales, Mauricio y Emilio ya estaban en zona.

Con Denis estábamos justamente en un laberinto de profundas grietas que nos tenía atrapados.

Les indicamos a Emilio y Mauricio que intentaran cruzar el río e ir por la márgen derecha (oeste).

Desde donde estábamos veíamos que el tránsito por allí enfrente podría ser mucho menos tortuoso ya que de nuestro lado, a las grietas, se sumaban campos de grandes piedras que nos obligaban a ir muy, muy lentamente cuidando cubiertas.
 


Ya estábamos cerca del "punto a donde llegó Ricardo".

Ellos por la margen derecha y nosotros por la izquierda seguíamos avanzando lentamente. Estábamos a la misma distancia del WPT pero separados unos 700mts (este/oeste).

Los veíamos como pequeños puntos desplazándose por esa planicie inclinada. Detrás de ellos asomaba su testa el gigantesco volcán Bonete.

El GPS nos mostraba que en "el punto donde llegó Ricardo" el río daba un rotundo giro de 90 grados hacia el Oeste y había marcada una gran Vega. Era evidente que el principal obstáculo era la Vega. El asunto sería descubrir por dónde esquivarla; por la vía "Mauricio-Emilio" o por la que habíamos emprendido con Denis.

Desde "aca" veíamos que, unos 300 metros antes de llegar a la vega, por la traza que habían elegido nuestros compañeros, se podía intentar transponer una silleta lateral que, posiblemente los depositara nuevamente en el río, aguas arriba de la Vega, con lo cual salvaríamos el "gran escollo".
 


De nuestro lado, un afluente seco del Bonete parecía que nos ofrecía la rampa de acceso a una gran pampa al norte de la vega, que podía ser el recurso para esquivarla.

Lamentablemente una excursión a pié de Javier dio por tierra con la vía por la margen oeste. Si bien Javi suponía que podían bajar hacia el río una vez transpuesta la silleta, la pendiente era lo suficientemente empinada como para imaginar que el retorno (en caso de abortar) por ese lado, sería imposible.

Eran las 13 hs y nos hallábamos finalmente en "el punto a donde llegó Ricardo".

Allí comprendimos el por qué de su regreso.

Ya les conté que por la margen Oeste Javier nos notifica de la "bajada sin retorno".

Por otro lado, el lecho del río nos llevaría de cabeza a una gigantesca y traicionera Vega.

Mientras que la "rampa" que habíamos imaginado de nuestro lado por el lecho del afluente seco, tenía, en todo su recorrido laterales muy difíciles de remontar. Por suerte antes de intentarlo Denis y Mariano en excursión pedestre, descubrieron que la remontada terminaba en un filo donde las chatas hubiesen quedad "balanceando" entre una quebrada y la contigua.
 


A la media hora y cuando ya habíamos casi decretado que por allí no se podía seguir se nos unen Mauricio, Emilio y acompañantes que, con nuevo bríos salen a explorar a pié, lo que ya habíamos explorado sin éxito.

Primero había que cruzar el lecho seco y profundo de ese primer afluente del Bonete. En frente los laterales de la vega.

Mauricio insiste en que los "coirones gigantes" (de casi dos metros de alto y con montículos de arena de más de 60cm de alto en sus bases) se podían pasar ¡ por arriba !

- Mauricio. Nos quedamos "colgados" en el primero y vamos a tener que trabajar tres días !!

- No. Se puede, se puede (afirma tozudamente).

Si superáramos ese obstáculo, luego debíamos cruzar una nueva grieta, de un segundo afluente temporario, y emprender una empinadísima trepada de ancla y malacate, con terreno muy blando para afirmar el ancla.

Subimos caminando y Laleco (Raúl) siguió y siguió por la pampa inclinada hacia el norte a ver si realmente valía la pena.
 


Vuelvo caminando a donde había dejado la chata y me lo encuentro a Emilio que ya había emprendido el cruce del tributario seco.

Me cruzo con Mauricio que, con sonrisa de oreja a oreja me dice:

- Encontré una calle entre los coirones gigantes.

- ¿Cómo que encontraste "una calle"?

- Si, se puede pasar perfectamente sin tener que pisar ninguno, ni usar pala, ni hi-lift.

La verdad es que no le creí hasta que me llevó hasta allí y lo vi con mis propios ojos.

Efectivamente, otra vez mas se cumplió aquello de que más vale maña...

En "caravana" fuimos cruzando por aquella "calle" franqueada de altos coirones para caer en la segunda grieta.
 


Faltaba ahora la trepada "de ancla y malacate".

La verdad es que veía que esa operación nos iba a llevar buena parte de la tarde, nos íbamos a cansar como perros y posiblemente hasta quemáramos un malacate (la subida era muy larga, con mucha pendiente y de terreno muy flojo).

- Denis, ya que estás haciendo punta, fijate si podemos remontar esta grieta hacia la montaña. Posiblemente más arriba los laterales se suavicen.

Efectivamente, unos setecientos metros ladera arriba, la grieta pierde profundidad y podemos subirnos a la pampa sin necesidad de usar otros implementos mecánicos.

A todo esto ya se habían hecho más de las tres de la tarde. Pero una sonrisa iluminaba nuestros rostros, habíamos pasado la barrera que detuvo a la expedición de Ricardo y que tan preocupados nos tenía a nosotros.
 


Esa pampa nos permitió, pese a sus grietas, salirnos del cauce del río por el que estuvimos transitando durante un día y medio.

Mas adelante debemos cruzar a la margen derecha del Punillas (acá el Bonete ya cambia de nombre) y allí casi lo perdemos a Emilio con su Toyota. Es que circulando por las barrancas del río, muy cerca de su borde, estas cedieron y solo una oportuna marcha atrás puesta violentamente, evitó que la chata volcase sobre su lateral derecho.

La rueda delantera, lado acompañante, quedó meciéndose en el aire mientras Javier contenía la respiración para que la chata no se moviese ni un milímetro.

Denis los volvió a una posición más decorosa a fuerza de malacate.

Se estaba haciendo de noche, sugiero acampar pero me piden continuar hasta que las velas no ardan para tratar de "achicar el resto" lo máximo posible. Estoy de acuerdo, es una buena tarde, no hace frío y todavía no estábamos muy alto. No habíamos llegado aún a los 4.000msnm, además con las "supercarpas arma-fácil" haríamos campamento en dos segundos...
 


Cerca de las 20:00, cuando ya casi no había más luz, nos detenemos, pegados al río nuevamente, a acampar.

Habíamos avanzado bastante ese día, teniendo en cuenta nuestro propio desempeño en el previo.

Habíamos pasado el gran obstáculo que detuvo a la expedición anterior y estábamos unos 10Km más cerca del objetivo.

Si bien los planes "pronosticaban" que esa noche dormiríamos en La Caldera y recién estábamos a mitad de camino, nos conformábamos con lo hecho, hecho a base de transpirar la camiseta.

Comida en lata y nuevamente a la cama con grandes dudas, terribles incógnitas...

¿Y si acá no más, a dos Km, se corta definitivamente el paso... ¿tendremos que desandar lo andado?

Noooo ¡!! Me negaba terminantemente a solo pensarlo.

Ese pequeño e indómito río no solo había golpeado los bajos de mi camioneta, había logrado mellar mi voluntad de tener que lidiar nuevamente con el.
 


Pero ¿qué haríamos entonces? ¿Quedarnos a vivir allí?

Mmm, no sé...

¿Cuántas espinas y tronquitos habré pisado hoy?

¿Cuántas habrán atravesado las paredes de las cubiertas?

Antes de acostarme vi que una ya estaba medio baja...

¿Cuántas más habrá pisado Mauricio, que anda sin auxilio?

Bah, lo reparó, pero, dos tarugos en un corte, mmm, ... ¿aguantarán?

Habíamos armado la carpa a escasos 50 cm del río (no había mucho espacio sin piedras y sin espinas) (tampoco había mucho espacio en la carpita), Mariano no soportó la claustrofobia y a medianoche me abandonó y se fue a dormir a la chata.
 


Allí me quedé yo meditando, dentro de la hermética tienda con doble puerta con cierre relámpago y doble techo, que un leve chaparrón en las faldas de los cerros que se hallaban más arriba de nosotros, haría crecer violenta y repentinamente el cauce del Punillas, que oía manso y rumoroso a mi lado. ¿Qué haría yo entonces cuando llegase esa "ola" de barro y agua?

¿Cómo saldría de esa bolsa de nylon super reforzada y a prueba de vientos cordilleranos?

... Mañana me traigo el cortaplumas... zzzzzz...

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Las   F O T O S


Foto: Javier Pla
Por allí comenzaba la travesía acuática de ese día.


Foto: Gerardo Schreiber
Salíamos para un lado.


Foto: Gerardo Schreiber
Y nos metíamos por otro.


Foto: Gerardo Schreiber
¿Te fijás si me toca el zócalo?


Foto: Emilio Salar
Javi oficiando de copi laburante.
Emilio a punto de meterse en problemas...


Foto: Eduardo Cinícola
El Bonete sigue encajonado.


Foto: Eduardo Cinícola
Debemos volver a zambullirnos y a esquivar rocas.


Foto: Javier Pla
Vadear y cruzar.


Foto: Eduardo Cinícola
Donde hay menos agua las piedras son tremendas.


Foto: Javier Pla
Y se cobran su precio.
Se fue la puntera de paragolpes trasero de la cherokee.


Foto: Eduardo Cinícola
Comienzan ahora las grietas.


FOTO: Mariano Mazzeo
De las chicas...


Foto: Eduardo Cinícola
De las medianas...


Foto: Javier Pla
Y de las más grandes...


Foto: Javier Pla
Los esfuerzos cobran su precio...
Y se va el primer y único auxilio de Mauricio.
La cubierta cortada queda de repuesto con dos "tarugos".


Foto: Javier Pla
Por fin una pampa...
Se acaba el pedregal y comienzan los pinches, puas y "tronquitos"...


Foto: Javier Pla
Más adelante regresan las grietas que bajan de los conos de deyección...


Foto: Eduardo Cinícola
Comenzamos a ver las cumbres nevadas, este es el Peñas Azules de 6222m de altura


Foto: Eduardo Cinícola
Y este es el Vn Bonete de 6.759.


Foto: Gerardo Schreiber
Vuelta a meternos en las grietas...
Y esto parece no tener fin...


Foto: Gerardo Schreiber
Estamos llegando al punto donde llegó Ricardo.
Es allí al pié de ese conito obscuro a la derecha de la foto.


Foto: Javier Pla
El obstáculo sería la vega esa, con altos pastos, que se ve a la derecha.
Trepar por la izquierda del conito obscuro nos llevaría a una bajada sin retorno, según exploró Javier.
Con Denis pretendíamos llegar a la altiplanicie justo encima y detrás de la vega.
Como se ve, las pendientes eran para ancla y malacate.


Foto: Javier Pla
Mauricio y Emilio explorarán la margen de la izquierda de la foto
mientras que Denis y Eduardo apuntarán a la formación rojiza.


Foto: Gerardo Schreiber
Lamentablemente, los obstáculos nos dejaban poco tiempo para la contemplación del paisaje.


Foto: Gerardo Schreiber
Formado por depósitos de material de acarreo y barros secos.


Foto: Gerardo Schreiber
Con colores y formas caprichosas.


Foto: Gerardo Schreiber
Más paisaje.


Foto: Gerardo Schreiber
Y más.
Gracias Nicky.


Foto: Javier Pla
Mientra había que seguir superando escollos.


Foto: Javier Pla
Y exigiendo a las máquinas.


Foto: Eduardo Cinícola
Esta es la Vega "tapón" y sus grandes coirones...


Foto: Eduardo Cinícola
Este el tributario seco de altas orillas que debíamos cruzar primero.


Foto: Eduardo Cinícola
Y este el laberinto por el que Mauricio encontró una "calle".


Foto: Javier Pla
Cruzamos el primer tributario.ç
Cruzamos el laberinto de altos coirones.
Y por aquí salimos del segundo tributario rumbo a una altiplanicie.


Foto: Javier Pla
Parece sencilla pero, está cruzada irremediablemente de decenas de lechos secos.


Foto: Javier Pla
¿Será por acá?
¿O será por allá?


Foto: Javier Pla
Al fondo vemos como se encierra la pampa entre dos cerros.
¿Tendremos que tirarnos nuevamente al río?


Foto: Javier Pla
Me parece que el Punillas se encajonó...


Foto: Javier Pla
Emilio lustrando los laterales...


Foto: Javier Pla
Salida a fuerza de malacate.


Foto: Javier Pla
Sonriente porque lo logramos.


Foto: Gerardo Schreiber
Más piedras gigantes.
Tenemos que hallar la forma de subir a esa pampa sobre el acantilado.


Foto: Javier Pla
Lo logramos.
Y ahora, ¿cómo sigue?


FOTO: Mariano Mazzeo
Metiéndonos por estos peligrosos pajonales.


FOTO: Mariano Mazzeo
Que por momentos parecen tragarse a las camionetas.


Foto: Eduardo Cinícola
No!!
Por ahí no, Emilio!!.


Foto: Eduardo Cinícola
Quedate quietito que Denis te saca.


Foto: Gerardo Schreiber
Vamos que se viene la noche y tenemos que acampar...


SE ACABÓ ASÍ LA SEGUNDA JORNADA DE ESTA TRAVESÍA.
PARA EL DIA SIGUIENTE CONTINUABAN LAS INCÓGNITAS...
¿HALLAREMOS LA SALIDA, O DEBEREMOS VOLVER SOBRE NUESTROS PASOS?
¿ALCANZARÁ EL COMBUSTIBLE? ¿ALCANZARÁN LOS NEUMÁTICOS DE AUXILIO?
¿DECAERÁ EL ESPÍRITU AVENTURERO?

Mmmm....

  Sigue acá...

    Esta aventura comenzó acá...

           
EDUARDO CINICOLA
Marzo de 2009