Intrigados por constatar si esa bajada (Oeste/Este) era realmente iremontable en sentido inverso (Este/Oeste), es que la incluimos en este día de travesía.
Sobreestimando nuestra pericia no tuvimos en cuenta que, si realmente no podíamos ascender por allí, un extenso enlace nos esperaba hasta llegar a El Peñón.
En esas cavilaciones estábamos mientras llegábamos a las Lagunas Pabellón, al pié del cerro homónimo.
Pasamos entre ellas y comenzamos la primer trepada intimidante, aquella que sube al filo del cráter para abandonarlo hacia el SW, hacia la gran vega por la que pasa le huella que abriera Barret.
Las camionetas cinchaban, pero por suerte el piso arenoso y pedregoso, afirmado por la presencia de pequeños coirones, tiene la resistencia suficiente como para soportar el peso y la tracción de las ruedas impulsando las camionetas hacia arriba.
Finalmente lo logramos, las cuatro camionetas pudimos salir del cráter por esta nueva "puerta".
Hay que recorrer unos cuantos miles de metros por precaria/inexistente huella, hasta interceptar la que nos llevaría la la ¿bajada de un solo sentido?...
Ya el sol se estaba escondiendo tras las montañas cuando, luego de cruzar trabajosamente la gran vega, llegamos al pié de la cuesta.
Sinceramente no parecía difícil.
Un primer tramo de unos 60 metros en marcado ascenso continuaba con una curva de 90 grados a la izquierda. 15 o 20 metros más de arenosa subida y vuelta a girar 90 grados, ahora a la derecha.
De allí, continuaba en franco ascenso, pero unos 80 metros más adelante la pendiente se suavizaba.
- ¿Y que tiene de atemorizante esta subida, como para que tanta gente se acuerde de mis parientes?
- Y alli me mando primero, a enseñarle a los giles.
En realidad, salió la Cherokee como boleadora de corcho, toda embalada para caer ahí no más.
- ¡¡¿¿??!!
- ¿Pero qué pasa acá?
Atrás mío de mandó Denis, embaló la enorme TLC que salió sumergida en una nube de humo negro y tierra para llegar tan solo unos metros más arriba que la Chero.
Probó Pepe con la Ranger y Alejandro con la otra TLC.
Unos más, otros menos, pero nadie llegaba ni siquiera a la primera curva.
El piso era "de terror". Arena muy seca y revuelta..., y mucho más revuelta luego de todos nuestros intentos.
- Ya sé, digo yo. Por fuera de la huella y bien a la derecha el suelo no está tan pisado y la montaña sigue mucho más allá de la "primera curva". Trepemos por ahí y luego nos tiramos a la huella !!
Así lo hicimos con la Chero y Pepe con su Ranger con Pexa de copiloto.
No sin esfuerzo podíamos ascender más y más. Siempre en prefecta línea recta evitando cualquier inclinación lateral.
Así sobrepasamos generosamente la altura de "la primera curva". Ahora solo faltaba un giro a la izquierda y apuntarle a la huella de la que nos separaban unos 30 metros.
Bueno. Ni bien nos pusimos de costado, las chatas comenzaban a caer vertiginosamente.
Avanzaban medio metro y caían cuatro.
Así fue que cuando llegamos a pisar la huella, nos hallabamos nuevamente en la base de la cuesta !!
Dos o tres veces repetimos el procedimiento con resultados cada vez peores, ya que en las últimas, con el suelo muy deteriorado, las chatas amagaban a volcar cuando se deslizaban de costado y hacia abajo en esa mezcla de arena gruesa (ceniza volcánica muy liviana) y pequeños pedregullos.
No puede ser. Esto no nos puede estar pasando a nosotros !!
Con menos presión en los neumáticos y muy inspirado, Denis llega a la primera curva, gira, pierde un poco de velocidad pero puede llegar a la segunda curva. Allí parece que el motor de la TLC "se muere"... pero no, con un último estertor hace la segunda curva y se detiene un poco más arriba, casi finalizando la cuesta !!!
Pepe intenta por fuera de la huella, pero ahora por la izquierda, pretendiendo enderezar las dos curvas.
Parece que puede dar resultado pero... faltando unos 20 metros para interceptar la huella a la altura de la segunda curva, muere la chata.
Alejandro parte embaladísimo, va por la huella, puede pasar la primera curva, pero cuando debe girar en la segunda, se pasa de largo y queda en una peligrosa posición. La chata muy inclinada de costado, hacia el precipicio y cualquier movimiento que intenta se desliza más, de costado.
Morente baja presuroso de su puesto de copiloto...
Es mi turno. Subo bien el primer tramo y cuando debo girar la primera curva, lo hago muy cerrado y una piedra bajo la rueda trasera izquierda me quitó el poco impulso extra que tenía y allí quedé, a la espera que Denis me auxiliara con el malacate.
Denis, que andaba como auxilio del ACA, me da una mano primero con su malacate. (Subir y bajar por esa cuesta a casi 5.000 metros de altura, deja sin aire al más pintado. Más si hay que estar tirando de un cable de malacate que se traba.)
Puedo salir, hago la segunda curva y me detengo. Allí recién me doy cuenta que no bajé la presión de los neumáticos. Lo hago y la Cherokee puede romper la inercia y seguir hacia arriba.
Aviso por radio que seguiré unos cientos o miles de metros más hacia adelante a verificar que no haya otro obstáculo insalvable que convierta en inútil tanto esfuerzo.
Denis continúa auxiliando. Es el turno ahora de Pepe. Está allí, a no más de 25 metros de distancia, pero 20 metros más abajo en una pendiente de casi 45 grados y sin suelo.
Desenrollar el malacate, agregar la linga, poner los grilletes, subir y bajar por esa pendiente arenosa..., subir y bajar otra vez, y otra, fue realmente agotador para los muchachos.
Por la radio escucho que Pepe ya está "arriba" ¡¡ Bién !!!
Pero el que está muy complicado es Alejandro. No se sabe que hacer para volverlo a una posición segura.
Yo les informo que los dos próximos obstáculos no son muy duros y luego ya traspasaremos el abra de 5000 metros y comienza un suave descenso.
La mala noticia es que ya está oscureciendo.
No me pregunten cómo, porque no lo sé, pero cuando llegué de regreso a donde estaban los muchachos, la chata de Ale ya estaba en posición de marcha, así que pegué la vuelta y todos emprendimos camino rumbo a Antofagasta.
Pasamos la quebrada de Barret, aquella en que hay que retirar los codos de las ventanillas de tan encajonada que es, de noche.
La satisfacción de haber podido remontar aquella cuesta con tanta historia, hacía que minimizáramos todo lo que sucedió de allí en adelante (incluido un pinchazo en la Cherokee que solucionamos en exactos 10 minutos).
Llegamos a Antofagasta de la Sierra a las diez y cuarto de la noche.
¡¡ La huella es de "ida y vuelta" !! ¿O no?
Quienes fuimos en este viaje