Hay muchos volcanes bonitos en la cordillera de los Andes, algunos de ellos diseminaron, por múltiples bocas, enormes cantidades de material proveniente interior del planeta, formando gigantescos complejos de muchas cumbres, como el Ojos del Salado, El Cóndor, el Walther Penck o el mismísimo Pissis.
Otros lucen su esbelta figura cónica con un cráter único en su cima, como el Licancabur en el límite chileno/boliviano, el Osorno en Chile, el Lanín en Neuquén o el Peinado en la provincia de Catamarca en la República Argentina.
Los hay, y muchos, de cumbres bífidas (producto del colapso de sus cráteres), como el Onas o el Ojos de Antofalla.
Hay unos pocos de cumbres gemelas, con dos cráteres de semejante altura, como el Uturunco en Bolivia.
Muchos ostentan cráteres laterales por los que el escape de material magmático alivió la presión de la chimenea principal, como el Incahuasi o el San Francisco.
Unos están en lugares visibles, cercanos a conglomerados urbanos o pasos fronterizos por lo que se hacen más conocidos, como los mencionados Licancabur, Incahuasi, Osorno, Lanín o el San Francisco.
Otros se encuentran escondidos en las profundidades de esa gigantesca cordillera que oficia de columna vertebral del subcontinente sudamericano y solo son conocidos por algunos pocos baqueanos.
Ni siquiera los pobladores de las urbanizaciones de la zona los conocen, saben de su existencia o, mucho menos, conocen su "silueta", hay que aventurarse a ciertos riesgos para descubrirlos y admirar su belleza e imponencia.
Entre todos ellos, perdido en esa pléyade de cimas, hay un volcán cónico y muy alto, de 6.205m, que, a las anteriores agrega una particular característica, está solo. Solo entre sus pares. Tal es así que su nombre es justamente el Vn Solo.
Hace muchos años nos había llamado la atención su nombre mientras estudiábamos las cartas topográficas del Instituto Geográfico Militar Argentino. Años más tarde y gracias a internet y a las primeras fotografías satelitales que pudimos conseguir nos percatamos de esa característica. Además, la soledad del Solo pareciera permitir circunvalarlo por completo en una expedición por fuera de los caminos.
Durante una travesía anterior a la Salina de la Laguna Verde, a los pies del Pissis en la que buscábamos unas extrañas dolinas, hicimos también un intento de acercarnos al Solo, pero una intensa e inoportuna nevada nos hizo desistir cuando ya estábamos muy cerca.
Quienes fuimos en esta nueva expedición