Buscando una salida del Galán hacia el Sudeste Desde el puesto Colifalla, hasta Laguna Blanca pasando por Aguas Calientes Catamarca - Abril de 2.012 (Primer Jornada) |
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FOTO: Pablo ANASTASIO
Un aislado puesto de veranada a 4200 metros de altura.
FOTO: Sergio ZEREGA
Cuyo preciado tesoro es la generosa y fertil vega que se forma de las vertientes que alimentan al río de los Patos
y que da sustento a las recuas de llamas de los pastores que construyeron ese refugio solitario.
FOTO: Sergio ZEREGA
Tomamos hacia el sur y nos sorprendemos ante una transitada huella sin destino...
FOTO: Pablo ANASTASIO
Que pocos kilómetros más adelante desaparece.
Allí comienza el campo traviesa, allí comienza la "XX-28"
FOTO: Sergio ZEREGA
Pronto aparece el primer obstáculo...
Son las nacientes del Río de los Patos, angostas pero "incómodas"
Denis con Eduardo la cruzan y bajan a investigar para guiar al resto.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Pexa insiste en elegir su propio camino y clava las guampas en el angosto riacho.
FOTO: Jorge ALONSO
Denis al rescate...
En realidad la pesada TLC solo le sirvió de ancla donde se afirmó el malacate del Yipito
FOTO: Eduardo CINICOLA
Por aquella quebrada viene el Riacho de Los Patos, trayendo en agua del domo central del volcán Galán
cuyo nevado extremo sur y cumbre principal vemos detrás.
Allí cruzamos el track sin huella (solo dibujado en el GPS) que hicieran el año anterior los integrantes de Córdoba4x4.
FOTO: Jorge HACKANSON
Continuamos con rumbo sudeste...
Casi podría afirmar que es la primera vez que circulan vehículos a motor por aquellas arenas.
FOTO: Jorge ALONSO
Libres...
...vamos buscando la mejor traza hacia nuestro dudoso destino.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Extrañas hormigas metálicas intrusan el paisaje...
FOTO: Eduardo CINICOLA
...procurando llegar a algún lado en esa magnífica vastedad.
FOTO: Jorge ALONSO
Cruzamos hondonadas...
FOTO: Jorge ALONSO
Libres...
...nos subimos a "pequeñas colinas" (de más de 4500m de altura absoluta)...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Las camionetas casi desaparecen mimetizadas con el entorno.
FOTO: Jorge ALONSO
Nos detenemos a otear el horizonte.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Así llegamos a la "Lagunita 5" (la menor).
Varios grupos de vicuñas se alimentan en sus cercanías.
FOTO: Sergio ZEREGA
La Lagunita 5 (mayor) nos esperaba con una sorpresa.
... era imposible bajar a sus orillas para continuar camino.
FOTO: Eduardo CINICOLA
La pendiente era muy marcada, las piedras muy grandes y finalmente caía a pique sobre el agua...
Debemos buscar una alternativa (Acá la "XX-28" no vá).
FOTO: Eduardo CINICOLA
Por acá tampoco...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Finalmente encontramos algo, no era un billar pero...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Con cuidado todos pudimos bajar.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Una vega/arroyo de agua surgente se nos interpone,
remontamos un poco y la cruzamos sin problemas.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Más adelante un traicionero terreno cenagoso se quiso tragar al Jeep.
Panastas intenta rescatarlo.
FOTO: Jorge HACKANSON
Más adelante otro cañadón se interpone en nuestro camino.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Un hermoso cóndor macho, con su anillo de plumas blancas en el cuello, nos sobrevuela.
FOTO: Eduardo CINICOLA
¿Nos verá pinta de "almuerzo"?
FOTO: Jorge ALONSO
Cualquier momento es bueno para descansar.
Sobre todo si te hicieron madrugar !!
FOTO: Sergio ZEREGA
Los túmulos de arena que se forman en los coirones nos tenían locos,
así fué que decidimos circular por el húmedo lecho de este riacho.
FOTO: Sergio ZEREGA
Sin percatarnos que, en ciertos sectores se convertía en ciénaga.
FOTO: Pablo ANASTASIO
El pato lo pagó Pexa, hundido en el barro nuevamente...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Panastas acude en su ayuda.
FOTO: Jorge ALONSO
Y también Jorge...
Finalmente entre los dos lo pudieron rescatar de la succión de la ciénaga.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Todavía a esa hora del día hallábamos cristales de hielo en los arroyos.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Al pié de aquel nevado se encuentra Laguna Blanca, destino final para ese día.
¿Llegaremos?
FOTO: Eduardo CINICOLA
Es justamente la Sierra Nevada de la Laguna Blanca de 6012 metros de altura.
Uno de los pocos seismiles que no pertenece estrictamente a la Cordillera de los Andes.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Allí, en medio de la nada encontramos una "apacheta"
(especie de sencillo monumento/homenaje en agradecimiento a la Pacha Mama
que se va conformando con la suma de piedras que van agregando los caminantes que por allí pasan,
normalmente nativos en sus extensos trajinares por aquellas inmensidades).
FOTO: Jorge ALONSO
Jorge HACKANSON agrega su propia ofrenda...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Así llegamos a una gran laguna innominada
(deberemos pensar un nombre para bautizarla).
FOTO: Eduardo CINICOLA
Y pudimos descubrir una de las vertiente que la alimentan.
Allí, de un pozo en la tierra brota la cristalina agua que forma un pequeño y corto arroyo que desagua en la laguna.
FOTO: Jorge HACKANSON
Más adelante otra intimidante bajada nos llena el alma de preguntas...
¿Tendrá salida? y si no tiene salida, ¿Podremos remontarla para regresar?
FOTO: Jorge ALONSO
El suelo es "áspero" pero firme, y eso es bueno.
FOTO: Jorge ALONSO
Sin pensar mucho en las respuestas a aquellas preguntas Denis toma la delantera y ya está abajo.
FOTO: Jorge ALONSO
Así se anima también Panastas, y luego el resto.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Más adelante una sorpresa...
FOTO: Eduardo CINICOLA
O mejor dicho, dos...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Una zorra y su "adolescente" cachorro nos demuestran que hay vida animal aún allí,
donde cuesta descubrirla o imaginarla, aparte de alguna llama, vicuña o cóndor.
FOTO: Eduardo CINICOLA
También vida vegetal de extrañas formas...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Seguimos circulando por los filos, buscando el derrotero...
FOTO: Jorge HACKANSON
Cada tanto, una sorpresa para mantener el nivel de adrenalina alto.
Esta vez nos metimos con Denis de cabeza en una traicionera vega.
FOTO: Eduardo CINICOLA
Polea de reenvío para sacarla?
Bién...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Pero Denis insiste y en otro intento, con más envión, logra encajarse unos cuantos metros más adentro.
FOTO: Pablo PEZZANO
Esta vez fueron menester TRES malacates para despegarla de la "succión" ejercida por el mallín.
Luego de varios intentos más, asumimos que el mallín tenía razón.
Por allí no era...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Aunque me parece que por acá tampoco...
FOTO: Eduardo CINICOLA
Otra vez necesitamos la fuerza de dos chatas tirando con eslingas para salir.
FOTO: Jorge HACKANSON
La TLC también hizo lo suyo y, con toda esa caballada suelta la pudimos sacar del pozo
(que por supuesto no sería ni el primero ni mucho menos el último de esa ajetreada expedición).
FOTO: Eduardo CINICOLA
Así, cuando el sol ya había pasado hacia mucho rato por el mediodía,
nos acercamos a una "salina" (según las fotos satelitales) que resultó ser una laguna.
Era el dato que nos avisaba que ya estábamos llegando a "la huella de Néstor", lo que nos daba seguridad ya que ella nos sacaría de allí.
FOTO: Pablo ANASTASIO
En su honor, quedó bautizada laguna Néstor Queralt
(aunque el no la haya conocido, ya que su huella pasaba a unos miles de metros de allí)
FOTO: Eduardo CINICOLA
De la huellita de mulas en la que cabía una sola rueda y la otra escupia piedras al precipicio no tenemos ninguna foto...
No se en que estaríamos pensando... Mmmm...
Más adelante, y por un tramo, el paisaje vuelve a abrirse en planicie (con incómodos, pero transitables coirones).
FOTO: Pablo ANASTASIO
Así llegamos, con los últimos resplandores del día, a un inesperado rancho
en donde pudimos entender de su dueña, que la huella que había desde Aguas calientes hasta allí, no existía más.
Las últimas crecientes estivales del río se habían llevado todo.
No lo quisimos creer sin verlo...
El resto de la travesía nos lo cuenta El Pampa acá
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EDUARDO CINICOLA
Abril de 2.012 |
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