Como les comentamos en "Pasos de Sico y Jama", la aventura anterior de esta travesía, este fue un viaje distinto de los que solemos
hacer por esas montañas.
Distinto porque fuimos en un colectivo MERCEDES BENZ del año 1963 convertido en "casa rodante autoportante" o "motor home" (como dicen los gringos) o CASA-MOTOR
(como deberíamos decir los latinos).
El asunto es que Héctor compró este ómnibus y decidió quitarle los asientos, ponerle cuatro cuchetas (en realidad 4 cómodas camas
de una plaza), baño con inodoro químico y ducha, cocina con hornallas, horno, pileta de lavar y calefón para agua caliente.
En diciembre de 1999 le reparó el motor a nuevo y nos fuimos al sur, a probarlo y a "ablandarlo"...
Como vimos que el "monstruo" andaba aceptablemente bien, le haríamos la "prueba de fuego". Ahora lo llevaríamos a superar los 4500 metros de altura por "rústicos
caminos".
Aquí vemos cuando fuimos a probarlo a la Payunia.
Corría el mes de agosto de 2000, día 15 por la mañana. Estábamos en SUSQUES averiguando a que hora comenzaba la toreada anual de Casabindo (distante unos 90 Km por camino de montaña) de allí. Nos informa el intendente que a eso de la una de la tarde termina la ceremonia religiosa y comienza el "tole tole" con los toros en la plaza.
Sin embargo, a pesar de la premura nos recomienda dedicarle aunque sea unos minutos a ver los petroglifos de Abdón Castro Tolay. Nos quedaba de camino, así que hacia allí partimos raudamente Hector y Eduardo en el "Bondi", mientras el resto terminaba de tomar fotografías en Susques.
Luego nos alcanzarían.
La salida de Susques (por ruta asfaltada hacia el Este) tiene una pronunciada pendiente que nos saca de los "modestos" 2609 msnm de aquel pueblito, para llevarnos a los 3800 que es la altura media de la Puna. Son 1200 metros de desnivel que el "bondi" los hizo bufando en primera de fuerza y a no mas de 6/8 Km por hora. Una vez que estuvimos en lo alto,
pudimos aumentar la velocidad y mejorar el promedio. Vimos recuas de llamas (camélido americano) que pensamos que eran semisalvajes.
Pero las marcas coloridas en sus orejas nos indicaron que tenían dueño.
Hacía casi dos horas que habíamos partido de Susques en la "autoportante" y teníamos que salirnos del asfalto para tomar una huella hacia el norte. El resto del equipo no aparecía.
A poco de abandonar el asfalto, la huella cruza un ancho río seco con un inmenso arenal en sus orillas y piedras en su cauce.
Aceleré lo mas que pude aquel enorme mastodonte, pero no fue suficiente, la arena lo frenaba y lo frenaba y a unos 15 metros de distancia del terreno firme, se enterró en la arena.
Sonamos. Hacer cualquier esfuerzo aquí deja sin aliento a los 30 segundos. Y esta "bestia" pesa mas de seis toneladas. Y "los otros" no aparecen...
Bueno, a palear arena. Dos o tres paleadas y dos minutos de recuperación.
Por suerte a la media hora ya habíamos sacado el "bondi" de la varadura.
Estábamos a la miseria y tratando de recuperar el aire cuando escuchamos por la radio que el resto del equipo estaba llegando. Justo a tiempo para "no poder ayudar", el trabajo ya estaba hecho. Gracias muchachos.
A la Honda CRV no le costó nada cruzar el arenal, así que continuamos camino y a los 11 Km estábamos llegando a "Barrancas de Abdón castro Tolay".
Este lugar también transmite mucha paz y tranquilidad.
Pocos árboles y resecos, casi no ofrecen sombra en invierno. La iglesia resalta, impecable, sobre
un cielo intensamente azul, como solo se puede ver en la Puna, donde la delgada capa atmosférica tiene pocas chances de enturbiarlo.
Como en todos aquellos pueblos, la actividad es casi nula al mediodía.
El nombre "Barrancas" deviene de los paredones de roca que encauzan al río.
Luego de reparar un desperfecto en el aire comprimido que acciona los frenos del "bondi", continuamos viaje.
Jorge, Francisco y Lucho ya habían salido antes en la camioneta tratando de adelantarse para poder "pescar"
lo máximo posible de la fiesta en Casabindo.
Héctor y yo, mas lentos en el colectivo
reformado, tratábamos de vislumbrar algo de los petroglifos que,
nos informaron en el pueblo, estaban grabados en aquellas inmensas paredes
de piedra que encajonan al río y la senda.
Poco pudimos ver aquella vez. Pero, unos
meses después volví y, con un guía contratado en
el pueblo (imprescindible),
pudimos encontrar parte de los extensos grabados en la roca que dejó
allí una antigua civilización de la cual se tiene poca información.
En este momento grupos de investigación de distintas Universidades del pais estan realizando esfuerzos con estudios
de campo, para lograr correr el velo que nos oculta...
¿Quiénes eran?, ¿Que hacían?, ¿De que vivían?, ¿Dónde se
fueron? los que aquí vivieron y tenían este alto grado de desarrollo estético.
Bueno, son preguntas que los estudiosos nos sabrán responder, en la medida que colaboremos con ellos
no modificando ni destruyendo nada de lo que aquí veamos.
Comenzamos la recorrida por aquellas barrancas de piedra...
Pero ¿Qué fue lo que vimos en aquella apresurada visita?...
Sigue:  
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