Atravesando la sierra de Santa Victoria |
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Allá baja el camino, no parece tan largo el recorrido.
Ya bajamos bastante y todavía andamos por las crestas
La trompa del gliptodonte a punto de asomarse al vacío. .
Acabo de completar la maniobra "primera-marcha atrás-primera-marcha atras-primera" para poder girar. Por un defecto de regulación de la caja de dirección, el radio de giro hacia la derecha era de unos 20 metros, pero a la izquierda necesitaba 30 o mas metros para lograr el giro. Si, así fue, tuvimos que bajar hasta el lecho pedregoso del río. Ahora tendremos que cruzarlo, las huellas continúan del otro lado, y luego volver a cruzar para encarar la trepada final hasta la Iglesia. Allá vamos!!!. Ya estamos frente a la iglesia mirando hacia atrás.
Las sombras largas nos indican lo avanzado de la hora. Y todavía nos falta el regreso (subida y bajada) uff... mejor no pensemos en eso. Las callecitas estan prolijamente empedradas, pero no fueron diseñadas para el tránsito vehicular, angostas y empinadas imaginamos como correrá el agua por ellas los días de lluvia. Caminamos, siempre hacia arriba, vale la pena aclararlo, y descubrimos la hostería Provincial. Una belleza y muy bien equipada. Desde la altura se puede apreciar gran parte del pueblo. En frente podemos observar una inmensa montaña de canto rodado y barro seco formada hace millones de años, que ha sido "carcomida" por el actual rio, dejando al descubierto altísimas e inestables barrancas que nos muestran su composición. Ya eran las seis de la tarde, pronto se pondría el sol y el camino de regreso lo deberíamos hacer en la obscuridad. Iniciamos el viaje de vuelta y a los pocos kilómetros escuchamos por la radio al resto del equipo. Unos kilómetros mas y nos cruzamos con ellos. Excepción hecha de que en el lugar era imposible retomar con el colectivo, no encuentro otra razón plausible para explicar por que no volvimos con ellos hasta Iruya y nos qedamos allí a pasar la noche. No sé, son esas decisiones que no tienen explicación. A nadie se le ocurrió sugerirlo. La cuestión fué que nosotros, con Héctor continuamos el camino de regreso para llegar a Humahuaca cerca de la medianoche. Ellos continuaron viaje a conocer Iruya, a pesar que ya se ponía el sol. Poco antes de llegar a Humahuaca nos alcanzaron y sobrepasaron Jorge, Lucho y Francisco en la Honda CRV y se adelantaron para conseguir alojamiento. Por supuesto recibimos todo tipo de calificativos por la decisión inconsulta de adentrarnos hacia Iruya, dejando al resto del grupo en la incertidumbre acerca de lo que nos había pasado. En fin... en este viaje, cada vez que nos separamos se originó un problema, posiblemente fue fruto de viajar en dos vehículos de muy distintas características y perfomances.
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