Una casualidad en Mina La Casualidad
(Salta)

Foto: Francisco Saputo


Diciembre de 2.005

Estaba atardeciendo cuando por fin salimos de la huella para recorrer los últimos 17 Km del viejo asfalto que une Mina La Casualidad con Estación Caipé.

Era mi tercer visita a ese pueblo/mina abandonado en la cumbre de los Andes, casi en el límite con Chile.

Solo dos camionetas esta vez, con cuatro tripulantes.

El Polaco con el holandés Pièrre de acompañante, nos llevaban unos minutos de ventaja que, con Javier, habíamos invertido tomando fotos de aquel Salar del Río Grande con la cordillera de fondo.

- ¡Para nosotros habitación doble con baño privado y calefacción!.

Le "modulo" por el VHF al Polaco sabiendo de la desolación de aquel lugar.

- Callate, que me parece que algo les conseguimos, fue su críptica respuesta

- ...?

Al pasar la última lomada y comenzar a ver el pueblo/mina con sus desmanteladas construcciones y la capilla en la parte más alta, vemos también que no estámos solos...

Se divisan algunas pocas personas caminando por las calles llenas de escombros.
¿Serán saqueadores?

Cuando llegamos al lugar donde se había detenido Gabriel (muy cerca de la casa donde improvisamos campamento en el invierno de 1997), vemos que conversa con unas personas.

Bajamos de la chata y nos integramos a la conversación.

Nos enteramos así que nos han ofrecido quedarnos en una de las casitas sin puertas ni ventanas que ellos mismos han estado limpiando.

Su grupo ha decidido ir a dormir a la capilla.

Nos cuentan que son un grupo de mineros, hijos de mineros, nacidos varios de ellos en ese mismo lugar hace unos 40 años.

Orgullosos nos muestran sus documentos donde dice "Nacido en: Mina La Casualidad".

Han decidido volver a la mina abandonada luego del éxodo forzado que protagonizaron en 1978 cuando se cerraron las instalaciones de Fabricaciones Militares y sus padres fueron despedidos.

27 años de extrañar el lugar donde dejaron parte de su infancia trepando cerros de más de 4000 metros de altura o jugando con la pelota de trapo en algún descampado desafiando la falta de oxígeno que no sentían.

27 años que pasaron hasta que uno de ellos se decidió a buscar en Internet algo que hablara de Mina la Casualidad, algo que lo acercara a sus recuerdos.

- Le pedí a mi sobrinita, allá en Salta, que me acompañara al "ciber". Ella encontró el relato y las fotos de unos que vinieron hace unos años en un Renault 12, un Fiat Uno y no se que otro coche.

Me emocioné mucho cuando vi las fotos del lugar que no veía desde que era chico.

¡Si durmieron ahí! Dice señalando la casa de al lado. Y ahí vivia yo!!, Durmieron en mi casa, la pude reconocer porque está la foto de los autos en la puerta.
Viendo aquellas fotos pensé que tenía que volver.
Me contacté con los muchachos y...

- Si, si, ni bien me dijo a mi la busqué a mi nietita para que me lleve al locutorio a ver por "la interné". No me podía aguantar. Si, era ya muy tarde pero me fui igual. Se me llenaban los ojos de lágrimas cuando veía los lugares por los que había andado y trabajado hacía tantos años.
Vimos las fotos de los talleres, la usina y hasta el laboratorio!!!
Fué así que fuimos armando un grupo para organizar este viaje.

Creí llegado el momento de decírselos.

- Y si les cuento que el del R12 era yo?

- No!! ¿Usted? No!, no puede ser!!
 


Invierno de 1.997 Foto: Francisco Saputo


No me asombra tanto eso como la enorme casualidad que hayamos coincidido en el día que hemos decidido, ustedes despues de 27 años y nosotros en venir a este confín del país.

Realmente es una gran casualidad que hace honor al sitio en que nos encontramos!!

- Vino también mi mamá que tiene mas de 80 años nos dice uno mientras nos presenta a una anciana muy viváz.

- Y yo traje a mis hijos, cuenta otro!

- Mi señora, mis sobrinos dice otro más atrás...

- Hemos traído también a la virgencita, que evacuaron nuestros padres cuando nos fuimos...

Se refieren a la imágen de la Virgen María que hubieran dejado "en custodia" en la capillita de Tolar Grande -un minúsculo pueblito puneño a unos 200 Km de allí- y que trajeron ahora con ellos reponiéndola transitoriamente en su sitial en el altar de la desmantelada capilla de la mina.

Todos celebran estar allí, todos estan contentos. Alguno se viste con el tradicional poncho y sombrero salteño.

Otro nos menciona, uno a uno, los 23 departamentos que representan las 23 estrellas que figuran en la bandera de la provincia.

Anécdotas, recuerdos... el viento que aullaba de dolor los días de tormenta, cortado por los cables del carril que bajaba las vagonetas de la bocamina.


Foto: Francisco Saputo

El frío intenso del invierno de alta montaña, que desaparecía milagrosamente al ingresar a las calefaccionadas casas, con agua corriente, gas, cloacas y electricidad permanente.

Los problemas fronterizos con patrullas de carabineros chilenos.

Los campeonatos de fútbol que se jugaban entre los once equipos que llegaron a armarse en aquel pueblo-mina autónomo...

El sol ya se fue para Chile. Comienza a hacer frío y debemos armar nuestras bolsas y prepararnos algo de comer.

Ellos se van para la capilla, no sin antes afirmar que se ofenderán mucho si no vamos a charlar un rato antes de acostarnos.

Bajamos las cosas, armamos el "dormitorio" y Pièrre y el Polaco se lucen preparando unos riquísimos fideos con salsa y abundante queso rallado.

Cuando vamos para la capilla son mas de las diez de la noche y los encontramos a todos durmiendo. Tuvieron un extenuante viaje de casi tres días en un destartalado colectivo que pudieron contratar para que los llevara a la tierra de su infancia y de sus sueños, pasados y futuros.

A la mañana nos despiertan con una invitación a izar las banderas, la nacional y la de Salta.

Todos nos reunimos alrededor del improvisado mástil, mientras la anciana se dispone a llevar las banderas lo más alto posible.
 


Foto: Pièrre Lous


Deberías activar la música de fondo desde esta consola.


Cantar "aurora" en esas alturas de los Andes, en ese lugar con tanto significado para el país que debimos construír, con esa gente llena de esperanzas, me cerró la garganta de emoción y el viento de montaña humedeció mis ojos.

Llegó el momento de la despedida. Debemos continuar camino, casi con un pié en el estribo nos cuentan...

- Formamos una ONG y vamos a pedirle al presidente que reactive la mina, no sé... quien sabe con este puede ser...

Nos vamos.

Los saludamos por las ventanillas mientras vemos como alli se quedan empeñados en revivir un tiempo pasado que, al menos para ellos, fue mejor.

     
EDUARDO CINICOLA            
Diciembre de 2.005            

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Fotos de este viaje
Una historia de vida (año 1.959)
Fotos Ago 1997

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