Los Volcanes más altos del Planeta |
|
La fiaca hizo que dejáramos los platos y cubiertos utilizados en la cena, para lavar al día siguiente. La mañana nos los entregó cubiertos de una capa de rocío congelado por los 9 grados bajo cero de temperatura ambiente.
Ese día costó ponernos en marcha.
Un buen rato al sol, imitando a las lagartijas, para entrar en ciclo vital y salir de la hibernación no lograba encender todas nuestras luces.
A las 9 nos iban a llamar quienes bajaron a Fiambalá para informarnos novedades y hora de arribo al campamento.
Como ya eran mas de las diez y no llamaban, comenzamos a intentar comunicarnos nosotros con el teléfono satelital a los celulares de los muchachos.
A las once conseguimos hablar con Mauricio quién nos dió tres malas nuevas:
1) Carlos no había logrado emparchar aún sus cubiertas pinchadas.
2) La Cherokee de Mauricio cantó el "no va más" y llegó (la noche anterior) a Fiambalá a remolque, en una alocada bajada sin frenos de 150Km con principio de incendio incluido.
3) Nélson Benítez se volvió a Córdoba.
- Estamos Solos!!
Estos no suben. Son las once. Tenemos el campamento armado y debemos decidir que hacer, les comento a mis compañeros.
Decidimos que, con solo dos chatas, intentar emprender nuevamente y completar el tortuoso camino que dejamos pendiente el día anterior, era muy arriesgado.
El riesgo estaba marcado fundamentalmente por la posibilidad de rotura y dificultad de evacuación de una camioneta desde aquellas alturas colmadas de piedras.
¿Qué hacer entonces?
¿Volver con la cabeza gacha y el rabo entre las piernas?
No. Armaremos un nuevo desafío y consistirá en hallar una salida de aquí hacia el Sur, hacia el volcán Pissis.
Así lo hicimos y luego de levantar campamento, a las doce del mediodía (una iniquidad), partimos en busca de una inexistente ruta de salida hacia el sur.
Nos dirigimos primero vertiente abajo, a buscar otro valle y nos encontramos con la hermosísima vega de Tamberías o Las Juntas, llena de vida.
Manadas de vicuñas vagaban libremente por las laderas y bajaban a abrevar y a alimentarse a la vega.
Disfrutamos de esa explosión vital en tan yermos paisajes y volvimos a buscar un valle que nos interne con rumbo oeste. Lo hallamos y comenzamos a tomar altura nuevamente. Debíamos acercarnos al WPT 187 para luego arrimar al WPT194.
El Vallecito era lindo y suave y podíamos subir serenos en tercera de baja.
Cuando vemos que la barranca laterar bajó su inclinación, subimos hacia la izquierda para tomar rumbo sur hacia el WPT194.
Circulamos por una planicie de altura tapizada por un canto rodado grueso que nos permite avanzar sin gran dificultad, solo que adelante nuestro comenzamos a divisar una gran grieta en la tierra que baja directamente del enorme Volcán Cerro Bayo que ocupa todo nuestro horizonte.
Llegamos al borde. Si. El WPT194 esta allí abajo, en el fondo de la quebrada de 100 metros de profundidad, de bordes redondeados pero pendiente de 70 grados.
Imposible.
Única alternativa: Ir hacia el Este buscando un lugar más propicio para descender.
No lo creo, porque la planicie por la que circulamos casi no tiene pendiente y, la quebrada (lecho de un río) baja violentamente, con lo que la diferencia de alturas irá en aumento.
Dicho y hecho.
Cuando aquella profunda quebrada se une con el río Cazadero, la diferencia de niveles es de 250 metros, pero hallamos una grieta en forma de V que baja también hacia el río Cazadero en un desarrollo de casi 1000 metros. ¿Qué es una pendiente del 25%? Digo, mientras trago saliva para digerir aquel intimidante primer tramo de mas de 40%.
En realidad tirarse no habría sido mayor problema.
El verdadero problema consistía en que no existía certeza que hubiera salida asegurada por aquella vía. Mas bien, existía la certeza sostenida por gendarmes y baquianos de que por allí NO había salida.
Nos quedamos un buen rato allí, mirando. Esperando un milagro que nos insufle el coraje que nos faltaba o algún arcángel que viniera a avisarnos que realmente había alguna salida.
Como ninguna de las dos cosas ocurrió. Decidimos que, siendo casi las cinco de la tarde, nos convenía recurrir a lo seguro y enfilar para el campamento para emprender la retirada por el mismo camino por el que habíamos ingresado.
Ahora sí que, silbando bajito y mirando al techo para disimular el renuncio, volvemos, cortando camino por sobre las piedras hacia el campamento.
De allí a buscar el track de entrada, pero...
¿Realmente vamos a salir por el mismo lugar que ingresamos??
¿Por qué no exploramos si es factible y menos traumática la que marcamos como alternativa Norte-B, el track XX-61?
Así lo hicimos por una superficie donde, por suerte no quedaban marcadas nuestras huellas.
En ciertos tramos y con el objeto de que las marcas de nuestros neumáticos desaparecieran lo antes posible sin estropear de forma definitiva aquel sublime paisaje, circulábamos por el lecho de ríos secos, donde la primer corriente de agua borrarrá todo.
Justamente esa elección hizo que terminaramos encajonados en una estrecha quebrada en bajada con grandes piedras que obstruían el libre fluir de las aguas y de las dos camionetas.
Tuvimos que bajar a guiar, mover piedras, desencajar, empujar y fotografiar.
Una hora de adrenalina nos insumió ese tramo "trialero".
Con los últimos minutos de luz llegamos al asfalto. De allí solo faltarían 150Km en bajada hasta Fiambalá, donde arribamos a las 9 de la noche. Muertos de hambre y con imperiosa necesidad de ducharnos para quitarnos la tierra de tres días de montaña.
Mauricio todavía estaba en Fiambalá tratando de decidir qué haría con su camioneta.
Néstor Queralt y su jauría de buenos muchachos acababa de partir rumbo a Baires luego de un día de excursión por rios secos tratando de hallar el acceso a Las Papas.
La placa radiográfica a la mano del Tordo dió como resultado que todo estaba en orden. Fue tan solo una mariconeada de motoquero citadino. (Jorge te queremos!!!).
La intención era comer, bañarnos, repostar combustible y salir nuevamente a la mañana rumbo a la misma zona de volcanes, ingresando ahora por la variante Sur.
Mauricio decidió regresar a Baires con la chata herida y Gusi, su acompañante se acomodó como tercer tripulante en la chata de Greg.
|
||
EDUARDO CINICOLA
Marzo de 2006 |
|
|
|
|
|
Menú Principal de VIAJEROS |
Si quieres dejarnos tu opinión
o ver los Comentarios de otros Visitantes,
puedes ingresar a nuestro