La decepción vino cuando al estirar la mano en uno de los tantos vados, para tocar el agua, sentimos que era casi tan fría como la de cualquier arroyo.
- No, pero acordate que cuando íbamos más abajo, cerca de 4000msnm TODOS los arroyos estaban semicongelados.
Si, era cierto, acá habíamos subido unos 300 metros más y el agua de este río, si bien no estaba caliente, tampoco tenía ni una mota de hielo.
Ya casi nos habíamos olvidado del asunto cuando Lucho me grita...
- Acá, acá, acá debe estar la vertiente termal.
- ¿Pero no ves que el río viene de más arriba?
- Si pero allí no tiene algas. Y además acá el suelo suena a hueco.
Efectivamente. El piso blanco, duro y convexo me hacía recordar el de las Termas de Las Olletas en la zona del Domuyo.
Bajamos de la chata y en poco tiempo encontramos la fuente origen del agua caliente que burbujeaba entre una hoquedades de las piedras. Desde allí se escurría hasta el río que corría unos metros más abajo y daba vida a esas algas, extrañas para ese lugar.
Marcamos el waypoint en el GPS y continuamos con rumbo noroeste, aguas arriba de ese río.