DÍA 3
Nos levantamos temprano y, como bien dijo el Tano, al que madruga Dios lo ayuda.
La luz del día me confirma algo que habíamos divisado con Lucho en la penumbra del día anterior. Desandando unos miles de metros del campamento se ven unas pisadas de vehículo que suben con rumbo oeste saliendo de este valle hacia uno lateral mas al poniente y más alto.
Esa alternativa la había visto en las satelitales y la habíamos marcado y dibujado en los mapas del GPS como XX-53.
A las ocho de la mañana ya estábamos avanzando raudamente por ese virgen valle.
Nada podía ser mejor. Apuntaba en la dirección correcta e iba ganando altura moderadamente, casi sin esfuerzo para los vehículos, a pesar de las distintas superficies que íbamos pisando. Arena seca y fina en bajada, lajas pequeñas en subida, arena gruesa, lajas un poco más grandes y filosas (disminuyamos la velocidad… ) gran bajada de arena…
- Ché, me parece que esa "pared" de arena que tenemos de frente no la remontamos ni en parapente ¡!!
Finalmente lo que parecía imposible, pasa sin pena ni gloria.
Seguimos avanzando.
De repente, se arma como un embudo y todo apunta hacia abajo.
- Paren, paren, que si nos metemos acá no se si salimos.
Los primeros avanzamos lentamente con la tranquilidad de saber que quienes quedan esperando nos "remontaran" de alguna forma si no podemos hacerlo por nuestros propios medios.
Abajo vemos una vega y de ella nace un arroyo que se dirige al Este.
Parece ser la única salida, porque las otras paredes del embudo son muy empinadas y de terreno flojo.
- Avancen un poco más, esto se puede remontar.
Finalmente nos detenemos justo en el nacimiento de la quebrada por la que se escapa el arroyo. Estamos bastante altos con respecto al nivel de la quebrada.
Por ahora no vale la pena tirarnos, porque el regreso sería casi imposible o muy dificultoso para que nos "remonten" nuestros compañeros a fuerza de malacate.
Mejor será una excursión a pié para ver la factibilidad de salir de allí siguiendo el curso del arroyo por la estrecha quebrada.
Los dos más jóvenes (lo lamento Martín), Sergio y Victoria fueron los voluntarios que se ofrecieron para la expedición pedestre. Llevaron un handy y nos iban contando lo que encontraban.
Lamentablemente poco tardaron en llegar las malas noticias.
La salida por allí era impracticable. Sonamos!!
Recordando a Almafuerte en sus estrofas "No te des por vencido ni aún vencido, no te sientas esclavo ni aún esclavo, trémulo de pavor siéntete bravo…" me dije, de aquí tenemos que salir…
Y subidos a la chata, con Lucho al volante, le "encaramos" a las paredes del embudo.
Debe ser la misma sensación de una rata pretendiendo escapar de una trampa.
Las laderas de arena cedían al peso de la chata y esta se deslizaba de costado y hacia abajo, a pesar de tener la trompa apuntando al cielo y toda la potencia aplicada a sus ruedas. Era imposible, nos sentíamos verdaderamente atrapados.
- Correte que manejo yo, le digo a Lucho.
No sé, desde el asiento del acompañante parece que se pudieran hacer más cosas, pero no.
- Muchachos, por acá es imposible.
No se para que se los digo por la radio cuando ellos fueron espectadores privilegiados de nuestros vanos intentos por salir del embudo.
- Creo que cruzando la vega, la pared del otro lado tiene menos pendiente. Me dice el Tano.
- Y bueno, probá.
Ya dos días antes le había porfiado que una quebrada que habían descubierto con Victoria era "imposible" y me dio pudor insistirle que las vegas son muy traicioneras.
Lamentablemente sucedió lo peor, a los 20 metros la Path estaba enterrada hasta los paragolpes.
Cuando llegamos de regreso de nuestra incursión ya estaba Jorge con el Defe, meta eslingaso intentando sacar al Tano del berenjenal en el que se había metido.
Los intentos y esfuerzos eran inútiles. Con una eslinga elástica de unos diez metros, el Defender corto tomaba carrera, se embalaba y a poco se detenía como si lo hubiesen tomado de los tiradores. La Path no se movía ni un centímetro. Era de esperar, sus dos enormes ruedas traseras de 33 pulgadas habían desaparecido en las profundidades del mallín ¿cómo remontarlas de un eslingazo?
- Mejor intentemos con el malacate.
Yo era de opinión de usar el hi-lift y las planchas como he hecho siempre, pero… eso lo hago porque suelo ir solo y sin malacate.
Veamos como es con malacate.
Puesto ahora de trompa el Defender y con el gancho del malacate en el chasis de la Pathfinder, parecía que se estiraba y que en cualquier momento el paragolpes iba a salir disparado hacia delante sin conseguir desplazamiento ninguno de la pesada camioneta del Tano.
Victoria, pala en mano y sumergida en el oloroso barro del mallín, intentaba liberar las ruedas traseras, afirmar el gancho, darle ánimo al Tano y cien cosas más, mientras los hombrecitos mirábamos o sacábamos fotos.
Finalmente fue necesaria la colaboración de un segundo malacate y allá fue Alejandro con la Chero a cinchar en yunta.
Aún así no fue nada fácil el método de la fuerza bruta.
Unos cuantos intentos y varios "entierros" más de la Path en su camino de salida fueron menester para que estuviera nuevamente en tierra firme.
Ale se anotó otro poroto con el Tano : (2-0)
Chau XX-53, Una hora y pico después de haber llegado al embudo, salimos por donde entramos a desandar camino rumbo a las lagunas donde habíamos acampado.