Pampa de los Bayos es una de las tantas asignaturas pendientes que tenemos en esto de conocer todos los rincones ocultos de nuestro país.
En realidad la conocemos de verla en fotografías satelitales y, a la distancia, en una aproximación que hiciéramos hace un año en otra expedición.
Esta pampa o planicie desértica, está en el centro de un gran círculo de volcanes en una remota zona de la cordillera de Los Andes y es prácticamente desconocida.
Los 10 volcanes que la rodean han vertido hacia ella sus lavas de distintas y antiquísimas erupciones. Lavas de diferente morfología, textura, color, densidad.
En la última gran erupción en masa, casi todos ellos han expelido hacia la superficie una lava blanquecina tostada, relativamente liviana, suave a la vista y muy áspera al tacto. Es la denominada toba volcánica, similar a la "pumita" o piedra pómez pero algo más densa.
Se ha depositado en una capa de unos 20 a 30 metros de altura en ese gran cuenco de unos 15Km de diámetro, sobre otra capa previa de negra lava vítrea.
La acción de los elementos naturales, nieve, agua y viento han tallado, en esta capa de piedra pómez, numerosas grietas radiales que apuntan desde la periferia donde se hallan los volcanes, como el Cerros Colorados, el Vallecitos, el Aguas Dulces y otros, hacia el centro donde se halla la planicie que lleva el nombre de Pampa de los Bayos. Allí se depositaron arenas (producto de la erosión) y cenizas volcánicas conformando esa planicie central.
El año pasado llegamos a la cima de la corona de volcanes y desde allí vimos ese gigantesco y deslumbrante espectáculo que brinda ese gran campo de piedra pómez surcado de enormes grietas.
Estas, las grietas, debían ser nuestras "autopistas" de acceso que nos llevaran hasta el centro, hasta la Pampa de los Bayos propiamente dicha.
La nieve que las cubría fue el obstáculo insalvable que nos lo impidió.
Con nuevos bríos y en una época que suponíamos más propicia emprendimos esta nueva expedición.