Esa noche del 19 de marzo del 2009 dormimos a la vera del Salar de Antofalla.
Acabábamos de hacer la primer extensa etapa de esta nueva expedición.
Éramos los "supervivientes" de una travesía de tres días en la que buscamos un nuevo acceso a la Corona del Inca.
Después de descansar en la hostería de Fiambalá, repostar combustible y reparar daños menores, algunos de aquellos travesistas, emprendimos esta nueva aventura en busca de la escondida, lejana y casi inaccesible Pampa de los Bayos.
Solo tres camionetas con cinco tripulantes:
Denis en su Toyota Land Cruisser, Emilio y Javier en la Toyota Hilux de Emilio y Mariano Mazzeo conmigo en mi Jeep Cherokee.
Si bien el día anterior ya habíamos decidido descartar el acceso sur e intentar el ingreso por el norte, en la cordillera nunca se sabe que puede deparar el clima ni cuanta nieve hallaremos acumulada (sea verano o invierno) por los lugares donde debemos pasar.
Desayunamos mientras se derretía el hielo metido en la tierra del salar convirtiendo el piso en un barreal.