Cuando salimos de Cerrillos estaba completamente oscuro.
Circulábamos hacia el Oeste por una huella poco pisada, cercana a la "XX-67" que nos llevaba a otra que, merced a la alta definición de Google yo había dibujado como "R" por "regular" (habíamos descartado definitivamente unas huellas que había relevado Pexa, que estaban abandonadas y cortadas por numerosos cursos de agua, esas eran para hacer de día y con más tiempo).
Pasamos unos arenales que, afortunadamente, no nos trajeron dificultades y ya montados sobre la "R" llegamos a un punto que yo había marcado como "cruce múltiple".
Denis y Ale, que iban haciendo punta, tomaron hacia el Oeste, donde la huella estaba más marcada.
Desafortunadamente esa huella yo no la había relevado de Google, porque allí solo había fotografías de baja definición. Mi opción marcaba hacia el Sur, por una huella denominada "H-61" en ViajerosMapas. Esta se bifurcaba unos cuantos kilómetros y varios vados más adelante en dos ramas que conducían a San Pablo y a San Antonio de Lipez respectivamente. En realidad lo de San Antonio era totalmente teórico porque no habíamos podido hallar su ubicación exacta ni la traza de la huella que conducía a el, aunque seguramente al menos una huella debía haber, habida cuenta que con sus 130 habitantes es la capital del departamento.
La ubicación de San Antonio de Lipez la teníamos con una precisión de +/- 10Km, lo que en caminos de montaña es mucho decir, ya que puede estar de un lado u otro de un cerro.
Eran más de las ocho y media de la noche cuando discutimos un poco por la radio sobre que opción tomar; por la que habían encarado Denis con Ale y el Tape o por la "H-61".
La que habían tomado los muchachos era la más marcada, pero parecía que en lugar de dirigirse hacia el sudoeste (donde suponíamos que debía estar San Antonio de Lípez) tomaba hacia el norte.
De cualquier manera este no era un dato determinante ya que en la obscuridad no veíamos si tomaba hacia el norte para esquivar una cadena de montañas o porque iba para otro pueblo.
Finalmente la balanza se inclinó por "esa" huella más marcada.
Para disipar algo de dudas, mientras circulábamos, Pexa abre la laptop donde había cargado las imágenes satelitales de la zona.
Si bien no estaban en alta definición, podíamos ver como nos estábamos internando en un laberinto de montañas y quebradas, lo que aumentaba aún más la incertidumbre.
Subíamos y bajábamos en la obscuridad a más de vadear varios cursos de agua.
La huella era muy angosta, justo para las dos ruedas de una camioneta.
Íbamos charlando con Pexa, cuando escucho por la radio algo acerca de que Denis, que estaba manejando la chata de Ale, había tenido que poner el bloqueo por una grieta o algo así.
El camino ondulaba y por momentos desaparecía bajo el capot de la camioneta y había que "estirar el cogote" para intuir por donde seguía.
Pexa estaba arrodillado sobre su asiento, mirando para atrás, buscando no se que cosa, cuando escucho por la radio "cuidado con la grieta", seguido por un golpe y un tremendo sacudón que sentaron a Pexa sobre el torpedo.
Habíamos metido, en la obscuridad, la rueda delantera derecha en una profunda grieta y nos detuvo el golpe del paragolpes de la cherokee contra el borde de salida de ella.
Cuando Pablo abrió su puerta e intentó bajar, desapareció en las negras profundidades, quedando colgado del zocalo de la camioneta. De su lado estaba el precipicio ¡!
Alfredo, que iba solo unos quince metros adelante y fue quien intentó prevenirnos, no podía pasar hacia atrás de mi chata para enganchar la eslinga de rescate. Lo angosto del camino lo impedía.
Finalmente, pisando la rueda delantera izquierda de la chero y con la otra rueda contra la pared pudo pasar y lograr ubicación para sacarnos.
Solo cuando vi la fotografía tomada con flash tomé verdadera dimensión de lo cerca que estuvimos de caer desbarrancados.
A partir de allí, comenzamos a prestar más atención al camino y menos bola a la pantalla de la laptop y a la charla.
Media hora más adelante veo, en la lejanía e iluminada por las luces de Jorge y Ale, una fantasmagórica capilla. Debía ser el pequeño poblado de Río San Pablo.
De allí la huella tuerce definitivamente al Sur.
Transita ahora por un terreno más plano, solo cortado por algunos cauces secos.
Serían cerca de las once de la noche y seguíamos en la huella.
Cuando nos faltaban 10Km para llegar a San Antonio de Lípez... Llegamos... ¿?
Era cierto, lo teníamos georeferenciado con un error de 10Km.
Pequeño caserío de adobe totalmente a obscuras.
Tuvimos la gran suerte que la primer casa del pueblo es, justamente, un alojamiento para viajeros.
Justo tenían 9 camas libres. Falló la calefacción y el agua caliente para el baño. Pero en un ambiente propicio pudimos preparar nuestras sopitas instantáneas para irnos a dormir con el estómago caliente.