Pido que esperen e intento seguir avanzando por un lugar donde se acumula nieve. La chata se desliza de costado y debo desistir de ese intento. Estamos a 5.750 metros de altura y queremos más!
Retrocedo mientras Alfredo intenta por otro lado, por allí si se puede, vamos llegando...,
Llegamos a la silleta entre las dos cumbres.
5.771 metros sobre el nivel del mar indican los GPSs.
En una incursión por un lateral del cono de menor altura logro llegar a 5.789m, pero nuevamente la nieve y el terreno flojo hacen que la Cherokee se deslice intimidantemente de costado hacia el precipicio. Una opresión en la garganta me dice que es suficiente, hasta allí llegamos.
Mientras tanto había otros que no se conformaban con eso.
Denis y Pablo deciden que llegaran a la cima, aunque sea caminando.
¿Caminando?
Escalar a 5.800 y 6.000 metros no es moco de pavo, menos para quienes no son escaladores, menos para quien es fumador (como Pablo) o para quien ya pisa el medio siglo (y no digo quién es).
El asunto es que los muchachos se largaron a intentar cumplir su desafío personal. Sabía y luego Jorge lo confesó que el se quedó con las ganas.
Los veíamos por los teleobjetivos de las cámaras como remontaban ese empinado zig-zag interminable.
Cada 20 metros debían detenerse a recuperar el aliento. La atmósfera, pobre en oxígeno, se los retaceaba.
Otros 20 metros y otra detención.
¡ Vamos muchachos ! Los alentábamos por el handie. ¡Vamos muchachos que falta menos !
Claro, el esfuerzo lo hacían ellos. Nosotros sentados en las chatas solo mirábamos.
Unas amenazantes nubes comenzaron a tapar el sol, hicieron bajar la temperatura y, nos hicieron pensar que se debía abortar la escalada.
Démosles una oportunidad, seria muy frustrante hacerlos bajar cuando les falta tan poco.
El todopoderoso se apiadó y, de un soplido, alejó las inquietantes nubes negras.
Los muchachos continuaban tenazmente su ascenso.
Una hora más tarde se escuchó el sapucay del triunfo.
Lo habían logrado y lo estaban festejando.
6.031msnm marcó el GPS, 27 más que lo que indicaban los mapas.
Felicitaciones radiales y abrazos cuando descendieron para estos locos valientes que se animaron, sin más, a hacer su primer seismil, sin experiencia previa.
Era tarde cuando comenzamos el descenso.
Había que hacerlo con cuidado, no fuera cosa de enturbiar con un accidente una jornada de tanta satisfacción.
No obstante, la fuerza de gravedad hizo lo suyo y, en una hora y media nos depositó nuevamente en Quetena Chico.
Ya se había puesto el sol cuando partimos por una inexplorada huella hacia el Oeste, hacia la Laguna Colorada donde suponíamos que ibamos a hallar un refugio.
Dos horas y media de serrucho y algún "desencuentro" en la obscuridad, nos demandaron llegar a unos refugios que se encuentran al sudoeste de la Laguna Colorada, regenteados por nativos, con permiso de Parques Nacionales.
Hallamos 9 confortables camas, pero nada de comida, y menos calefacción o agua caliente.
Otra vez sopa !!!